Viernes18octubre

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Peña Nieto inaugura último tramo de la carretera Mazatlán-Durango

PRI: inexistente como partido-poder Carlos Ramírez

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n una de las etapas más importantes de la reconstrucción del modelo de desarrollo con las reformas estructurales, la gran ausencia política es la del PRI. Si el Pacto por México le dio espacio para negociación de agendas legislativas, como partido es hoy “realmente inexistente”.

Georgina Olson México.-Durante la inauguración de la autopista DurangoMazatlán, el presidente Enrique Peña Nieto expresó que mediante una inversión de 1.3 millones de millones de pesos en carreteras y caminos, se busca convertir a México en un centro logístico que agilice el intercambio comercial entre norte y sur, y entre el continente americano y el asiático. Queremos hacer de México un centro logístico de alto valor agregado... México tiene ubicación geográfica relevante que tenemos que aprovechar en beneficio de los mexicanos para impulsar su desarrollo y la dinámica económica del país”, dijo. En el evento en el que participaron los gobernadores de Durango, Jorge Herrera así como de Sinaloa, Chihuahua, Coahuila y Zacatecas, así como el cardenal, Norberto Rivera, el mandatario insistió en que para contar con suficientes recursos para la construcción de infraestructura se requiere la aprobación de las reformas estructurales que están pendientes.Son varios los retos que tenemos

por delante y que los estamos enfrentando a través de impulsar reformas transformadoras, no queremos administrar la inercia, no queremos mantenernos pasivos, queremos mover la conciencia nacional, precisamente para cambiar de fondo y de raíz, y tenemos retos en materia educativa, en materia de seguridad pública, pero todo eso está íntimamente vinculado al crecimiento al entorno económico que México tenga”, dijo. Durante la entrega del último tramo de 61 kilómetros de la carretera Durango-Mazatlán, el gobernador de Durango, Jorge Herrera, destacó que respalda las reformas que ha impulsado el presidente Peña Nieto. Los duranguenses respaldamos con toda firmeza la Reforma Hacendaria y de seguridad que su gobierno ha propuesto, porque además de canalizar recursos a la educación, al seguro para el desempleo y la atención universal para adultos mayores permitirá incrementar en 33 por ciento la inversión en infraestructura y será sin duda un antes y un después para el crecimiento de todos los habitantes del norte de México”, dijo.

El PRI no ha sabido operar el bono político y democrático del presidente Peña Nieto y ha dejado todas las negociaciones en manos de los coordinadores parlamentarios. Sin embargo, el PRI es, ante todo, un aparato de poder. Las reformas salinistas se dieron con un PRI fuerte dirigido por Luis Donaldo Colosio y su jefatura político-legislativa. El papel del PRI debería ser el de la coordinación de la coalición dominante en el partido: gobernadores, jefes de las bancadas, partidos estatales en zonas fuertes, corporaciones sindicales y campesinas y organismos representantes de la sociedad civil y de la sociedad política. Sin embargo, el presidente Peña Nieto aparece aislado, Gobernación y las bancadas legislativas no pueden hacer el trabajo que le correspon-

de a la estructura del partido y la negociación de las reformas se hace en los medios. Paradójicamente, hoy como nunca antes la oposición se encuentra cuarteada, debilitada, con pugnas internas que amenazan su fortaleza, pero sin que el PRI tenga la movilidad política para capitalizar su hegemonía. El PRI tampoco ha podido establecer los espacios de negociación con los poderes fácticos: los organismos de las cúpulas empresariales, los controladores de estructuras de poder como las telecomunicaciones, las estructuras dominantes en los estados y los sectores que saldrían afectados con algunos chico-

tazos de las reformas. La mayor parte de las restricciones a la reforma hacendaria y los obstáculos a la reforma energética tienen que ver con falta de mecanismos de negociación política que por efectos propios de las propuestas. Y como elemento aglutinador, el PRI ya no provee el discurso político de las reformas. Desde el arribo de Peña Nieto a la presidencia de la república, el PRI ha brillado… por su ausencia. Y eso que en las áreas decisivas de las reformas estructurales --Hacienda, Gobernación y Energía-- hay titulares que tuvieron hasta hace poco una actividad partidista relevante. Las bancadas legislativas priistas hacen esfuerzos por negociar reformas en sus espacios políticos, pero el saldo es insuficiente porque les hacen falta las estructuras de poder del PRI.

La figura de César Camacho como presidente del PRI aparece deslavada, sin fuerza política, a pesar de su formación política. En los pocos meses de gestión no ha podido colocar al PRI como el espacio central de las negociaciones políticas. Los sectores corporativos no se mueven, los gobernadores priistas operan como virreyes y los comités estatales del PRI tampoco existen políticamente. El PRI como el mecanismo de coordinación política parece un motor desvielado. Las reformas hacendaria y energética requieren de un discurso político que sólo puede salir del PRI, por más

que hayan avanzado un poco en las negociaciones sobre y bajo la mesa. Pero el PRI no aparece en el escenario de las reformas. Su papel histórico fue el de mediar entre los factores de la producción, pero hoy se ve con facilidad que los líderes de la cúpulas empresariales ocupan posiciones políticas que antes estaban dominadas por el PRI. Las reformas estructurales tienen obligadamente efectos de redistribución del poder político, pero la pasividad del PRI le ha cedido espacios políticos a la estridencia del PAN, a la tribalización del PRD y a los poderes fácticos y sus grupos de interés. De ahí que las reformas estructurales se diluyan por la falta de un aparato político de poder del presidente de la república.


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