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IMÁGENES CON HISTORIA

Inauguramos este año una nueva sección dentro del boletín, destinada a difundir a través de la fotografía la historia de nuestra hermandad. El legado que nuestros mayores nos han dejado a lo largo de los noventa y seis años de vida de la cofradía, el cual estamos obligados a conocer para poder seguir manteniéndolo en el presente y transmitírselo a las nuevas generaciones que vendrán en el futuro.

La instantánea que nos ocupa fue realizada por el recordado fotógrafo arjonero

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Joaquín Ortega, hombre inquieto, interesado en el arte, pintor aficionado y músico de oficio en la Banda de Música municipal. De su amistad con D. Luis de Lara, farmacéutico muy aficionado a la fotografía, surgió la inquietud por el mundo de las imágenes, pronto esta afición se convirtió en el oficio, primero de él y después de su hijo José y su nieto Sitoh.

Nos retrotraemos a la tarde del Jueves Santo de 1930. La Hermandad de la Expiración con su tradicional orden y compostura transita por la calle Belén, conocida popularmente como “las escalericas de Santa María”.

Una larga hilera de nazarenos expiracionistas con su cirio al cuadril elevado al cielo, anteceden el procesionar del crucificado cuya silueta aparece al fondo de la imagen finalizando su transitar por la plaza de Santa María.

En dicho año la cofradía presentó varios estrenos en la calle siendo los más reseñables, unas nuevas andas procesionales plateadas en estilo gótico (donación de Dª Regina Barberán), profusamente iluminadas por cincuenta y dos puntos de luz repartidos en las esquinas, frontal, trasera y laterales del trono.

Asimismo, la imagen del Señor estrenó potencias y una nueva cruz adornada con cantoneras metálicas en sus extremos.

Resultan llamativos dos elementos desaparecidos hoy en día del hábito nazareno que visten los penitentes y que en la imagen podemos contemplar.

En primer lugar, nos referimos a la capa cuyo forro interior era de lanilla blanco, tal y como actualmente sigue manteniéndolo en la actualidad la corporación homónima de Jaén.

Por otro lado, los nazarenos llevaban colgado al cuello un cordón de seda entrelazado, rematado en su extremo inferior por un borlón que llegaba a la altura del cíngulo del penitente.

Curiosamente los avatares de la historia propiciaron que ocho décadas después, esta imagen se volviera a repetir durante cuatro años al tener que salir la cofradía desde el templo de Santa María del Alcázar debido al cierre de nuestra sede ca-