El café está en riesgo. Ya lo advirtió en 2010 la Organización Internacional del Café (ICO, por sus siglas en inglés), cuando informó a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que en un futuro cercano, como consecuencia del cambio climático, el cultivo se vería atacado por mayores plagas, reduciría su tiempo de vida fértil y disminuiría su calidad y rendimiento. superficie de cultivo, o lo que podría ser peor: su expansión hacia las zonas de mayor altitud, muchas de las cuales poseen bosques y ecosistemas aún bien conservados.
ICO no se equivocó. El incremento actual de las temperaturas se nota en un aumento de la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos en las zonas productoras, así como en la aparición exacerbada de enfermedades. Además, las precipitaciones, cada vez más imprevisibles, impiden la maduración del grano y su correcto proceso de secado. Y las alertas por la pérdida de aptitud agroclimática de las áreas donde tradicionalmente se cultivaba el café perfilan un escenario que, de perpetuarse, supondrá la reducción acelerada de la
En este contexto de cambio climático el panorama para el café se presenta desolador, porque se le suman el agotamiento de la capacidad productiva del 70% de sus plantaciones –son muy antigüas y requieren ser renovadas–, el aumento de los costos de producción y de los insumos agrícolas, y el escaso hábito de consumo interno que hace que el 95% del café nacional se exporte.
“Soy y seré cafetalero hasta mi muerte, me ha dado tanto que no podría producir nada más.” Horacio García Cruz Productor de café y socio de la Cooperativa Frutos de Selva.
Los productores peruanos, que manejan fincas menores a cinco hectáreas y no tienen acceso a capital de la banca privada que subvencione sus proyectos, tienen una limitada capacidad financiera. La ausencia de una formación educativa que impide contar con
CAFÉ 2.0
41