lengua caribe por los españoles) se nombró xalxócotl que significa ‘fruto ácido arenoso’. Esta última cualidad se debe a la gran cantidad de semillas menudas que se encuentran en su interior. Otra fruta ácida es el tejocote (texócotl) ‘fruta ácida como piedra’ debido a su dureza. Entre los zapotes encontramos una gran variedad: zapote negro, blanco, chicozapote, mamey, que es también palabra caribe, y cuyo nombre en náhuatl es tezontzapotl (‘zapote tezontle’ por el color y consistencia de su cáscara). Fernández de Oviedo describe al árbol de mamey como “grande y de hermosas y frescas hojas [que hace] una graciosa y excelente fruta y de muy suave sabor”.141 Más adelante afirma que “no se puede mejorar ni ver otra mejor fruta”.142 El guanábano también le parece un árbol hermoso. Sus frutas son: [...] tan grandes como melones, pero prolongadas, y por encima tiene unas labores tan sutiles que parece que señalan escamas, pero no lo son ni se abren […] y de dentro está llena de una pasta como manjar blanco, salvo que aunque es tan espesa, es aguanosa y de lindo sabor templado, con un agrio suave y apacible.143
Dendrología natural y botaneología americana (...)
Pitayo, Juan Caballero, ca. 1785, Oaxaca.
Señala que sus semillas son negras y duras y “que aunque un hombre se coma una guanábana de éstas que pese dos o tres libras y más, no le hace daño ni empacho en el estómago, y es muy templada y de hermosa vista”.144 Un relator menciona que en Chilapan (Chilapa, Guerrero) “hay palmas silvestres que llevan una frutilla a manera de piñones […] tira el gusto como a dátil”.145 Se refiere además a los capulíes (capulines) como “cerezas de la tierra”. De estos capulines escribe Acosta: “son como guindas, y tienen su hueso aunque algo mayor […] y el sabor bueno, y un dulce agrete”.146 En la Relación, de Hueytlapa (probablemente Hueytlalpan, Puebla), se registra que los árboles del lugar “son zapotes de muchos géneros, prietos y blancos, y anonas […] y otros zapotes que se llaman chicozapotl [muy apreciado y muy dulce; todos ellos] no se cultivan, sino que, cada año, dan su fruto en las sierras”.147 En esta misma población hay muchos arroyos en cuyas riberas “se cogen muchas frutas de la tierra en gran cantidad, que falta gente que las goce y coma, y las comen los pájaros”.148 Tanto las frutas ácidas como las dulces suelen tener cantidades significativas de vitamina C.
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