Vanguardia n° 4

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aprovecharse de la sociedad, ser unos free-riders cualquiera.

del ingreso de una reforma que cambiara radicalmente la forma en que se recauda, haciéndola similar a los países desarrollados, en donde el 60% de los ingresos tributarios provienen de impuestos a la renta y el 40% de impuestos al consumo. En Chile, la relación es exactamente la inversa.

En otros países, los impuestos son parte de la tarea de disminuir la desigualdad generada por la propiedad privada y el mercado, pero siempre con el gasto social como pilar más importante, ya que tiene un impacto mayor. Hay países como Alemania o Italia, por ejemplo, que tienen un Índice de Gini (que es el que mide la desigualdad), antes de impuestos y transferencias, similar al de Chile: de 0,50. Pero después de impuestos y transferencias este indicador cae a 0,30, es decir, unos 20 puntos. En Chile, en cambio, el Índice sube después de impuestos, o sea, en Chile los impuestos aumentan la desigualdad. Y después de las transferencias, cae apenas tres puntos: de 0,52 a 0,49. La diferencia está, evidentemente, en el sistema tributario.

En cambio, la reforma que Piñera propone hoy no es modificar las bases del sistema, sino meros ajustes tributarios de puntos porcentuales. Uno de los cambios es subir el impuesto a las rentas provenientes del capital (impuesto de 1ra categoría, o a las empresas), que hoy pagan 18,5% a 20% y que solo se aplica sobre la base de las utilidades percibidas desde las empresas, y no cuando se re-invierte dinero en ellas. Aquí decimos que es mejor que el impuesto se pague sobre la utilidad de una empresa inmediatamente, y no que se grave el retiro de capital de una empresa. Esa es la única fuente importante de recursos. Y ahí está la gran inequidad. O sea, si uno quiere hablar de un sistema más equitativo no hay otra que aumentar los impuestos a las rentas del capital.

Esto se contrapone totalmente con las ideas que durante la década de los 90' enarbolaron tanto académicos y economistas de derecha y (que se dicen) de izquierda, que planteaban que el camino para solucionar la desigualdad no era una reforma tributaria sino el gasto social. Gente como Eduardo Engel (probable Min de Hacienda de Frei en su segundo periodo como Presidente) planteaba que el sistema tributario tenía que garantizar la eficiencia y la eficacia, pero para distribuir e igualar, estaban las políticas sociales. Esa idea está presente desde los ‘80, porque la mirada que tenía el gobierno militar de la época fue que lo importante era el crecimiento económico, y que eso bastaba para lograr una mejor distribución del ingreso; algo que nuevamente escuchamos gritar desde la UDI. Esto lo confirma el famoso estudio que encargó SII durante los 90' a académicos de la U de Chile (Engel, Galetovic y Raddatz) sobre impuestos y distribución del ingreso, y la conclusión fue la misma: que lo importante era el gasto público y que impuestos no servían para redistribuir.

A pesar de esto, pueden haber también otras formas de apuntar a lo mismo. Por ejemplo, no reformar el cobro, pero si subir bastante la tasa de primera categoría. En ese sentido, el incremento de la tasa de primera categoría a 20% iría en la dirección correcta, pero su magnitud es bastante moderada, por lo que no creo que haya un impacto significativo. Otro de los cambios que Piñera propone es modificar el impuesto de 2da categoría (impuesto a la renta o a las personas) bajando la escala, que va desde 0 a 40%. En un estudio de Michael Jorrat, se plantea que tributar un 40% es muy alto y produce un incentivo a evadir, proponiendo bajar esa tasa a 30%. Según él, con ese cambio se logra un efecto tremendo, porque hoy dos tercios de las utilidades solo pagan el impuesto de primera categoría, o sea, solo un 18,5%. Según él, un avance significativo en equidad tributaria es incrementar la tributación de las rentas del capital para aproximarla a la de las rentas del trabajo. Lo importante es que las personas ricas paguen un impuesto más alto y en el momento en que se generen las ganancias. En ese sentido, Jorrat nos dice que no se debe pensar simplemente en aumentar el volumen de dinero recaudado por el Fisco sino simplemente ver si el sistema puede ser más distributivo, si se logra mayor equidad. Si hacemos ese cambio, recaudamos un montón de plata para el Fisco a costa de los que tienen más dinero. Además, necesariamente debemos restituir un impuesto al lujo con alto nivel, como en Francia (tema que

Esta opinión, que hoy refutamos, no tomaba en cuenta dos factores. Primero, en ese minuto no se sabía de la importancia de las utilidades acumuladas en el FUT (Fondo de Utilidades Tributarias) y, como se hace en la mayoría de este tipo de estudios, se consideraron sólo las rentas declaradas por las personas, que comprenden los retiros, pero no las utilidades retenidas en las empresas. Si se imputan esas utilidades a sus dueños, la conclusión es distinta, pues hay que considerar que dos tercios de las utilidades anuales se retienen en las empresas. Entonces, el impacto de cualquier reforma que aumente los impuestos sobre las rentas del capital será distinto dependiendo de si se consideran o no esas rentas. En segundo lugar, faltó simular el impacto en la distribución

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