5 minute read

Historia bajo la rocha Historia bajo la rocha

Continuando este viaje por la Rochapea medieval, hay que decir que no se puede entender la vida de la ciudad en la Edad Media sin los territorios situados al exterior de las murallas y que constituían unos espacios indisociables del ámbito urbano. Los conocidos arrabales localizados al exterior del recinto amurallado cumplían una función esencial como nexo entre el núcleo ciudadano y el término rural más próximo. A grandes rasgos, constituían espacios marginales tanto por su situación extramural como por los habitantes que acogían: hortelanos de pocos recursos y aquellos más desfavorecidos.

El arrabal: la Rochapea hortelana medieval

Advertisement

Hasta hace escasas décadas, la Rochapea ha sido un territorio eminentemente hortelano. Este carácter rural de suelo destinado a las labores agrarias tuvo su especial importancia en época medieval y siguió teniéndola a lo largo del Antiguo Régimen e incluso en época contemporánea. Sea como fuere, los arrabales situados a extramuros de los tres principales núcleos urbanos que conformaban la ciudad medieval de Pamplona, sirvieron muchas veces como una oportunidad de promoción social para los más desfavorecidos teniendo como objetivo el ser considerados parte de la comunidad.

Seguramente, la razón principal por la cual surgió el barrio de Jus/Ius la Rocha no fue de tipo demográfico, puesto que la densidad poblacional de Pamplona no era tan grande como para no poder acoger a todos sus habitantes dentro de sus muros. Fundamentalmente, el surgimiento del barrio se debió a la existencia de diversas actividades económicas que ofrecía su rico terreno, tanto agrícolas, como pesqueras e industriales (véase, molinos, tenerías…). Por lo tanto, fue a raíz de la perspectiva de una explotación del territorio que se generó con el tiempo una transfor- mación del espacio en el cual seguramente se tardase en construir viviendas, ya que los hortelanos, molineros y pescadores al terminar sus faenas regresarían al resguardo y cobijo que ofrecían las murallas. En este momento inicial, el paisaje de la Rochapea estaría compuesto por huertas rodeadas por alguna que otra casucha que no podría considerarse como propiamente una vivienda, ya que la guerra acechaba y los muros de piedra eran un buen elemento de contención ante el invasor.

En resumen, la Rochapea vivía a la sombra de la muralla norte del Burgo de San Cernin, con caminos que comunicaban con las puertas de acceso al mismo. Todo ello se mezclaba con el constante ir y venir de los labradores, mercantes, molineros y pescadores que eran el principal motor económico de la ciudad medieval. De todas estas actividades, los habitantes de los arrabales se podían beneficiar con la venta de frutas y, sobre todo, de hortalizas en el mercado, si bien estaban estrictamente vigilados por las autoridades municipales.

Las huertas y sus propietarios

Como barrio eminentemente hortelano que era, la documentación nos habla de aquellas huertas que ocupaban gran parte de la vega del Arga. Sobre este aspecto, se constata que incluso el rey también tenía huertas de su propiedad en la Rochapea medieval, y así lo confirma un documento de 1353 en el cual se estiman los daños que una riada había causado en los terrenos del monarca Carlos II.

Sin embargo, hay que matizar otro aspecto clave, y es que los habitantes del Burgo de San Cernin poseían una condición social distinta que llegó a ser una anomalía en el sistema señorial pamplonés donde la nobleza y el clero tenían gran parte del poder de la tierra. Los del Burgo no eran ni privilegiados ni campesinos serviles dependientes, sino más bien eran hombres libres, conocidos en documentación como “francos” o “ingenuos”, por lo que obtenían un tratamiento diferenciado desde que Alfonso I el Batallador les concediese el fuero de Jaca en 1129. De esta forma, los vecinos del Burgo, si bien estaban sujetos a la autoridad del obispo, pudieron comprar y adquirir bienes en plena propiedad o venderlos sin tener ninguna responsabilidad ante ningún señor, generándose el monopolio de la actividad mercantil de la ciudad en San Cernin. Sin embargo, a esta servidumbre sí que estaban sometidos los de la Navarrería, es decir, los oriundos navarros propiamente dichos, quienes debían pagar parte del fruto de su trabajo y quienes estaban obligados a dedicarse a ser sirvientes, hortelanos, horneros y jornaleros.

Por lo tanto, es de entender que los primeros hortelanos del barrio serían en su mayoría vecinos de la Navarrería, lo que suponía que la Rochapea se nutrió en sus orígenes de aquellos excluidos de poder residir en el Burgo o en la Población. Por consiguiente, los jornaleros y hortelanos que comenzaron a labrar la vega del Arga seguramente fuesen navarros de por sí, los mismos que hablarían una variante arcaica medieval del euskera y quienes al terminar su jornada regresarían al abrigo de las murallas para descansar y reanudar la faena al alba del día siguiente, con la apertura de los portales.

Los libros de fuegos y la Rochapea Como antecedente, se puede comentar que, gracias a la contribución del monedaje en torneses registrada en las cuentas del Tesoro, se puede establecer que en la Rochapea durante la segunda mitad del siglo XIII existieron en torno a 15 hortelanos residentes. Lo cual indica que ya desde esta época existió un tímido núcleo de vecinos labradores que vivirían en casuchas aisladas con sus huertas cercadas en las proximidades de la ciudad propiamente dicha, aquella que quedaba emplazada en la altura del terraplén que conforma el barranco del meandro del Arga. Sin embargo, de todos los recuentos o “fogajes” realizados en Navarra a lo largo de la Edad Media, solo se han conservado dos: el primero realizado en 1366 y el segundo fechado entre 1427 y 1428. Estos documentos nos aportan una enorme información acerca de la demografía de nuestro barrio, puesto que en el primero se menciona que, “en el camino de Sancta Gracia”, hay únicamente 8 fuegos. Mientras que el segundo de ellos realizado entre 1427-1428 comenta: “los del varryo de sancta Gracia de Ius la Rocha que son del dicho burgo” tenían ya 21 hogares. En medio siglo, por lo tanto, vemos un aumento del número de fuegos en la Rochapea, es decir, se trata de las primeras familias que comenzaron a vivir de forma continuada a extramuros de la ciu- dad, un hecho que se irá incrementando en paralelo al final de la Baja Edad Media y la transición hacia el Antiguo Régimen. Será ya a partir del siglo XVI cuando la Rochapea comience a tener una entidad distinta a la que había tenido durante la Edad Media, siendo mucho más consolidada socialmente y jurídicamente debido a las ordenanzas que irán actualizando los hortelanos de dicho barrio. Es un salto cualitativo de gran magnitud que brindará a la Rochapea el amanecer de una nueva época en su Historia.

A modo de conclusión, terminar diciendo que lejos está aquel paisaje rural de suelo hortícola que en su día tuvo la Rochapea de antaño. El ideal autárquico que ofrecía la casa unida a su suelo cultivable ha dejado paso a los bloques de apartamentos con sus garajes, parques y grandes avenidas. Sin embargo, todo rochapeano y rochapeana no debe olvidar de dónde venimos; de aquellas huertas que ahora solo dan sus frutos en la memoria de unos pocos. Como bien mencionaba Arazuri en su obra: “los rochapeanos tuvieron siempre una personalidad acusada, hoy en parte oculta al estar diluidos por el aluvión de gentes extrañas que habitan en el barrio, con problemas, inquietudes y modos de vida distintos completamente a la de aquellos antiguos vecinos, entre los que predominaban los hortelanos de primera división, auténticos artesanos, a los que tanto debemos gastronómicamente los de los barrios amurallados” (J. J. Arazuri, 1979). Ojalá que estas palabras no queden nunca en el olvido.

Ezkaba: ¿Cuánto tiempo lleváis funcionando?

Ibai: Empezamos en el 2.020 y hace año y medio o así ya nos pusimos en serio, grabamos un disco y empezamos a ensayar más, en una sala nueva.

Unax: Yo empecé con el bajo, que no había tocado antes y luego, de cantante estaba uno de San Jorge, Ekaitz. Jokin todavía no estaba. Dejó Ekaitz y empecé a cantar yo y Jokin se metió a tocar el bajo. A partir de ahí ya empezamos más en serio.

Oier: Con la formación actual, estamos desde finales del 2.020.

E: ¿Qué estilo musical practicáis?

U: Sobre todo tocamos punk y punk Oi!

This article is from: