'31 libros de artista' por Salvador Haro

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en un libro, los convierte en más estimulantes, puesto que permite ver la obra de arte en contexto; por otro lado, “los libros ilustrados proporcionan la percepción de procesos artísticos que los grabados no pueden”2. Durante los siglos XVIII y XIX, se desarrolló en Francia una rica tradición de libros ilustrados, si bien no fue hasta finales del XIX cuando el libro comenzó a ser percibido como una entidad formal y analítica3. Sin embargo, para rastrear las fuentes del libro ilustrado es necesario remontarse bastante atrás en el tiempo.

Antecedentes Huesos tallados, tablillas babilónicas, papiros egipcios, libros de oración tibetanos, códices mayas… la relación entre el arte y la escritura es tan antigua como la escritura misma. Durante la Edad Media la cultura cristiana aportó algunos libros extraordinarios por su dimensión estética. Cabe destacar el Códex de Kells o el Beato de Liébana. El primero de ellos se remonta a la Irlanda del siglo VIII y destaca por su alta elaboración artística, con letras trabajadas como imágenes. El Beato de Liébana que hoy conocemos es una copia manuscrita realizada en

BAREISS, Walter. “Recollections of a Book Addict”, en Splendid Pages. Modern illustrated Books. Toledo Museum of Art. Lund Humpphries. Toledo (Ohio), 2003, p. 29. El coleccionista destaca también la cuestión del precio frente a los grabados. En los libros no suelen estar firmados y esto abarata sustancialmente el coste 3 BLOCH, Susi R. “The Book Stripped Bare”, en LYONS (ed.), Op. Cit., p. 133 2


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