Pulán al Día - Abril 2013

Page 4

L

Una carretera

Relato Ganador del Concurso “Cúentame Pulán”, Autor: Diógenes Rojas Santa Cruz, Adonis.

os gallos aun no cantaban y los fiambres ya estaban listos. No hacía frío, o al menos es lo que decía don Alejo cuando su mujer le preguntaba al respecto. El alba nos descubría en medio camino, sudorosos, jadeantes con nuestras herramientas al hombro. “Qué apuro de hacer carretera sin que lleguen los carros”, dijo la esposa de don Domingo. Aquel disparate fue motivo de carcajadas aun semanas después por toda la zona, por los caminos, en la construcción misma de la carretera, en la cocina a la hora de la cena, los borrachos lo festejaban mejor con aguardiente. El trazo había concluido en 1965, cuando el alcalde era don Alejo; los ingenieros deliberaban sobre el posible trayecto y lo delineaban ayudándose de teodolitos, cuerdas, planos, machetes, estacas. En esa fecha don Alejo convocó a una reunión a las autoridades de todos los caseríos de Pulán. El acuerdo se tomó el mismo día, cada ciudadano trabajaría gratuitamente durante una semana y luego descansaría hasta su próximo turno, así hasta la culminación de la obra, además lo haría con sus propias herramientas. Se elaboraron turnos y se empezaría a trabajar inmediatamente. “Ojalá que no me toque con mi suegro”. “Yo tengo el mismo turno que el Botas, ese es un haragán”. “A mí me ha tocado con Melquiades y sus hermanos, tengo suerte”. -¿Quién de ustedes ha salido de su casa sin tomar desayuno? -dijo don Alejo, casi al llegar al lugar de trabajo. Los peones bajaron sus herramientas y hubo un silencio general. [...] El trabajo era muy duro. Después, cuando había plata, contratábamos maquinaria pesada por quince días o un mes. Pero el trabajo seguía siendo arduo. Por la tarde llegábamos muertos de cansancio a casa, a veces con el pie herido, con las manos lastimadas, con dolores de espalda. Pasaba el tiempo y parecía que no avanzábamos nada, que la carretera era una ilusión. Pero seguíamos trabajando todos los días excepto los domingos. Algún día veríamos llegar vehículos a Pulán, que en ese entonces ya era distrito. Algún día veríamos llegar en camiones el arroz, el aceite, no tendríamos que caminar para llegar a Santa Cruz, nuestra vida sería más fácil al tener una carretera, el objetivo de todo ese esfuerzo era nuestro propio bienestar, teníamos que dejar ese regalo a las generaciones posteriores, y don Alejo lo sabía muy bien. Era casi mediodía cuando el Botas encontró una pepita de oro. Al comienzo creyó que se trataba de un pedernal, pero luego lo recogió, lo miró con curiosidad y se dio cuenta de que es algo mucho más valioso. “Oro” dice para sí mismo, dejó el pico y se concentra solo en su reciente hallazgo. Don Cipriano lo ha visto y le pregunta qué sucede. “Acabo de encontrar esto, parece oro” dijo el Botas. Don Cipriano le pidió el pedazo de oro y confirmó que es oro. “Es una tentación” -dijo don Cipriano- y el Botas no lo entendió muy bien. “Es una tentación”-repitió don Cipriano. “El demonio pone esas cosas enfrente de ti, si tú lo coges y le sacas provecho, tu alma le pertenece a él. Sino te vuelves loco, te mueres a los siete días. Yo tengo una pelota de oro en mi casa que me encontré por un despeñadero, pero nunca le he sacado provecho, la tengo guardada en un lugar oculto”. “Bueno, entonces solo guardaré esta piedra” -dijo el Botas. Don Cipriano le explicó que no puede hacer eso, que él tiene la pelota de oro porque él sabe de esas cosas y que el demonio no le puede hacer nada. “¡Sigan trabajando!” -gritó uno de los peones que estaba cerca. El Botas está confundido y piensa que es mejor vivir medianamente pobre que vivir loco o que morir a los siete días. “Lo voy a tirar” y don Cipriano asintió. El Botas camina hacia un lado de la carretera en construcción, toma aire, relaja el brazo derecho y arroja el pedazo de oro con toda su fuerza. Después de eso el Botas trabajó casi inconscientemen-

te. Es la hora del almuerzo y don Alejo ha autorizado almorzar. Todos van por sus fiambres y se acomodan formando un círculo. El Botas está volviendo en sí. Dirige su mirada a su alrededor y puede ver arroz, carne, huevos, mote, tamales, harina, camotes, yucas, arracachas. “La trucha de don Alejo está cruda” dijo por fin y la gente ríe. “Ese Botas como siempre tan palomilla” acota Julián Romero. La gente se disponía a comer cuando don Pedro los interrumpió diciendo “Esperen, tenemos que dar las gracias al Señor”. Algunos no están de acuerdo, pero guardan silencio. “Padre nuestro...”, el Botas está recapacitando, “...que estás en el cielo...”, ahora se pregunta si el viejo Cipriano dice la verdad, “...santificado sea tu nombre...”, si al viejo no le puede hacer nada el demonio, entonces por qué no han vendido la pelota de oro, “...venga a nosotros tu reino...”, y cómo sé si realmente el viejo tiene una pelota de oro “...hágase, Señor, tu voluntad...”, cómo sé si la gente enloquece por eso, “...en la tierra como en el cielo...”, la gente puede enloquecer y morir por tantas cosas, “...danos hoy el pan de cada día...”, tal vez sea mejor no creer todo lo que me dicen, “...perdona nuestras ofensas...”, definitivamente no hay que creer todo lo que hay, “...como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...”, porque ciertas cosas nos hacen daño en lugar de ayudarnos, “...no nos dejes caer en la tentación...”, ha sido una buena lección definitivamente “...Amén”. Después del almuerzo descansábamos un rato para continuar con el trabajo hasta las cinco de la tarde. Luego la gente regresaba a sus respectivas casas. Esa era la rutina de los pulanos cuando se construyó la carretera. El tiempo avanzaba, las estaciones cambian, los años caían. Nos acostumbramos a que llegue nuestro turno de trabajar una semana cada cierto tiempo. Hablar de carretera era tan ordinario como hablar de la lluvia o el sol. Don Alejo, que había sido un verdadero cacique, dejó de ser alcalde pero luego vinieron otros que supieron continuar esa labor. Hasta que un día, la carretera, que tan lento había crecido, llegó a Pulán en 1985, después de veinte años. Por aquella fecha hubo una celebración y Melquíades, que era uno de los que siempre estuvieron presentes durante la construcción de la carretera, quiso decir unas palabras: “Lo que nos propusimos hace veinte años parecía un sueño, y ahora que lo vemos tan cerca de nosotros, tan real, casi no lo podemos creer. Eso demuestra que los pulanos unidos somos capaces de conseguir grandes cosas en beneficio de nuestro pueblo. Quiero agradecer a un gran hombre, don Alejandro Santa Cruz, este hombre siempre trabajó por el desarrollo de Pulán, nos convocó y nos organizó, es así que se inició este gran proyecto. Cada uno de los que trabajámos ahí fuimos fundamentales, no importaba si se tenía preferencia por trabajar con alguien en especial. Al final juntos conformamos ese engranaje que hizo andar a Pulán sobre ruedas. Es cierto que aún tenemos que aprender y trabajar mucho para que nuestras futuras generaciones tengan mejor vida que nosotros, porque a eso se apunta con el desarrollo, al bien común, a que la gente esté comunicada a través de carreteras y otros medios de comunicación. Ahora solo quiero exhortarlos a seguir adelante, unidos en cada proyecto que haya en beneficio de Pulán, a abandonar esas falsas creencias, esas supersticiones tan nocivas para nuestra sociedad. Exhorto a los jóvenes a estudiar, a rescatar todas las cosas positivas que aprenden y a ponerlo en práctica y a desterrar lo negativo. Nuestro deber es aprender los conocimientos que nuestros antepasados nos dejaron, así su sacrificio, sus vidas no habrán sido en vano, todo eso por lo que ellos tuvieron que sufrir tanto, hoy nosotros lo tenemos a la mano con solo abrir un libro, con solo estudiar. Ahora que siga la celebración. ¡Viva el desarrollo! ¡Viva Pulán! ¡Viva el Perú!

Colaboraron en esta edición de Pulán al Día: Berardo Cotrina Salazar, Presidente ASJOMIDEPU; Anabel Guerrero Paredes, Secretaria de Relaciones Públicas; e Isela Terrones Pérez, Secretaria.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.