Korsch marxismo y filosofia

Page 16

concepción, desde luego, sólo se justificaba lógicamente si el marxismo como tal fuese una teoría y una práctica cuya sustancia esencial e irremplazable no incluyera ninguna actitud determinada frente a cualquier cuestión filosófica; de manera que no se hubiera considerado como un imposible el que, por ejemplo, un importante teórico marxista en su vida privada filosófica hubiera sido un discípulo de Arthur Schopenhauer. Así, en aquel tiempo, por más grandes que hayan sido en general las divergencias entre las ciencias marxistas y burguesas, había una concordancia aparente en este único punto. Los profesores de filosofía se aseguraban mutuamente que el marxismo no tenía un contenido filosófico propio, y creían haber dicho algo importante contra él. Los marxistas ortodoxos por su parte igualmente se confirmaban mutuamente que su marxismo, por su carácter mismo, no tenía nada que ver con la filosofía —y creían decir algo de gran importancia en su favor. Por último, también partía de esta concepción básica una tercera corriente que durante todo ese tiempo era la única en ocuparse un poco más detenidamente del aspecto filosófico del socialismo: las diversas variantes de socialistas “filosofantes” que consideraban como su tarea “completar” el sistema marxista mediante concepciones generales filosófico-culturales o pensamientos de la filosofía kantiana, dietzgenista, machista o cualquier otra. Pues justamente al considerar que al sistema marxista le hacía falta un complemento filosófico, ponían de manifiesto que, también para ellos, el marxismo en sí carecía de contenido filosófico. 7

punto de vista gnoseológico, el marxismo concuerda con Spinoza y Holbach o con Mach y Avenarius". Con motivo de este comentario, la redacción del Proletari bolchevique ruso (Lenin) consideró necesario declarar que "esta querella filosófica en realidad no constituye un problema de fracción, ni debe llegar a serlo", a juicio de la redacción. Sin embargo, el autor de este mentís formal, el gran táctico Lenin, publicó ese mismo año, como es sabido, su obra filosófica Materialismo y empiriocriticisrno (en ruso). 7 Ellos veían en esta circunstancia un defecto de la teoría marxista y no, como los "marxistas ortodoxos", una ventaja del socialismo, que se había transformado de filosofía en ciencia; pero, al mismo tiempo, trataban de salvar, en parte o totalmente, el resto de la teoría socialista. De este modo, en la disputa entre la ciencia burguesa y la ciencia proletaria, partían siempre de antemano del punto de vista del adversario burgués y sólo trataban de esquivar, hasta donde fuera posible, las consecuencias necesarias. Sin embargo, cuando, a raíz de los sucesos de la guerra y la crisis de 1914, ya no fue posible eludir por más tiempo el problema de la revolución proletaria, todas las variantes de ese socialismo filosofante mostraron su verdadero rostro con la nitidez deseable. Tanto los socialistas filosofantes, abiertamente antimarxistas o no marxistas, por ejemplo: Bernstein y Koigen, como la mayoría de los marxistas filósofos (partidarios de Dietzgen y Mach) han demostrado desde entonces, con sus palabras y sus hechos, que, no sólo en su filosofía, sino, también, como consecuencia necesaria, en su teoría y práctica políticas, no habían logrado liberarse en realidad del punto de vista de la sociedad burguesa. No es necesario insistir en demostrar el carácter reformista burgués del marxismo kantiano, ya que es imposible dudar de él. En cuanto al marxismo machista, ya en 1908 Lenin demostró cuál es el camino al que conducía necesariamente a sus partidarios (y al que efectivamente ha conducido a la mayoría de ellos). El marxismo dietzgenista ha alcanzado su meta por ese mismo camino, como lo demuestra sin lugar a dudas un breve folleto del hijo de Dietzgen (1923) en el que este "neomarxista" bastante ingenuo no solamente felicita a su "fiador" Kautsky por haber abandonado la mayoría de las ideas del "viejo marxismo", sino además se lamenta de que Kautsky, tras de ver nuevamente, claro en tantas cosas, aún conserve algunos residuos de ese "viejo marxismo" (p. 2). Sin embargo, David Koigen aporta la mejor prueba de cuán certero era el instinto político de Mehring al preferir, ante devaneos filosóficos de esta índole, renunciar definitivamente a toda filosofía. Para convencerse de ello, basta leer la crítica extremadamente benévola que Mehring hizo al primer trabajo filosófico de Koigen ("El neomarxismo", en Neue Zeit, 20, r, pp. 385 y ss., y en Marx-Engels Nachlass, t. u, p. 348) que es, desde cualquier punto de vista, una obra inmadura; y luego tener presente con qué extrema rapidez este filósofo se ha convertido en un "socialista cultural" antimarxista de lo más trivial, bajo la protección de Karl Korsch

Marxismo y Filosofía

16


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.