Revista Arenas No. 24

Page 1

A R E N A S Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 24 Publicación trimestral de la Maestría en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Sinaloa. Nueva época. Verano 2010. Mazatlán, Sinaloa, México.

CULTURA, MASS MEDIA, LITERATURA, VIOLENCIA



DIRECTORIO Dr. Víctor Antonio Corrales Burgueño, Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Dr. José Alfredo Leal Orduño, Secretario General. M.C. Giova Camacho Castro, Director de la Facultad de Ciencias Sociales. Dr. José Luis Beraud Lozano, Coordinador de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales. Consejo Editorial: Dr. Luis Astorga; Dr. José Luis Beraud; MC Pedro Brito; Dr. Nery Córdova; Dr. Segundo Galicia; Dr. Ernesto Hernández; C. A Dr. René Jiménez Ayala; Dr. Arturo Lizárraga; MC Roxana Loubet; Dr. Carlos Maciel; Dr. Rigoberto Ocampo; Dr. Arturo Santamaría; Dra. Lorena Schobert; Dr. Liberato Terán; Dr. José Manuel Valenzuela. Dirección Editorial: Nery Córdova Edición y Diseño Editorial Pedro Humberto Rioseco Gallegos Ilustraciones de ARENAS 24: Obra pictórica del artista Leonel Maciel. A R E N A S. Revista Sinaloense de Ciencias Sociales. Año 10, Nueva Época, número 24, publicación trimestral de la Universidad Autónoma de Sinaloa, editada por la Facultad de Ciencias Sociales y la Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en estudios regionales. Domicilio: Ángel Flores s/n, Centro, Culiacán, Sinaloa, CP 80000. Domicilio en Mazatlán: Av. De los Deportes s/n, Ciudad Universitaria, CP 82127. email: nerycor@yahoo.com.mx http://faciso.maz.uasnet.mx/editorial Tel. (669)981-21-00 y 981-07-62. Certificado de Reserva SEP, No. 04-2010-091413591500-102. *No están prohibidos el uso y la reproducción de los textos citando autoría y publicación. *La UAS y la Facultad de Ciencias Sociales no necesariamente comparten las reflexiones y las opiniones expresadas por los autores.



CONTENIDO Presentación……………………………………………. 7

CULTURA, MUNDO SOCIAL Y EL FENOMENO DE LA TRANSGRESION Nery CORDOVA………………………………………... 10

VIOLENCIA, INSEGURIDAD SOCIAL Y DEFUNCIONES: UNA PERSPECTIVA FUNCIONALISTA Rigoberto OCAMPO ALCANTAR……………………… 45

SINALOA Y LA SIERRA: EL“NARCO”Y LA MIGRACION Arturo LIZARRAGA, Ernestina LIZARRAGA y Jorge Abel GUERRERO……………………………….. 56

LOS CONGLOMERADOS MULTIMEDIA Y LA LITERATURA LATINOAMERICANA Jenny GUERRA GONZALEZ………………..……….…. 75

LAS INDUSTRIAS CULTURALES: SOCIOECONOMIA DE LA DISCOGRAFIA EN MEXICO Cristian Daniel TORRES OSUNA………………….…… 93


6


PRESENTACION Cuando terminamos de mirar un hecho, de un fenómeno o atisbamos que las cosas de la vida pueden tener cierto significado, devienen las reflexiones sobre los entornos que nos afectan; sobre el mundo, sobre el país, sobre la región y los derroteros de la vida que nos ha tocado vivir como destino socialmente construido. Los días se van y con ellos un legado de nuestras cosas que hicimos bien, regular o mal estarán guardados en un baúl personal quizá sin sentido y un tiempo más se quedará en los archivos de la historia y la memoria, pero una intuición de desánimo pareciera gravitar en el imaginario colectivo: las agudas y patológicas problemáticas nacionales persisten en mostrar a un país cada vez más lastimado por quienes, desde las cúpulas, segmentos y cofradías del poder político y económico han determinado que pueden manejar y usar a su antojo y provecho privado a las instituciones y a los recursos públicos de la Nación. En el país y el mundo hay tiempos de cambio; cambian nombres y membretes, se van los años, pero no con ello las rémoras y los siniestros rescoldos que acechan y se apoderan desde las sombras, con los disfraces formales de la respetabilidad que han comprado en los mercados de la impunidad, a las instancias y espacios públicos, administrativos, municipales, universitarios. Cambiarán las siglas y los regímenes, parafraseando al sociólogo canadiense Daniel Bell, pero no las enraizadas, vastas y profundas huellas y legados de una cultura histórica de corrupción más que centenaria o bicentenaria. ¿Son tiempos de celebración? ¿Hay algo qué celebrar? Pues siguen celebrando los depredadores, expoliadores y cínicos, sobre todo quienes desde el servicio público se han dedicado a medrar, explotar y engañar a la sociedad, a sus instituciones, a los pueblos y a los trabajadores. Sujetos, gobernantes y políticos que, diría don Jaime Sabines, son capaces de convertir a la basura en esencias aromáticas para narcotizar y embrutecer, bajo los formularios goebbelsianos del fascismo, a los grupos sociales, a las colectividades y comunidades, y de ser posible, en estos tiempos de la sociedad de masas, a la misma humanidad. Asuntos de amplia magnitud los de la esfera pública que versan sobre las doctrinas ideológicas, la propaganda, la demagogia y la enajenación, resultan difíciles de aprehender y abordar en una sola entrega. La sociedad, sus segmentos diversos y la población en general se encuentra a merced o bajo los yugos de una ideología promocionada y vestida con los propios mitos y mantos de la globalización y la 7


modernidad. En el marco del arisco transitar de la violencia en el país y Sinaloa, pensamos que la cultura es lo único que salvará al mundo. Por lo pronto, desde ARENAS 24, como publicación de la Maestría en Ciencias Sociales de la UAS, al tiempo que vemos el final de una etapa que está dejando un reguero de cadáveres en la llamada “guerra contra el crimen organizado”, abordamos ahora sólo ciertas líneas y aspectos que tienen que ver con las cuestiones socioculturales; se trata de los prolegómenos teóricos sobre la transgresión o de un acercamiento conceptual en torno a la histórica y enrarecida vida sinaloense y sus sordas y duras expresiones de fuerza y delincuencia, desde esa compleja telaraña de cultura, mundo social y narcotráfico. En la agenda y el análisis no forzamos los temas; más bien los conflictos y sus secuelas en todos los espacios sociales parecieran establecer su realidad, pertinencia y preponderancia. Es que, a final de cuentas, desde hace muchos gobiernos y sexenios, la cuestión del “narco” ha sido un asunto de reiterada importancia que termina por condicionar hasta a las estrategias y las políticas públicas gubernamentales. En un segundo abordaje, en una perspectiva funcionalista y como parte del abanico de opciones y ópticas, el doctor Rigoberto Ocampo Alcántar analiza algunas aristas entre inseguridad, violencia y defunciones, en una suerte de comparación entre las causales de los tipos e incidencias más relevantes de las muertes que se registran en el estado y el país. De algún modo como contraste (y de eso se trata el quehacer universitario: pensar, sentir, vivir y servir en la confrontación de seres pensantes), el doctor Arturo Lizárraga Hernández conduciendo un equipo de trabajo formado por los maestros Ernestina Lizárraga y Jorge Abel Guerrero, del posgrado de Ciencias Sociales de la UAS, efectúan una exposición sólida, fuerte y puntual sobre las difíciles y agobiantes condiciones económicas y sociales, entre cuantificación y ecos etnográficos, respecto de la marginada pero agreste población serrana de Sinaloa, y cómo se expresa la violencia vinculada a la producción y el tráfico de drogas ilícitas en la problemática de la migración regional de la sierra a las ciudades y hacia el extranjero. Por otro lado, la investigadora Jenny Guerra González, de la Universidad para la Profesionalización Estratégica (UNIPRES) de Toluca, Estado de México, realiza una fundamentada, rigurosa y esclarecedora indagación respecto de los rumbos que han tomado en las últimas décadas las corporaciones y los conglomerados multimedia de la industria de la cultura y la literatura en América Latina y de cómo han venido concentrando poder y mercados, al tiempo que inciden y delínean 8


hasta aficiones, gustos y tendencias literarias. Y en parecidos términos temáticos, pero en relación a la producción y el consumo de la música y el disco, Cristian Daniel Torres Osuna, desde España nos envía un trabajo, como parte de una investigación más amplia, sobre la socioeconomía de la industria discográfica en México. Respecto de la portada (“Mulata de Tal”, cuya primera versión, de 1994, fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México) y las demás ilustraciones de la presente edición muestran una parte de la desenfadada, pero estilizada y pulcra creación pictórica de Leonel Maciel. El artista, nativo del húmedo y tropical poblado de La Soledad de los Maciel, municipio de Petatlán, por los agrestes rumbos del estado de Guerrero, impartió un curso-taller de pintura en el Museo de Arte de Mazatlán, invitado por el Instituto Sinaloense de Cultura. Con entusiasmo y bonhomía, el amigo Leonel aceptó “encantado”, dijo, participar en ARENAS, que por supuesto se honra con su gesto y ciertos destellos de su obra. De ésta que, plena de sensualidad y sabia liviandad, extasiada en los detalles y las dimensiones de las formas, nos ofrece a la retina y al intelecto los trazos y las líneas de un estético, luminoso y desafiante colorido, pero sobre todo pensamiento que vale y engrandece al espíritu de los seres de valía del mundo. Y uno, humildemente, quiere ser parte de ese segmento de la humanidad. Nery CORDOVA

9


CULTURA, MUNDO SOCIAL Y EL FENOMENO DE LA TRANSGRESION

Nery CORDOVA♦ “La cultura no salva nada ni a nadie, no justifica. Pero es un producto del hombre en el que éste se proyecta y se reconoce; sólo ese espejo crítico le devuelve su imagen”.

Jean Paul Sartre ♦

Comunicólogo. Director editorial de ARENAS. Escritor, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y miembro del SNI. 10


--La cultura Este acercamiento al concepto de cultura tiene un sentido primordial de referencia teórica. Un recorrido por los antecedentes, la historia, la trascendencia o los usos disciplinarios del concepto, constituiría una labor de estudio singular por su riqueza y por su extensión y polivalencia semántica. Un dato ilustra su amplitud: en los albores de la década de 1970 se contaba con un registro de más de 250 definiciones formalizadas sobre cultura, y por supuesto, con una muy diversificada gama de sentidos, connotaciones y utilizaciones. Y eso que aún faltaban algunos años para que se pusiera en boga la llamada globalización, entre los efectos expansivos de la informática, la cibernética y las tecnologías de la comunicación, que han prohijado variadas e inverosímiles concepciones y nociones, donde se ha llegado a decir que hasta las máquinas inventadas por el hombre, y por ende hasta las simples cosas utilitarias, llegan a tener cultura. Empero, pretender una proposición acabada o una fórmula paradigmática, con validez científica irrefutable, no es obviamente la intención. Más bien buscamos relacionar el problema de la desviación social en el marco de los hechos y los fenómenos que tienen que ver precisamente con la cultura como un todo que cría, crea y fundamenta. Y ese problema sociocultural se inscribe como parte o efecto también de la comunicación masiva y la industria cultural, y cuyo componente distintivo es una suerte de simbología del delito o el de las formas diversas con que se presenta la transgresión en el mundo social. En este caso se trata de un específico objeto cultural –la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas-- surgido y expandido sobre un contexto socioeconómico y político que ha permitido su bonanza y fortalecimiento como industria --que aporta hoy considerables recursos a la economía nacional--, y en el marco mediático de una intensa producción y emisión de discursos ideológico-simbólicos que tienden, en los fondos discursivos, hacia la justificación implícita y hasta la promoción de ciertas facetas de la actividad de frente a los receptores culturales. Y donde éstos, a su vez, han participado sin duda, muy activamente, tanto en la decodificación y asimilación de los artículos culturales como en la codificación --a través de la magnificación, la mistificación y la mitificación de la parafernalia del fenómeno--, a partir de su protagónico papel de consumidores, de bienes y contenidos, dentro del amplio, intrincado y complejo ciclo cultural de la comunicación de masas. El imaginario colectivo y las representaciones sociales de la problemática, 11


han sido construidas socialmente, de forma similar y de algún modo paralelamente, a como ha venido gestándose el poder real y concreto de la industria de las drogas ilícitas, fenómeno en el que se han involucrado grupos y segmentos sociales diversos, instituciones públicas y privadas y la propia población receptora. Esta perspectiva de análisis puede esquematizarse en función de cuatro aspectos, como componentes fundamentales de todo fenómeno, hecho o símbolo de la cultura: 1) El mundo social. 2) El objeto cultural. 3) La producción de sentidos. 4) La recepción cultural. Los cuatro aspectos conforman los vértices relacionantes del denominado diamante cultural, concepto acuñado por la socióloga y especialista en literatura comparada, Wendy Griswold, y que Gilberto Giménez retoma y formula teóricamente como método analítico, aunque en este caso en el marco más amplio de la concepción estructural de la cultura (que explicitaremos más adelante). Se trata de un esquema de cultura y comunicación que hace énfasis o que parte de la vital, expansiva y trascendente transformación ocurrida en la sociedad moderna, en virtud de la presencia en todos los órdenes, ámbitos y esferas sociales, de los medios masivos de comunicación, con sus infraestructuras y aditamentos tecnológicos. En la fórmula del diamante cultural, los aspectos de análisis --contexto o mundo social; objeto o hecho simbólico; instituciones y medios de producción y comunicación; y población o públicos perceptores--, son no sólo partes integrantes de los fenómenos culturales, sino elementos dinámicos y simbólicos, en donde las acciones de los cuatro ángulos o vértices afectan e impactan dialécticamente sobre la naturaleza, los espacios y las dimensiones específicas de cada uno de ellos. Es decir: no se trata de los clásicos esquemas informativos y de ingeniería y física como los de Harold Lasswell, Charles R. Wright, Wilbur Schramm y Shannon y Wiener (sustentados en la relación unidireccional de emisor, medio y receptor), concebidos en un sentido mecánico con emisores activos, medios estables y receptores pasivos, sino de una relación conceptual más compleja y dinámica de los procesos comunicativos y culturales, como redes y vasos comunicantes, en los que por ejemplo la recepción es una esfera en la que tiene lugar una significativa labor de interpretación, reinterpretación y hasta creación; es decir, los receptores pueden tener, o desempeñan de facto, un papel activo en el proceso general de la comunicación. Además, en los fondos de la trama del mundo social, los mecanismos primarios de socialización e interacción propios de la vida cotidiana --mediante pautas, normas, hábitos, inculcaciones, modelos y 12


ejemplos familiares, amén de los roles diferenciados que juegan los intercambios grupales y vecinales, las prácticas comunicativas del trabajo o de la escuela, así como las relaciones dialógicas “cara a cara” que se verifican dentro de la comunicación interpersonal-- desempeñan una función sustantiva de aprendizaje, reiteración, sedimentación y cohesión cultural básicas, relativas a las formas comunes de sentir, captar, ver y concebir las razones cercanas, vitales, inmediatas y pragmáticas de la naturaleza y los fines de las actividades humanas. Los sentidos tradicionales sobre la cultura son básicamente los siguientes: como obra opuesta al mundo natural; como conjunto de conocimientos, comportamientos y bienes materiales producidos por una sociedad determinada; y como sistema relativamente autónomo frente al sistema socioeconómico. Empero, en la vastedad de proposiciones ha destacado la percepción que la ha ubicado como el estadio o la esfera de los conocimientos elitistas y abstractos más elevados, espiritualmente, que han sido capaces de generar los “genios”, los “iluminados” o los “elegidos” de los Dioses y de la sociedad, paradigma que se adopta en la Ilustración y que tiene que ver con un mundo ideal y teleológico, de ilusiones y utopías, perfeccionista y sublime desde el paradigma de la creación y el arte. Pero acaso la pluralidad de intereses en torno a su estudio, revele por sí misma la importancia que reviste como manifestación inevitable de la totalidad de lo que el hombre ha agregado a la naturaleza. Las visiones puristas, extremosas y apocalípticas sobre la naturaleza de la cultura, y del arte, proscribían, de hecho, la creación cultural dentro de los ámbitos de los sectores populares. En éstos, las características de sus elaboraciones eran más bien estigmatizas, desde las perspectivas etnocentristas, elitistas y aristocráticas, en relación con lo “incivilizado”, lo “bárbaro”, lo “bestial” y hasta lo “demoníaco”; aunque cuando a las producciones populares se les veía de forma tolerante y benigna, se les endilgaban epítetos vinculados a los ámbitos del folclor, y que se identifica con lo “curioso”, lo “simpático” o hasta lo “exótico”. Incluso hoy todavía causan debate y escozor las posiciones estridentistas, literarias y ensayísticas de autores como T. S. Eliot o José Ortega y Gasset en torno a la irrupción de las masas que pretendidamente atentaron contra la perfección y lo sagrado del paradigma artístico. Los textos de Ortega, La rebelión de las masas o La deshumanización del arte, expresan, en el fondo, posiciones aristocratizantes; tales posiciones no dejan de ser anecdóticas, o en todo caso preocupaciones polémicas en los ámbitos de la literatura. Pero fue en la propia Escuela de Frankfurt, 13


principalmente a través de Theodor Adorno y Max Horkheimer, quienes alertaron contra la desacralización, la “degradación” y la vulgarización de la cultura. Un texto central ha sido Dialéctica del iluminismo, que ejerció fuerte influencia en los estudios críticos, relativos a la sociedad y la cultura de masas y a los productos generados en la mercantilización, comercialización, fetichización y trivialización que habrían traído consigo la llamada modernidad con la industrialización y la masificación de la sociedad y el mundo. En esta perspectiva apocalíptica, la aparición, el arribo o el desbordamiento de las multitudes profanas habrían invadido los ámbitos, los espacios y los intereses otrora reservados a las élites; la conformación en suma de la sociedad masificada, fustigadas las muchedumbres además por las acciones difuminadoras, socavadoras y expansivas de los medios masivos de comunicación, eran constitutivas de un “letal” atentado contra la sacralidad del cultivo del espíritu, de la estética, de la belleza, del arte y la cultura. Decían los frabkfurtianos: “La regresión de las masas consiste hoy en la incapacidad de oír con los propios oídos aquello que aún no ha sido oído, de tocar con las propias manos algo que aún no ha sido tocado, la nueva forma de ceguera que sustituye a toda forma mítica vencida...Son las concretas condiciones del trabajo en la sociedad las que producen el conformismo, y no impulsos conscientes que intervendrían para estupidizar a los hombres oprimidos...”1

La crítica de los miembros del Instituto de Investigación Social de Frankfurt se mantuvo constante en distintas áreas de estudio. Otro de sus destacados integrantes, Marcuse, fue punzante en su análisis de la sociedad mediatizada. Decía que si las comunicaciones de masas “reúnen armoniosamente y a menudo inadvertidamente el arte, la política, la religión y la filosofía con los anuncios comerciales, al hacerlo conducen estos aspectos de la cultura a su común denominador: la forma de mercancía. La música del espíritu es también la música del comercio”.2

Sin embargo, sobre este entramado de posiciones, nociones y concepciones, aún llaman la atención dos perfiles que engloban la 1

Max Horkheimer y Theodor Adorno (1969), Dialéctica del iluminismo, Ed. Suamericana, Buenos Aires, p. 2 Herbert Marcuse (1981), El hombre unidimensional, Ed. Joaquín Mortiz, México, p. 78. 14


discusión “ideológica” en torno a los estudios culturales: la de quienes han sido denominados como “críticos ilustrados”, cuyo paradigma en efecto es el arte, y la de los “folcloristas románticos”, en general ubicados en los escenarios de la izquierda política, que han propugnado y definido a la cultura, y su validez, en función no sólo de su naturalidad y espontaneidad, sino sobre todo de la autenticidad y la pureza de sus raíces y orígenes 3. En la línea “romántica” han desempeñado un papel central una suerte de nacionalismo, regionalismo y hasta chouvinismo cultural, que se enfoca hacia una pretendida labor de rescate, revaloración y redignificación de las expresiones étnicas, folclóricas, populares, costumbristas, tradicionales y marginales, incluidos los acervos históricos de tipo patrimonial. De tal manera que estas realizaciones y manifestaciones han sido identificadas, por encima de detalles o defectos, como la más pura, noble y auténtica expresión del espíritu o del alma “nacional” y de los pueblos. Es decir, aquello que ha permanecido un tanto distante, o lo que en principio no nació junto a las pasarelas y corredores de la cultura de masas, mediante la valoración simbólica, es objeto de una estrategia para adecuar tales vestigios primigenios como ofertas culturales puras y auténticas, a lo que, no sin dejos de actitudes moralistas, ideológicamente interesa a ciertos segmentos políticos; esta propuesta ha sido usada como alternativa frente a los escenarios y los productos propios de la modernidad y de la sociedad de masas. Sin embargo, al paso del tiempo, y en el marco de los procesos de la hegemonía cultural y de las luchas simbólicas, la industria de la cultura ha efectuado también su propia labor de reapropiación, resemantización, utilización y manipulación de las aportaciones creativas provenientes de los sectores populares y tradicionales, en lo que ha constituido sobre todo una tendencia de valoración económica. En este proceso ha imperado lo que Martín-Barbero denomina como la “razón dualista”. Aunque esta concepción ha evolucionado y el mundo, en parte, ha dejado de ser visto como una representación de dos tonalidades, en blanco y en negro, o como una entidad de buenos y malos --donde se confrontan y excluyen pasado y presente, y sobre todo los extremos de la prehistoria y la posmodernidad--, sin embargo, las percepciones y las valoraciones en tales sentidos aún empañan y perturban a la vida social y juegan un papel importante en el diseño de las

3

Jesús Martín-Barbero (1987-A), Procesos de comunicación y matrices de cultura, Ed. FELAFACS-Gustavo Gili, México, pp. 194-196. 15


políticas culturales de los Estados nacionales. En esta “razón dualista”, para el caso latinoamericano, se ha manifestado, por un lado, “un nacionalismo populista obsesionado con el “rescate de las raíces” y la pérdida de la identidad, una identidad a buscar por supuesto en el mundo indígena rural aunque la inmensa mayoría de la población viva ya en la ciudad, pues las masas urbanas nada tendrían que ver con ella, su contaminación cultural y política haría de ellas la negación misma de lo popular. Del otro, un progresismo iluminista que sigue viendo en el pueblo, en su naturaleza indolente y supersticiosa, el obstáculo fundamental al desarrollo”.4

Empero, más allá de las discusiones que siguen dándose en torno a los frentes y los proyectos de la cultura, y que encuentran eco y aplicación, sin duda, en las estrategias económicas globales de la industria cultural y en las políticas gubernamentales, el análisis ha de trasladarse de la ideología a la teoría, lo cual nos permitirá introducirnos con mayor fundamento y pertinencia en los aspectos temáticos de nuestro objeto de estudio, que en este caso particular van de la iconografía y la etnografía de la desviación social, al “narcocorrido”, al discurso y el estilo de los medios impresos de comunicación, hasta los aspectos que se reflejan y materializan en el amplio abanico de la esfera de las artes. De algún modo, los escenarios y retablos culturales sinaloenses son un museo vivo y dinámico que se refiere, en parte, a la transgresión sociocultural. Desde su peculiar óptica analítica, Daniel Bell ha externado que el mundo de la cultura es el campo del “simbolismo expresivo”, que trata de explorar y expresar “los sentidos de la existencia humana”. Afirma el teórico canadiense que tanto para una sociedad, como para un grupo o una persona, la cultura implica un proceso continuo “de sustentación de una identidad mediante la coherencia lograda por un consistente punto de vista estético, una concepción moral del yo y un estilo de vida que exhibe esas concepciones en los objetos que adornan a nuestro hogar y a nosotros mismos, y en el gusto que expresa esos puntos de vista. La cultura es, por ende, el ámbito de la sensibilidad, la

4

Jesús Martín-Barbero (1987-B), De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Ed. Gustavo Gili, México, p. 205. 16


emoción y la índole moral, y el de la inteligencia, que trata de poner orden en esos sentimientos”.5

Cabría precisar que “el hogar” puede ser el entorno particular, el barrio, la colonia, la ciudad, la región, así como el “nosotros mismos” puede ser visto como el hábitat en el que se encuentra inserto el individuo y del cual forma parte. La concepción de Bell pone el acento en los aspectos estéticos y artísticos y pareciera dejar fuera lo distante del “consistente punto de vista estético”. Esto implicaría que la mayor parte de la obra de la sociedad --como las manifestaciones y productos de vertiente popular y masiva-- difícilmente alcanzarían los rigurosos y consistentes cánones de tal estética. Sin embargo toma en consideración a los artefactos y objetos en tanto artículos de la cultura, así como aspectos subjetivos de variada índole, que van desde los sentimientos primarios, innatos, hasta los indexados al “gusto”, la educación y a la adquisición de normas y patrones sociales, en lo que implica un proceso continuo de fortalecimiento y sustentación de una identidad. Pero más allá de lo contradictorias y polémicas que puedan resultar las distintas ideas, nociones y tendencias en relación con la cultura, por lo menos resulta importante resaltar la diversidad conceptual, lo que habla paradójicamente del vigor y la fuerza de las obras simbólicas y significativas, es decir culturales, que están presentes en los escenarios políticos, económicos y sociales en el mundo contemporáneo. Porque la cultura como “todo un modo de vida”, no se refiere sólo a los hábitos y los productos elitistas, sino a todas las formas y procesos cotidianos, dice el teórico inglés John Tomlinson, quien se basa en Raymond Williams, quien sostenía que las preguntas que hacía en torno a la trascendencia de la vida, tenían que ver con los fines generales y comunes, pero también sobre los significados personales profundos. La cultura es ordinaria, en cada sociedad y en cada individuo”.6 De forma muy práctica, que nos permite otear los alcances del concepto, y advirtiendo que nunca dejamos de “hacer economía”, por ejemplo, para “hacer cultura”, Tomlinson describe que puede entenderse a la cultura como un “orden” de vida donde los hombres “conferimos significados a través de la representación simbólica...” 7. 5

Daniel Bell (1989), Las contradicciones culturales del capitalismo, Ed. Alianza-CONACULTA, México, p. 47. 6 John Tomlinson,(2001), Globalización y cultura, Ed. Oxford University Press, México, pp. 22-23. 7 Ibid, p. 21. 17


Aunque no propiamente en esta misma tesitura, en virtud de su proclividad por la cuantificación como metodología elemental de localización e identificación de los acervos y objetos culturales, empero vale la pena destacar una propuesta estructuralista sobre el concepto cultura. Abraham A. Moles ha definido que ella se expresa “como el material esencial del pensamiento, como un haber, un contenido, un existente, con respecto a la vida del espíritu. Materia del pensamiento, la cultura representa lo que es, y el pensamiento lo que se hace con ello: el pensamiento es el devenir de la cultura”.8

Añade el teórico francés que la cultura posee dos dimensiones: su extensión y su densidad. La primera se refiere al espacio, a la cantidad, a la trascendencia; la segunda, a la fuerza, la profundidad y la calidad que pueden llegar a adquirir, en su caso, el conocimiento y los fenómenos culturales. Así que esta concepción puede ser útil en el sentido, básicamente, de la identificación de ciertas expresiones o elaboraciones significativas de nuestro objeto general de estudio. Puesto que los efectos de la problemática central que nos ocupa en esta investigación, de muchas maneras se observan “irrigados” en los escenarios y múltiples ámbitos de la cultura, y que se muestran con claridad en facetas diferenciadas de la comunicación y la vida pública en la sociedad sinaloense, e incluso fuera de ella, más allá de sus fronteras regionales imaginarias. La economía y la política, y en particular ámbitos de la comunicación y la cultura como prensa, cómics, radio, cine, televisión, literatura, música, artes plásticas, y los afiches iconográficos de corte popular, reflejan y exhiben, en distintos grados, los datos, los hitos, los guiños, los rescoldos sígnicos y los legados simbólicos de lo que hemos denominado, grosso modo, como la “narcocultura”. De tal manera que los fenómenos culturales pueden ser aprehensibles, de acuerdo a la lógica de identificación y medición cuantitativa. Sobre la base del registro de hechos y obras objetivas de la cultura, además de la observación rigurosa de los contenidos de tales obras, la cultura, y el “espíritu” de la misma, pueden ser cuantificables y medibles. Sin embargo, lo que primordialmente nos interesa aquí es la posibilidad de que los acontecimientos culturales puedan ser mirados, analizados y valorados en su significación e interpretados, en tanto representaciones sociales y objetos con contenidos simbólicos; no sólo en 8

Abraham A. Moles (1978), Sociodinámica de la cultura, Ed.Paidós, Buenos Aires, p. 32. 18


virtud de sus propias dimensiones realzadas, de los espacios alcanzados, de los impactos sociales producidos, de las redes socioculturales bordadas y umbilicadas entre sí, y que se cristalizan en escenarios, imágenes, información, datos, que contienen en formas subyacentes los mismos sucesos, modelos o edificaciones culturales. Importan porque, en tanto hechos que son textos con tramas y fondos diversos que entre sus formas expresan, en el proceso de incesante interacción social y comunicativa, a la trascendencia sociocultural del hombre y la humanidad. De suerte que la cultura puede aparecer, dada su condición metafórica de “materia del pensamiento”, como el rostro, la piel, la carne y las entrañas, o el texto y la estructura de la sociedad, factibles de identificación, y en función de sus atribuciones simbólicas, interpretadas y comprendidas en sus potenciales y múltiples sentidos y “secretos”. Porque resulta obvio que un objeto cultural específico puede contener, por ejemplo, variados y hasta contradictorios sentidos; y éstos serían no sólo atribuibles, en el descentrañamiento de los significados, a los mecanismos de análisis y tipos de interpretación, sino al acto mismo de origen, fundación o conformación paulatina e histórica del elemento simbólico. Y esto tiene que ver con el contexto social, los intereses de clase, las motivaciones y los fines particulares de las instituciones y los sujetos que han intervenido en la gestación, formación, condensación, emisión, transmisión y recepción simbólica precisamente de los fenómenos y los objetos culturales. Es decir: el producto o el objeto cultural existe por su estrecha relación con las otras tres esferas comunicantes del diamante cultural. Entre las diferentes percepciones en torno a la cultura, sus contenidos y sus manifestaciones, destacan desde la perspectiva social, el espacio social y el tiempo histórico como factores de conformación de los fenómenos culturales. Sociedad e historia constituyen los amplios marcos a través de los cuales los hombres van gestando y construyendo su devenir, así como las visiones sobre el mundo y sobre sí mismos. El sociólogo Salvador Giner, al describir que la cultura puede ser vista como “un conjunto relativamente integrado” de ideas, actitudes, cuestiones éticas y procedimientos y modos de vida, sostiene que ésta, con su lenguaje, o con sus lenguajes, se refiere a los “conocimientos, valores y pautas de conducta que han sido socialmente aprendidos. La cultura, pues, requiere un proceso de aprendizaje, el cual es social, lo que no sólo quiere decir que nace de la interacción humana, sino que la cultura consiste en 19


patrones compartidos por una colectividad…La cultura se manifiesta siempre en conducta concreta y en resultados”.9

En este orden de ideas, y en lo que concierne a las tradiciones culturales, buena parte de la sociedad sinaloense tiene una clara predilección, para explicitar un ejemplo, por la música de banda y la tambora. Constituida ya, en efecto, como una tradición, ésta empezó a ser cultivada hace un poco más de un centenar de años, cuando fue introducida a México, y a Sinaloa en particular, por los inmigrantes europeos y en específico alemanes; sin embargo, el gusto por este género musical se ha reafirmado al paso de los años, transformándose al mismo tiempo en una creación representativa, con una densa carga identitaria y con aditamentos y componentes de varia significación; mediante el género puede ubicarse e identificarse sociográficamente, de cierta manera, a la población del estado, lo cual habla de la fuerza adquirida por esta compulsiva tradición. En los ámbitos rurales y urbanos tal música forma parte indispensable del quehacer festivo, cuasi institucionalizado por los poderes fácticos y formales de municipios, sindicaturas y comisarías ejidales. Se advierte popularmente que no hay pueblo que se respete que no tenga una banda para amenizar con sus desorbitantes decibeles las celebraciones y jolgorios laicos, religiosos y familiares. Podría decirse que alguna parte del “espíritu” regional en materia de abstracciones artístico musicales se ha concretado en esa peculiar manifestación de la cultura, con todo y su parafernalia de alegría y escándalo desbordantes. Otro de sus resultados: a pesar de que su origen no es “auténticamente” regional, el sonido suele ser percibido, escuchado y evocado como si fuese enteramente una creación primigenia, nacida desde las raíces, veneras y afluentes socioculturales de la población sinaloense. Y como suele suceder en la sociedad de masas, hoy el producto, en la mixtura e hibridación de sus formulaciones, ha rebasado fronteras, se ha instalado entre las órbitas y pasarelas del espectáculo y la comercialización, se ha internacionalizado y modernizado, imbricándose de tradiciones, moda y tecnología, con los auspicios de la industria de la cultura y de los medios masivos de comunicación que refuerzan gustos, valores y hábitos de los perceptores. Y es que presencia, recurrencia y asimilación son algunos rasgos de los fenómenos de la cultura. Trascendiendo precisamente las percepciones esquemáticas, dualistas, antagónicas e ideologizadas de la cultura, la mezcla y la 9

Salvador Giner (1998), Sociología, Ed. Península, Barcelona, pp. 74-75. 20


hibridación de los rasgos y los valores constituye un aspecto esencial de la conformación cultural. El concepto de “hegemonía” de Antonio Gramsci es ilustrativo para comprender los procesos en los que están en juego y en disputa no sólo los estudios teóricos de los fenómenos culturales, sino los derroteros de la existencia misma del hombre y de la civilización. Por ello resulta necesario y posible reflexionar y ubicar la conflictiva de la dominación social, ya no como una magna acción impositiva, y maquiavélica, que se realiza desde las alturas superestructurales de un poder omnisciente --con activos emisores de inmanencias pérfidas-- que todo lo determina, moldea y manipula (al supuesto mundo pasivo de los receptores), según consignaban los planteamientos esquemáticos de la cibernética o de los primeras teorizaciones “cuadradas” de los izquierdismos torvos, viscos y de caricatura. En este sentido, explica Martín-Barbero, es pertinente y posible pensar el proceso de dominación social, no precisamente como una simple imposición desde un exterior y sin sujetos, sino como “un proceso en el que una clase hegemoniza en la medida en que representa intereses que también reconocen de alguna manera como suyos las clases subalternas. Y “en la medida” significa aquí que no hay hegemonía, sino que ella se hace y deshace, se rehace permanentemente en un “proceso vivido”, hecho no sólo de fuerza sino también de sentido, de apropiación del sentido por el poder, de seducción y complicidad…”.10

En esta tesitura temática, y basándose en diferentes autores, desde la década de los cuarenta Murdock había destacado cuatro factores que formaban parte sustantiva de la cultura, o que estaban impregnados en el concepto: capacidad de formar hábitos, vida social, inteligencia y lenguaje, y sobre estos factores enumeraba las que a su juicio son las características primordiales de aquélla, que es siempre: aprendida, inculcada, social, ideativa, satisfactoria, adaptativa e integrativa. En función de estas características las culturas en términos generales, “a pesar de su diversidad histórica, mostrarán ciertas regularidades o recurrencias susceptibles al análisis científico”.11

10

Jesús Martín-Barbero (1987-B), De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Op. Cit., pp.84-85. 11 George Peter Murdock (1997), Cultura y sociedad, Ed. FCE, México, pp. 7784. 21


Aunque la cultura pueda ser vista como una esfera relativamente autónoma, que dada su conformación densa se amplía y fortalece al paso del tiempo, permanece en esencial como tal --asimilada, reinterpretada, resemantizada y recifrada por los diversos grupos y actores sociales--, a pesar de los cambios históricos, políticos y económicos de la estructura social. Sin embargo el contexto socioeconómico, los conflictos y la acción sociales son factores que inciden en la gestación y en la materialización de los cambios, así como en la adecuación, la evolución, la transformación y el enriquecimiento cultural. De tal forma que se evitan precisamente el estatus quo, la quietud, el anquilosamiento y la integración, con sus secuelas de uniformación y unidimensionalidad, grosso modo, de los cánones, los contenidos y los acervos culturales. Es decir, no únicamente la acción de los creadores y las obras artísticas en cuanto tales contienen los gérmenes de sus propias transformaciones. El dinamismo social, la acción de los sujetos-actores, los grupos, los segmentos y las clases en la vida pública, así como la labor soterrada, anónima y furtiva en los llamados bajos fondos de la sociedad, que despliega sus potenciales creativos vía los intercambios y las interacciones comunes y sistemáticas de las formas orales o “cultura no letrada” --que generalmente no es tomada en consideración por la teoría objetiva y positivista, por su condición a primera vista no aprehensible y tangible--, continúan siendo, sin embargo, factores de primera importancia en la definición y determinación de los hechos de la cultura. Y es que como ha sostenido Martín-Barbero, tales configuraciones “no letradas”, se refieren a relatos, leyendas, mitos, cuentos, creencias y canciones, refranes, albures, chismes, chistes, proverbios y todo el arsenal que reverbera en los ámbitos de la comunicación cotidiana de los sectores populares, que rescatan y ponen en circulación un imaginario y una percepción con fondos, contextos y conflictivas de elaboración, interpretación, creación y recreación cultural. Es decir: en tanto público activo, éste no únicamente asimila, potencialmente, los mensajes, sino que está en posibilidades de rechazarlos, de negociarlos o de recodificarlos de acuerdo a su contexto particular, a su experiencia y a su formación cultural. Y junto a la necesidad de mirar, reinterpretar, valorar estos ámbitos de creación, Martín-Barbero advierte que resulta importante reconocer, considerar y estudiar en dos direcciones el fenómeno de lo popular: “no sólo aquello que culturalmente producen las masas, sino también lo que consumen, aquello de que se alimenta; y la de pensar lo popular en la cultura no como algo limitado a lo que 22


tiene que ver con su pasado --y un pasado rural--, sino también y principalmente lo popular ligado a la modernidad, el mestizaje y la complejidad de lo urbano”.12

Pese a las diferencias entre ellos, a veces de tendencia, de disciplina o de enfoque, a veces sutiles y de matiz, empero la mayor parte de los estudiosos del paradigma cultural han coincidido en reconocer y valorar los aportes teóricos de Edward B. Tylor, pionero respecto de la concepción descriptiva, sustento de las posteriores proposiciones simbólica y estructural de la cultura, plasmada en su clásica obra Primitive Culture en el último tercio del Siglo XIX. La idea de Tylor inaugura la tradición de la antropología descriptiva de la cultura, en tanto que había puesto el acento en la posibilidad de la “cientifización” de la misma, que de algún modo rompió con la tendencia humanística, diletante y etérea de las concepciones europeas, que miraban la cultura en sus connotaciones de formación individual, cultivo personal y elevación espiritual. Esta visión eurocentrista y etnocentrista, que marginaba del “don” de la cultura a la mayor parte de la humanidad, llevó a muchos estudiosos a cuestionar la versión maniquea, como Herder, quien llegó a preguntar: “¿Existe un pueblo sobre la Tierra que carezca totalmente de cultura? ¿Y qué tan estrecho debe ser el esquema de la Providencia para que todo individuo de la especie humana deba avenirse a lo que nosotros llamamos cultura...?”.13

De los antecedentes a los tiempos actuales, los estudios culturales aún están en medio de los debates, tanto en cuestiones de método como en epistemología. Destaca la premisa plasmada por Clifford Geertz: “el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido...”, en el amplio escenario conceptual de que la cultura es entendida, sobre todo, como un “documento activo” de significación pública. Y en la perspectiva trabajada y visualizada también por Nicol: “Toda significación es simbólica, y esto quiere decir dialógica. La virtualidad significativa del símbolo no depende sólo de su relación con la cosa simbolizada, sino de la operación comprensiva, que es una co-operación de los dialogantes...”.14 12

Jesús Martín-Barbero (1987-B), Op. Cit., p. 47. J. G. von Herder, en Thompson (2002), Ibid., pp-188-189. 14 Eduardo Nicol (1974), Metafísica de la expresión, Ed. FCE, México, p. 228. 23 13


Como obras y creaciones del hombre, construidas social e históricamente, las producciones de la cultura representan y muestran y contienen los significantes de una civilización en perenne conflicto social y humano. Y aunque la cultura tiene que ver con un mundo social de construcciones y formulaciones hegemónicas que se traduce en acuerdos sociales, asentimientos y “contratos existenciales”, que mediante el consenso, el ejercicio del poder y la dominación terminan por ser acatados en general por la mayoría de una sociedad, también están presentes desde las diferencias particulares nimias y la lucha por hacer valer las posiciones y perspectivas individuales y grupales, hasta situaciones fuertes de violencia, muerte y guerras entre grupos, pueblos y naciones. Y ese constante conflicto, con sus múltiples contradicciones, halla lugar y aposento, de forma directa o indirecta, como reflejo y expresión, en las realizaciones, concreciones, manifestaciones y obras simbólicas de la sociedad. Y ya como producto cultural, en los medios masivos de comunicación la conflictiva social muestra el abanico de sus facetas a través de distintos artificios y clases de discurso: de forma directa, codificada, pero además y sobre todo de manera velada y disfrazada. Este ciframiento intelectual responde evidentemente a los intereses hegemónicos de los poderes reales, factuales y formales del sistema, intereses que por lo demás imbricados entre sí, en una amplia red de propósitos y lógicas comunes. En todo esto debe relevarse la premisa de que habría que mirar con sumo cuidado la concepción y los métodos analíticos de la cultura. Pues aunque ésta puede ser vista, y de hecho es, una suerte de “universo de participación”, en el que los sujetos tienen injerencia lo quieran y lo deseen o no, lo cierto es que no resulta tan sencillo referirse a ella como si fuese una entidad puramente abstracta. Los cuatro aspectos del “diamante cultural” destacados por Giménez a los que hicimos alusión al inicio de esta exposición --mundo social, objeto cultural, productores y emisores de contenidos y sentidos y la población receptora--, aunque poseen dinámicas particulares de funcionamiento, son ámbitos que se encuentran estrechamente vinculados, en principio por los valores, los códigos, las normas y los sentidos fundamentales que se mueven y reciclan ideológicamente. Y en el fondo de ellos están precisamente los intereses reales de tipo económico, clasista, corporativo y político, que son el soporte y fundamentan el funcionamiento estructural de la sociedad, revestidos a través de las múltiples apariencias, imágenes, escenarios, mecanismos y formas creadas desde la hegemonía cultural. Por ello dice Giner, particularmente, que cuando se trata de hablar de la 24


cultura de una nación o un país específico, significa en forma compleja referirse a la lengua y el habla, a su historia, a su vida concreta y a sus anhelos colectivos… Productos de la acción, la interacción y la socialización, los hechos de la cultura, en cuanto que se deben a las relaciones sociales, en general se mantienen en una constante tensión. En las batallas diarias de la vida, en las confrontaciones sociales cotidianas, y dentro de los amplios marcos públicos de las luchas por la hegemonía sociocultural, económica y política, las clases, los sectores, los grupos sociales, van delineando y perfilando al mismo tiempo lo que conviene a sus expectativas vitales y a sus intereses sectoriales, grupales y particulares. En este camino, los productos de la cultura reciben inevitablemente el sello y la impronta de la conflictiva social. No existen en función exclusiva de los extremismos que ponderan la fórmula por ejemplo del “arte por el arte”. No nacen ni aparecen como productos sin historia y sin contexto; no son artículos creados de la nada y del vacío, etéreos y celestiales, productos puros de la pura inspiración sin referentes y descontextualizada, sino obras que en forma aviesa, abierta, latente o sutil, llevan las marcas sociales de los enfrentamientos del hombre. De cierta manera, se trata de varios niveles expresivos, simbólicos y significativos que contiene el discurso o texto cultural. La presencia social dentro del discurso cultural no necesariamente es el aspecto o el objetivo esencial de los contenidos, sino que aparece y se refleja en ocasiones como fondo de la trama, o de forma colateral y a través de motivos y detalles particulares, y hasta de manera subliminal. Y debe quedar claro que no nos estaríamos refiriendo sólo a lo que suele llamarse como “cultura panfletaria” y contestataria que apela a la doctrina y a la propaganda para promocionar su vocación e intencionalidad ideológica y política, sino a las elaboraciones diversificadas de la cultura o del arte en sus múltiples tipos, géneros y estilos. En otros términos, consciente e inconscientemente los creadores, los artistas y las obras capturan, codifican, cifran, expresan y comunican hallazgos simbólicos, detalles, nudos o cabos de lo que tiene que ver con el mundo social, bajo la estética y la aparente armonía, sublimación, elevación, perfección y pureza discursiva de las creaciones artísticas. Un mundo subterráneo que puede liarse a través de los conceptos freudianos Eros y Tánatos, conformado por ansiosas condensaciones de fantasía, instinto y sueño, pero también por la interiorización de los vestigios sociales, y que están en los trasfondos de los actos de creación humana. Al final, sólo hálitos de ese submundo trascienden y se 25


cristalizan --de manera compulsiva o velada y entre líneas--, en los artificios y los artículos culturales, sean musicales, poéticos, narrativos, dramáticos, escultóricos, arquitectónicos, pictóricos, dancísticos, cinematográficos, etc. Y ahí los retos estriban, diría Renée de la Torre, primero en recuperar lo que existe de “subjetivo en el objeto” y lo que hay de “objetivo en el sujeto”; y luego, reconocer que “somos sujetos que objetivamos subjetividades y que dotamos de significado a los objetos de la experiencia. Encarnamos pasiones, sueños e imaginarios que en momentos se nos desbordan”. 15 Foucault lo dice así: “Detrás de la fachada visible del sistema se supone la rica incertidumbre del desorden; y bajo la tenue superficie del discurso, toda la masa de un devenir por una parte silencioso: un “pre-sistemático” que no es del orden del sistema; un “prediscursivo” que proviene de un esencial mutismo...Detrás del sistema acabado, lo que descubre el análisis de las formaciones, no es, en ebullición, la vida misma, la vida aún no apresada; es un espesor inmenso de sistematicidades, un conjunto estrecho de relaciones múltiples...” 16

El teórico europeo está refiriéndose a los ámbitos que están detrás y los trasfondos de la obra, del texto o del discurso. Y aunque tales construcciones o referencias no aparezcan enteramente como sistemas en cuanto tales, puesto que no es el objetivo trasladarlos de forma mecánica a las estructuras de una creación determinada, sin embargo parte de sus elementos son diseminados y filtrados y pueden aparecer bajo disfraces múltiples. Los mecanismos de traslación sígnica y simbólica de los autores pueden ser de naturaleza consciente o inconsciente. Así, los aspectos “prediscursivos” pueden referirse a las luces y oscuridades propias del universo subjetivo y onírico de los creadores, o a los ecos y reflejos que éstos perciben de su hábitat, de su propio mundo de la vida y de la estructura y las relaciones sociales existentes de una sociedad dada. De otra parte, Pierre Bordieu, en esta conflictiva relación de individuo y sociedad, describe y resalta precisamente los aspectos de la confrontación en el marco de las luchas simbólicas. Y explica que el mundo social es...fruto y apuesta…

15

Renée de la Torre (1997), “La comunicación intersubjetiva...”, en Comunicación y sociedad, No. 30, Ed. U. de G., Guadalajara, México, p. 163. 16 Michel Foucault (1987), La arqueología del saber, Ed. Siglo XXI, México, p. 126. 26


“de luchas simbólicas, inseparablemente cognitivas y políticas, por el conocimiento y el reconocimiento, en el que cada cual persigue no sólo la imposición de una representación ventajosa de sí mismo...sino también el poder de imponer como legítimos los principios de la elaboración de la realidad social más favorables a su ser social”.17

En parte, de eso se trata: el problema del narcotráfico ha adquirido dimensiones de notoria importancia en la región estudiada. Ya no se trata solamente de los grupos y sujetos transgresivos involucrados directamente en la producción y distribución de los enervantes, sino que su acción –sostenida, ampliada y perfeccionada durante muchas décadas—ha generado impactos, efectos e influencias de diversos tipos sobre grupos, segmentos y sectores sociales más amplios, incidiendo sobre la sociedad y la cultura regional, trastornando escenarios y evidenciando características peculiares, de tipo transgresivo, por lo menos en lo que concierne al plano de la geografía nacional. Desde sus percepciones primarias, tales grupos e individuos viven y transmiten en sus ámbitos particulares lo que a su juicio es una actividad legítima, o que han terminado por justificar, sustentada esta apreciación por lo menos en lo que concierne a sus necesidades de sobrevivencia. Porque hay que advertir desde ahora que tales productores primarios de drogas ilícitas en realidad no obtienen grandes beneficios por su trabajo. Obtienen sólo lo básico para sobrevivir, precisamente. Dada la naturaleza de la actividad en las zonas rurales, la apreciación es fortalecida aún más por los riesgos y los peligros a que están expuestos los campesinos que siembran y cultivan los enervantes, además de que con el pago de cuotas económicas y en especie que efectúan a las fuerzas policíacas y militares, para que los dejen trabajar o los dejen en paz, encuentran otra razón y otro mecanismo de justificación. Esta lucha por el reconocimiento, que inicia y tiene su asiento reproductivo en la vida cotidiana, exige y tiende hacia otro tipo de acciones, como las que conducen hacia la desviación social, la delincuencia y el crimen, para salvaguardar los intereses particulares, de los grupos y más tarde los propios de las cofradías que van constituyéndose. Hasta los excesos y el sadismo, en los ajusticiamientos y ajustes de cuentas, llegan a ser justificados como parte necesaria de un mundo cerrado, que se encuentra permanentemente cercado y enfrentado 17

Pierre Bordieu (1999), Meditaciones pascalianas, Ed. Anagrama, Barcelona, p. 246. 27


con otros grupos delictivos, contra las prácticas de corrupción de las brigadas judiciales y militares y contra el sistema hegemónico. Y tales procedimientos llegan a transformarse en prácticas recurrentes entre los grupos transgresores, como modelos de lucha proporcionados por una sociedad en perenne litigio, hasta mostrar ciertos datos o elementos compulsivos de la descomposición social, en tanto huellas o rescoldos de los cotidianos regueros de sangre, ajusticiamientos, venganzas, delincuencia y crímenes exacerbados entre protagonistas, antagonistas e inocentes, que comparten espacial y geográficamente sin embargo un hábitat marcado por la transgresión social. Como anotaría Octavio Ianni, hay quienes reconocen y advierten que “la violencia y la locura están imbuidas en la fábrica de la sociedad, como productos y condiciones de la organización y funcionamiento de esa misma fábrica”.18 Retomando la cuestión conceptual, en un extenso trabajo de interpretación, Jorge A. González, define que la cultura constituye un modo de organizar el movimiento y las acciones constantes “de la vida concreta, mundana y cotidianamente. La cultura es el principio organizador de la experiencia; mediante ella ordenamos y “estructuramos” nuestro presente a partir del sitio que ocupamos en las redes de las relaciones sociales. Es, en rigor, nuestro sentido práctico de la vida”. Y al mismo tiempo que memoria, raíz y ligadura, que en los planos de la realidad distingue y unifica, la cultura también es “constitutivamente sueño y fantasía que transgrede los cercos del sentido práctico”.19

Como memoria, raíz y ligadura, la concepción sobre el mundo y sobre el entorno inmediato se va edificando a partir de las prácticas sociales cotidianas, las cuales constituyen el fundamento real de los horizontes de las expectativas de la existencia. Y en función de las relaciones con otros, se van forjando y configurando --desde la dureza de la práctica y la experiencia-- la identificación y la pertenencia grupal y social y se van dibujando simultáneamente los lineamientos y los aspectos y los datos del hábitus, que será siempre común y compartido. Y sobre esta base que unifica a los individuos, y que también los distingue como miembros de un grupo, de un estamento, de un sector y de una sociedad, van gestándose ideales, utopías o simplemente planes,

18

Octavio Ianni (2001), “La violencia en las sociedades contemporáneas”, en Metapolítica, No. 5, enero/marzo, México, p. 68. 19 Jorge A. González (1994), Más (+) cultura (s), Ed. CONACULTA, México, pp. 57-58. 28


proyectos y expectativas de un mundo particular de vida, sobre la premisa, diría Habermas, de que “la tradición cultural compartida por una comunidad es constitutiva del mundo de la vida que los miembros individuales encuentran ya interpretado en lo que atañe a su contenido”. 20

La cultura está presente, pues, como un manto que arropa y cubre a la sociedad, pero que además está cimentada en la estructura social y sedimenta de manera permanente las prácticas, las acciones, las interacciones sociales, la producción concreta de los contenidos y los artículos culturales y sus significados. Por lo pronto, el tema sobre la transgresión y la cultura desde su enunciado confronta varios retos. En primer lugar la amplia cobertura temática que sugiere. Luego, el abordaje teórico sobre cada una de las relaciones-conceptualizaciones planteadas. La cultura y sus símbolos, la violencia y los medios de comunicación en relación con la producción de estupefacientes, son partes de un mismo engranaje para interpretar y explicar las honduras de la problemática en una región específica del país. Aunque existe una vasta cantidad de textos relacionados con la violencia y el periodismo, como puede constatarse en la bibliografía de esta investigación, los alcances de la mayoría de tales trabajos tienen precisamente connotaciones periodísticas, que se han quedado como formulaciones pasajeras y de ocasión, y marcadas por la urgencia de los tiempos que rigen a esa actividad comunicativa. Y de lo que se trata es mirar el fenómeno más allá de la explotación del morbo, del sensacionalismo y del escándalo. --El enfoque estructural y la interpretación Conviene entonces que hagamos alusión de forma más explícita al enfoque primordial, de naturaleza teórica, y por tanto metodológica, mediante el cual miramos los fenómenos y hechos de la cultura. Hacemos nuestra obviamente la premisa de Geertz respecto de que el hombre “es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido...la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en

20

Jürgen Habermas (1987), Teoría de la acción comunicativa, Tomo I, Ed. Taurus, Madrid, p. 119. 29


busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.21

En tal sentido, “La narcocultura en Sinaloa”, es decir, la subcultura del narcotráfico y las prácticas de la transgresión social en esa entidad, puede observarse en varios espacios y ámbitos, en distintos niveles y planos, en diferentes escenarios y a través de múltiples formas simbólicas. En el lenguaje o los lenguajes de la sociedad se pueden localizar y delinear formulaciones culturales cargadas con signos y símbolos que remiten a los ámbitos de las drogas y de la desviación social. Y se encuentran en los planos de la música, en la pintura artística, en la literatura, en el periodismo, en la vestimenta. Quizá muy escasos compartimientos culturales y sociales no han resentido los efectos del fenómeno. Puesto que prácticamente todo lo que el hombre agrega a la naturaleza, en el sentido de construcción simbolizable, resulta por necesidad una obra significativa, los artículos y los hábitos con rasgos, connotaciones y denotaciones “enigmáticas” de transgresión, pueden ser rastreados, vistos e identificados, a pesar de que aparezcan revestidos y conectados a través de diversas usanzas, modos y estilos de expresividad, sea como formas simbólicas interiorizadas y subjetivas (creencias, valores e ideología), o como formas objetivadas de la cultura y la comunicación (instituciones, obras, afiches simbólicos y productos de consumo mediático). En algunos casos la fuerza, el vigor o la intensidad del producto cultural se podrán medir en función de su origen social, en otros por el objeto o el artificio como tal, en algunos más por la fuente productora o emisora y en otros por los consumidores, portadores o receptores mismos de la construcción significativa. Aunque la impronta de cada uno de los distintos aspectos estará siempre presente para hacer factible, comprensible y explicitable la dimensión de un objeto o un hecho cultural. Por ejemplo, el uso excesivo de las joyas que ciertos personajes del narcotráfico acostumbran como símbolo de estatus y reconocimiento, podrá ser observado y valorado adecuadamente sólo en relación de una conectividad compleja, en el que intervienen múltiples factores sociales, económicos y culturales. Tal costumbre no surgió ni genuina, ni original, ni primigeniamente de las puras ocurrencias particularizadas, o por sólo motivaciones psicológicas de los traficantes de mediana importancia o de “medio pelo”. Sin duda, los patrones sociales, la influencia de los medios 21

Clifford Geertz (1997), La interpretación de las culturas, Ed. Gedisa, Barcelona, p. 20. 30


de comunicación, y el valor intrínseco de las mismas joyas, han conducido a la construcción de tal práctica. Y lo mismo puede decirse de muchos otros hábitos y modas, como el gusto por la música de connotaciones violentas o el uso de las extravagantes y finas camisas de seda, y también de imitación, con la imagen de algún icono religioso tradicional –Cristo, la Virgen María-- acompañadas híbridamente del busto del “santísimo” Jesús Malverde. Al margen de los índices o grados de afectación y penetración en los diferentes estratos y esferas sociales, lo cierto es que la industria de las drogas --y sus secuelas y su parafernalia-- constituye hoy un complejo escenario sórdido, y expansivo, que se muestra no tan distante y no tan lejano de las ocupaciones y de las preocupaciones de los individuos, de los grupos y de los estratos diversos de la sociedad. Forma parte de los avatares históricos, de los escenarios del presente y de los derroteros y horizontes del devenir. Y si, como establece Habermas, “el mundo de la vida acumula el trabajo de interpretación realizado por las generaciones pasadas”, el pasado sigue gravitando y pensando y pesando sobre el presente y el futuro sinaloense. Habría que recordar que muchos años después de su surgimiento acaso como nimio e ingenioso cultivo familiar, casero y anecdótico, pasando por los oscuros y míticos fumaderos de opio de los años veinte y treinta del Siglo XX, la industria de los enervantes refleja hoy su impronta, tras los corrosivos legados de su acción, en los sectores rurales y urbanos. Y se manifiesta dinámicamente como mecanismo de sobrevivencia, modo de vida, desviación, delincuencia, criminalidad y ejercicio transgresivo de poder; se refleja con constancia, en las líneas de gestión y gobierno, en las esferas de la política y el poder hegemónico y en las omisiones y preocupaciones gubernamentales y del Estado; así como se ha filtrado en las actividades laborales, económicas y productivas legítimas; amén de habitar en la esfera de la ideología, en los productos culturales, la comunicación, el periodismo, el arte, los hábitos de entretenimiento y diversión y en la cultura en general, entendida ésta también, de acuerdo a una idea de Geertz, como un mundo social regido por “sistemas organizados de símbolos significativos”. En todo caso, se trata de un magno fenómeno --el narcotráfico-cuya desmesura ha impactado con fuerza a la población; desde los resquicios particulares de la vida cotidiana, y de la vida familiar, a los espacios públicos de la comunicación y la cultura, y por supuesto incidiendo en los valores, los mitos y las creencias de importantes grupos y segmentos sociales. Expuesta a las prácticas y los hábitos de la 31


violencia, con sus secuelas furtivas, abiertas y compulsivas de “irracionalidad” y “locura” de grupos e individuos involucrados en el frenesí de una transgresión con micropoderes de fuego y armas, ciertos ámbitos sociales ofrecen o muestran diversos síndromes de descomposición, anarquía, inseguridad y miedo. Los síntomas en el campo y las ciudades inducen a grupos y segmentos sociales a constituir sus propias normas de defensa y protección, o por lo menos a mirar con suma desconfianza las acciones de los organismos federales, estatales y municipales. Porque, por ejemplo, la población en general no sabe a ciencia cierta qué tan estrechos son los vínculos de colaboración entre los grupos delictivos y las fuerzas del orden que supuestamente los combaten, incluidos los destacamentos militares asignados a la lucha contra la producción de drogas. Se trata de un círculo vicioso que incide potencialmente aún más sobre las reales y expandidas prácticas de la desviación social. Define Geertz: “El ethos de un pueblo es el tono, el carácter y la calidad de su vida, su estilo moral y estético, la disposición de su ánimo; se trata de la actitud subyacente que un pueblo tiene ante sí mismo y ante el mundo que la vida refleja. Su cosmovisión es su retrato de la manera en que las cosas son en su pura efectividad; es su concepción de la naturaleza, de la persona, de la sociedad”. 22

Sin embargo, habría que observar el problema acaso desde una suerte de diletancia, mediante una óptica analítica alejada y distanciada, con el fin de evitar los riesgos de la moralización o de una toma de partido que empañe el registro y el descentrañamiento de los significantes de los hechos. Así, “tendríamos que saber reconocer --sostiene un analista-- que también los verdugos y no sólo sus víctimas nos conciernen en cuanto representación de nuestra común condición humana”.23 En ciertos momentos, y en función de condiciones sociales, situación histórica y circunstancias existenciales específicas, los individuos son sujetos factibles de aparecer en diferentes ubicaciones, funciones y papeles. En todo caso, para el análisis la importancia del tema no tiene que ver o no se circunscribe a la existencia de víctimas o victimarios, sino más bien con un hecho sociocultural trascendente; se trata de un fenómeno social construido históricamente, que ha incidido sobre la vida pública, o sobre un mundo social que padece y resiente los efectos de la 22

Geertz, Ibid., p. 118. J. Muguerza, en El mundo de la violencia, A. Sánchez Vázquez (1998), coord., Ed. FCE, México, p. 46. 32

23


transgresión y que expresa las contradicciones y las paradojas humanas de una realidad de la cultura en una región específica del país. El fortalecimiento y el auge de esta extraordinaria y diversificada empresa de la desviación –por sus contenidos actuales de ilegalidad--, ha ejercido, así, una vigorosa influencia y un impacto ramificado, extenso, profundo e incuestionable sobre vastos sectores y ámbitos sociales. De la economía a la política y de la sociedad a la cultura: las andanzas de las drogas ilegales han marcado sus resabios de desviación sobre la vida sinaloense. En el tinglado teórico y empírico de esta investigación cabalgamos sobre el paradigma del epígrafe de Eduardo Nicol que, dicho así con las palabras del filósofo, asume que la violencia se transforma y “forma cultura”, precisamente cuando ha crecido y rebasado su condición pasajera e incidental, se ha arraigado en el pensamiento y en la vida social y se ha convertido, ya, en “una predisposición”. Sin embargo, con base en una muy definida y clara concepción estructural de la cultura que pone especial atención en el registro, la inquisición y el desentrañamiento de las formas simbólicas subyacentes en los hechos culturales, pero siempre en el contexto de y en relación con, realizamos este recorrido y desvelamiento teórico y empírico --a la usanza de la “descripción densa”--, sobre un fenómeno social que, por principio, en tanto forma simbólica socialmente estructurada a lo largo de muchos años, ha resultado sumamente impactante para la población involucrada. El problema del narcotráfico, más allá de su evidente expansión y fortalecimiento en el país durante más de un siglo, particularmente se ha enraizado y profundizado fenomenológicamente, como materia, sustancia y constructo y símbolo, en el espacio y el tiempo de esa región noroccidental del norte del país. John B. Thompson ha propuesto y desarrollado una “concepción estructural” de la cultura, no precisamente estructuralista. No es estructuralista porque se oponga a los estudios formales, sino porque va mucho más allá en el registro, interpretación y explicación de los datos y aspectos de los fenómenos. Es decir, no podría ser estructuralista en virtud de que la estrategia de estudio, desde los ángulos de las ciencias sociales, no podría limitarse sólo a los ámbitos internos, gramaticales, lingüísticos, lógicos o formales de los discursos, sino que incorpora por ejemplo, y sobre todo, el análisis de las situaciones, las condiciones, el momento histórico y, en suma, el contexto sociohistórico en el que se producen las obras y los fenómenos, así como lo que el teórico inglés denomina, retomando a Paul Ricoeur, como la hermenéutica profunda. 33


Explica Thompson que la vida de la sociedad no estriba únicamente en la aparición de “objetos e incidentes” que se presentan como hechos en el mundo natural, sino también consiste en una “cuestión” de formas y expresiones significativas de símbolos, textos, artefactos y sujetos.24 De tal manera que esta perspectiva estructural enfatiza “tanto el carácter simbólico de los fenómenos culturales como el hecho de que tales fenómenos se inserten siempre en contextos sociales estructurados”. Y en consecuencia, el análisis cultural es el estudio precisamente de las formas simbólicas: acciones, objetos y expresiones significativos en relación con los procesos históricos estructurados “por medio de los cuales se producen, transmiten y reciben tales formas simbólicas…los fenómenos culturales son significativos tanto para los actores como para los analistas”. 25

En el entendido de que los símbolos están y se muestran vinculados a sus significaciones originales, primigenias, literales y sensibles, así como a las propias cosas u objetos simbolizados, de los cuales reciben precisamente los contenidos como “epifanía de un misterio” (Paul Ricoeur). Desde los ámbitos de la doxa, e incluso desde los fondos y las raíces que la hacen posible mediante las primeras operaciones interpretativas, los símbolos se van cargando de matices, nuevos datos y condimentaciones; se trata de un proceso en el que los sujetos que originan, socializan y expanden los contenidos básicos del símbolo, van incorporando al mismo tiempo en la práctica de la interacción y la comunicación, de forma también inconsciente, aspectos que forman parte de su hábitat, de su medio ambiente, de su entorno y de la sociedad en la que viven. De ahí que, al margen de las creencias y certezas sobre las cualidades y los valores que se atribuyen a los símbolos, éstos resultan claramente significativos tanto para los analistas como para los mismos actores y protagonistas de los sucesos de la cultura. Retomando a Geertz, y valorando sus aportes, sobre todo en relación con el estudio plasmado en La interpretación de las culturas, Thompson precisamente sostiene que en el análisis cultural lo que importa no es tanto “una ciencia experiemental en busca de leyes”, o un analista que tenga como miras clasificar y cuantificar, “sino más bien la sensibilidad de un intérprete que busque descifrar patrones de significado, discriminar entre distintos

24

John B. Thompson (2002), Ideología y cultura moderna. Teoría crítica social en la era de la comunicación de masas, Ed. UAM, México, p. 183. 25 Ibid, p. 203. 34


matices de sentido, y volver inteligible una forma de vida que ya es de por sí significativa para los que la viven”.26

Estamos, pues, en el sendero paradigmático que visualiza a los actos, los hechos, los fenómenos sociales y las expresiones de la sociedad en su conjunto como si fuesen más que un texto con ramificaciones contextuales, lleno por supuesto de significados, de acuerdo a los fundamentos teóricos y a la concepción de Geertz. Este ha formulado y demostrado de manera categórica en su ya clásica obra que en relación con los hombres, “desde el primero al último también ellos son artefactos culturales”. En este sentido, la cultura no está condensada solamente en las obras y los productos, sino que también el hombre puede ser entendido o visto como un auténtico artículo cultural. El hombre es cultura por lenguaje y habla, por los gestos, los hábitos y la vestimenta; y lo es por sus actos cotidianos, por sus comportamientos, por las maneras en que se relaciona con otros, por su trabajo y su pensamiento que se traduce en obras, en artefactos simbólicos, en construcciones significativas y en la propia significación de su existencia. Así, en lo que concierne a ciertos grupos y segmentos sociales de Sinaloa, se les ha llegado a endilgar una imagen arquetípica, en cuanto a vestimenta, hábitos y carácter; pero se trata de una descripción que ha sido construida al paso del tiempo y que incluso los propios organismos culturales institucionales han llegado a adoptar, reiterando las tradiciones populares, de manera oficial. Lo que ahora es casi un fetiche que prácticamente y de manera irremediable remite a la ubicación y la identificación de un tipo de población, en realidad surgió de las prácticas cotidianas del mundo rural sinaloense, aunque nunca hayan sido privativas o exclusivas de ese estado norteño de la República Mexicana. La imagen --por supuesto ya estereotipada, en ocasiones funciona como un estigma de connotaciones negativas cuando se le vincula con la violencia--, exhibe hoy a un individuo altivo y fuerte, ataviado con el clásico sombrero tejano, la camisa a cuadros, el pantalón vaquero de mezclilla, el cinto de gruesa y brillante hebilla y las botas puntiagudas con oropeles, además de las cadenas, las esclavas y los afiches de oro, según el modelo manejado por organismos municipales y estatales, como DIFOCUR, durante los festivales culturales que se organizan anualmente en las principales ciudades y poblados de Sinaloa. La figura aludida, empero, no ha sido un invento oficial, y ni siquiera un artículo mediático, exclusivamente. Evidentemente se trata 26

Ibidem, p. 197. 35


del resultado híbrido de una usanza tradicional, popular, que ha pervivido durante décadas, la cual ha sido a su vez expandida, y resemantizada, a través de las acciones incisivas y sistemáticas de los medios masivos de comunicación, y de la industria de la cultura, vía fundamentalmente la cinematografía y la música popular, ofertada ésta en el mercado por el disco, la radiodifusión y la televisión. A la postre, el estereotipo sinaloense --que se reifica no sólo en cuantas celebraciones y fiestas patronales y populares existen, sino como parte indisoluble de la cotidianeidad de la vida diaria-- ha sido asumido, interiorizado y asimilado, en la imaginación colectiva, hasta como motivo de alarde, presunción y “orgullo” regional; en buena medida, ha venido siendo decantado finalmente como un aspecto iconográfico, construido social y culturalmente bajo los aluviones y la marcha de la historia, y que es no únicamente una especie de acervo vivo y significativo, sino distintivo, de cierta parte de la identidad y la pertenencia cultural. Por lo menos el retablo imaginario ofrece una vigorosa y densa mixtura simbólica, más allá de las diferencias que puedan existir y mirarse, para este caso, entre las categorías de ser, dar la impresión y la pretensión de parecer, planteadas en La distinción por Bordieu. Entre las concepciones e intuiciones que hacen y tienen sobre sí mismos, y sobre su entorno, los propios protagonistas de los fenómenos culturales y las formas que se van edificando en los planos simbólicos, sin duda que van estableciéndose interconexiones y flujos que se expresan mutuamente. Cargados de subjetividad, entre valores, creencias, mitos y formas particulares de percepción, los autores de los símbolos populares, sin embargo, de algún modo se han representado un mundo que expresa concretamente el quehacer de una sociedad y de una cultura. Y sea como idealización, sublimación, propaganda, comercialización o vulgarización, los reflejos de la época, del tiempo, de la situación y del mundo concreto se alzan como artículos de la cultura. Y ahí, las prácticas sociales terminan por dejar su impronta y sus huellas en tales productos culturales, que más tarde habrán de ser retomados y moldeados, de acuerdo a sus intereses comerciales y mercantiles, por las corporaciones ligadas a los mass media; aunque al final, no siempre ni necesariamente, los artificios y las imágenes mediáticas que inundan el mercado respondan con plenitud y fidelidad al espíritu de las percepciones y producciones “originales” de los actores y autores anónimos. En este sentido, explica Giménez que la cultura se expresa como la “organización social del sentido”, interiorizado por sujetos

36


“(individuales y colectivos) y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados… (Y)...si se la define como el conjunto de las “formas simbólicas”, la cultura no es más que el aspecto simbólico-expresivo de todas las prácticas sociales. Como dice Eunice R. Durham, la cultura está en todas partes, “verbalizada en el discurso, cristalizada en el mito, en el rito y en el dogma; incorporada a los artefactos, a los gestos y a la postura corporal””.27

Tanto el dinamismo económico de la industria ilegal de las drogas, como su percepción sociocultural, forman parte de un complicado proceso histórico, estructurado social y políticamente. Dada la naturaleza de la investigación, el método difícilmente podría prescindir de la hermenéutica, que por supuesto comprende no sólo los factores contextuales, el análisis formal y la labor de reinterpretación, sino un amplio trabajo etnográfico de observación, registro y valoración interpretativa de la doxa o del discurso primario de la textualidad social, sea de tipo oral, iconográfico, corporal o escrito. Sobre la tarea primaria del registro interpretativo, sobreviene una segunda mirada analítica, de reinterpretación. La tarea implica corroborar y contrastar las prácticas sociales, las nociones o concepciones, populares por ejemplo, respecto de los problemas, el horizonte de expectativas o de las formas particulares de vivir y percibir la vida. Y para el objeto que nos ocupa, se trata de indagar en torno a las percepciones y hasta ciertas vivencias relativas al fenómeno de la desviación, que se ha instalado para este caso, en tanto parte del acontecer de individuos, grupos y segmentos sociales localizados y estigmatizados, como una parte crucial de la representación social de la sociedad. En esta idea, el procedimiento versa, de hecho, en torno a “una interpretación de la comprensión cotidiana”, traducida técnica y metodológicamente en “una interpretación de las doxas”; es decir, se trata de un procedimiento que indaga respecto de los puntos de vista, las valoraciones, las opiniones, las creencias y las nociones que sostienen, asumen y comparten los sujetos que integran el mundo social. Sobre la premisa de que con la hermenéutica se efectúa una lectura, en varios planos y niveles, de las diversidades y constelaciones de “sentido” que se expresan a través de manifestaciones objetivas y subjetivas de la cultura. Pero a partir del reconocimiento también de que ninguna expresión, 27

Gilberto Giménez (1994), “La teoría y el análisis de la cultura”, en Metodología y cultura, Ed. CONACULTA, México, p. 40. 37


actividad, objeto, evento, hecho o cosa poseen significados per se, inherentes, inmutables, permanentes y consustanciales. La significación, apunta el teórico español Josetxo Beriain (1998), “sólo emerge a través de la interacción con otras cosas o eventos”. Sobre estas cuestiones de método, Galindo Cáceres, al resaltar el principio o el fundamento de la interacción y las relaciones comunicativas, plantea que la tarea de investigar no estriba en solamente conocer desde cierta perspectiva, sino también en hacer, dentro del proceso de observación reflexiva, con la condicionante implícita de que sólo la crítica, la imaginación y la creatividad pueden hacer consistente al trabajo teórico y científico. Así, “la verdad” no existe, sino sólo “la percepción y sus juegos cognitivos; la objetividad es sólo un momento de la reflexividad que es un movimiento constante de la observación, en el mundo social los objetos de observación no son mudos, también reflexionan y hablan...”28

La hermenéutica profunda, entonces, que prevé las fases de los análisis histórico social y el formal, se sustenta y se define desde la fase previa del registro y la interpretación de la doxa y las labores de reinterpretación de los signos, los símbolos, los objetos, las versiones, los escenarios, las voces, las interpretaciones y las diferentes dimensiones de los fenómenos o hechos. Giménez advierte que la interpretación, que se encuentra mediada por métodos objetivantes, es además “un proceso de reinterpretación en la medida en que las formas simbólicas forman parte, como ya se ha dicho, de un ámbito pre-interpretado. Se trata, por consiguiente, de reinterpretar lo ya interpretado en la vida cotidiana, de proyectar creativamente un sentido que puede diferir del que se construye rutinariamente en las interacciones cotidianas. Esta divergencia sólo se podrá apreciar por contraste con los resultados de la interpretación de la doxa que...constituye una operación preliminar”.29

Es decir, aparte del conocimiento común y de las creencias y las intuiciones comunes de los sujetos que son engranes o partes del objeto cultural, o que viven directa o casi directamente los problemas y los fenómenos culturales, se registra en los ámbitos en los que se 28

Jesús Galindo Cáceres (1998), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, Ed. Pearson-Addison Wesley Longman, México, p. 20. 29 Gilberto Giménez, Op. Cit., pp. 62-63. 38


circunscribe aún la doxa, una suerte de sobreinterpretación de inicio que corre a cargo de grupos de intelectuales, políticos, líderes sociales y periodistas con variada capacidad de análisis, pero que no logra distanciarse lo suficiente de las fuentes originales; es decir, de la creencia, de la vox populi y del vulgo. A partir de estas versiones e interacciones primarias, entra en juego entonces el ejercicio de la reinterpretación de lo que ya ha sido previamente interpretado, con los recursos fundamentales de la perspectiva histórico social y de las técnicas formalizadas del análisis de las estructuras internas de la obra, del discurso, del texto o del fenómeno o hecho particular. De tal manera que la metodología de la hermenéutica profunda de la concepción estructural de la cultura supone varios procedimientos de análisis. En primer término se encuentra el acercamiento a la “hermenéutica de la vida cotidiana”, o a los ámbitos propios de la interpretación de las significaciones de la doxa. Un segundo aspecto está implicado por el estudio sociohistórico, compuesto a su vez con la integración de los siguientes factores: 1) los escenarios espaciotemporales; 2) los campos de interacción; 3) las instituciones sociales; 4) la estructura social; y 5) los medios técnicos de transmisión. Luego, es menester tomar en consideración a los recursos formales, con la aplicación de varias opciones de estudio, que van desde el análisis semiótico, hasta el conversacional, el sintáctico, el narrativo y el argumentativo. Y finalmente, el cuarto nivel tiene que ver con la labor general y amplia de interpretación y reinterpretación. Esto posibilita ejercer una mirada inquisitiva, introspectiva, particularizada y extensa a la vez, en distintos momentos del estudio, sobre las significaciones, relaciones y complejidades de los fenómenos culturales. Es importante reiterar que el proceso no implica que las fases de estudio tengan que realizarse necesariamente en el orden señalado; éste tiene que ver más bien con las exigencias y especificidades temáticas. Sobre el sustento histórico de las condiciones económicas, tangibles, concretas, de la sociedad, las formas objetivadas y las formas interiorizadas o internalizadas de la cultura constituyen aquí uno de los fundamentos y propósitos esenciales del “descentrañamiento” del fenómeno cultural en torno al narcotráfico. En tanto construcciones y expresiones simbólicas, sus significaciones dan cuenta del involucramiento de la población respecto del fenómeno, que constituye o conforma lo que Bordieu denomina como “campo cultural”. Así, en cuanto a las formas objetivadas, estamos aludiendo al moblaje de la industria de la cultura y de los medios de comunicación, que se identifica y se evidencia en este caso a través de una serie de productos como los 39


corridos norteños, la novela, el cuento, la poesía, el teatro, la creación pictórica, la pintura urbana de tintes populares y el grafiti, la iconografía popular en general, la moda, el vestido y sus aditamentos, los artefactos y artículos de consumo y de pretensiones de estatus, así como instituciones diversas, entre las que destacan las que han sido creadas ex profeso para el seguimiento o combate, en este caso, de los efectos de la transgresión; y en cuanto a las formas subjetivadas o internalizadas, nos referimos a las creencias, los mitos, las opiniones y los valores, que encuentran anclaje, aposento, estructura y formulación dentro de los moldes o modelos de las formas objetivadas. Las significaciones de tales construcciones simbólicas son vistas como una suerte de entramado, marco y trama cultural, universo sociocultural y “hábitus”, en el que se mueve común y principalmente la población --entre los espacios y los objetos básicos con que se reconocen e identifican los individuos y los grupos sociales--, y que posibilitan, engendran, modelan y dan pie a los comportamientos, las acciones y las reacciones concretas, particulares y comunes de los hombres. No está por demás indicar que en cuanto a la “socialidad”, como señala Agnes Heller, la forma fenoménica primaria para el hombre particular, dentro de los ámbitos de la vida cotidiana, es la sociedad y la integración concretas.30 En este contexto, debemos subrayar que en los planos de la cotidianeidad humana, y en los ámbitos subterráneos de la sociedad, en los suburbios y laberintos infraculturales que rozan los lindes de la vida privada y la vida pública, es donde se configuran y reproducen las pautas de comportamiento esenciales de los grupos e individuos. En los sitios no necesariamente visibles de la sociedad y la cultura, pero que son los espacios vitales de los hombres, y que pueden ser vistos como la matriz primigenia por ejemplo de la comunicación interpersonal. Se trata del quehacer de la historia vívida, densa y profunda, que se engendra o se reconstruye, se desliza, camina y corre bajo la otra historia; de esta otra que se refleja en la vida pública, la que es notoria y visible, y que se construye y tramita por vías oficiales y “legítimas” y que se reitera a través de los medios masivos de comunicación. En aquél hábitat, sin embargo, en ese vigoroso mundo de la vida de penumbras sociales y culturales --por lo demás, en constante retroalimentación con la vida pública, o con los mecanismos ideológicos hegemónicos--, se ventila permanentemente el quehacer, a veces sórdido, 30

Agnes Héller (1987), Sociología de la vida cotidiana, Ed. Península, Barcelona, p. 32. 40


a veces común y corriente, de la existencia de los individuos, de las familias, de los grupos, de los pueblos. Espacio y lugar de deliberación y resistencias, y de aceptación, asimilación y reproducción de la ideología y la cultura, el mundo de la vida cotidiana es también el ámbito donde se gestan las formas de la creatividad y donde se confabulan los mecanismos de la transgresión, donde se tramita, decimos, una historia y un destino que transitan debajo de la otra historia. Thompson, en la introducción a su obra ya citada, arguye que los organismos y las instituciones clásicas del Estado moderno, como partidos políticos, sindicatos, asociaciones, grupos de presión, etcétera, son agrupamientos de ejercicio de poder y dominación extremadamente importantes. Sin embargo, advierte el teórico de la cultura y la comunicación, “no son los únicos sitios, ni siquiera los sitios más importantes para la mayoría de la gente la mayor parte del tiempo”. Más bien, para el grueso de los individuos, las relaciones entre poder y dominación que más fuerte y más directamente inciden y les afectan son aquellas que están cercanas a su medio ambiente, a su hábitat inmediato y que son representativas de los contextos socioculturales en los que transcurre la monotonía rutinaria de su vida diaria, como la casa familiar, el sitio de trabajo, el aula escolar, o los nexos con los pares o grupos de iguales. Tales sitios constituyen los ámbitos contextuales en los que los hombres, mujeres y niños realizan su existencia durante la mayor parte del tiempo, en un constante proceso de acción e interacción, como protagonistas de su propia vida, emitiendo mensajes y recibiéndolos, asimilándolos, negociándolos o rechazándolos, y plasmando sus inquietudes y valoraciones sobre sí mismos y sobre el mundo social. En los sitios de la vida común y ordinaria de la población a los que se refiere el teórico inglés, se registra, se recicla --y se vehiculiza en el entorno social del ghetto o el barrio rural o urbano-- la comunicación directa o la interacción cara a cara. Sin restar importancia a otros tipos de comunicación, como la de los medios masivos que potencian los discursos, la interacción cara a cara o la comunicación interpersonal, sin embargo, es la que más directamente expresa los sentimientos e intereses directos y esenciales de los sujetos, las familias y los grupos; estos entornos interactivos de cercanía, vinculación y socialización, sin duda constituyen los ámbitos en los que se construye, se materializa y se vive un mundo de la vida particular, y donde al final de cuentas se definen y determinan no sólo los rasgos o características de la vida concreta y presente, sino también los derroteros y los horizontes de expectativas básicos de la existencia humana. Se registra siempre como parte del escenario, claro está, una conectividad sustantiva entre ambos 41


mecanismos de ejercicio comunicacional, así como entre las esferas pública y privada; y tal vinculación compleja puede revestirse de múltiples formas ideológicas, sobre el preexistente contextual o socioeconómico que implican las desigualdades socioculturales, los desequilibrios estructurales y las diferentes asimetrías de poder. El contexto resulta crucial en el análisis de los fenómenos culturales. Por ejemplo, en un momento determinado, los trabajadores de la cultura o los artistas, tomando en consideración las características de la sociedad, o en su defecto del mercado cultural en donde se encuentra insertos pueden transformar, modificar, adecuar y manipular inclusive hasta las formas y el estilo de sus elaboraciones, con la pretensión, la intención o la idea de alcanzar eficazmente a una específica clientela. En este plano, el mercado de la industria cultural posee gran relevancia. El funcionamiento de éste se encuentra en correspondencia con los parámetros e intereses de la sociedad mercantil, potenciada al mismo tiempo por la acción y la participación de los medios masivos de comunicación, que responden a su vez a los intereses hegemónicos de la sociedad. De tal suerte que los hechos y los fenómenos culturales, de esta formación social profusamente mediatizada, tienen que ser contextualizados, ubicados y comprendidos como formas dependientes de las relaciones sociales, en las que siguen desempeñando un papel fundamental las instituciones, corporaciones empresariales y enclaves económicos, cuyas ramificaciones ocupan los espacios locales, regionales, nacionales y trasnacionales. El proceso de aprehensión y comprensión del narcotráfico, en tanto fenómeno social e históricamente edificado, así como los propósitos de elucidación, están mediados y condicionados no solamente por el método y las herramientas de análisis, sino por el hecho mismo de que la problemática, como aspecto actual de la conflictiva social, se encuentra en una situación de permanente expresividad, como fenómeno vivo que se despliega a través de diferentes mecanismos sociales y culturales, en los cuales los medios de comunicación desempeñan un papel protagónico fundamental, pero en donde también la comunicación de tipo factual y los recursos de la comunicación oral, interpersonal y cara a cara, han desempeñado una labor fundamental. Un aspecto llamativo de la “narcocultura”, como el de la violencia excesiva de las ejecuciones y ajustes de cuentas, que se traduce en escándalo en los medios de información, se materializa y registra de manera intermitente, oscilatoria y pendular, a la alza y a la baja y a la alza, pero que sin duda ha terminado por afectar las percepciones culturales, de propios y extraños, 42


sobre el fenómeno del narcotráfico. Y mientras, siguen presentes en los fondos sociales o en el mundo social violencias latentes y contenidas, así como manifestaciones diversas de comportamientos transgresivos de menor publicitación, ligadas a la industria de las drogas ilegales. Forman parte de su misma constitución y de su propia trayectoria. Como consecuencia del impacto social e histórico del narcotráfico, la asimilación cultural de la temática ha significado no sólo la elaboración de múltiples artículos o productos alusivos, sino que en el discurso de la sociedad, en general, la tropología en torno a las drogas ocupa un lugar también protagónico. Esto es una constante en los medios de comunicación, sobre todo en los medios impresos, que dan cuenta corriente de un lenguaje que presupone familiaridad y cotidianeidad. Aparte de ello están las materializaciones en las obras del arte y la cultura y las reacciones y los reflejos en los discursos políticos, ideológicos y doctrinarios de las distintas esferas del poder político y administrativo, o de los grupos de poder religioso y económico. Y esto encuentra su correspondencia también en el habla popular, en el lenguaje común y cotidiano y en los discursos en general de la población. En suma, en el lenguaje de la sociedad el “narco” cohabita y comparte espacios, a través de la doxa, de forma referencial y por medio de los juicios morales y de valor, pero también por mediación de las mitologías, social e históricamente construidas, y de las propias y concretas expectativas de la vida que la población alcanza a intuir y visualizar. Es un enrarecido y complejo mundo de la vida permeado por los estruendos y los ecos de los ilegalismos y la transgresión sociocultural. Referencias 1.-Max Horkheimer y Theodor Adorno (1969), Dialéctica del iluminismo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires. 2.-Herbert Marcuse (1981), El hombre unidimensional, Ed. Joaquín Mortiz, México. 3.-Jesús Bartín-Barbero (1987-A), Procesos de comunicación y matrices de cultura, Ed. FELAFACS-Gustavo Gili, México. 4.-Jesús Martín Barbero (1987-B), De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Ed. Gustavo Gili, México. 5.-Daniel Bell (1989), Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza-CONACULTA, México. 6.-John Tomlinson, (2001), Globalización y cultura, Ed. Oxford University Press, México. 43


7.-Abraham A. Moles (1978), Sociodinámica de la cultura, Ed. Paidos, Buenos Aires. 8.-Salvador Giner (1998), Sociología, Ed. Panínsula, Barcelona. 9.-George Peter Murdock (1997), Cultura y sociedad, FCE, México. 10.-John B. Thompson (2002), Ideología y cultura moderna, Ed. Universidad Autónoma Metropolitana, México. 11.-Octavio Ianni (2001), “La violencia en las sociedades contemporáneas”, en Metapolítica, No. 5, enero-marzo, México. 12.-Clifford Geertz (1997), La interpretación de las culturas, Ed. Gedisa, Barcelona. 13.-Gilberto Giménez (1999), “La importancia estratégica del estudio de las ciencias sociales”, en Pensar las ciencias sociales hoy, Ed. ITESO, Guadalajara, México. 14.-Gilberto Giménez (2008) Teoría y análisis de la cultura, Ed. CONACULTA, México. 15.-Eduardo Nicol (1974), Metafísica de la expresión, FCE, México. 16.-Michel Foucault (1987), La arqueología del saber, Ed. Siglo XXI, México. 17.-Pierre Bordieu (1999), Meditaciones pascalianas, Ed. Anagrama, Barcelona. 18.-Pierre Bordieu (1998), La distinción, Ed. Taurus, Madrid. 19.-Agnes Heller (1987), Sociología de la vida cotidiana, Ed. Península, Barcelona. 20.-Josexto Beriain (1998), “Hermenéutica sociológica”, en Diccionario de hermenéutica, Ed. Universidad de Deusto, Bilbao. 21.-Adolfo Sánchez Vázquez, Coord. (1998), El mundo de la violencia, FCE, México. 22.-Jorge A. González (1994), Más (+) culturas (s), Ed. CONACULTA, México. 23.-Jürgen Habermas (1999), Teoría de la acción comunicativa, I y II, Ed. Taurus, Madrid. 24.-Néstor García Canclini (1999), Culturas híbridas, Ed. Grijalbo, México.

44


VIOLENCIA, DEFUNCIONES E INSEGURIDAD: UNA PERSPECTIVA FUNCIONALISTA

Rigoberto OCAMPO ALCÁNTAR♦ --Causas de mortalidad El número de muertes es un indicador del estado de la salud de una sociedad. En los últimos años, a partir de la declaración mediática del Presidente Felipe Calderón contra el crimen organizado, ♦

Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán. Miembro del SNI. 45


específicamente el narcotráfico, los medios no dejan de poner énfasis en los homicidios relacionados con esta ilícita actividad. En muchos, electrónicos e impresos, llegan a ocupar las primeras planas y espacios estelares, en otros aparece una cuenta diaria de esos muertos. En el caso particular de los diarios sinaloenses todos los días la nota roja ya ha escalado a la primera plana. Ante esta andanada es necesario analizar las causas por las que los mexicanos mueren, para al menos poner en perspectiva de lo que se está hablando. Desde una óptica funcionalista, la adaptación, la capacidad para alcanzar una meta, la integración y la latencia (mantenimiento de normas) son los vértices de la matriz AGIL de Talcott Parsons1, en ellos es en donde reside el desenvolvimiento del complejo de actividades, dirigidas a la satisfacción de una o varias necesidades del cualquier sistema social. Siguiendo la lógica funcionalista la posibilidad de integración y mantenimiento de las normas en una sociedad pasa obligadamente por las formas en que se adapta y persigue sus fines2. Esto permite acceder a estas categorías para utilizarlas a la hora de estudiar el funcionamiento social en la realidad mexicana en la primera década del siglo XXI.

1

Parsons, Talcot (1965): An outline of the Social System, in Parsons, Talcott, et al. (1965): Theories of Society. New York: Free Press, New York La matriz AGIL está compuesta por los cuatro imperativos funcionales: • A = Adaptation (función adaptativa) • G = Goal Attainment (logro de objetivos) • I = Integration (función integradora) • L = Latency (mantenimiento del modelo latente) 2

“En el modelo parsoniano, los cuatro imperativos funcionales, o problemas, son aplicables tanto en un nivel analítico micro como en uno macro. En el nivel micro sirven para especificar las fases a través de las que progresan los actores individuales en un sistema pequeño de acción, así como el sistema de acción en su conjunto, durante un ciclo de acción. En el nivel macro los imperativos proporcionan un medio para (a) asignar roles analíticamente a los cuatro subsistemas funcionales de cualquier sistema, y (b) clasificar los flujos de engtrada y salida en esto subsistemas.” Morse, Chandler (1961), “The Fonctional Imperatives”; citado en Ritzer, Georges (1999): Teoría Sociológica Clásica. Madrid: Mc Graw Hill; 3ª ed. p. 541 46


En otro ensayo se ha planteado la contaminación que representa el narcotráfico en la sociedad mexicana3 desde la perspectiva de la sociología de la religión de Durkheim. Ahora, se busca encontrar las correlaciones que existen entre las estadísticas de las principales causas de defunciones y las expectativas que hay entre la opinión pública por las reacciones de los medios de comunicación ante los homicidios de la guerra del narcotráfico, por un lado, así como la centralidad que tiene este tema en el discurso político del gobierno federal, por el otro. Buscando un análisis funcionalista de la adapatabilidad de la sociedad a las causas de muertes, a la latencia de estas causas a lo largo de un periodo prolongado, a la integración (internalización) de los orígenes de estas causas y a la persecución de objetivos del gobierno para atacar las causas de estas defunciones, se ha realizado una investigación en las estadísticas del sistema nacional de salud a efecto de poder dar elementos para el análisis sociológico de la funcionalidad de sociedad mexicana y su relación con el Estado. El producto de este ejercicio se reproduce en las tablas que mostramos más adelante. Estudiando las cifras de causas de mortalidad en México para el periodo 2000-2008, a partir de los datos del Sistema Nacional de Información de Salud, se encuentra que entre las principales causas de defunción están la diabetes y las enfermedades isquémicas del corazón. Entre estas dos causas se acumulan en para ese periodo de estudio que hay más de un millón de defunciones. A la base de la mayoría de los problemas de diabetes y las enfermedades isquémicas del corazón están la mala educación alimentaria y la falta de práctica de deporte o ejercicio frecuente (alto colesterol). Es decir, estas causales están entre las principales razones de la muerte de más de un millón de persona en México durante 2000 al 2008. Al lado de esta cifra, están los datos de los homicidios dolosos (violentos), los cuales son noventa mil defunciones en el mismo periodo, lo cual representa el 9% de los muertos que hubo por causa de diabetes y enfermedades isquémicas del corazón. Ante estos datos, la disparidad en la atención del gobierno federal y los medios no deja de plantear estas interrogantes: Primero: 3

Ocampo, Rigoberto (2007): “Descripción social: detalles del narcotráfico”. ARENAS, Revista Sinaloense de Ciencias Sociales, 14: pp. 32-38 47


¿Cuánto presupuesto se destina a la educación contra las causas de la diabetes y males del corazón? Y, segundo: ¿Cuánta atención es dedicada en los medios a estos males y sus causas en México? Es decir, por los malos hábitos alimentarios y el sedentarismo, como factores muy importantes, murieron más de un millón de persona, mientras que al narcotráfico se le pueden atribuir una cifra de defunciones que representa apenas del 9% de ese millón. Otro elemento de comparación son las cifras que hay de muertes ocasionadas por asociación a la cirrosis (con un importante componente asociado al consumo de alcohol), donde hay una cifra de más de 240 mil muertes por esta causa, frente a lo cual las muertes por homicidios violentos apenas es poco más de la tercera parte. Las muertes por factores relacionados con el tabaquismo (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) representan casi el doble que las provocadas por la violencia. En estos dos casos, el tabaquismo y alcoholismo la legalidad de las drogas permite su comercialización y consumo prácticamente sin restricciones. Aunado a esto habría que señalar las defunciones por accidentes de vehículo motor, muchas relacionadas con el consumo de alcohol, pero que en su total dan una cifra de muertes 30% superior a los homicidios violentos. Otro indicador es el de las defunciones relacionadas con la falta de atención médica y de medicamentos a infecciones respiratorias agudas bajas, donde la cifra de muertes es superior también en 30% a las ocasionadas por la violencia. Estas comparaciones dejan al descubierto que para el periodo del 2000 al 2008 la violencia no fue ni la principal, ni siquiera una causa destacada de las muertes de los mexicanos. En el 2008, año que más homicidios violentos reporta para esta serie, hubo una tasa de 13.0 por cada 100 mil habitantes en el país, mientras que la diabetes y las enfermedades isquémicas del corazón tuvieron una tasa de 126.7 por cada 100 mil habitantes.

48


Tabla 1: Principales causas de mortalidad general Acumulado 2000- 2008 Nacional

Tabla 2: Principales causas de mortalidad general 2008 Sinaloa

49


--Medios de comunicación e inseguridad El periodista Joaquín López Dóriga tituló “Cómo hacer un noticiario” en una de sus colaboraciones en el periódico Milenio (4). En ellas dice que para preparar la agenda de su noticiario, televisivo o radiofónico, comenzó su equipo a hacer un recuento de las masacres que ocurrieron en el lapso de unos cuantos días en Juárez, Tijuana, Tepic, Tepito y asesinatos en Morelos, Acapulco, Saltillo, Michoacán, etc. Después, el mismo periodista ironiza diciendo: “¡Qué pinche noticiario y tan amarillista! ¡Pura nota roja! ¡Qué barbaridad! ¡Hay que hacer algo con ese noticiario! ” Al final plantea la tesis de que los muertos no se pueden ocultar para acallar a las buenas consciencias, las cuales dice se sienten escandalizadas por el noticiario y no por la realidad. Esta posición resalta pues viene de uno de los actores representativos de los medios de comunicación más influyentes de México en la televisión, radio y prensa. Al lado de esta posición periodística, en Mazatlán, Sinaloa el 29 de octubre por la noche El Director de Orquesta de Sinaloa, Enrique Patrón de Rueda, al concluir el concierto de clausura de la Convención Nacional de Canacintra, le dijo a los presentes: “Esto es lo que en verdad es Sinaloa: alegría y canto”. En clara referencia a quienes describen a nuestro estado sólo como cuna del narcotráfico y arena de la violencia y el crimen. Las dos escenas describen la realidad. Hay un México con más de 30 mil homicidios producto de la guerra del narcotráfico en cuatro años. Igual que hay un México lleno de expresiones de cultura y arte. También hay un país con más de un 100 mil muertos por año a causa de la obesidad, por diabetes y males cardíacos, de los cuáles ningún reportero pasa cotidianamente en su noticiario televisivo o radiofónico. Pero eso sí, los anuncios de comida chatarra y refrescos sí los transmiten: internalizando su consumo en la infancia y población mexicana. Y de esos anuncios, ni López Dóriga ni nadie ironiza con llamados a las buenas conciencias. Esos, ahora ironizamos aquí: son la libertad del mercado. Esto lleva en automático a la propuesta de legalizar las drogas. Si matar cientos de miles de personas por hacerlos adictos al alto consumo de carbohidratos es libertad de mercado, entonces, hagamos 4

Milenio Diario: 26 y 29 de Octubre 2010, México, DF 50


legal la marihuana y la cocaína y que se mueran unos cuántas decenas de miles de drogadictos, quizá tantos como los miles que mueren por la lucha del control del mercado ilegal. La imagen del título de la novela de Carlos Fuentes, las buenas conciencias, para ilustrar la hipocresía de la sociedad frente a un problema social, muestra varias aristas: publicidad, venta y consumo de comida chatarra; cientos de miles de muertes por diabetes y males del corazón; comercio y consumo ilegales de drogas; educación y legalización de consumo y comercio de drogas. Los eventuales montos de recaudación de impuestos que significarían gravar el consumo de marihuana y cocaína sería un ingreso fiscal importante para las finanzas públicas, con lo cual podría solventarse la prevención y cura de adicciones. De igual forma, se deberá de ponerse en la arena legislativa la necesidad de gravar más la comida chatarra, como ocurre anualmente con el tabaco. Esta necesidad se basa en la evidencia de que la carga presupuestal para atender a millones de mexicanos con males ligados con la obesidad crece cada año. En este rubro de salud pública el gobierno se dirige a caer en la insolvencia. La única solución es que quienes son adictos a ese tipo de comida paguen más impuestos por consumir carbohidratos como lo hacen los que consumen cigarrillos. La constatación es que mueren más personas por diabetes que por tabaquismo. La adicción al consumo de carbohidratos es mortal. No puede quedar en un asunto de libertad de mercado solamente. El Estado debe regular las relaciones sociales. Si el consumo de comida chatarra está produciendo cientos de miles de muertes, es un problema de la libertad de cada uno consumirlos o no. Sin embargo, el costo de mantener vivos a esos enfermos antes de que mueran, no debe de llevar las finanzas públicas a la bancarrota, ni dejar el Estado de atender otras prioridades. Entonces, debe de gravarse el consumo de lo que está provocando esas enfermedades, es decir, la venta de comida chatarra, tanto como se grava la venta de tabaco. De esta forma podrá haber recursos para atender a los enfermos de la obesidad y las otras prioridades del gobierno, como educación por ejemplo. --Causas de muerte en Sinaloa A partir de las cifras analizadas arriba del Sistema Nacional de Información de Salud encontramos que en el desagregado para 2008, en Sinaloa (Tabla 2), los problemas de diabetes y las enfermedades isquémicas del corazón fueron la causa de más de tres mil muertes, representando el 25.3% de todas las defunciones en el estado. Por otra 51


parte, los homicidios violentos, en el estado, como en el resto de la República, relacionados en su mayoría con la guerra del narcotráfico, fueron mil doscientos, lo que representó un 9.4% del total de muertes. Cabe resaltar que la tasa por cien mil habitantes para las dos primeras causas fue de 127.2 mientras que para las relacionadas con el narcotráfico fue de 47.2 Por separado, las tasas para diabetes fue de 56.5 y para enfermedades isquémicas del corazón de 70.8. Las cifras son constatación que incluso en una entidad con una tasa de homicidios violentos por cada cien mil habitantes casi cuadruplicada que la tasa media nacional, las diferencias con las causas de muertes producto de la mala educación alimentaria y la falta de ejercicio son mucho más bajas, inclusive una tercera parte. Estos datos comparativos obligan a un análisis de funcionalidad del sistema social en Sinaloa, de las reacciones a manifestaciones de violencia por parte de los medios comunicación, pero igualmente de la función del gobierno ante causas de defunciones de la población.

la las de las

--Percepción de la inseguridad Aunado a estos datos sobre la funcionalidad del sistema social, se pueden revisar algunos datos demoscópicos sobre la percepción de inseguridad. Los datos duros de homicidios, no arrojan un resultado en que haya corresponsabilidad entre la incidencia en el total de defunciones y el lugar que ocupa en los medios de comunicación el tema de los delitos de alto impacto. Entonces, cabe interrogarse del lugar que ocupa la lucha contra la inseguridad tanto en la percepción social, como en el goal attainment (logro de objetivo de la matriz AGIL de Parsons) en la sociedad mexicana y sinaloense. La sexta encuesta nacional sobre inseguridad (ENSI) (5) del Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad A.C. (ICESI) presenta los resultados de un estudio levantado en 2008. El ICESI a partir de un cruce de las variables que generó la ENSI y relacionado 5

El ICESI publica en su sitio de internet dos cuadernillos de resultados de la ENSI-6: (a) los resultados nacionales y por entidad federativa: http://www.icesi.org.mx/documentos/encuestas/encuestasNacionales/ENSI-6.pdf (b) los resultados en 14 ciudades y zonas urbanas del país: http://www.icesi.org.mx/documentos/encuestas/encuestasNacionales/ENSI6_urbana.pdf 52


las estadísticas de homicidios de ese mismo año produjo un índice de inseguridad, según el cual Sinaloa es el segundo estado más inseguro. Para elaborar este índice de inseguridad el ICESI tomó tres elementos: la estadística del número de homicidios en las entidades y las respuestas de los encuestados en la ENSI sobre la proporción de delitos a mano armada y sobre la incidencia delictiva. En el caso de las dos variables de la ENSI, Sinaloa se sitúa debajo de la media nacional, pues 8% de los entrevistados en el estado dicen haber sido víctimas de un delito, mientras que la media nacional es de 11%, habiendo entidades como el Distrito Federal con 19%. Por otro lado, de los que se dicen haber sido víctimas de un delito, el porcentaje que reporta que los delitos fueron cometidos a mano armada es del 19% en Sinaloa, siendo la media nacional 25%, mientras que en el Estado de México es del 44%, el Distrito Federal 37%, Guerrero 33% y Chiapas 26%. Como puede verse en este variable del índice de inseguridad Sinaloa está muy por debajo de otras entidades. La segunda variable que integra el índice de inseguridad es la tasa de delitos por 100 mil habitantes, aquí Sinaloa se coloca también por debajo de la media. Finalmente, en lo que se refiere al número de homicidios, Sinaloa tiene para 2008 la tasa más alta por cada 100 mil habitantes con 43.7, según las estadísticas de la Secretaría de Seguridad Pública. Estos datos permiten analizar que si bien la percepción social sobre inseguridad no entra dentro de los parámetros altos, ni tampoco los resultados de las preguntas sobre victimización, sin embargo, la estadística sobre homicidios empuja el índice que recibe Sinaloa a lo más alto del país. A partir de esta constatación, se hace pertinente plantear algunas interrogantes para dilucidar el estatus de la inseguridad en Sinaloa: (a) el hecho de que haya más de mil homicidios violentos en Sinaloa en 2008, convierten la entidad en la más insegura; (b) la percepción de la sociedad corresponde con el índice de inseguridad, es decir, es posible que la gente no se reconozca como víctima pero un cruce de variables represente inseguridad. Las respuestas a estas preguntas son necesarias para poder explicar el fenómeno de la violencia en Sinaloa, además de configurar y conocer la percepción social sobre inseguridad en nuestra entidad. Una forma para explorar respuestas a las preguntas planteadas arriba sería a partir de una investigación que comprendiera: por un lado, el análisis de los resultados del apartado de percepción de inseguridad pública de la misma ENSI; y por el otro, validar a partir 53


de estudios la socialización de las expresiones de violencia en el Sinaloa, es decir, la delincuencia, los homicidios y la inseguridad, y realizar el cruces del conjunto de estas variables. Por ejemplo, en el primer aspecto, la ENSI arroja los siguientes resultados: En el renglón de percepción de inseguridad, Sinaloa se ubica en la media nacional con 67% (la nacional es 65%), habiendo entidades como el Distrito Federal con 85%, Chihuahua 83% y Estado de México 76%; cuando la pregunta es si su municipio es inseguro, el porcentaje para Sinaloa baja a 54% y Chihuahua queda en 73% y el Distrito Federal en 66%. En el porcentaje de las personas que dejaron de hacer algo por temor a la inseguridad igual Sinaloa se encuentra en la media nacional con 76%. Finalmente, un indicador que es altamente representativo es la respuesta sobre el porcentaje de hogares que tomaron al menos una medida de seguridad, aquí Sinaloa tiene un 39%, ubicándose debajo del 45% de la media nacional, mientras que en Chihuahua es de 66%. Como se puede apreciar, mientras que en los homicidios Sinaloa tiene la tasa más alta por cada 100 mil habitantes, tanto en las variables que componen el índice de inseguridad del ICESI, como en las variables de la ENSI sobre percepción, Sinaloa está inclusive por debajo de la media nacional. Es decir, la ciudadanía sinaloense no percibe a su municipio o entidad como el más inseguro. Faltaría complementar este análisis con otras variables como las expuestas arriba, sin embargo, esto puede ser un primer acercamiento al tema. En cuanto a la percepción sobre la inseguridad que arroja la ENSI en las 14 ciudades y zonas urbanas del país seleccionadas, se pueden destacar estas consideraciones sobre el caso de la capital de Sinaloa, Culiacán: 1. En el porcentaje de personas que declaran haber sido víctima de un delito (victimización) Culiacán es la más baja de las 14 ciudades y zonas urbanas seleccionadas (pág. 9). Además, baja de 2004 a 2008 de 22% a 12%. Tomando en cuenta sólo a los residentes de Sinaloa baja a 11% (pág. 16). 2. En la tasa de victimización urbana por 100 mil habitantes, Culiacán es la más baja de las 14 ciudades y zonas urbanas seleccionadas (pág. 12) 3. En delitos a mano armada, Culiacán reporta el 31% de aquellos que han sido víctimas de un delito. Mientras que en Acapulco 49%, Zona Ciudad de México 45%, Ciudad de México 41%, Distrito 54


Federal 37% y Cuernavaca 33% (pág. 24) Cabe señalar que es el 31% de 12%, mientras que en los casos de la capital del país son 45% del 19% (pág. 24 y 9) 4. En el porcentaje de las personas que dejaron de hacer algo por temor a la inseguridad en Culiacán es de 46%, debajo de 10 ciudades y zonas urbanas, donde el porcentaje fue de 66% a 50% (pág. 61) --Conclusión A manera de conclusión se puede destacar que estos datos permiten observar la falta de corresponsabilidad entre la proporción de atención de los medios a la violencia y a los homicidios producto del narcotráfico, con la percepción que reporta la encuesta del ICESI, al menos hasta el 2008. Por lo tanto, se desprende la posibilidad de que el goal attainment de la matriz de Parsons, en la acción social del gobierno federal y los intereses que representan los medios de comunicación, no esté lográndose a la hora que se determinan su agenda. Al menos eso se demuestra y refleja en el análisis de las estadísticas de defunciones 2000-2008 y las encuestas sobre percepción de inseguridad en el ámbito nacional y en Sinaloa.

55


SINALOA Y LA SIERRA: EL “NARCO” Y LA MIGRACIÓN

Arturo LIZÁRRAGA♦, Ernestina LIZÁRRAGA•, y Jorge Abel GUERRERO♣.

Coordinador del Cuerpo Académico de “Movimientos Migratorios y Desarrollo Regional” de la FACISO. Miembro del SNI. • Egresada y graduada de la Maestría en Ciencias Sociales. ♣ Comunicólogo y sociólogo. Egresado de la Maestría en Ciencias Sociales. 56


Introducción La pobreza y el cultivo de amapola y marihuana en la sierra sinaloense explican, en gran medida, los movimientos de población en los municipios que ahí se localizan: ante la escasez de fuentes de trabajo, los habitantes se ven obligados a emplearse en el narcocultivo, de tal suerte que cuando éste se expande, a corto plazo hay propensión a arraigar la población en tales lugares, pues se dinamizan las economías locales; y, cuando se le combate –como en la actualidad- y ante la falta de opciones, se provoca que la gente busque en otras regiones los ingresos económicos que en sus localidades de origen no logran conseguir. Por otra parte, un aspecto íntimamente relacionado con el narcocultivo es la violencia que se genera a su alrededor; tan es así, que en algunos de los municipios de la sierra los homicidios ocupan los primeros lugares como causal de mortandad… y de emigración. De esta manera, podemos decir que existe un círculo vicioso de pobreza-narcotráfico-violencia-migración. ¿Qué efectos tiene la actual crisis económica mundial sobre tales componentes sociales en la sierra sinaloense? La hipótesis que guió esta indagación es que, pese a la “guerra contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno federal, ante la ausencia de disyuntivas de trabajo y a los efectos de la crisis económica sobre la emigración internacional, los habitantes de la sierra continuarán dedicándose a esa actividad y, consecuentemente, la violencia se incrementará. Para la elaboración de esta ponencia se utilizaron tanto métodos cuantitativos como cualitativos. En el primer caso, para conocer el comportamiento de la emigración al extranjero, recurrimos a la base de datos del proyecto FOMIX Sin-C2006-C01-33383, misma que contiene los resultados de una encuesta por muestreo aplicada a nivel estatal por el Cuerpo Académico Movimientos Migratorios y Desarrollo Regional de la Facultad de Ciencias Sociales. La encuesta, aplicada en diciembre de 2008 y enero de 2009, constó de 783 unidades muestrales, distribuidas proporcionalmente en todo el estado de Sinaloa considerando el número de casas ocupadas por municipio1. Para dar cuenta de la marginación de los municipios serranos, retomamos los indicadores del Consejo Nacional de Población (CONAPO), mientras que los referentes a la violencia se tomaron de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA).

1 Realizada con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Gobierno del Estado de Sinaloa a través de los Fondos Mixtos (FOMIX). 57


Respecto a los métodos cualitativos, recurrimos a las entrevistas e historias de vida de actores sociales, ya sea partícipes de la emigración, como víctimas –o victimarios- de la violencia y del narcotráfico. La información fue complementada con referencias bibliográficas y hemerográficas.

--El Sinaloa oculto Entre otros aspectos, el estado de Sinaloa es famoso por las explotaciones de sus extensos valles agrícolas cuyos productos son enviados, en gran parte, al mercado de los Estados Unidos. Estas explotaciones generan enormes riquezas, por lo que grandes cantidades de personas de diferentes regiones se dirigen ahí en busca de mejoras en sus ingresos económicos: según algunos investigadores, son más de 200,000 los trabajadores agrícolas que se emplean en tales labores, muchos de ellos procedentes de otros estados de la República Mexicana, entre ellos, Guerrero, Oaxaca y Michoacán (Posadas, 1980; Guerra, 1998). Los municipios captores de inmigrantes son los que se encuentran en los grandes valles, y son, principalmente, Culiacán, Navolato, Guasave y Ahome en donde, en consecuencia, se encuentran también las mejores condiciones de vida (Guerra y Rocha, 1988; Guerra, 1998). Pero existe otro Sinaloa, un estado olvidado que rara vez aparece en las estadísticas de los logros oficiales. En las zonas que lo componen no existen actividades económicas considerables ni apoyos institucionales que redunden en una vida decorosa para sus habitantes. Estos son los municipios cuya población se encuentra mayoritariamente en la sierra: Chóix, Mocorito, El Fuerte, Sinaloa de Leyva, Badiraguato, Cosalá, San Ignacio, Concordia y Rosario. Los municipios que componen ese ´otro Sinaloa´, se parecen entre sí: en todos ellos los principales medios de transporte son avionetas, camionetas especialmente equipadas para transitar por improvisados caminos de terracería y las recuas, que lo hacen por veredas y lechos de arroyos en tiempo de secas. Debido a ello, los habitantes están casi incomunicados buena parte del año. Por la dificultad de la comunicación y lo intrincado de la sierra, no es posible que se desarrollen ahí actividades económicas en gran escala y, en consecuencia, la falta de trabajo es la constante. Salvo en contadas localidades en la sub-sierra, la población se encuentra dispersa por las mesetas, por lo que carecen de los servicios públicos más elementales, como electricidad, agua potable, instituciones de salud y educativas (Martínez, 1998; Madariaga, 1996). 58


En ellos, el panorama es el siguiente: aunque la extensión de tierras de tales municipios alcanza el 55.02% del total estatal, la dedicada a la agricultura representa apenas el 27.2%, según datos del propio Gobierno de Sinaloa2. A pesar de la estrechez de las actividades agropecuarias, son éstas las que identifican a los municipios, pues alrededor del 58.4% de la Población Económicamente Activa (PEA) se dedica a ellas, en tanto que la que se ocupa en actividades industriales apenas alcanza el 12.8% (Madariaga, 1996), y esto sin mencionar que es básicamente en talleres artesanales. Salvo en contados casos, la población se encuentra dispersa por la serranía, como lo ilustran los ejemplos de Cosalá, que cuenta con 142 localidades, pero sólo la cabecera municipal tiene una población superior a los 2,500 habitantes; San Ignacio, que cuenta con 327, pero 256 de ellas ni siquiera rebasan los 50 habitantes3; y Concordia, que consta de 224 localidades pero 165 de ellas no rebasan los 50 habitantes (sólo la cabecera municipal supera los 2,500). En buena medida debido a esta dispersión, en los nueve municipios más del 57.86% de la población carece de agua potable y más del 31% carece del servicio eléctrico. No es de extrañar que en el año 2000 la población rural de los nueve municipios fuese del 74.1%, y que en algunos municipios fuese aún más elevada: Badiraguato la población rural es del 92.4%; en Sinaloa de Leyva es del 80.6%; en Chóix 79.5%, y Concordia 74.7% (CONAPO, 2005). Las instituciones de salud son pocas y, las que existen, se localizan en las cabeceras municipales, condición que redunda en una alta morbilidad, siendo las enfermedades diarreicas las predominantes (SSA). Ni qué decir de las escasas instituciones educativas. Resultados4: en Baridaguato el 19.21% de los habitantes mayores de 15 años son analfabetas; Concordia el 13.75%; Cosalá, más del 21.9%; Choix 23.87%; El Fuerte 13.84%; Rosario 13.17%; San Ignacio 14.6%; en Mocorito 18.43%; y en el municipio de Sinaloa de Leyva 23.25% (INEGI, 2002). De acuerdo con los indicadores, son los municipios que tienen mayores índices de marginación CONAPO5 (Tabla 1). 2

http://www.sinaloa.gob.mx/index.php/municipios consultado el día martes 25 agosto del 2009. 3 En San Ignacio dos localidades concentran al 25% de la población total. 4 El porcentaje de población analfabeta a nivel nacional es de 8.37, y a nivel estatal (Sinaloa) es de 6.42 5 Los indicadores de marginación empleados por CONAPO son en porcentajes: de población de 15 años o más analfabeta; de población de 15 años o más sin primaria completa; de viviendas sin drenaje ni escusado; sin energía eléctrica; sin 59


Tabla 1: Municipios de Sinaloa según población total, lugar ocupado a nivel estatal y nacional por índice y grado de marginación, 2005. Lugar en el Índice deGrado de Municipios contexto marginación marginación estatal De la sierra Badiraguato 1.52704582 Muy alto 1 Choix 0.6253342 Alto 2 Sinaloa 0.24175658 Alto 3 Cosalá 0.20383697 Alto 4 San Ignacio -0.09805285 Medio 5 Mocorito -0.10632149 Medio 6 Concordia -0.43557015 Medio 8 El Fuerte -0.44126411 Medio 9 De los valles Elota -0.24813608 Medio 7 Navolato -0.64952022 Medio 10 Rosario -0.66685994 Bajo 11 Angostura -0.80716451 Bajo 12 Guasave -0.8363706 Bajo 13 Escuinapa -0.8364408 Bajo 14 Ahome -1.35344426 Muy bajo 15 Salvador Alvarado-1.3788648 Muy bajo 16 Culiacán -1.4343102 Muy bajo 17 Mazatlán -1.6353144 Muy bajo 18 Fuente: Estimaciones del CONAPO con base en el II Conteo de Población y Vivienda 2005, y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2005, IV Trimestre. Apuntamos, sólo como una aparente paradoja, lo siguiente: los municipios que componen ese Sinaloa de pobreza extrema, desde los tiempos de la Colonia hasta los años treinta del siglo XX, vivieron un gran esplendor económico debido a los grandes centros mineros, que eran los más importantes de lo que ahora es el Noroeste del país. agua entubada; con hacinamiento; con piso de tierra; sin refrigerador; de población en localidades con menos de 5000 habitantes y porcentaje de población ocupada con ingreso de hasta dos salarios mínimos. 60


--El narcotráfico en los municipios serranos La exclusión y marginación social que imperan en los altos de Sinaloa son caldo de cultivo para que se lleven a cabo ahí las actividades ligadas al narcotráfico, como refiere un periódico de circulación nacional, donde se sostiene que en la sierra de Sinaloa, la miseria es abono para el cultivo de drogas y que “las opciones fuera del negocio ilícito son poquísimas, aunque las hay. Para la mayoría, sin embargo, quedan los trabajos de sicario, camello o agricultor” (“Ese verde tan peculiar de la mariguana”, en La Jornada 23-08-2009)1. Por tal, los habitantes de la sierra son un capital social y productivo importante para la continuidad del fenómeno del narco. No sólo eso, sino que además, “un aspecto importante en los espacios rurales es que, de hecho, los habitantes no ven ni conciben su labor agrícola peculiar desde una perspectiva moral, ni tampoco inscrita en los ámbitos de la desviación social, sino sencillamente como una actividad económica para enfrentar las dificultades y penurias de su existencia” (Córdova, 2005:212). Dada la naturaleza del narcotráfico, no se cuenta con estadísticas certeras sobre su magnitud en Sinaloa; sin embargo las referencias bibliográficas y hemerográficas hablan de su presencia desde hace muchos años. En efecto, la historia se remonta al siglo XIX, años en que los inmigrantes chinos iniciaron el cultivo de amapola, aunque, hay que decirlo, fue en los años 40 del siglo XX cuando su cultivo se expandió a toda la región serrana y una enorme cantidad de campesinos se involucró en tal actividad (Lazcano y Córdova, 1991; Astorga, 1995 y 1996). La sierra es escenario clave en el conjunto de actividades ligadas con la producción de enervantes, dadas las características que ofrece, como es referido por estudiosos del tema: “han sido zonas con condiciones naturales propicias y una enredada orografía que han facilitado la siembra de la amapola y la mariguana (Córdova, 2005)”. La sierra fue y aún es referencia obligada cuando se aborda el fenómeno. Señala Ortega Noriega, “las tierras altas donde antaño floreció la minería hoy se mencionan como el lugar donde se producen estupefacientes para el mercado internacional de narcóticos” (Ortega, 1999). Para dimensionar la importancia de la cosecha y siembra de enervantes en los altos de Sinaloa referenciamos una nota periodística publicada en el portal de internet “Es Más.com”, en el apartado de 1

http://www.jornada.unam.mx/2009/05/23/index.php?section=sociedad&article=0 40n1soc Consultada el 28-08-2009 61


Noticieros Televisa. La nota dice: “Sinaloa, principal centro de cultivo de droga”, y en ella se cita la declaración de Óscar Fidel González Mendivil, procurador de Justicia de Sinaloa quien sostiene que en el estado “se cultiva una quinta parte de la droga que se destruye en el país”, y que “once de los 18 municipios del estado de Sinaloa, en sus zonas limítrofes con la sierra, cuentan con centros de producción de marihuana y amapola, drogas que se cultivan, producen y trafican en el estado (...) el municipio de Badiraguato, en los límites con los estados de Durango y Chihuahua, es el lugar donde se concentra la mayor superficie de cultivos de droga, principalmente marihuana, enervante que, según las autoridades, sigue contando con mercado (“Es Más”, Noticieros Televisa 24-06-2002)2. Es por ello que los municipios de la sierra forman parte de los objetivos del gobierno en los operativos para erradicar la producción de drogas, como el Plan Sierra Madre que despliega el Ejército en las zonas limítrofes de Sinaloa, Durango, Chihuahua y Sonora; su principal objetivo es la erradicación de cultivos ilícitos y el combarte al tráfico de armas de fuego en las zonas serranas de esos estados. Sólo en junio de este año “un total de mil efectivos militares llegaron a Sinaloa para fortalecer el Plan Sierra Madre” (El Financiero en línea 15-06-20093). En todo lo referido por académicos, funcionarios y la prensa –con diferentes enfoques y niveles de análisis- encontramos un punto de coincidencia: las condiciones naturales y sociales de la sierra son vitales para entender la fuerza del narcotráfico pues, como sostiene Sergio Ortega Noriega en su obra Breve historia de Sinaloa: A pesar del esfuerzo de las autoridades, la historia del cultivo de drogas en la sierra de Sinaloa ha seguido las fluctuaciones del mercado internacional, que ha cambiado sus demandas a la mariguana, a la heroína y a algún otro alcaloide. …. Este problema parece no tener fin, porque el mercado no se agota por las utilidades que reditúa a los principales traficantes y por la miseria que priva en la sierra de Sinaloa (Ortega, 1999: 217).

--El narcocultivo como fuente de ingresos

2

http://www.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/240846.html http://www.elfinanciero.com.mx/ElFinanciero/Portal/cfpages/contentmgr.cfm?d ocId=196151&docTipo=1&orderby=docid&sortby=ASC consultada el 28-082009 3

62


Aunque por la naturaleza del narcotráfico se desconocen las cifras de dinero que gira a su alrededor, así como el número de personas que se dedican a él, es una de las actividades económicas más importantes en Sinaloa. Por tal vía se han construido grandes fortunas y se emplean tantas personas que sus periodos de auge y contracción se manifiestan en la economía y la demografía regional. Por ejemplo, cuando se incrementa la actividad retiene población en los lugares de cultivo, debido a la derrama económica que conlleva; cuando se le combate, la gente deja las comunidades; no cuenta con otras formas para sobrellevar sus condiciones de vida. Podemos mencionar el caso de la amapola, de la cual se extrae la goma de opio. La explotación de esa planta requiere mano de obra especializada. Para cultivar la planta y para obtener la goma: se trabaja en cuadrillas –de 6 a 8 integrantes, comandados por el más experto de ellos-, en las que cada uno de los que la componen tiene una función determinada ganada por la experiencia y quien, generalmente, es el contacto con “el inversionista”. El inversionista es el que hace los gastos de adquisición de semilla e insumos y aperos, pago a los trabajadores (más alimentación y bebidas, armas de alto poder, parque y equipo de radiocomunicación), quienes son reclutados de las rancherías cercanas a los plantíos en los tiempos de siembra y cosecha. El kilo de opio, pagado en la zona de cultivo tiene un valor de $30,000, pero ya en la frontera norte alcanza el de $30,000 US, según nos dice “Polo”, un campesino de Salvador Alvarado que cuenta con esa experiencia. Por su parte, el kilo de mariguana en “greña”, los campesinos lo venden a $1,000.00 M. N. Por eso es tan importante económicamente. Al respecto de la importancia del narcocultivo, un ex Presidente Municipal de Cosalá nos aseguró que alrededor del 60% de los ingresos de la economía proviene de la emigración, y el restante 40% son del narcotráfico y de las actividades primarias. Es tan importante el narcotráfico para los municipios serranos que, al llegar el periodo de siembra y cosecha de marihuana -que es en verano-, familias enteras "se van pa´ arriba a trabajar en el cultivo", incluidos niños y jóvenes quienes dejan la escuela para irse al cultivo, según nos dice un profesor de la UAS, en Cosalá. Lo mismo sucede después del periodo de lluvias para el cultivo de la amapola. Según Juana Fernández4 , comerciante de un 4

Los nombres de quienes nos proporcionaron este tipo de información están cambiados. 63


municipio de la sierra, se contrata personal de todas las edades para trabajar en la siembra de amapola y marihuana, porque "aquí -la cabecera municipal- no hay trabajo". Y eso le alegra, pues, dice la misma Juanita, que “cuando hay dinero arriba (en las rancherías serranas), hay dinero abajo”, es decir en la cabecera municipal, pues el comercio se reanima. En otra ocasión, un anciano de Ajoya, del municipio de San Ignacio, decía que “sembrar legal no sale. Por eso se le busca el lado, pero el gobierno anda por el viento y por la tierra quemando las siembritas. No deja trabajar a gusto. Mas antes sí”. El anciano se refería al cultivo de mariguana y amapola, que por la sindicatura de Ajoya abunda. Así es cómo el tráfico de drogas resuelve en parte el problema de empleo y el ingreso y, de paso, el de la emigración: retiene a la población campesina en las comunidades donde se cultivan las plantas; si se le combate, entonces los habitantes bajan a los valles del estado o se van a Estados Unidos. Por eso es que sembrar mariguana o amapola no significa ningún problema moral para los campesinos (en todo caso judicial, pero éste se puede salvar mediante relaciones con los responsables de combatir su cultivo). ¿Sembrar maíz o fríjol para el autoconsumo u otros productos que no dejarán ninguna utilidad monetaria, o sembrar drogas, que aunque de alto riesgo, son cultivos que reditúan ganancias rápidas y considerables? La respuesta no requiere de grandes esfuerzos de imaginación: ante la escasez de tierras laborables y a lo poco redituable de los cultivos legales, muchos habitantes prefieren seguir el corto aunque sinuoso camino de la siembra de estupefacientes; otros siguen el largo y espinoso camino de la emigración internacional. --La crisis financiera en E U y la migración internacional El 7 de Septiembre de 2008, las autoridades norteamericanas reconocieron que varias instituciones financieras de Estados Unidos estaban en bancarrota y que, ante ello, tomarían el control de algunas compañías de financiamiento hipotecario. A los pocos días, el 15 de septiembre, el banco de inversión más antiguo de Estados Unidos –el Lehman Brothers- se declaró en quiebra, “ejemplo” que siguieron sucesivamente otras instituciones, con lo que la alarma cundió a nivel mundial. La causa principal, se dijo, se debió al otorgamiento indiscriminado de créditos para vivienda; los estados donde se inició fueron del suroeste de los Estados Unidos: Arizona y California, justo donde radica la mayoría de los migrantes mexicanos. Una vez dada la voz de alarma, las autoridades mexicanas hicieron lo propio, pues veían un inminente regreso masivo de mexicanos que radicaban en el país vecino. Si bien las evidencias mostradas por 64


algunas investigaciones muestran que el retorno de los mexicanos no ha tenido la magnitud que se suponía (Alarcón et al, 2009), sí es un hecho que la crisis ha redundado en la desaceleración de la migración indocumentada: “Se estima que el flujo de inmigrantes indocumentados llegaba en promedio a 800 mil por año entre 2000 y 2004, y que esta cifra disminuyó a 500 mil entre 2005 y 2008, con una tendencia decreciente (Passel y Cohn, 2008, tomado de Alarcón et al 2009). En los más recientes meses, algo similar ha ocurrido con el envío de remesas a México. Entre enero y junio de 2008 se enviaron 12, 580 millones de dólares al país, en el mismo lapso pero de 2009 el monto se redujo a 11,078.7 millones de dólares, según cifras del Banco de México. Tal impacto de la crisis sobre la migración se refleja en Sinaloa. --La emigración internacional desde Sinaloa En la entidad, es alta la emigración al extranjero, pese a que hasta hace muy poco tiempo no se reconocía el fenómeno. En el año 2005, el estado ocupó el lugar número 13 (con el 2.0% del total) en el rankin nacional de expulsión de población hacia los Estados Unidos. Esta cifra equivaldría a 330, 000 personas, aunque si se considera a los descendientes de segunda y tercera generación la cifra prácticamente se duplicaría, alcanzando las 650,000 personas. Las cifras varían según la fuente, pues tales cálculos son inferencias estadísticas: en realidad, el número exacto no lo podremos saber, toda vez que existen sinaloenses que realizan viajes por temporadas que van desde los tres meses sustitutivos hasta permanecer de manera definitiva en aquel país. El hecho es que la emigración internacional es de grandes cantidades. Hay municipios serranos en que el porcentaje de familias que cuentan con uno o más miembros con experiencia de una o más viajes hacia los Estados Unidos alcanza más del 40%5, como Cosalá, Concordia, Badiraguato, Chóix (Lizárraga, 2004; García, 2005), cifras que la hacen equiparable a la de municipios de Zacatecas y Jalisco en los que la migración internacional es de larga data. Una de las características de la emigración hacia EU desde Sinaloa, son sus altos niveles de participantes sin los documentos legales para cruzar la frontera: de 59.61%, (Tabla 2). Como vimos, este tipo de migración ha sido el más afectado por la crisis. 5

Considerando sólo a las familias que, por permanecer en el lugar de nacimiento ofrecen la información, pues otras se fueron íntegras a vivir a EU. 65


Tabla 2: Formas de cruce de la frontera. Documentaci贸n

Porcentaje

Con documentos

40.39

Sin documentos

59.61

Total

100

Fuente: Encuesta FOMIX SIN-C2006C01-33383.

66


Queremos llamar la atención sobre otra característica importante de la emigración internacional en Sinaloa: son dos estados de la Unión Americana los que aglutinan el 80.18% del total de la emigración internacional: California, con el 52.16% y Arizona con el 28.02%, justo los estados en los que la actual crisis económica comenzó a manifestar sus estragos (Tabla 3). Tabla 3: Destino de la migración sinaloense. Estados de la Unión Americana Porcentajes California

52.16

Arizona

28.02

Texas

1.29

Nevada

1.72

Carolina del Norte

4.74

Washington Colorado

2.16 1.29

Fuente: Encuesta FOMIX Sin-C2006-C0133383.

Si analizamos la evolución de la emigración a través de los periodos intercensales, nos damos cuenta cómo ésta aumentó su ritmo de crecimiento a partir de los años 80, pero vio una aceleración sin precedentes entre los años comprendidos entre el 2000 y el 2008, lo que podría ilustrar los efectos de la situación económica nacional Es decir: los grandes porcentajes del total de sinaloenses con uno o más viajes al extranjero se concentran en quienes viajaron a partir de 1980 hasta 2008, pues ellos concentran el 75% del total de viajes hacia EU. Pero lo que llama particularmente la atención es que, a partir del año en que hace explosión la actual crisis mundial del capitalismo (2008), la emigración de los sinaloenses está viendo notorios descensos: mientras durante los años 2006 y 2007 se alcanzó la cifra de 16.38% y 26.72% de los viajes en 2006 y 2007 respectivamente, en el año 2008 solamente se alcanzó el 8.62%. 67


Claro que la caída en el número de emigrantes a los Estados Unidos ha afectado de manera negativa el ingreso de divisas por ese concepto en la economía regional. De acuerdo con las cifras proporcionadas por el Banco de México (BM), en el periodo comprendido entre los meses enero-junio de 2008, Sinaloa captó 253 millones de dólares, sin embargo, una vez manifestada fehacientemente la crisis económica, en el mismo lapso, pero de 2009, se observa cómo ha caído sustancialmente las divisas por el rubro de la emigración: entre enero y junio, fueron solamente 236 millones de dólares los ingresados a Sinaloa, según el BM6, aumentando, con ello, la tensión social. --Los saldos rojos de las desigualdades regionales El fenómeno de la violencia es una constante en los municipios de la sierra de Sinaloa, la relación de éstos con respecto a las actividades derivadas del narcotráfico se reflejan fehacientemente en las cifras de mortalidad por homicidios. En una revisión de los datos que publica la SSA de Sinaloa se observa que la Tasa de Homicidios a nivel estatal en el año de 2007 fue de 14.27 por cada 100,000 habitantes (Gráfica 1); este dato lo ubica en el séptimo lugar como causal de muerte en el estado (Grafica 2), en los principales municipios productores de enervantes; la misma Tasa de Homicidios de ese año cuadruplica a la media estatal, como es el caso de Choix 63.13, Cósala 58.85 y Badiraguato 57.45, donde las agresiones físicas son la principal causa de muerte, muy por encima de las enfermedades y de un promedio de 30 causales de mortalidad que maneja la SSA en la tabla de mortalidad estatal. En lo que respecta a los municipios de Sinaloa 23.92, Mocorito 18.40, Concordia 19.39, San Ignacio 16.65 y Culiacán 14.46, las cifras fueron igualmente elevadas, tanto que las agresiones físicas con arma de fuego ocuparon los lugares tercero, cuarto, quinto y sexto respectivamente como causal de mortandad (SSA).

6

http://www.banxico.org.mx/polmoneinflacion/estadisticas/balanzaPagos/balanza Pagos.html 68


Grafica 1: Tasa de Homicidios Sinaloa, 2001-2008.

Tasa de homicidios (00,000)

25

20

15

10

5

0 2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

A ñ o s

Fuente:S.S.A. Sinaloa

69


70


Tasa de homicidios (00,000)

Grafica 3: Tasa promedio de homicidos en municipios de la sierra 2001-2008. 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

A ñ o s Fuente: S. S. A. Sinaloa

Entre los años 2007 y 2008 hay una diferencia sensible en el comportamiento de la violencia en Sinaloa. En 2007 hay una disminución en la tasa de mortalidad por agresiones (homicidios), el número de casos reportados en ese periodo fue de 402 con una tasa de mortalidad 14.27 respecto al número de casos de 2006 que fue de 489 con una tasa de 17.50 respectivamente. Sin embargo en 2008 coincidentemente con la crisis económica mundial que estalla en E.U. vuelve a modificarse el índice de homicidios en Sinaloa, el número de casos correspondientes a 2008 es de 558 homicidios con una tasa de 15.93. Se evidencia una arritmia en los índices de homicidios en Sinaloa entre 2007 y 2008 (véase grafica2). El recrudecimiento de la violencia según los índices registrados en 2008 en Sinaloa sitúan la variable homicidios (agresiones) como la quinta causa de muerte en Sinaloa, contrastándola con respecto a 2007 en donde esta misma ocupo el séptimo lugar, es evidente que la violencia en Sinaloa se ha incrementado sustantivamente. Conclusiones --Como se observó a través de los indicadores sociodemográficos, la extrema pobreza es una constante en la sierra sinaloense; --El narcotráfico es una actividad que proporciona recursos económicos a los pobladores serranos; 71


--El narcotráfico, pese a la guerra en su contra, está en pleno auge, proporcionando empleo en la sierra; --La crisis económica está inhibiendo los sinaloenses a emigrar, además que ha provocado la disminución del monto de remesas que se reciben; --No es aventurado decir que, de acuerdo con el punto anterior, la sierra se ha convertido en una “olla de presión”, y que, en consecuencia sea un factor para que la violencia esté en aumento. Bibliografía Alarcón, Rafael, et al, 2009, “La crisis financiera en Estados Unidos y su impacto en la migración mexicana”, en Migraciones Internacionales, Vol. 5, Núm. 1, Enero-Junio 2009, pp. 193-210. Astorga A, Luis, 1995, Mitología del narcotraficante en México, UNAM-Plaza y Valdez Editores. Astorga Almanza, Luis, 1996, El siglo de las drogas, Espasa, Calpe, Méx. Cano, Arturo. “Ese verde tan peculiar de la mariguana”, La Jornada, 23 de mayo de 2009. Carrillo Rojas, Arturo, 1994, "Sinaloa: Minería y Empresarios", Facultad de Historia, UAS. Córdova, Solís Nery, 2005, Tesis de doctorado, La narcocultura en Sinaloa: Simbología, transgresión y medios de comunicación, UNAM. García, Castro Ismael (2005), “Formación de una red migratoria trasnacional de Aguacaliente Grande, Sinaloa, a Víctor Valley California”, tesis para optar por el grado de doctor, Universidad Autónoma de Sinaloa, México. Guerra Ochoa, María Teresa, 1998, Los trabajadores de la horticultura sinaloense, Universidad Autónoma de Sinaloa/Comisión Estatal de Derechos Humanos, Culiacán, Sin. -------------- y Rocha, Rubén, 1988, “Tomate amargo”, U.A.S., Culiacán, Sin. Lazcano Ochoa, Manuel y Córdova Solís, Nery, 1992, Una vida en la vida sinaloense, Universidad de Occidente, Los Mochis, Sinaloa. Madariaga Ceceña, José Santos, 1996, Perfil socioeconómico del estado de Sinaloa y sus 18 municipios, UAS, Culiacán, Sin. Nacaveva, A., 1994, Diario de un narcotraficante (Novela), Costa Amic, Editores, S.A., México, D.F. Ortega Noriega, Sergio, 1999, Breve historia de Sinaloa, F.C.E. México.

72


Ortiz Pincheti, Francisco, 1997, “De la cuna al cementerio”, en Revista Proceso, No. Sep. 1997. -----------------, Ortiz Pincheti, Francisco, Miguel Cabildo, Federico Campbell e Ignacio Rodríguez, 1981, La Operación Cóndor, Proceso, México Posadas Segura, Florencio, "Registro cronológico de las luchas de los obreros agrícolas migratorios en Sinaloa", en Ciencia y Universidad, No. 13. UAS, 1980. Rivera, Miguel A., 2000, "El Narcotráfico. El surgimiento y su expansión", periódico Noroeste, lunes 10 de enero del 2000, Culiacán, Sin. Referencias en internet Banco de México (BM), http://www.banxico.org.mx/polmoneinflacion/estadisticas Consejo Nacional de Población (CONAPO), http://www.conapo.gob.mx/ Gobierno del Estado de Sinaloa http://www.sinaloa.gob.mx/ Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), http://www.salud.gob.mx/ http://www.conapo.gob.mx/index.php?option=com_content&view=articl e&id=78&Itemid=194 Consultado el día martes 25 de agosto del 2009. http://www.conapo.gob.mx/publicaciones/margina2005/AnexoA.pdf Consultado el día martes 25 de agosto del 2009. http://www.conapo.gob.mx/index.php?option=com_content&view=articl e&id=126&Itemid=204 Consultado el día martes 25 de agosto del 2009. http://www.inegi.org.mx/inegi/default.aspx?s=est&c=10215 Consultado el día martes 25 de agosto del 2009.

73


74


LOS CONGLOMERADOS MULTIMEDIA y la literatura latinoamericana

Jenny GUERRA GONZÁLEZ♥ ♥

Comunicóloga especializada en estudios culturales, es profesora en la UNAM y la UNIPRES. Efectúa un doctorado en Estudios Latinoamericanos (UNAM). 75


Resumen: En la última década del siglo XX, la internacionalización enfática de los mercados y el desarrollo y la masificación de una tecnología informativa de largo alcance permitieron una más amplia circulación de bienes de todo tipo. Esta nueva dinámica, que por supuesto afecta a los bienes simbólicos, alcanza a la ciencia, el arte y la literatura de un modo tal que se reconfiguran bajo el sistema neoliberal y en el caso de esta última, en la dinámica de las editoriales metropolitanas. Si en la década de los ochenta y principios de los noventa, las multinacionales del libro habían cooptado una enorme parte de la industria editorial en América Latina y el mundo, y por ende de su producción literaria, a finales de los noventa, se comenzaba a experimentar una nueva tendencia que afectaría a estas industrias culturales, los conglomerados multimedia. Abstract: In the last decade of the twentieth century, the internationalization of markets and emphatic development and the spread of a far-reaching information technology enabled a wider circulation of goods of all kinds. This new dynamic, which of course affects the symbolic goods, reaches the science, art and literature in a way that is reconfigured under the neoliberal system and in the latter case, the dynamics of metropolitan publishers. Yes in the eighties and early nineties, the multinationals of the book had co-opted a huge part of the publishing industry in Latin America and the world, and therefore of his literary production, in the late nineties, began to experience a new trend that would affect these cultural industries, the media conglomerates La trayectoria del libro impreso en América data de 1539, cuando por intervención de fray Juan de Zumárraga, se instala en la entonces capital de la Nueva España la primera imprenta. Durante los tres siglos siguientes, la publicación de revistas, suplementos literarios, libros, periódicos, páginas y libelos se haría de forma cuasi artesanal y a escala minúscula, debido en parte a su escasa demanda, pues como ha de recordarse, sólo un pequeño porcentaje de la población sabía leer. Así que una industria editorial formal en América Latina sólo es posible hasta el primer tercio del siglo XX, cuando en México José Vasconcelos pone en marcha el programa editorial de la recién instituida Secretaría de Educación Pública (1921), para dotar de materiales de lectura a los alumnos de todos los niveles de educación. Mientras que en Sudamérica, Gonzalo Losada y Mario Medina del Río, españoles republicanos que huían del franquismo por la persecución política, fundan en Argentina dos de las primeras casas editoriales de tipo industrial en Latinoamérica: Losada (1938) y Emecé Editores (1939), respectivamente. 76


La creación de estas editoriales marcaría el inicio de la primera de tres etapas en las que es posible clasificar la génesis y el desarrollo de tal industria en Latinoamericana: (1. Editoriales culturales, 2. Multinacionales del libro, 3. Conglomerados multimedia). Para el crítico uruguayo Angel Rama, el periodo de 1940 a 1970 es el de las editoriales culturales; afirmaba que merecían tal calificativo pues publicaron y se arriesgaron con escritores desconocidos y libros que previsiblemente tendrían poco público pero cuya calidad artística les hacía correr el riesgo, como los textos primigenios de los narradores del boom. Esas editoriales, creadas, dirigidas o asesoradas por equipos intelectuales, manifestaron responsabilidad cultural, propiciaron la edición de obras nuevas y complejas e interpretaron las demandas iniciales de lectores recién alfabetizados y en un buen número incorporados al sistema universitario. Fabril Editora, La Flor, Galerna, Sudamericana, Joaquín Mortiz, Grijalbo, Monte Ávila y Fondo de Cultura Económica -estas dos últimas, iniciativas de carácter estatal- se convirtieron en las principales productoras y exportadoras del libro en español de 1946 a 1961, cuando España dejó de producir como consecuencia de los desastres de la guerra civil; hasta que en 1962 este país recuperó el liderazgo gracias al apoyo del Estado, que percibió las pérdidas que ocasionaba al censurar la producción de uno de sus sectores económicos más rentables. En este contexto, es importante destacar la apertura de editoriales industriales (que producían tirajes masivos) en el subcontinente, su desarrollo y consolidación como una consecuencia directa de este fenómeno, pues alguien debía absorber por fuerza la labor de manufactura y exportación que dejaban pendientes los europeos, sobre todo en lo referente a literatura y libros de texto. A fines de los setenta se registra una transformación radical del mercado editorial latinoamericano. Las editoras culturales entraron en graves crisis y en cambio emergieron fuertes durante los años ochenta las multinacionales del libro (segunda etapa de la industria a nivel regional, 1980-1995), mediante la adquisición de las arruinadas (Losada, Joaquín Mortiz), la puesta en práctica de sistemas de comercialización masiva a domicilio (“the book month club”) o la venta de series populares en los supermercados. Las multinacionales Planeta, Santillana y luego Random House acapararon el mercado del libro en Latinoamérica con una estrategia que inició en octubre de 1959 en Estados Unidos, cuando comienza a cotizarse en la bolsa de Nueva York una primera emisión de acciones de la Random House. Las acciones que salieron a la venta en un precio de 77


$11.25 USD, en unos meses se cotizaban ya a $45.00 USD. El resto de las grandes editoriales norteamericanas como Simon & Schuster, Alfred Know y W. W. Norton hicieron lo mismo en poco tiempo; la consecuencia directa de esto fue que en pocos años la edición dejó de ser un negocio casi familiar o casero, y comenzó la época de las múltiples adquisiciones de las editoriales más pequeñas pero con un mercado fiel y consolidado, por parte de las que habían incrementado su poder en la bolsa; vino la formación de grupos y más adelante, de los conglomerados multimedia de fin de siglo. Estos monopolios multinacionales surgen porque es difícil ofrecer algo nuevo en el mercado de libros tradicional, de varios siglos, al igual que hacerlo crecer en la proporción que necesita la gran industria para dar dividendos. La alternativa para que las empresas que empezaban a cotizarse en la bolsa aseguraran sus tasas de ganancia, era aprovechar los nuevos públicos, libros de texto y de bolsillo, y copar el mercado eliminando la competencia. El proceso que inició en los años sesenta no ha hecho más que acelerarse e internacionalizarse desde entonces. Los grandes grupos aprovecharon las contingencias económicas y políticas que comenzaron a vivirse en América Latina y que habrían de impactar a la industria del libro y fueron captando a los públicos masivos que desbordaron el estrecho cerco de las élites lectoras, disputándoselo a las editoras oficiales y culturales que habían sido las primeras en detectar la presencia de esos nuevos públicos. Y esto se debió a que no hay comparación entre lo que publicaban las multinacionales y lo que esforzadamente daban a conocer las editoras culturales, las cuales procuraban descubrir nuevos valores, prestándoles su ayuda para acercarlos al público, mientras que las primeras atendieron exclusivamente al rendimiento económico. Pese a que estas casas editoras incorporaron a sus catálogos prácticamente todos los títulos vendibles de las literaturas nacionales de la región, dejaron de prestar ayuda a las nuevas invenciones. Como diría Ángel Rama en su momento: “este cambio en las políticas editoriales no es ningún efecto de la “perversidad anticultural”, sino una imposición del mismo sistema masivo que no permitió a las casas editoras sino manejar títulos con un alto margen de confiabilidad de ventas”. La argentina Fabril Editora, pionera en la edición de la mejor literatura del momento, desapareció en 1972, mientras que Losada, al cumplir cuarenta años de trayectoria en 1978, vio el retiro de su fundador, y la venta de la mayoría del paquete accionario que dificultosamente recuperó luego Gonzalo Losada. 78


El caso de Emecé es ejemplar: entre otros, en ella difundieron su obra Borges, Bioy Casares, Eduardo Mallea; incorporó al español lo mejor de la literatura anglosajona, y se constituyó hasta en guía del lector hispanoamericano; aunque al final se transformó en una adocenada productora de novelas baratas internacionales, pero que le permitió subsistir hasta el año 2000, cuando Grupo Planeta la adquirió por unos 15 millones de dólares, transacción que se debió a la imposibilidad de pagar los derechos de sus autores relevantes.1 Joaquín Mortiz, editora mexicana, se restringió durante mucho tiempo al campo nacional. En 1985 fue adquirida también por Planeta enmedio de las crisis económicas de México, de 1976 a 1982, año en que aquélla se sumía en la quiebra. En tanto, la también argentina Sudamericana, que fue casa de Ernesto Sábato, Julio Cortázar y Manuel Puig, siguió la misma línea de Emecé y comenzó a editar best sellers. La editorial que publicara Cien años de soledad en 1967 y creara Piragua, colección de libros de bolsillo, en 2001 fue adquirida por Random House Mondadori (empresa producto de la fusión de Random House, división editorial de Bertelsmann AG, la mayor empresa internacional -de origen alemán- de comunicación, comercio electrónico y contenidos interactivos, y Mondadori, líder en libros y revistas en Italia).2 En la última década del siglo XX, la internacionalización enfática de los mercados y la masificación de una tecnología informativa de largo alcance, permitieron una más amplia circulación de bienes de todo tipo. La nueva dinámica, que por supuesto afecta a los bienes simbólicos, alcanza a la ciencia, el arte y la literatura de un modo tal que se reconfiguran bajo el sistema neoliberal y las acciones de las editoriales metropolitanas. Sí en la década de los 80 y principios de los 90, las multinacionales del libro habían cooptado una enorme parte de la industria editorial en América Latina y el mundo, a fines de los 90, se comenzaba a experimentar una nueva tendencia que afectaría a estas industrias culturales, los conglomerados multimedia3. 1

Mesografía: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Planeta/compra/625/millones/editorial/ar gentina/Emece/elpepicul/20010104elpepicul_4/Tes/ 2 Mesografía: http://www.randomhousemondadori.es/Quienes/QuienesGrupo.aspx 3 En un primer momento se formaron conglomerados heterogéneos, juntando empresas dedicadas a la producción de cualquier cosa: electrodomésticos, petróleo, armamento, libros, lo que fuera. Era la época en que por ejemplo, Simon & Schuster podía ser adquirida por la corporación Gulf and Western. Con 79


Las tradicionales corporaciones editoras europeas, principalmente españolas, que tenían influencia en la región como Planeta, Santillana y Mondadori, entraban en la lógica empresarial que empezaba a transformar a los mass media; de medios informativos y de entretenimiento al servicio de empresas, grupos capitalistas, partidos políticos o como instrumentos de difusión del Estado, se convirtieron en grupos de medios que imponen su agenda política y económica. Las fusiones y megafusiones, las alianzas estratégicas, integraciones verticales y horizontales y la conformación de conglomerados, tan comunes hasta entonces en las empresas mercantiles, industriales y de servicios financieros, entraron a formar parte de la cotidianidad en la gestión de las empresas encargadas de la información, la cultura y el entretenimiento. Este fenómeno no tendría mayor significado si se tratara de empresas comunes y corrientes que se desempeñan en una economía de mercado competida y globalizada; sin embargo, reviste especial atención por tratarse de medios de infocomunicación, que comenzaron a presentar una marcada tendencia en la concepción del negocio que deja de lado la función social que, querámoslo o no, cumplen estas empresas. Estos grupos transnacionales de medios que están compuestos por cadenas de televisión, periódicos, radiodifusoras, proveedoras de cable e Internet, vieron en el tercer milenio la oportunidad de ampliar su zona de influencia adquiriendo medios de comunicación locales y nacionales con audiencias atractivas. A ese reciente interés se sumaría la adquisición de grupos editoriales, consolidados en los anteriores 20 años, comprando y vendiendo compañías más allá de sus fronteras. Las editoriales en los conglomerados multimedia

el tiempo se impuso otra lógica, orientada a buscar sinergias, que condujo a la formación de lo que se llama hoy conglomerados multimedia, que significa la integración de la industria editorial en conjunto más o menos coordinados de empresas dedicadas a la industria del espectáculo (música, prensa, cine, radio, televisión, cable). El resultado no es sólo un sistema de administración de la cultura como el que describió Adorno en los años sesenta, un sistema de producción estandarizada, sino también un mecanismo de producción y publicidad que se retroalimenta, donde los productos son a la vez mercancía, capital y publicidad de otras mercancías. Korda, Michael (2004). Editar la vida: mitos y realidades de la industria del libro. México: Debate. Pp. 358-353. 80


En el ámbito de la edición en español Bertelsmann AG sería el primero en integrarse como un conglomerado al adquirir en 1998 al grupo estadounidense Random House4. Al grupo alemán le siguieron Grupo Prisa (propietaria de Editorial Santillana desde marzo de 2000) y finalmente Grupo Planeta, consorcio español que aglutina a más de sesenta empresas en siete áreas de negocio diferentes, destacándose Grupo Antena 3, el portal de venta de libros en Internet Casa del libro y el periódico español La Razón. Bertelsmann AG es una corporación de medios de comunicación transnacional fundada por Carl Bertelsmann en 1835, como una empresa de publicaciones con sede en Gütersloh, Alemania. Empezó su expansión en 1958 cuando fundó la compañía discográfica Ariola Records y cuatro años después en España el Círculo de Lectores. Hoy, Bertelsmann consta de 6 divisiones corporativas: RTL Group, empresa de radiodifusión europea; Gruner + Jahr, editora de revistas (la más grande en Europa y la segunda más grande del mundo); BMG (Bertelsmann Music Group), división que se compone en especial de Sony BMG Music Entertainment, empresa conjunta entre Sony y Bertelsmann; además de etiquetas como Arista, Columbia Records, Epic Record, Jive y RCA Record. Arvato es otra de las compañías del conglomerado que realiza servicios de comunicación e impresión a la propios mass media y centros financieros, mientras que Direct Group se encarga de la distribución de libros y música que producen las otras compañías del grupo. Respecto de Random House, que se dedica a la edición y venta de libros, fue fundada en 1925 por Bennet Cerf y Donald Klopfer en Estados Unidos. En los años 60 adquirió los sellos independientes Alfred A. Knopf Inc. y Pantheon Books, pero cinco años después pasó a ser propiedad del corporativo de medios RCA. En 1998, Bertelsmann compra Random House, que uniría más tarde con Bantam Doubleday Dell, editorial que publica el libro de los Record Guinness, convirtiéndose así en el líder mundial de este sector. Para 2001, el grupo alemán se aliaría al grupo italiano Mondadori --lo que significa que la participación de cada parte en las ganancias es del 50 por ciento--, producto de esta joint venture, Random House Mondadori S.A., nacía como un punto de reunión 4

En 2001 el grupo alemán se aliaría al grupo italiano Mondadori creando Random House Mondadori S.A., fusión con la que pretendían consolidarse en el mercado latinoamericano del libro. 81


en el cual convergen sellos como Areté, Beascoa, Debate, DeBolsillo, Collins, Electa, Grijalbo, Lumen, Mondadori, Montena, Plaza & Janés, Rosa dels Vents y Sudamericana. Random House Mondadori está estructurado en varias divisiones geográficas: España; Cono Sur, con empresas en Argentina, Chile y Uruguay; y América Central, con presencia en México, Venezuela y Colombia. Además, distribuye y exporta sus títulos a más de 45 países de América Latina, Asia, Europa y Estados Unidos. De los sellos que conforman el grupo, los que difunden y dan mayor acogida a la literatura latinoamericana son Grijalbo, Mondadori, Plaza & Janés y Sudamericana. Entre los trece sellos del grupo, se editan más de 800 novedades editoriales al año. Sin embargo, pese a la megaestructura del conglomerado alemán, en 2009, como consecuencia de la crisis económica global, redujo sus ganancias en 1.400 millones de euros, un 9,6% menos que en 2008. Esta reducción de las ganancias de Bertelsmann se debió a la caída de las ventas de su filial G + J, las cuales cayeron en un 9,4%, quedándose en los 2,500 millones de euros. La empresa editorial acusó durante el pasado año la grave crisis que azotó el sector de la publicidad, que se tradujo en una reducción en su margen de beneficios del 9,8%. Ha de mencionarse que de los 18,800 millones de euros que el grupo facturó en 2007, 210 millones de euros pertenecieron a Random House Mondadori. Beneficios que se debieron fundamentalmente a que en España logró colocar, entre los diez libros más vendidos del año, cuatro de sus títulos: La catedral del mar (puesto 1), de Ildefonso Falcones; Un mundo sin fin (3), de Ken Follet; La sangre de los inocentes (5), de Julia Navarro; y El cuento número trece (6), de Diane Setterfield. Además de que en el mercado de habla hispana (España y América Latina) el grupo vendió más de 22 millones de unidades, unos 60,000 libros al día, generando beneficios por 12 millones de euros, un aumento en ganancias del 70 por ciento. En marzo de 2000 el Grupo Prisa (Promotora de Informaciones S. A.), propiedad de Ignacio Polanco Moreno, adquiere al Grupo Editorial Santillana, integrado por un conjunto de empresas que efectúan su actividad en el área del español y del portugués y entre las que destacan tres de las editoriales más importantes en lengua hispana: Taurus, Alfaguara y Aguilar. Con la adquisición, el corporativo español – también integrado por el diario El País, el Grupo Latino de Radio, el Grupo de televisión Sogecable, entre una docena más de empresas-, se convirtió en el primer grupo de comunicación, educación, cultura y entretenimiento en español, que opera en países de Europa y América. 82


En España llega diariamente a más de 18 millones de personas a través de la prensa; cuenta con más de 10 millones de oyentes en sus diferentes programaciones de radio y tiene casi dos millones de abonados a la plataforma de televisión digital. En América Latina, Prisa es propietaria de Caracol Televisión en Colombia, accionista de la cadena de televisión ATB de Bolivia; en México es accionista del grupo Radiópolis en asociación con Televisa, así como accionista mayoritario de CRN (Consorcio Radial de Chile) y propietaria de las licencias de Radio Continental y su emisora FM Hit. Sin embargo su carta más fuerte en educación y cultura en la región y en el mundo de habla hispana es el Grupo Santillana y en específico el sello editorial Alfaguara, especializado en edición de obras de ficción mediante dos líneas principales. De un lado, la que publica literatura contemporánea escrita en lengua española de ambos lados del Atlántico; del otro, la que da a conocer lo más significativo, renovador y sobresaliente de la literatura en áreas idiomáticas distintas de la española. Con presencia en 18 capitales latinoamericanas –incluyendo Brasil desde 2006- y con la apertura de la filial en Miami en 2000, Alfaguara ha logrado en los últimos años (desde 1994) un auge nunca antes visto en la publicación de la literatura en español, puesto que edita casi en la totalidad de los países de habla hispana, lo que ha favorecido a su concepto editorial global. Este empezó a usarse en 1993, coincidiendo con el lanzamiento --en España y Latinoamérica-- de la novela Cuando ya no importe, de Juan Carlos Onetti. Otro que ha sido parteaguas en la edición en español es Grupo Planeta, cuyo origen es Editorial Planeta, fundada en 1949 en Barcelona. Es un grupo multimedia que opera en los rubros editorial, audiovisual y de comunicación en España, Portugal y Latinoamérica. Aglutina a más de 60 empresas en 7 áreas de negocios; destacan el Grupo Antena 3 (medios como Antena 3 TV y la cadena de radio Onda Cero), el portal de venta de libros en Internet Casa del libro y el periódico español La Razón. Planeta es el primer grupo de comunicación español de capital íntegramente familiar y uno de los escasos que se mantiene en este régimen, en un sistema dominado por el corporativismo. Su actual presidente es José Manuel Lara Bosch, hijo del fundador de Editorial Planeta, José Manuel Lara H., quien falleció en 2003. También es el primer grupo editorial de España y el séptimo en el mundo; su expansión empresarial comenzó en 1969 pero alcanzó relevancia en los años 80 con 83


la adquisición de editoriales tan prestigiosas como Seix & Barral y Ariel. La primera de ellas publica ochenta títulos al año. Planeta en América Latina inició con la adquisición de editoras regionales como Joaquín Mortíz y Emecé. En 2007 adquirió el 55% del grupo Casa Editorial El Tiempo, editora del diario El Tiempo de Colombia y las revistas Cambio, Aló y Don Juan, así como el 40% del canal de televisión CityTv, el tercero más visto en el país sudamericano. Pese a lo anterior, Planeta es reconocido en la región por las filiales editoriales que posee en México, Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela, Chile, Colombia, Ecuador y Estados Unidos. Desde su sede en Miami, Planeta Publishing Corp, promociona y distribuye productos del grupo en Estados Unidos, el Caribe y Centroamérica mientras que desde Barcelona, Seix Barral, publica los títulos de escritores latinoamericanos en su versión de libro de bolsillo, Booket. El 70% del catálogo editorial de las filiales del grupo lo conforman títulos locales. Grupo Planeta gestiona un volumen de negocios de 2,500 millones de euros; mil corresponden al ámbito editorial, y cuenta con 12,500 colaboradores. El 23 de abril de 2008 compró al grupo editorial francés Editis por mil millones de euros, lo que dio lugar a un gigante editorial europeo que aportará al español una “dimensión francófona” y potenciará la presencia del consorcio en Latinoamérica. ¿Cómo operan los gigantes? El juego sucio y sus implicaciones en la literatura Los libros no dejan ver la literatura Rosa Mora, periodista de El País Hemos podido apreciar la estructura y el poderío de las empresas editoriales que dominan el mercado del libro en español y que operan bajo la modalidad de conglomerados multimedia. En este contexto, profundizaremos en las implicaciones que su reestructuración mercantil tiene en los contenidos que producen social y culturalmente, poniendo especial énfasis en el ámbito literario latinoamericano. El derrotero de una edición, primero a partir de un creador, luego el editor y después las grandes empresas que son las casas editoriales, es un camino intrincado para llevar la creación del autor al potencial lector. Si en Latinoamérica, antes de 1980, las relaciones entre escritores y 84


quienes los publicaban no dejaban de ser tensas, con la incursión de las editoriales multinacionales, éstas se hicieron más complejas y por ende, difíciles. Considerando que el boom fue un aliciente para que se produjera un gran número de obras, no siempre de calidad, las editoriales atendieron este fenómeno privilegiando el aspecto mercantil: temáticas de moda, creadores carismáticos, etcétera -en una suerte de marketing para bienes culturales-. Aunque se dice que la década de los 80 fue perdida para la región en lo económico, político y social, lo literario también se vio afectado puesto que vio surgir en el aspecto creativo, una línea de autores como la chilena Isabel Allende, que hacían una narrativa de crítica social con toques del realismo mágico, que explotaba temas tabú como la sexualidad y la crítica política a las dictaduras, capaz de garantizar el éxito; y a la par arribaban y se consolidaban los grandes grupos editoriales, sobre todo españoles. En los años 90 comienza lo que André Schiffrin llama La edición sin editores y Víctor Barrera Enderle como La alfaguarización de la literatura latinoamericana, que no son más que categorías que pretenden resumir el panorama editorial de fines de siglo, permeado por la globalización y la lógica neoliberal. Los autores de un catálogo editorial se convierten en superestrellas mediáticas, bajo un modelo de industrias culturales que se limitan a transmitir mensajes ligeros (“mensajes mercancía”) que cautiven a una amplia audiencia y que maximicen las utilidades, lo que implica para el sistema literario cierta regularización formal y distributiva en la composición del objeto literario. La compra de Grupo Santillana por parte de Prisa, de Random House por Bertelsmann y la conformación de Planeta como grupo multimedia, conllevan la creación de nuevas estrategias para la comercialización de productos tan particulares como son los libros. Para estos gigantes está claro que deben cubrir todos los frentes si quieren ser capaces de competir, permanecer, sobresalir y triunfar en este mercado. ¿Cómo lo hacen? En primer término, aplicando de manera muy “peculiar” el concepto de globalización; esto es, comprando los derechos en castellano a nivel mundial de autores muy “locales” y publicándolos únicamente en el país en el que cada uno de ellos tiene éxito, cerrándole muchas puertas al autor respecto al resto de mercados en lengua castellana. No hay que olvidar que Barcelona y después Madrid son las capitales del libro en español y de la literatura latinoamericana en específico. Si un escritor latinoamericano tiene la intención de ser distribuido en todos los países a donde la editorial tiene presencia, es menester que la casa matriz le apruebe su obra, en caso contrario, deberá recurrir a la filial de su país de origen, limitándose a la promoción que se 85


le haga a nivel nacional o en países cercanos al suyo. Este factor ha ocasionado que escritores como Santiago Rocagliolo, Juan Gabriel Vásquez, entre otros, radiquen en España, quizá emulando un poco lo que hizo el chileno Roberto Bolaño, quien triunfó después de haber vivido la mitad de su vida en Barcelona, luchando a brazo partido con los sellos catalanes. La otra alternativa es ganar un premio importante: Seix Barral, Anagrama, Planeta o Alfaguara. En consecuencia, cuando se ha firmado al autor y publicado el libro, el conglomerado al que pertenece la editorial hace uso y gala de su infraestructura mediática, recurriendo para el lanzamiento de la nueva obra a desplegados e inserciones en las secciones culturales de sus periódicos o de los diarios con los que tiene convenio; efectuando entrevistas especiales en las estaciones de radio y televisión del grupo o de sus socios; organizando firmas de libros en grandes cadenas libreras o en los stands de la editorial en las ferias del libro, y a últimas fechas, chateo con internautas en la web del sello editorial o en algún sitio especializado. Todo lo cual es en resumidas cuentas, el Plan de Medios de la editorial en cuestión. Hasta aquí podemos ver la punta del iceberg en la operación “externa” de las grandes editoriales. Pero en el fondo y para conocer la posible injerencia que tienen sobre los contenidos de las obras, sean literarias o de cualquier otro tipo, es necesario retomar el hecho de que los conglomerados son, de un lado, empresas mercantiles y, de otro, entidades que cumplen la función social de informar, entretener y transmitir cultura. Por lo tanto, desde el punto de vista gerencial se deben identificar en su conformación dos dimensiones que mantienen una relación simbiótica aunque busquen objetivos diferentes. De acuerdo al diagrama 1, de una parte está la dirección administrativa. Se encarga de realizar convenios contractuales, maneja las relaciones con el mercado de factores, con los proveedores y distribuidores y direcciona las acciones empresariales para lograr los objetivos económicos estratégicos de la empresa mediática. Esa dirección administrativa se encarga de que el producto se venda en el mercado; y garantiza que sea adquirido al mayor precio por los consumidores que, para este efecto, se denominan mercado de anunciantes, representado por empresas, gobierno y personas que compran espacios en los medios para publicar avisos publicitarios, propagandísticos o simples clasificados.

86


Diagrama 1. Estructura de los conglomerados multimedia (Ocampo, 2004) En el mismo nivel jerárquico se encuentra la dirección de contenidos. Es aquí donde se estructura la línea editorial y se elabora el producto comunicativo. De ella dependen los comunicadores que “fabrican” los mensajes --en este caso, los editores o revisores que seleccionan y aprueban las obras que han de publicarse—y que serán ofrecidos a otros consumidores, los cuales están en el mercado de la audiencia y adquieren el producto informativo mediante suscripciones, compra directa o hasta en forma gratuita. El diagrama indica que el mercado de bienes y servicios en las industrias culturales sufre una bifurcación: una rama representa ingresos, y la otra, costos, aunque ambas van de la mano alimentándose mutuamente. Del mercado de anunciantes se obtienen los mayores ingresos. Para la empresa suele ser la principal fuente de recursos. Se 87


calcula que para los periódicos, los ingresos por publicidad representan el 75%; para las revistas, el 60%; y para radio y televisión abierta, el 100%. Por otra parte, el mercado de audiencias está compuesto por quienes consumen los mensajes, es decir, los telespectadores, radioyentes, lectores, suscriptores e internautas. Para lograr una audiencia numerosa, muchas de las empresas tienen que invertir sumas considerables de dinero en la ampliación de redes, aumento del tiraje, capacidad de los transmisores, grandes montajes propagandísticos. Aunque estos esfuerzos por ampliar la cobertura son cuantiosos, las empresas incurren en ellos con el fin de lograr una audiencia que garantice mayores ingresos por la venta de la pauta publicitaria. En el caso del libro, al no operar bajo la lógica del patrocinio, los tirajes se ven reducidos hasta los 200 ejemplares y los contratos de la mayoría de los autores a sumas simbólicas. En una situación ideal la dirección de contenidos y la dirección administrativa, además de tener el mismo nivel jerárquico, actuarían con total independencia. Negocio e información estarían separados y la función social de informar se ejercería sin presión alguna. En la realidad, estas dos instancias trabajan en forma mancomunada. No obstante, la dirección editorial se ve en muchas ocasiones supeditada a los objetivos económicos que prevalecen y que suelen garantizar la supervivencia de la empresa, en especial cuando se trata de compañías privadas que actúan en una economía de mercado. Lo anterior conduce a lo que María Cristina Ocampo Villegas, investigadora de la Universidad de la Sabana en Colombia, llama el unanimismo informativo, que aunque anteriormente se consideraba exclusivo de la radio y la televisión, ahora también se desplaza al ámbito literario. Los autores del subcontinente, sin perder necesariamente sus características individuales o regionales o quizá por ello, entran en la corriente de la “alfaguarización”, que bajo sus leyes decidirá qué producto rebasará los límites del país y cuál se quedará con el mercado local y con un tiraje mínimo. Esto provoca, entre otras cosas, que el autor elabore, mucho antes de escribir su obra, la mejor manera de ofrecer el futuro producto para hacerlo atractivo. Un ejemplo de ello, dice Víctor Barrera Enderle en Entradas y salidas del fenómeno literario actual o la “alfaguarización” de la literatura hispanoamericana, ha sido la aparición del Crack narrativo mexicano (1996). El grupo se promocionó originalmente como un paquete de cinco novelas, que por separado aportaban poco o casi nada, pero en conjunto podían llamar algo la atención, esto sumado a un inocente manifiesto 88


capitulado que resultó muy provocador para el mercado. La estrategia se unió a otras en Hispanoamérica (los Nuevos Narradores en Chile, que opusieron la “realidad virtual” al realismo mágico como estrategia de marketing y se “vendían” en antologías como la de McOndo, o la Generación X en España que comerciaba su propia incapacidad creadora al grito de “Soy un escritor frustrado”). Y el resultado no se hizo esperar: la industria cultural multinacional los “legitimó” y los regresó a sus países como el nuevo paradigma. A esto se suma la imposición a escala casi planetaria de un género literario, la novela policíaca, que es impuesto casi como condición obligada de acceso al mundo literario actual, e incluso, como idioma insustituible o como clave interpretativa de la realidad. Ciertamente vivimos una suerte de boom de la novela policial en Latinoamérica. Algunos autores han reemplazado al policía por el periodista o el curioso. Otros escritores, más clarividentes, ya advierten la absoluta esterilidad y agotamiento del género, como lo dijera el argentino Mempo Giardinelli afirmando que con obras como La ciudad anterior de Gonzalo Contreras, La traducción de Pablo de Santis o Santiago Cero de Carlos Franz, no había “nada nuevo bajo el sol”. Otro efecto colateral de este proceso, este sí positivo, ha afectado la relación literaria capital-provincia en el mercado local, eliminado paulatinamente la hegemonía del centro (donde se conglomeran las editoriales). Si el producto es vendible, poco importa que provenga del rincón más apartado y “menos desarrollado” del país; basta que el autor lo provea con los elementos necesarios para su exportación, aunque ésta sea regional. Una muestra de los efectos de las nuevas dinámicas comerciales de la industria, es lo ocurrido en 2007 con la narradora de Costa Rica Ana Cristina Rossi y su novela Limón Reggae. La trama gira en torno a las luchas revolucionarias en Centroamérica desde los años 60 hasta la actualidad. Fue publicada en una editora independiente, Editorial Legado, mientras que el libro que le precedía, Limón Blues --ambos forman parte de una trilogía-- salió al mercado con el sello de Alfaguara. Al ser cuestionada al respecto, Rossi sostuvo: Cuando iba a salir novela la gente decía “Limón Reggae debe ser malísima, ¿no ves que por algo no se la publicó Alfaguara?” Es la idea que tienen de Alfaguara, que es lo máximo. …hubo muchos malentendidos con ellos. Alfaguara es una transnacional que discrimina a los centroamericanos y sólo los españoles pueden circular por el mundo; pese a que Limón Blues 89


ganó varios premios nacionales e internacionales, y que guste y sea pedida, que va ya por la 5ª edición y hay una edición cubana, Alfaguara le pone barreras para circular en otros países. Entonces ¿qué sentido tiene publicar con ellos? Yo publiqué en Alfaguara con mucha ilusión pero no por el prestigio del sello sino porque era una manera de abrirse un caminito a salir, por lo menos al resto de Centro América. Pero cada filial de Alfaguara funciona como una empresa aparte, y si te ponés a verlo, Alfaguara y Legado son igual, empresas locales, con la ventaja de que Legado tiene un libro más barato y tiene más disponibilidad a hacerlo circular en Centro América, si el libro lo permite. Para la gente que cree que el sello lo es todo bajé de calidad. Este libro es la denuncia de todo ese mundo neoliberal y me parecía que si Alfaguara se comportaba como una transnacional lagarta, no debía publicarla con ellos. Alfaguara me lo dijo muy claro, que a partir del 2003 la línea es comercial.

Desde exiguos pagos de derechos, tirajes reducidos, poca o nula distribución, destrucción de libros no vendidos, la lista de quejas contra las trasnacionales del libro es innumerable. Durante la 20a edición de la Feria del Libro de Bogotá, quien esto escribe realizó una entrevista a Guillermo Carta, ex editor de Grupo Editorial Norma5, ahora editor independiente. Señalaba que los escritores “de moda” como Santiago Gamboa, Jorge Volpi, Juan Gabriel Vásquez y Laura Restrepo, entre otros 5

El Grupo Editorial Norma es una filial de Norma Comunicaciones, empresa especializada en la edición y comercialización de libros, que tiene también como filial a Parramón Ediciones. Norma Comunicaciones hace parte de Carvajal S.A., organización que integra catorce empresas que operan en América Latina y España y ofrecen servicios y productos para diversas áreas de la industria. Grupo Editorial Norma inició operaciones en 1960 bajo el nombre de Editorial Norma S.A., comercializando textos escolares de editoriales extranjeras. En 1985 se inicia en el desarrollo de sus propios textos para la educación primaria y secundaria, consolidándose como uno de los más importantes editores escolares de Colombia; a la par comienza a publicar libros de interés general, libros infantiles, álbumes, obras de literatura y ensayo. A principios de 1990 el grupo comenzó un ambicioso proceso de internacionalización en el mercado de habla hispana creando editoriales propias en diversos países y comprando editoriales locales ya consolidadas y de prestigio reconocido (Tesis y Kapelusz en Argentina y Farben en Costa Rica), extendiendo su operación a catorce países de Iberoamérica y al mercado de habla hispana de Estados Unidos, que atiende desde Puerto Rico Mesografía: http://www.librerianorma.com/empresa/empresa.aspx 90


son prostituidos por los colosos del libro que al adquirir los derechos de una obra que por sí sola ha obtenido el éxito, sea mediante la obtención de un premio o el reconocimiento del público y la crítica, aprovechan para atraparlos con contratos millonarios engañosos que no les permiten publicar en otras editoras que los harían llegar a un mercado diferente. Además de que se tiene el serio inconveniente de impedir la movilidad de nuevos talentos, ya que las editoriales aseguran a los escritores ya reconocidos por el público por cuotas, es decir, pagándoles por la publicación de un número determinado de libros en un tiempo específico, con lo cual los creadores se ven presionados y obligados a bajar la calidad de su trabajo.

No sería de extrañar, así, la idea de un trust global de la cultura con sólo media docena de compañías, con un control casi absoluto del mercado de libros. Los efectos serían incalculables, como asegura el escritor y periodista norteamericano Thomas Frank: No hace falta que nadie tenga la intención de censurar la libre expresión ni de imponer una doctrina, aunque podría hacerse perfectamente con esa estructura, sería incluso fácil: se hace algo más y menos, que es imponer una lógica al campo cultural. Se publica a Milton Friedman lo mismo que a Noam Chomsky o Susan Sontang, el único criterio que cuenta –y ese es el meollo de la transformación- es el índice de ventas; después están el sistema de distribución, la organización de la publicidad, la circulación de novedades, todo el mecanismo de la nueva industria, que afecta inmediatamente a la recepción de los libros y su lugar en la vida pública.

La transformación de la industria editorial en la figura de los conglomerados de medios también se encuentra asociada al crecimiento de los llamados “lectores ocasionales”. Lectores que leen poco pero son muchos, que ante su falta de hábito y gusto por la lectura no leen y desde luego no compran cualquier cosa. Al carecer de un criterio informado, no son un público cultivado, pero tienen bastante claro lo que esperan de la lectura: novelas ligeras escritas por autores famosos (es decir: autores a los que pueden reconocer, cualquiera que sea el motivo), y libros prácticos de religiosidad y autoayuda. BIBLIOGRAFÍA Castro, Cosette (2008). Industrias de Contenidos en Latinoamérica. Buenos Aires: CEPAL. 91


--Escalante Gonzalbo, Fernando (2007). A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública. México: El Colegio de México. --García Canclini, Néstor (2002). Latinoamericanos buscando lugar en este siglo. Buenos Aires: Paidós. --Korda, Michael (2004). Editar la vida: mitos y realidades de la industria del libro. México: Debate. --Lozano, José Carlos (2007). Teoría e investigación de la comunicación de masas. México: Alhambra Mexicana. --Nadal, Jordi y García, Francisco (2005). Libros o velocidad. Reflexiones sobre el oficio editorial. México: FCE. --Palaversich, Diana (2005). De Macondo a Mc Ondo. Senderos de la postmodernidad latinoamericana. México: Plaza y Valdés. --Rama, Ángel (1981). Más allá del boom: literatura y mercado. México: Marcha Editores. --Richard, Nelly (2006). “El destino crítico del arte y las Humanidades frente a los estudios culturales y los saberes de mercado” en América Latina: Historia, Realidades y Desafíos. México: UNAM --Thompson, John B. (1998). Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de comunicación. Barcelona: Paidós. MESOGRAFÍA Barrera Enderle, Víctor. “Entradas y salidas del fenómeno literario actual o la “Alfaguarización” de la literatura hispanoamericana” en Sincronía/Primavera 2002. Revista del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Disponible en: http://sincronia.cucsh.udg.mx/alfaguar.htm --Ocampo Villegas, María Cristina. “Conglomerados multimedia: la nueva tendencia empresarial de los medios de comunicación” en Revista PalabraClave, número 11, diciembre de 2004. Disponible en: http://sabanet.unisabana.edu.co/comunicacion/palabraclave/pclave11.htm --Rojas González, Margarita. “La ciudad y la noche: la nueva narrativa latinoamericana”. Disponible en: http://www.javeriana.edu.co/pensar/eventos/jalla2006/inicio.htm --Zavala, Magda. “Globalización y literatura en América Central: Escritores y editoriales”. Disponible en: http://lasa.international.pitt.edu/Lasa2001/ZavalaMagda.pdf --Zuñiga Pavlov, Jorge. “Signos de globalización en la literatura latinoamericana contemporánea”. Disponible en: http://www.elateje.com/0411/Ensayo041105.htm

92


LAS INDUSTRIAS CULTURALES: SOCIOECONOMÍA DE LA DISCOGRAFIA EN MEXICO

Cristian Daniel TORRES OSUNA♦ ♦

Estudia un posgrado en Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid. Becario “Doctores Jóvenes” de la UAS y de CONACYT. 93


Resumen: El presente trabajo forma parte de un proceso de reconocimiento y evaluación de las industrias culturales en México. Se pretende abordar como objeto de estudio a la industria discográfica, acercándonos a sus particularidades económicas y sociales actuales, sus cambios, afectaciones y posibles escenarios de futuro. Abstract: This work is part of an innovative process of recognition and evaluation of cultural industries in Mexico. It aims to address precisely the recording industry of the country as a young and influential subject. An approach to their specific economic and social particularities, their changes, affectations and possible future scenarios. Keywords: Cultural Industry, Recording Industry, Digital Era. 1. Las Industrias Culturales en México. En la actualidad, la negación de la presencia y potencia de las Industrias Culturales (IC), como componente del desarrollo económico, político, social y por supuesto cultural de los diferentes pueblos del mundo, sería una gran incapacidad práctica e intelectual. En particular en el país, la cultura industrializada aportó un considerable 6.7% del PIB a finales de la década de los noventa, erigiéndose como el cuarto rubro industrial más importante, generando mayor riqueza que sectores como el agropecuario, silvicultura y pesca, construcción, telecomunicaciones, e incluso las remesas internacionales. Es decir, nos encontramos ante una actividad cada vez más beneficiosa para el crecimiento del país, en donde “la cultura como sector de actividad económica, contribuye de manera significativa al conjunto de la actividad económica nacional… con contribuciones que superan a la mayoría de los sectores industriales” (Piedras, Ernesto 2006). El hecho que las I.C. (Disco, Cine, Libro, Videojuegos, Radio, Tv, Prensa Escrita), entendidas como “toda una serie de creaciones simbólicas que, multiplicadas en numerosas copias en soportes materiales o inmateriales, van al encuentro de sus receptores” (Bustamante, Enrique, 2003), fungen como motor y estímulo de alto impacto para la creación de empleo. Constituyen una variada fuente de trabajo para “creadores, intérpretes, empresarios, empleados y trabajadores independientes de empresas productoras, industriales, de medios, de comercialización mayorista y minorista, de agencias de publicidad, instituciones culturales, 94


etc.” (Stolovich, L., Lescano, G., Mourelle, J. 1997). Y una vía por la que también se beneficia la mayoría de núcleos económicos que se relacionan, directa o indirectamente con las grandes fases que componen las I.C. (Creación, Edición-Producción, Reproducción, Distribución, Comercialización). Y esto se referencia en la producción de bienes y/o servicios, marketing, inversión nacional y extranjera y activación de empresas de sectores como el de nuevas tecnologías de la comunicación. El aspecto sociológico-comunicativo de la industrialización de bienes culturales es un elemento clave y por supuesto, de no menos importancia para el crecimiento. “Las industrias culturales hacen posible comunicaciones simbólicas, sus contenidos participan activamente de las matrices culturales que subyacen en las relaciones sociales, sus formas de funcionamiento hacen que se configuren, desdibujen o desplacen las fronteras entre los distintos grupos sociales”, dice Néstor García Canclini (2006). En México, es visible el impacto social que deriva de los consumos culturales; gran parte de las construcciones ideologicas e identitarias se generan desde las representaciones del mundo que los productos culturales comunicativos (libros, música, telenovelas, radio, periódicos, etc.) nos ofrecen; lo que se produce y cómo se produce, incide con fuerza en la confección y evolución de redes sociales, que se gestan en y con los procesos productivos de la industria cultural. En gran medida y sin distinción de niveles económicos o educativos, actuamos de acuerdo a lo que escuchamos, lo que leemos y lo que vemos. En consecuencia, un sector tan dinámico e influyente, debe ser investigado y estudiado. Sin embargo, tanto en México como en el resto de América Latina, existen aun considerables insuficiencias de datos fiables que permitan conocer y evaluar con precisión sobre las particularidades y posibles escenarios, que se dibujan a lo largo de los distintos sub-sectores que conforman las industrias culturales, y por tanto reflexiones teóricas que aporten ideas para la creación de políticas culturales novedosas, democráticas, y con vistas a impulsar un desarrollo sostenible de cada sector cultural, de acuerdo a sus características peculiares, y sus distintas afectaciones en el mercado y la sociedad. 2. La construcción de un objeto de estudio La industria discográfica mexicana (IDM) se ha caracterizado por su versatilidad y empuje de artistas nacionales y extranjeros, fungiendo en muchas ocasiones como trampolín al “mainstream” para creadores e intérpretes, y como fuerte promotor de empleos a lo largo de sus fases de creación, producción y comercialización, dichas características la han mantenido hasta hoy como el sector cultural más productivo, y como un 95


indudable motor de extrema importancia en la economía del país. Ejemplos como “la época de oro” de los años cincuenta retrataban ya la fuerte incidencia de la IDM a nivel mundial, con artistas como Pedro Infante, Jorge Negrete o Los Panchos, o como el gran auge de la industria en la época de los ochenta, donde se realizaban grandes inversiones en artistas noveles y consolidados como Juan Gabriel, José José, Mijares y la primer banda rockera mexicana El Tri, con la certeza de grandes triunfos financieros y discos de oro y platino. A partir de la segunda mitad de la década de los noventas, después de la difícil crisis del peso en 1994, la IDM, continuó experimentando un fuerte crecimiento y se posicionó como el segundo mercado más grande de Latinoamérica después de Brasil, y como impulsor importante del nuevo desarrollo económico del país, logrando facturar 472 millones de dólares por concepto de 68.5 millones de unidades (Yùdice, George, 1999:206), en un contexto de lenta recuperación del “efecto tequila”, donde las industrias y millones de familias se encontraban en serios problemas financieros. Después de varios programas de reajustes económicos, prestamos de países vecinos, algunos controles de la inflación y las devaluaciones monetarias, se sentaron las bases para que el comercio y las posibilidades de crecimiento aumentaran en los 6 mercados discográficos más grandes de América Latina (México, Argentina, Colombia, Chile, Brasil, LatinoEU). El sector discográfico destacaba en el país y en toda la región latinoamericana como una de las industrias con mayor empuje en todos los niveles, caracterizada por la gran diversidad de sus repertorios nacionales y los mercados musicales de mayor crecimiento en el mundo. A finales de la década de los noventa, se posicionaba como el cuarto lugar a nivel mundial alcanzando un valor de 2,600 millones de dólares en ventas, representando el crecimiento más alto de todos por tercera vez seguida en el mundo (Yúdice, G. 1999:187). No obstante, desde finales de los noventa y con énfasis en este nuevo siglo, se han venido produciendo cambios sin precedentes, propiciados por los avances de la telemática en las grandes fases que recorren a los sectores de la I.D.M., internet, la piratería industrial con la copia masiva y las descargas online a través de plataformas P2P, son algunos de los factores que afectan a las empresas Majors y PYMES, modificándolas desde la creación hasta la comercialización, situando a los actores culturales en una encrucijada donde la innovación tecnológica y las condiciones económicas y del mercado, están forzando a una reestructuración profunda, hacia desconocidos escenarios que implican 96


nuevas configuraciones; nuevos actores, modelos de negocio, cambios en la oferta y la demanda, en comportamientos de los usuarios y en la forma de concebir la I.D.M. por parte de gobiernos y expertos culturales. Con el presente trabajo nos unimos a los esfuerzos de estudio de las industrias culturales nacionales, pretendiendo trazar algunas aproximaciones útiles, en el lento pero ya constante estudio de la I.D.M. 3.- Estructura de la IDM; Majors y PYMES La tendencia de concentración mundial de contenidos musicales no es ajena al entorno mexicano, y fue a mediados de la década de los noventas que comenzó a reflejarse en el país, la introducción de filiales de las cuatro grandes compañías que dominan el 80% del mercado global, se tradujo en fusiones, compras de antiguas independientes e inversiones conjuntas con empresarios mexicanos, que buscaban rentabilizar en masa la producción musical nacional; de esta forma se realizaron grandes inyecciones de capital en la producción y promoción de artistas mexicanos y extranjeros. Desde México, con costes de producción más bajos, las empresas EMI Music, Universal, Warner y Sony Bmg, comenzaron a ser rentables y a fungir como trampolines hacia el mainstream mundial. Al otro lado de la moneda, las Pymes1 que son varias veces más pequeñas, en tamaño, personal y presupuesto, son consideradas como “productores, creadores y defensores de otras alternativas y de otras riquísimas expresiones del paisaje musical mexicano no siempre bien conocido” (Estrada, Gerardo, 2006: 13). Este tipo de empresas, suelen apostar más por la diversidad de géneros musicales y arriesgar dentro de sus posibilidades, por aquellos materiales que no encuentran cabida en las majors. En ocasiones, en la constante búsqueda de la supervivencia, actúan como semilleros de éxitos para las grandes, que absorben al artista que ha pasado por un proceso de promoción suficiente para ser lanzado al estrellato masivo, posibilidades que se quedan grandes para una pequeña empresa, que al no poder afrontar los altos costos de distribución que se requieren, tiende a asumir el papel de incubadora. Así pues, el negocio musical en territorio mexicano se encuentra distribuido entre las arriba mencionadas, así como en diferentes tipos de 1

Pequeñas y Medianas Empresas. Ver “La industria discográfica en la nueva encrucijada digital: Particularidades y escenarios de futuro” Cristian Torres, 2009. http://www.ucm.es/info/per3/pdf/Cristian%20Torres%20Osuna.pdf 97


empresas que se relacionan con el sector, desde las dedicadas a la comercialización de nuevas tecnologías, hasta las encargadas de la radiodifusión o la realización de conciertos u otro tipo de espectáculos mezclados con música, sin embargo los cimientos principales de esta actividad industrial, se desarrollan en las grandes fases que recorren a la IDM, en el seno de las empresas Majors o PYMES dedicadas a la producción, distribución y comercialización de los productos sonoros. A continuación realizaremos una breve descripción de esta estructura: 3.1.- Empresas Transnacionales en México: Majors. EMI MUSIC MÉXICO Se trata de una fuerte fusión de capitales entre la mayor compañía musical del mundo, que unió fuerza y dinero con el mayor grupo mediático iberoamericano Televisa, con fines de distribución y comercialización tanto de productos musicales, como de otros productos audiovisuales. EMI y Televisa participan al 50% y dan difusión de forma conjunta a productos que van desde los programas de telenovela mexicana, hasta anuncios de televisión y promoción de artistas musicales. La contribución fundamental de la compañía discográfica, consiste en brindar posibilidades de estructura, capital humano, licencias de distribución y recursos artísticos, mientras que Televisa colabora en las tareas de difusión mediática, dentro de su programación habitual. EMI México, alcanza acuerdos con músicos del país y foráneos e impulsa sus carreras masivamente, un negocio que movió, sólo en este país 360 millones de dólares (300 millones de euros) durante 2004, un 9% más que el año anterior. (Wikipedia, EMI 06/05/09). No obstante, la crisis mundial en el sector discográfico ha golpeado las bases de la empresa, que en los últimos años ha presentando problemas financieros, traducidos en pocos lanzamientos, menor diversidad de géneros musicales, menos promoción, fechas de concierto no confirmadas, etc. EMI Music México cuenta con artistas como Lucero, Aleks Syntek, RBD, Myriam, Fey, Kika Edgar, El Gran Silencio, Plastilina Mosh, Thalía, Intocable, AB Quintanilla & Kumbia All Stars o Vico C., Ivan Rossi, Zoé.

98


WARNER MUSIC MÉXICO Warner Music Group (anteriormente WEA Records) es un grupo multinacional de empresas discográficas que pertenece a un consorcio dirigido por Edgar Bronfman Jr y Charles Flores. Su aparición en México después de varias compras de repertorios, se ha debido a problemas financieros de las antiguas empresas independientes, tal es el caso de la empresa Peerless, la primera empresa fonográfica mexicana fundada en el año de 1933, por Don Gustavo Klinckwort y Don Eduardo Baptista; fabricante y productora musical de discos LP, Casetes y CD, que fue absorbida por la grande que compró su gran catálogo musical, obteniendo los derechos de comerciar a nivel nacional e internacional (http://es.wikipedia.org/wiki/Discos_Peerless 13/09/10). En Warner Music México figuran artistas como: Luis Miguel, Miranda, Arjona, Maná, Ximena Sariñana, Sandoval, Laura Pausini, Yahir, Jesse & Joy, Fueled by Ramen, Motel, Marco, Nadia, Alex Ubago entre otros. (Warner Music, 08/05/09). SONY BMG MEXICO Sony BMG Music Entertainment, fue el resultado de una alianza estratégica al 50% entre las compañías discográficas Sony Music Entertainment (parte de Sony, antes CBS Records) y BMG Entertainment (parte de Bertelsmann), antes Ariola Eurodisc, antes RCA Víctor, completada el 5 de agosto de 2004. La compañía, al igual que el resto de las transnacionales cuenta con filiales alrededor de mundo, en el caso de México se centra en la producción y distribución de artistas de corte nacional como internacional, a costos de producción mucho más bajos que en otros países más desarrollados. Sony BMG alberga artistas tradicionales en el folklor mexicano como Vicente Fernández que recibiera galardón por parte de los premios Billboard, por ser considerado el artista latino del año, asimismo figuran músicos como Gilberto Santa Rosa, Reik y los reyes de la bachata Aventura. (Diario Digital: 08/05/09).

99


UNIVERSAL MUSIC MEXICO Universal Music Group o UMG, anteriormente conocida como MCA Music Entertainment Group ó Philips Records es el grupo financiero y cadena de sellos discográficos más grande en la industria musical. Con un 25.5% del mercado es uno de los Cuatro Grandes Sellos Discográficos. Universal Music Group cuenta también con sellos locales en Australia, Brasil, Canadá, China, Colombia, República Checa, Finlandia, Hong Kong, Hungría, Irlanda, India, Italia, Japón, Corea del Sur, Alemania, Países Bajos, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, Rusia, España, Suiza y Turquía. En México, siguiendo una tendencia muy similar al resto de las majors, cuenta con formulas de éxito preestablecidas, una vasta producción de artistas de todo género vendible entre los que figuran: el afianzado ranchero Pedro Fernandez, los rockeros Kinki, Division Minuscula, Volovan, Babasonicos, el baladista pop Luis Fonsi, etc. 3.2.- Disqueras Independientes: PYMES. Las disqueras independientes en México, han proliferado con la expansión de las nuevas tecnologías, el abaratamiento de los costos de producción y distribución, entre otras. Se caracterizan por estar atomizadas a lo largo del país, y no se cuenta con un registro exacto de la cantidad y la diversidad de géneros que presentan. Sin embargo, se trata de un trabajo en proceso que lentamente empieza a tomar rumbo, tal es el caso de la iniciativa “encuentro de disqueras independientes” que tiene lugar en la ciudad de México anualmente, cuyo propósito es la organización y socialización de las diversas Pymes y las problemáticas existentes en el ramo independiente de la música. A continuación enlistamos algunos sellos y netlabels mexicanos*:

100


Abolipop Records Alienta la creación de música electrónica experimental mexicana de manera independiente. Arts & Crafts Subsello discográfico independiente originario de Canadá, con sede en Ciudad de México. Buscan enriquecer la escena musical indie en el país. Astro Discos Disquera independiente con vocación roquera con representación en México y España. Cero Records Sello fonográfico independiente. Su objetivo es hacer llegar al público propuestas musicales de corte experimental. Denver Discos y Cintas Disquera independiente México-norteamericana especializada en rock, con sedes en la ciudad de México y EUA. Diablito Records Sello disquero independiente que da cabida a diferentes propuestas musicales. Discos Corason Disquera independiente mexicana dedicada a buscar, grabar, producir y promover música tradicional de México y el mundo. Discos

Imposibles

Sello independiente que tiene su sede en Guadalajara, Jalisco que da cabida a música de diversos géneros musicales. Discos Konfort Proyecto cultural independiente, interesado en la difusión de la producción de música electrónica en México. 101


Ediciones Pentagrama Editora y productora independiente de música, libros y DVD's. Noise Kontrol Dist Distribuidora de música creada por artistas y sellos independientes, tanto de México como del extranjero, desconocidos en México. Nuevos Ricos Compañía disquera independiente con base en la ciudad de México y en Amsterdam. Cuenta con un catálogo altamente ecléctico: desde rock nuevo romántico, disco punk, cumbia electrónica y vanguardia ruidosa. *Elaboración propia a partir del encuentro de Disqueras Independientes 2005 organizado por la UNAM. 4.- Grandes fases que recorren la IDM Cuando hablamos de grandes fases, hacemos referencia a “la descripción de un proceso económico completo por el que debe atravesar una empresa, desde la fase en la que se capacita o se invierte en capital humano; se invierte o acumula capital físico; se produce en la fase industrial y se interpreta o se reproduce en formato de comunicación pública de la música” (Piedras, Ernesto. 2004: 88), Dicho proceso económico, pero también sociológico y comunicativo, se configura con algunas variaciones, dependiendo de las discográficas que componen la industria musical en el país. El proceso es el siguiente; Creación Fase imprescindible para el resto del proceso. Aún cuando esta fase normalmente esta fuera de las funciones y responsabilidades de la IDM, y le corresponde al músico realizar su propuesta musical con sus propios medios (compra de instrumentos y equipos necesarios, grabación de maqueta, maquetación inicial, etc.), sin ella no es posible avanzar en el camino hacia la comercialización final, si no hay creador ni propuestas, no hay música ni negocio. Contratación-Inversión Una vez realizado el contacto de los artistas con la empresa o viceversa, se realiza un contrato laboral, en el que se establece si el material musical será regrabado en un estudio o si se mejorará el 102


existente mediante un proceso de remasterización. Si el contrato será temporal o por cantidad de materiales discográficos, etc. En él, se fijan los acuerdos porcentuales y legales de las dos partes, y comienza la inversión directa de la discográfica en el intento de rentabilizar el nuevo material adquirido. Edición Una vez que la propuesta del artista ha sido firmada y los acuerdos legalmente establecidos, se procede a un proceso de edición de sonido y visual del producto, en algunos casos, se regraba el material bajo la batuta de un productor musical, que podría fungir como arreglista del artista, modificando lo que le parezca pertinente para los fines de la empresa, en otros, el material remasterizado se encuentra listo para su proceso de maquetación, en el cual la empresa o el artista hacen uso de diseñadores gráficos, que buscan añadir valor estético a la portada, contraportada, interiores y el disco, mediante gráficos visualmente llamativos y adecuados al contenido musical. Se trata de un proceso fundamental, ya que se trata de dar la aceptación al máster final que saldrá en busca de los consumidores. Así mismo, se trabaja el plan de marketing para buscar las acciones necesarias para alcanzar los objetivos comerciales planteados, en gran medida es aquí donde se apuesta por el éxito del producto. Producción Una vez que el máster final es aprobado por los implicados, se procede a la actividad meramente industrial y tradicional de la cadena, en donde el producto final atraviesa por un proceso de producción a escala. Según el tiraje acordado en el contrato, se realizan las copias del disco y las impresiones, en ocasiones por una maquiladora propia de la empresa, o bien en una que se contrata externamente. En esta fase también se considera el empaquetado del producto, primero individualmente y después en conjunto para continuar al siguiente paso del proceso. En el caso de los netlabels2 este paso se suprime ya que utilizan un solo máster o pocos para poder hacer su distribución. Distribución

2

Se denomina netlabel (también online label, web label o MP3 label) a los sellos discográficos que distribuyen su música en formatos digitales (normalmente MP3 u OGG) a través de la red. (http://es.wikipedia.org/wiki/Netlabel 13/09/10). 103


En la forma tradicional off line el producto empaquetado se mueve, mediante servicios de entrega propios o externos, pasa de la maquiladora hacia los distintos puntos de venta que mantienen acuerdos de distribución con la disquera, y que se comprometen a socializar la publicidad proveniente de la empresa. En la forma on line no hay distribución física del producto, sino a través de formatos de compresión como el .mp3 y el .wav, que se distribuyen a través de distintas plataformas de venta o gratuitas existentes en la red. Comercialización y publicidad En este paso se procede a la venta del producto, en el precio y con los acuerdos porcentuales previamente fijados por la disquera y el punto o plataforma de venta, aunado a un plan de publicidad que busca alcanzar a los consumidores potenciales del material, en ocasiones mediante posters, flyers, espectaculares, revistas, páginas web, programas de radio y televisión, etc. Tanto en internet como en la manera tradicional, es el proceso de búsqueda de la amortización y rentabilidad de lo producido.

104


4.1.- Algunos actores y recursos en la fases de la IDM.* Creación de música. Compra y venta de instrumentos musicales. Creación Autores y compositores. Estudio y software de grabación. Salas de ensayo. Abogados Manager Contratación-Inversión Productor Ejecutivo Productor musical Arreglistas Diseñadores gráficos Informática musical Técnicos de sonido Software de diseño gráfico Producción de publicidad marketing Imprenta Maquiladora de discos Empaquetado Almacenamiento Empresas de paquetería Industria automotriz Portales de internet. Puntos de venta físicos Plataformas de venta en internet Informáticos Radiodifusoras Televisión Revistas Empresas de publicidad

Edición y

Producción

Distribución

Comercialización y publicidad

*Elaboración propia

105


5.- Particularidades actuales y consideraciones sobre la IDM. Como hemos venido insistiendo, nos encontramos ante un objeto de estudio poco abordado por las distintas instancias e investigadores en la rama cultural, sin embargo, se comienzan a ordenar informaciones valiosas para el análisis científico y beneficio del sector discográfico. La industria discográfica se caracteriza por ser la de mayor impacto y aportación dentro del conjunto de industrias culturales en México, además de ser la única que hace presencia en diversos lugares públicos como supermercados, centros comerciales, tiendas departamentales, hospitales, fiestas, iglesias, etc. Sectores como el cine, el teatro, la televisión o el videojuego necesitan en gran medida de la IDM para desarrollarse, en síntesis, desde cualquier enfoque, el funcionamiento del país no sería el mismo sin música. La importancia del sector musical, aun en tiempos de crisis se refleja en su aporte del 2.6% del total de la contribución de las Industrias culturales al PIB del país (Piedras, Ernesto, 2004:85), doblando a las que le siguen en valor como el cine y el sector editorial, en este sentido México ha llegado a estar entre los ocho principales productores de material fonográfico, considerado como gran exportador de interpretes y autores, así como de música valorada y reconocida en todo el mundo. A continuación, desarrollaremos desde distintas ópticas, algunas de las particularidades actuales más importantes que afectan a la IDM; 5.1.- Piratería Industrial. Según el estudio de mercado de AMPROFON3 en 2007, acerca de la piratería industrial de música grabada en México, en tan solo un año se comercializaron poco mas de 120 millones de discos piratas (Amprofon, 2007:3), sin considerar la descarga desde las plataformas P2P, practicas divergentes ya que la diferencia entre piratería industrial y la descarga on line, se centra en que la primera es una reproducción masiva de copias de discos originales a discos vírgenes que son vendidos en tianguis o en la calle por vendedores ambulantes a un precio mucho más bajo. El contexto del problema de la piratería industrial se presenta bastante complicado y con varias aristas dignas de análisis; mientras por 3 ASOCIACIÓN MEXICANA DE PRODUCTORES DE FONOGRAMAS Y VIDEOGRAMAS. 106


un lado atenta contra el desarrollo y la economía formal del país y la IDM (evasión de impuestos y de derechos de autor, entre otros), por el otro, se mueve como una gran red de negocio alterno con la que se beneficia una considerable cantidad de personas. En este sentido, teniendo en cuenta que el empleo informal y el subempleo alcanzan al 28% de la población económicamente activa, alrededor de unos 15 millones de mexicanos (http://eleconomista.com.mx/sociedad/2010/01/21/cepal-800000-mascaen pobreza-extrema-mexico-ca 24/08/2010), sería interesante conocer el porcentaje de personas que se dedican a la producción y comercialización de materiales culturales piratas y sus condiciones económicas y sociales. Según datos del informe de Amprofon, la IDM perdió cerca de 400 millones de dólares a causa de la piratería y se evadieron aproximadamente 100 millones de dólares en impuestos. El 71% del total de discos comercializados en 2007 correspondía a mercancía pirata. Los discos conocidos como piratas se caracterizan mayoritariamente por estar en formato WAB y MP3, y estos últimos han sido catalogados como los más dañinos para la industria, considerando que un solo disco puede almacenar por lo menos 100 canciones, entre las que pueden figurar éxitos recientes y hasta discografías completas de distintos artistas. Este mercado asciende al 31% de la distribución pirata y se calcula que el 93% de lo vendido es en español, tal aumento, se traduce directamente en el hecho de que las compañías disqueras arriesgan cada vez menos en nuevos talentos mexicanos, disminuyendo la diversidad y el margen de innovación en nuevos géneros, así como en la reducción de sitios de venta de discos originales y la proliferación de negocios informales, aproximadamente 45 mil puntos de venta pirata en el país. Los datos del informe nos arrojan una clara afectación profunda de la IDM, sin embargo nos hablan de un alto consumo de música por parte del mexicano, que aumenta a pesar que la venta disminuye, en México existen un total de 21.8 millones de consumidores de discos y más de la mitad adquiere su música vía piratería industrial, donde se puede adquirir un cd o varios, aproximadamente diez veces más barato que en los puntos de venta originales (un Cd original cuesta aproximadamente entre 100 y 150 pesos, uno pirata entre 10 y 15 pesos). Probablemente asistimos la manifestación de una sociedad consumidora de música a gran escala, pero de fuertes contrastes económicos, en donde según datos oficiales, actualmente hay 2.36 millones de desempleados (http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=521223 31/08/2010), y el 60% de la población presenta índices de pobreza, de los cuales el 20% se encuentra en la pobreza extrema, con percepciones que varían entre los 107


40 y 60 pesos al dia (www.laeconomia.com.mx/pobreza-en-mexico-2010/ 24/10/2010). Un entorno donde comprar discos originales puede representar un lujo, a la vez que un importante desequilibrio en la economía personal y familiar. 5.2.- El mercado mexicano On line. En la actualidad, la I.D.M. ha pasado de la situación de comodidad y bonanza de años anteriores, a la era de la experimentación y las apuestas fuertes por la supervivencia en la red. En este contexto, presenciamos el mercado digital On line como claro ejemplo de estos ensayos de negocio, destinados a hacer frente a la agresiva caída de ventas físicas, la proliferación de las redes P2P (peer to peer)4 y por supuesto a la gran crisis económica que esto representa. México es un país con un rezagado índice de accesibilidad a internet, donde existen actualmente 63% de familias sin ordenador, y solo el 37% de hogares urbanos cuenta con un ordenador personal, de los cuales 7 de cada 10 tienen internet (http://www.amipci.org.mx/estudios/ 31/08/2010). Sin embargo, a pesar de esta baja tasa de accesibilidad y de la poca preparación tecnológica del entorno nacional (falta de banda ancha suficiente, el temor y desconocimiento de usar tarjetas de crédito en la web, etc.), las organizaciones como Amprofon y la IFPI5, sumergidas en la tarea de luchar por los intereses de las empresas discográficas, aseguran en sus informes que nos encontramos ante un mercado que empieza a adquirir peso significativo y estandarización en los últimos años. A manera de tendencia global, en el país, diferentes combinaciones de comercialización comienzan a ser testadas por las casas discográficas; La venta de reproductores de música digital (Mp3, Mp4, Ipods, etc.), teléfonos móviles con reproductores y temas precargados, así como el joven nacimiento de las plataformas de venta en internet, se constituyen como la apuesta digital de la IDM. Estas últimas, representadas Beon, Tarabu, y recientemente por ITunes Mx, luchan por despuntar y estandarizarse, como los sitios web de distribución y comercialización de música más populares del país, sosteniendo acuerdos de licencias con las Majors y en algunas ocasiones con las pequeñas y medianas empresas (Pymes). 4

Plataformas Web descentralizadas que permiten el intercambio de archivos entre usuarios. 5 IFPI, del inglés International Federation of the Phonographic Industry. 108


En 2007, según datos oficiales, las ventas on line superaron la cifras de 21 millones de descargas, terminando 9 millones de unidades por encima del primer trimestre del 2006 (IFPI, 2007:7), representando un crecimiento acelerado del 277% con un valor en ventas de 176 millones de pesos (Amprofon, 2007:4), no obstante este volumen de ventas se centraba directamente en descargas de tonos y música predeterminada para los teléfonos móviles. En el informe de 2009, los datos se han revertido y se presentan con mayor optimismo para el mercado de descarga de temas musicales legales, el contenido digital móvil aparentemente se ha agotado como recurso en internet y se fue a la baja un 41% en unidades y un 9% en valores respecto a años pasados, una contundente caída en la demanda de ringtones y de teléfonos celulares con música precargada, los sitios Nokia music store e ideas music store no lograron subsanar las bajas ventas de este rubro. Por otro lado según Amprofon, en el año pasado se comercializaron casi 2 millones de descargas registrando un crecimiento del 54.2% respecto al volumen obtenido durante 2008 y alrededor de 275 millones de streamings6, que significan 32 veces el número de streamings del año anterior. En valores las ventas fueron de casi 241 millones de pesos, con un incremento del 36% respecto a lo obtenido el año anterior. Esta transición y los datos oficiales, denotan el ascenso de una nueva estrategia de mercado, y el nuevo camino a seguir de la IDM en la búsqueda del control comercial de contenidos digitales, el actual gran reto, hacer que la descarga directa de música por parte del usuario a través de los portales de venta, sea lo suficientemente estandarizada y rentable para la supervivencia del sector, a la vez que una real opción para consumidores potenciales, que por el momento se encuentran que los precios por canción no difieren mucho de los tradicionales off line, y equivalen aproximadamente a lo que costaría una canción en un cd original completo; Ideas Music Store, de Telcel, cobra 17.25 pesos por canción; Mixup Digital, en promedio 10 pesos; Tarabu, 13 pesos y Nokia Music Store, 12 pesos por melodía (http://www.eluniversal.com.mx/articulos/55074.html 08/09/10). La estrategia digital esta puesta sobre la mesa, y lentamente se comienzan a dibujar tendencias de acción frente a la crisis del sector y sobre todo frente a las proliferantes redes de distribución P2P y sus particularidades, que aun parecen opacar los datos oficiales optimistas, mostrando una realidad contrastante sobre el mercado on line mexicano. 6 Suscripciones de pago mensual a webs que permiten la escucha en línea sin posibilidad de descarga. 109


5.3.- Intercambio P2P en México. A finales del 2007, según un estudio de mercado7 por parte de Ipsos-Bimsa arrojaba como resultados que el 84% los internautas en México eran jóvenes de entre 12 y 26 años y que el nivel de intercambio se situaba por encima de las 2,620 millones de canciones y 185 millones de videos musicales entre más de 7.5 millones de usuarios de sitios como Ares, Limewire, Emule, etc. La cantidad de temas musicales descargados superaba aproximadamente seis veces a las ventas realizadas en las plataformas de descarga pagada y cada usuario bajaba aproximadamente 350 canciones al año. En 2008, el mismo informe arrojó datos nada favorables para la IDM, denotando la aún débil estrategia digital de las compañías disqueras y la vertiginosidad de auge de los sitios de descarga gratuita. Comparado con 2007, los usuarios aumentaron a 14.1 millones, las descarga de sitios P2P incremento 80% y se descargaron más del doble de canciones, 4 mil 726 millones (http://www.eluniversal.com.mx/articulos/55074.html 08/09/10). Así pues, en México se descargan actualmente aproximadamente 5 mil millones de canciones al año a través de los sitios P2P, que ofrecen una variedad infinita de géneros y artistas, que si bien no es gratuita al 100%, ya que hay que realizar una serie de gastos previos para acceder a ellas (compra de ordenador, conexión a internet, tiempo de cybercafe, ect.), los usuarios prefieren esta vía a los modelos de pago, en los que hay que realizar los mismo gastos previos, sumados a los variados costes por los contenidos musicales. Esta práctica de intercambio de archivos, es sin duda preocupante para la industria discográfica, por lo cual asociaciones como la IFPI y la RIAA a nivel mundial, y sus pares en cada país, han tomado medidas y se han embarcado en lo que denominan combate internacional de la piratería digital, a continuación señalamos algunas particularidades mexicanas: • A partir del 2006, en acuerdo entre la IMPI8 y el Amprofon se firmó un convenio que simulaba medidas tomadas por países europeos como Francia y España, en los que se requería la colaboración de los prestadores de servicio de banda ancha en el país, para brindar información de los usuarios que intercambiaran contenidos musicales a través de las plataformas P2P, con la cual se procedería a realizar una advertencia indicando la ilegalidad de 7 8

Ver en http://www.amprofon.com.mx/noticias.php?id=6 08/09/10 Instituto Mexicano para la Propiedad Industrial 110


• •

la práctica, para después proceder a la desconexión del servicio y una multa que ascendía hasta los 10 mil salarios mínimos para los titulares de las cuentas de servicio telefónico e internet. (Diario Monitor, 2006: 05/05/09). “El club guardianes de la música”, se trata de un grupo apoyado por Amprofon, que busca que los mismos fans, localicen y denuncien aquellos sitios en donde esté colgado algún cd de su artista preferido, para después proceder a su eliminación y la denuncia penal. El convenio con el IMPI, que implica visitas en los cibercafés y la instalación de software para impedir que los ordenadores sean utilizados para el intercambio ilegal de música con copyright. La creación de la Asociación Protectora de Cine y Música de México (APCM) que busca hacer presión a la Procuraduría General de la República (PGR), en su tarea de investigación y persecución de los sitios P2P. La Coalición por el Acceso Legal a la Cultura sobre el Acuerdo Comercial Antifalsificación; cuyo objetivo es combatir la falsificación y la piratería, reuniendo a varios países, incluyendo a México, para negociar un acuerdo que promueva la implementación de normas internacionales eficaces en la observancia de los derechos de propiedad Intelectual en internet, así como marcos legales eficaces en el combate de la “piratería”.

Según Yúdice, con respecto a la pelea contra la piratería y el aparente ascenso de las ventas on line, “la IFPI procura generar dos tipos de información respecto a la piratería. Por una parte, que la piratería reduce el volumen de negocio legítimo, y por otra que se está combatiendo el problema con bastante éxito. Es decir, por una parte busca convencer a los ministerios de justicia y a los departamentos de policía de todos los países, que el problema es grave y que se necesita colaboración. Por otra parte, los informes de IFPI necesitan presentar un buen panorama de negocios con predicciones de crecimiento continuo para congraciarse con los accionistas” (Yúdice, George, 2007: 183-184). En este sentido, está claro que la intención de la IDM es desarrollarse en un ambiente rentable como en años anteriores, y que su combate a los sitios P2P llegó para quedarse, sin embargo estos intentos se han quedado cortos, debido a una multiplicidad de razones entre las que figuran: el avance tecnológico acelerado y su desconocimiento por parte de los actores del sector; la atomización y difícil rastreo de los sitios, las 111


distintas habilidades de la cultura hacker9 de algunos de los usuarios que idean mecanismos para continuar con los intercambios en alguno de los miles de sitios que existen; la falta de actualización de leyes y una oferta equilibrada en la que el consumidor tenga alternativas más convincentes; el temor de los proveedores de servicios de internet a perder clientes en caso de tomar medidas en contra de sus usuarios, entre otras. Con respecto a este fenómeno, Kusek analiza que “pareciera que se trata de un problema evidente –que la música se encuentra gratis [en internet] y por lo tanto dejaron de comprar. Pero ese no es el verdadero problema, “la distribución gratuita” es una bendición y no una maldición… el problema más bien es el deseo indefectible -y todavía seriamente contra- deductivo, y más allá de la comprensión de los empresarios miopes del modelo música 1.0, de los usuarios de controlar a cualquier costo el ecosistema que las grandes empresas fonográficas mantienen restringido. Una vez que se entienda ese deseo se puede monetarizar lo que la gente hace realmente con la tecnología. Lo hacen porque les gusta la música y los artistas, no porque quieren causar daño; sencillamente no se les ha dado suficientes opciones para que se comporten de otra manera” (kusek, 2007 en Bustamante 2007: 185). Bibliografía Buquet, G. 2003. Música on line: Batalla por los derechos, lucha por el poder en Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación; las industrias culturales en la era digital, Gedisa. Burnett, R. The global jukebox: The international Music Industry, New York, Routledge, 1996. Bustamante, E., 2003. Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación: las industrias culturales en la era digital. Gedisa. Calvi, Juan C., 2006. La industria de la música, las nuevas tecnologías digitales e Internet. Algunas transformaciones y salto en la concentración. IX Congreso IBERCOM. Canclini, Nestor G., 1999. Las industrias culturales en la integración de América Latina, Editorial Universitaria de Buenos Aires. Farchy, J., 1999. La fin de l´exception culturelle?. París. CNRS. Flichy, P., 1982. Las multinacionales del audiovisual. Gustavo Gili. Barcelona Huet, Miége B. 1978 capitalisme et industries culturelles. Presses Univ. De Grenoble. Grenoble. IFPI, 2008. Digital Music Report. 9 Filosofia de Intercambio gratuito entre internautas, ver La etica Hacker. Autor Pecca Himanen, 2002. 112


Negus, Keith. 1999. Los géneros musicales y la cultura de las multinacionales. Paidos. Palmeiro, C., 2005. La industria del disco. Economía de las PyMEs de la industria discográfica en la ciudad de buenos aires. Observatorio de industrias culturales de la ciudad de Buenos Aires, subsecretaría de gestión e industrias culturales. Buenos Aires. Piedras, Ernesto. 2004. ¿Cuánto Vale la cultura? CONACULTA MX. Yúdice, George. 1999, La industria de la música en la integración América Latina en Las industrias culturales en la integración latinoamericana. Grijalbo.

113


A R E N A S Revista Sinaloense de Ciencias Sociales Número 24 Se terminó de imprimir en los talleres Gráficos Once Ríos Editores, Rio Usumacinta No. 821 Col. Industrial Bravo Culiacán, Sinaloa Tel. 667-7122950




Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.