L'EXPRESSIÓ ESCRITA - Pilar Martos

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Por último, cuando ya sólo paseaba el por las calles desiertas, la niebla regresó. Autor: Ricardo Sanz Molpeceres Las aguas verdes Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre, ni dónde nació, ni por qué se quedó a vivir en esa recóndita cala, al abrigo de una cueva que acabó convirtiendo en su hogar. Él cinceló las estatuas que está filmando. Esos marineros que salen del agua arrastrándose y escupiendo sal no son estatuas, ¿sabe? Son roca madre, acantilado pulido por su mano maestra. Un poco más adelante encontrará el escoplo clavado aún. Yo creo que el mar no aguantó la envidia. Ganador del 06/01, semana 11 Autor: Agustín Manzanet Especies autóctonas —Una semilla en esta tierra desolada no bastará. Los del laboratorio recomiendan probar al menos la XY12 y subsiguientes. Matías, hasta entonces abrumado por la jerga de aquellos hombres, se atrevió a preguntar: —¿Qué semillas son ésas? ¿Y por qué dicen ustedes que ésta es una tierra desolada? Hubo risitas conmiserativas. Le respondió el nuevo alcalde: —Abuelo, usted déjenos a nosotros. Al progreso no hay quien lo pare. Hoy, del pueblo quedan cuatro casas deshabitadas, el pinar calcinado y una urbanización a medio construir. Cuando rompe el alba se oye trinar un pájaro. Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre. Finalistas del 06/01, semana 11 Autor: Antonio Toribios Ego te absolvo Una semilla en esta tierra desolada es como un perdigón. ¿Verdad, don Esteban? Ni uno ni otra darán fruto. Es igual que lo riegues. No sirve de nada sacar al Santo. La lluvia sólo sirve para que se formen barrizales. ¿Verdad? Polvo somos. ¿No, padre? Pulvis es et in pulverum reverteris. Usted lo dice mucho, lo sé de cuando ayudaba en misa. ¿Se acuerda? El amo era malo, padre, no tenía caridad, ni siquiera una pizca. Ahora volverá a ser tierra y Dios tendrá materia con que hacer hombres mejores. ¿A que sí? Para Él será fácil; tendrá que quitar eso sí los perdigones. Autor: Jesús María Benito Regidor Unicornios —Una semilla en esta tierra desolada; eso es lo que somos —le dice el filósofo a la poetisa. Mientras, calienta con su mechero la cucharilla oxidada. A ella le tiemblan las manos preparando la jeringuilla. Sentados sobre un montón de escombros, con la espalda apoyada en una tapia ruinosa y pintarrajeada, comparten su viaje cotidiano a ningún lugar. Hace frío. Algunos perros se acercan husmeando hasta sus zapatillas embarradas. ¡Déjalos! No los espantes le dice la poetisa al filósofo—. Los unicornios siempre traen buena suerte.

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