De gira al sur

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A Loli, quien timoneó con éxito el barco en mi ausencia, sin achicarse en las tormentas ni agrandarse con haberlas superado.

I shall be telling this with a sigh Somewhere ages and ages hence: Two roads diverged in a wood, and I— I took the one less traveled by, And that has made all the difference. —Robert Frost



ALASKA - TIERRA DEL FUEGO

HENRY VON WARTENBERG

BMW symbol


ÍNDICE


ANCHORAGE GLENNALLEN KOIDERN WHITE HORSE HYDER VANCOUVER SEATTLE MC MINNVILLE GARBERVILLE SAN FRANCISCO SAN DIEGO EL ROSARIO PUERTO VALLARTA ACAPULCO ANTIGUA LA LIBERTAD CHOLUTECA MANAGUA MANUEL ANTONIO PANAMÁ MONDOMO TANGUA CUENCA MACARÁ LIMA ARICA SAN PEDRO DE ATACAMA LA POMA LOS ALTOS VILLA GENERAL BELGRANO PUNTA ALTA GOBERNADOR GREGORES TOLHUIN USHUAIA


90 AÑOS BMW MOTORRAD Se cumplían los 90 años de BMW Motorrad y era una gran oportunidad para planificar algo especial para festejar. Así es que charlando con Henry pensamos que sería bueno celebrar el aniversario en nuestra región de alguna forma bien distinta: en algún lugar original, con algún viaje. Así fue como los paisajes y las ideas comenzaban a aparecer. Entre las distintas opciones, primero recalamos en la afamada Ruta 40 en Argentina, que de norte a sur tiene paisajes tan cambiantes que cualquier motociclista consideraría un privilegio recorrer. También pensamos en Brasil con algunos de los nuevos modelos de BMW Motorrad que allí se ensamblan, para que el festejo tuviera componentes “latinos”. “Y, ¿por qué no la ruta Panamericana que recorre las Américas?”, fue la gran “pregunta que nos hicimos. Es, sin duda, el sueño de miles de riders entusiastas, y que algunos pocos –ya sea por lo larga de la travesía, por falta de tiempo o simplemente por dejarlo como un desafío– pueden cumplir. Quienes lo logran, lo hacen de distintas maneras: en auto, moto, bicicleta y hasta a pie. Así nació el sueño de realizarlo y además, documentarlo en un libro. La travesía era el mejor homenaje “en acción” y coincidía con la llegada a nuestro mercado de las nuevas F 800 GS (una de las motocicletas doble propósito GS DE BMW Motorrad, ideal para esta aventura), cuyos modelos anteriores ya habían acompañado a Henry en otros viajes. Nos convencimos mutuamente de que ése era “el” desafío. ¡Manos a la obra! A Wolfgang von Goethe se le atribuye la frase “No sólo se viaja para llegar a destino sino también para estar en camino” que aplica perfecto a esta aventura. El destino final era, en realidad, la excusa para sumergirse en los paisajes y disfrutar del camino cruzando lugares, culturas y climas tan distintos como sorprendentes. El piloto sería Henry y, como en otras oportunidades, lo haría en solitario. Sin más compañeras que la moto y su cámara de fotos. Pero en este caso, los tiempos y las distancias no eran tan sencillos, ¡menos, la logística! Había muchas fronteras, mucho papelerío y poco margen de error para un viaje de semejante magnitud. Convencidos de que este era el mejor festejo que podíamos hacerle a BMW Motorrad por sus noventa años y a la fiel GS en las Américas, avanzamos con el plan. El proyecto ya había madurado. Por dónde empezar, entonces: ¿de sur a norte o de norte a sur? Después de mucho análisis y teniendo en cuenta las estaciones del año, coincidimos en que lo mejor era


PRÓLOGO 1

largar desde Alaska. La moto debía llegar a Anchorage y desde allí poner rumbo al sur. Ahí fue donde nuestros amigos de LAN nos dieron una gran mano para solucionar el primer vuelo. Hacer el viaje en esta dirección agregaba un componente por demás interesante, si no sucedía ningún contratiempo en el camino: Henry podía llegar sobre el final de su travesía para participar del primer Motorrad Days que se organizaba en Villa General Belgrano, en Argentina, también en el marco de los festejos por el noventa aniversario. Y así fue. Como todo gran proyecto, las circunstancias a veces nos ponen a prueba con pequeñas señales que indagan cuán convencidos estamos de hacerlo. Este no fue la excepción... Ya con un plan más firme hicimos contacto con algunos colegas, que conocedores de la región y del mundo de las motos, aportaron consejos e ideas. Que “la cosa” no empiece fácil es a veces un signo de que lo viene será mejor, pero también de que la preparación debe ser la adecuada. Vale aquí la mención de una anécdota interesante. Durante un viaje privado que Henry hizo a Nueva York, decidió –por sugerencia nuestra– comentarle el proyecto a nuestro colega Jorge Soriano en las oficinas de BMW en Woodcliff Lake. Por esos pases del destino, se bajó del bus que lo conducía desde Manhattan mucho antes de lo debido y al darse cuenta del error, decidió caminar para no llegar tarde. Casi como una maldición, no sólo llegó retrasado sino que tuvo que soportar estoicamente una lluvia torrencial sin encontrar forma de cubrirse. Llegó a la cita empapado. Sin duda, todo un símbolo. Esa lluvia torrencial que lo acompañó hasta las oficinas de BMW fue idéntica a la que lo siguió en Alaska a su partida y a la que lo recibió en Ushuaia a su llegada. ¡Una suerte de bautismo al viaje que estaba por comenzar! Pero sabemos que Henry, un aventurero de pura cepa, no se desmotiva ante los obstáculos. Y no solamente fue un excelente piloto de tormentas –de las cuales tuvo varias consecutivas– sino que logró lo que tanto habíamos soñado ¡en un tiempo menor de lo esperado! Su destreza de manejo y talento para retratar con su cámara los lugares recorridos quedaron atesorados en este libro, un homenaje a los 90 años de BMW Motorrad. Esto fue lo que planificamos hacer y cumplimos: llegar a destino, pero también reflejar el camino. Alejandro Echeagaray / Dan Christian Menges


DE ALASKA A TIERRA DEL FUEGO 55 DÍAS DE AVENTURAS

Para la mayoría de los motociclistas, las rutas son un poderoso imán. Representan la puerta de entrada a kilómetros de aventuras. Hay algunas, que además de atraer, hacen soñar: la “40” en la Argentina, la “101” en los Estados Unidos o el famoso “Troncal de la Sierra” en Ecuador. Pero si de viajes y sueños hablamos, el rating más alto lo tiene unir Alaska con Tierra del Fuego. Es algo así como la madre de las travesías. Con miles de kilómetros recorridos en una docena de países, llegó el momento de dar un paso más largo. Gracias al apoyo de BMW Argentina y el respaldo de todo el grupo Motorrad, el 14 de septiembre de 2013 es un día que recordaré por siempre. Con una lluvia finita, pero tan seguidora que me iba a acompañar los diez días posteriores, puse mi F800GS en marcha y salí de Anchorage rumbo a Ushuaia. El año de reuniones, gestiones, trámites y logística había rendido jugosos frutos. El proyecto Alaska-Tierra del Fuego no sólo involucró a BMW Motorrad, sino también a LAN Cargo (hizo el traslado de la moto a USA) y al ACA (facilitó varios trámites). Por mi parte, iba a registrar el viaje para producir mi libro número 20. Este fue uno de los mayores motivos para encarar la travesía en solitario. Me daba la libertad suficiente para detenerme a fotografiar cuantas veces fuera necesario, sin cortarle el ritmo a nadie. El viaje lo planeé en 55 días, avanzando 500 kilómetros diarios. Eso significó un promedio de 10 horas arriba de la moto, casi siempre entre las 8AM y las 6PM. Fueron poquísimas las veces que manejé de noche, promesa que le hice a mis hijas e intenté cumplir a rajatabla. Las excepciones fueron estirar el tramo San Francisco-Los Angeles hasta San Diego, de noche, pero por autopista y la necesidad de llegar a dormir a Manuel Antonio, Costa Rica, en medio de una tormenta torrencial, por un camino de cornisas y sobre asfalto sin marcar. Dos tramos completamente distintos, pero igual de buenos. ¿Qué tiene de bueno una autopista nocturna? Salí de Los Angeles en pleno rush hour. Miles de norteamericanos volvían a sus casas de manera ordenada, a 110 kilómetros por hora, todos en masa como un gigantesco tren de 6 carriles. En los 90 minutos que duró el trayecto, el tsunami de autos, motos y camiones no se detuvo ni una sola vez. El otro tramo fue adrenalina pura, mezclada con una buena dosis de intuición. Es que realmente no se veía nada. Cada curva era una incógnita. ¡Y había muchas! Sin opciones de parar en


PRÓLOGO 2

ningún lado y aprovechando de a ratos las luces de otros autos, llegué a Manuel Antonio extenuado, pero feliz de poder amanecer ahí. En total atravesé 14 países y visité Bolivia, aprovechando la cercanía de su frontera con San Pedro de Atacama, para así llegar hasta Laguna Verde. Elegí una BMW F800GS. Es la moto ideal para este tipo de viajes con buen ritmo de ruta y mucho off road. Además, tiene buena autonomía, excelente posición de manejo y gran performance en tramos largos. El modelo 2013 suma dos innovaciones importantes: control de estabilidad (ASC) y tres niveles de suspensión (ESA). Usé todas las combinaciones, pero por mi estilo de manejo, la que más disfruté fue la modalidad sport. Entré a la Argentina por el Paso de Jama y tomé un desvío de ripio que llega directo a San Antonio de los Cobres. Es que quería volver a cruzar el Abra del Acay, lo mejor de la ruta 40 y su tramo más alto (casi 5.000 metros sobre el nivel del mar). Comencé a bajar hacia Córdoba para llegar a Villa General Belgrano, donde se celebraban los BMW Motorrad Days. Entrar al predio fue un bonus track inolvidable. El “Gato” Barbery, gran amigo y presentador oficial del evento, me recibió con honores inmerecidos y Loli, mi mujer, hizo de esa escala algo irrepetible, ya que llegó a visitarme de sorpresa. Ushuaia estaba a la vuelta de la esquina. Los últimos tres días de la travesía fueron rapidísimos. Crucé Santa Cruz en diagonal por un ripio bravísimo para llegar a Bajo Caracoles. Al otro día, puse proa a Tierra del Fuego. Los malabares para conseguir nafta en Río Gallegos, debido a un duro bloqueo gremial, hicieron que mi día número 55 terminara en Tolhuin. Sólo 100 kilómetros me separaban de Ushuaia. Con mi familia esperándome del otro lado del Paso Garibaldi tuve que hacer una parada fuera de programa. Fue mejor: hacía tres días que nevaba intensamente y cruzar Garibaldi de noche no era una buena idea. A la mañana siguiente, el clima empeoró. Los siete grados bajo cero se sintieron. Si bien estaba muy protegido con un traje BMW Atlantis 4, los 25.117 kilómetros de viaje fueron con casco abierto y zapatillas All Star. No me arrepiento. Viví la naturaleza al máximo, pero con la protección de la mejor campera y pantalón que existen para un viaje así. Un casco cerrado no me hubiese permitido sacar la cantidad de fotos espontáneas que hice, y las botas seguramente habrían truncado mis ínfulas de escalador empedernido a lo largo de la travesía. A las 10.30 de la mañana del día #56, llegué a Ushuaia. Cuando encontré a los míos en el lugar acordado, mi cara explotaba de emoción. He tenido la suerte de hacer un montón de cosas en la vida, pero este viaje me va a acompañar hasta el final de los tiempos. ¡Sólo una BMW puede lograr algo así! Henry von Wartenberg



SUBIENDO AL NORTE PARA BAJAR AL SUR LAN se ocup贸 de trasladarnos a m铆 y a la BMW F800GS desde Buenos Aires hasta Anchorage.


ANCHORAGE, ALASKA. DIA 0 Después de aterrizar en la ciudad y de tomar un buen desayuno, comencé los trámites aduaneros para liberar la moto. Fue indispensable la ayuda de Ron Edelen para terminar la gestión. Hacia el final del día, y previo paso por BMW Motorrad Anchorage, la GS y yo estábamos listos.



DESPEGANDO Anchorage, y Alaska en general, tienen la mayor densidad de hidroaviones privados en el mundo. Una buena postal de despedida de esta ciudad cosmopolita y salvaje.





DÍA UNO. Ya en los primeros kilómetros el paisaje era exuberante. Ese día fue corto y paré a dormir en Glennallen, Alaska.




PONIENDOLE RITMO Dejé el Caribou Motor Inn temprano rumbo a Tetlin Junction, famoso cruce de rutas en Alaska. De ahí, a la frontera con Yukón, Canadá.





KOIDERN RIVER, CANADÁ. Alaska quedó momentáneamente atrás. A partir de acá cada estación de servicio es importante, por más que el surtidor sea algo dudoso.



CAZABOBOS De lejos parecía de verdad y lo cierto es que cumplió su objetivo, ya que cuando lo vi, bajé la velocidad.





HUELLAS EN EL HIELO. Dejé brevemente Canadá, para ingresar otra vez en Estados Unidos y visitar Hyder. Un pequeño pueblo de grandes osos y más salmones que habitantes.


DEASE LAKEHYDER, DÍA 5

Después de dormir en el último cuarto disponible en Dease Lake, bajé por la ruta 37 hasta Meziadin Junction y así cruzar por Stewart a Hyder, Alaska. Lo primero que hice al llegar es trepar unos cerros y ver los famosos glaciares que rodean el pueblo. Para evitar que los osos se metan donde no tienen permiso, los pobladores dejan felpudos con ¡clavos!





TIERRA DE OSOS

Para mí, que vengo del sur de la región, Alaska y Canadá representan algo así como China para Marco Polo. Tienen el atractivo y el misterio de lo lejano. Ya había estado en Anchorage hace unos años, de pasada para el Denali Park y Talkeetna Glacier. Pero esta vez, la ruta y las circunstancias eran otras. El ritmo inicial hizo que rápidamente deje aquel estado norteamericano y entre en su vecino país por Yukón. Me sentía un cowboy cuando encontré el hito que marca el límite. No había nadie. Sólo unos carteles informativos y una simpática pérgola cuyo centro estaba dividido por un monolito y una raya: de un lado, Canadá/Yukón y del otro, Estados Unidos/Alaska. Todo metido en 360 grados de naturaleza. Con la BMW “pastando” a un costado, me senté a hacer el primer balance del viaje. A pesar del mal tiempo, ¡todo para arriba! Seguí rumbo sur, para doblar luego hacia el este y meterme en un pueblito costero llamado Hyder. Se llega por Stewart, British Columbia, pero cruzando la frontera nuevamente para entrar al borde sur de Alaska. Hyder tiene un único camino de entrada y de salida. El resto son montañas, glaciares y osos. Sin mucho para elegir, opté por un albergue pegado a un bar. Como creía que estaba en el Viejo Oeste, entré por una cerveza, decidido a pasarme unas cuantas horas ahí. Saludé a dos o tres parroquianos y le pedí a la cantinera una “Alaskan White” con algo para picar. Me contestó que para comer no tenía nada y que apurara el trago de la cerveza porque cerraba en quince minutos... Eran las 18:45 y el día para ella estaba alcanzando su fin. Regresé a mi cuarto más temprano de lo planeado. El día siguiente amaneció lloviendo con furia. Miraba el aguacero por la ventana, cuando a través del vidrio empañado, vi un bulto negro que cruzaba la calle. No había mucha luz, pero sin dudas era un tremendo oso. Agarré una cámara y salí en calzones a fotografiarlo. Entre el agua que pegaba en la lente, la baja velocidad de obturación y la poca paciencia del primo de Yogui, la imagen conseguida resultó un desastre. Por suerte, a la tarde tuve una mejor oportunidad. Además de estar protegidos, una de las razones de la cantidad de osos en la zona es porque abundan los salmones. No muy lejos de allí, en Moricetown Canyon, la gente los pesca esperando cuando saltan río arriba. ¡Igual que un oso!




VANCOUVER, CANADÁ, DÍA 8 Primera vez en Vancouver, pero no la última. Disfruté mucho lo poco que estuve. Bien guiado por mi amiga Jess Browne via Facebook, pasé un buen rato en el Granville Island Public Market.


SEATTLE, ESTADOS UNIDOS, DÍA 9 Otra vez con guía personal, pero ahora en vivo. Mi sobrino Francisco y su madre Giulietta fueron mis generosos anfitriones. En Seattle, me tomé uno de los 5 días libres del viaje, para hacer turismo por sus calles y barrios.





UNA ESCALA FUERA DE PROGRAMA En McMinnville, Oregon estรก el Evergreen Aviation & Space Museum. Entre sus piezas mรกs importantes figura el famoso Spruce Goose, el gigantesco hidroaviรณn fabricado por Howard Hughes.



GARBERVILLE, CALIFORNIA, DÍA 12 Este pueblo, lleno de hippies, la mayoría arrastrando un perro por la calle, me regaló uno de los mejores tramos de ruta del viaje. Su salida atraviesa un bosque de milenarias sequoias, tan altas como el mismo cielo.



HOUSTON, WE HAVE A PROBLEM... Tan distraído iba mirando a las vacas hacer equilibrio en los acantilados de la ruta 1, que no le presté atención al velocímetro. El oficial Salomon me dio una clase de educación vial y un merecido ticket de u$276,50.





SAN FRANCISCOSAN DIEGO, DÍA 14 Uno de los primeros tramos largos del viaje: 840 kms sin escalas, salvo una pasada rasante por Venice Beach en Los Angeles. Ese día ocurrieron dos cosas asombrosas: una de mis cámaras sobrevivió a una caída a 120 kms/h en la ruta y conocí a un argentino que recorría América en un viejo Dodge 1500.





TIJUANA, MÉXICO, DÍA 16. Con casi 7.000 kms recorridos recién estaba entrando al tercer país de la travesía. Pasé de largo la ciudad y me interné en la Baja California en busca de rutas bien calmas.




SAN DIEGO, ESTADOS UNIDOS-EL ROSARIO, MÉXICO, DÍA 16. El vado no representa en absoluto la sequedad del tramo. Sólo fue una gota de agua en el desierto. El Rosario es chico, pero resultó un gran lugar para dormir y comer: Hotel Baja Cactus y Mamá Espinosas.



ESTADOS UNIDOS

La Paz

MÉXICO

Mazatlán OCEÁNO PACÍFICO

GOLFO DE MÉXICO

Puerto Vallarta

MAZATLÁN-PUERTO VALLARTA, DÍA 19 Atravesar “La Baja” fue una experiencia inolvidable y una excelente decisión: la gente es muy simpática y las rutas muy seguras. Al llegar a La Paz, su extremo sur, crucé en ferry hacia Mazatlán para continuar rumbo a Acapulco. Llegar fue muy complicado debido a un terrible temporal. Ver tanto desastre empañó ese tramo del viaje.





TEMPORADA BAJA. Octubre no es el momento ideal para venir a vender en las playas de Acapulco.


TAPACHULA, MÉXICO-ANTIGUA, GUATEMALA, DÍA 24 Dejé México y entré en Guatemala. La frontera es un tanto especial y hay que andar con mucho cuidado. Durante los trámites conocí otros “beemers”. Lo primero que hice al salir fue comprar una bolsa de rambután, fruta exótica y deliciosa. Lo segundo, conocer Antigua.






ANTIGUA, GUATEMALA-LA LIBERTAD, EL SALVADOR, DÍA 25. Con gran expectativa entré en El Salvador. La frontera resultó muy fácil en los trámites, pero algo lenta en su accionar. Fue muy triste ver el tráfico de reptiles en la ruta sin que nadie haga nada. Más allá de eso, el país es muy lindo.


¿HONOLULU? NO, EL SALVADOR La playa El Tunco está muy cerca de La Libertad y a 37 kms de San Salvador. Los lectores más surferos que no la conozcan, vayan haciendo un lugar en la agenda para visitarla. La arena es negra pero las chicas son doradas y las olas, tremendas.



LA LIBERTAD, EL SALVADOR-CHOLUTECA, HONDURAS, DÍA 26. Pocos kilómetros por día, pero un país detrás del otro. Por El Amatillo entré a Honduras y fue la escala más corta de todas. Dormí en Choluteca y seguí viaje a Nicaragua.




CHOLUTECA, HONDURAS-MANAGUA, NICARAGUA, DÍA 27 Después de un largo tiempo sin visitar Nicaragua, me dio la sensación que el país se debate entre Sandino, Chávez y Ray Kroc (creador de McDonald’s). Sin hacer juicio de valores, vi grandes avances en infraestructura y una pacificación nacional muy importante.



GRANADA, LA GRAN SULTANA Fundada en 1524 por el español Francisco Hernández de Córdoba, Granada aún mantiene intacta su arquitectura morisca y andaluza. A la hora de pagar el almuerzo, los servicios son del siglo XXI.




MANAGUA, NICARAGUA-QUEPOS, COSTA RICA, DÍA 28 ¡Qué placer volver a Quepos y Manuel Antonio! Después del shock inicial por los cambios, me dediqué a disfrutar del lugar. La llegada fue algo incómoda (de noche y lloviendo muy fuerte) pero luego de un buen desayuno, estaba listo para seguir.



SEGUNDA LUNA DE MIEL Volver a cualquier lugar veinte años más tarde es un shock. Me pasó con Nicaragua, país que conocí en el final de la guerrilla y en pleno proceso de democratización. Encontré un gran avance, al menos en su infraestructura y pacificación. En cambio, la segunda vuelta a Manuel Antonio fue un mazazo de nostalgia. Habíamos estado con Loli, mi mujer, de luna de miel en 1995. Entonces, nos habían cautivado sus playas vírgenes, sin turistas ni mayores edificaciones que un par de cabañas cerca del mar. Una, fue nuestra guarida romántica en aquellos días. Todas las mañanas, cruzábamos nadando el


arroyo que delimitaba el Parque Nacional para internarnos en el Paraíso, con la única compañía de iguanas, lagartos y coatíes. Por la tarde aparecían familias enteras de monos para comer frutas de los árboles o llevarse cualquier cosa que les resultara interesante. Loli hacía topless, algo que prohibía la ley de Costa Rica, pero a nadie podía importarle. Éramos Adán y Eva. Hoy, los monos evolucionaron en Homo Turisticus. El arroyo existe pero por donde caminábamos esquivando pinches, hay un hotel enorme, una rotonda asfaltada y una parada de buses. La calle de acceso tiene un bar al lado de otro y la sensación es que el lema “Pura Vida” que repetían los pobladores de entonces, se reemplazó por “Pura Money”. Así y todo, sigue siendo un gran lugar para visitar. Ojalá podamos repetir la luna de miel con nuestras cachorras.


SANTIAGO, PANAMÁ-PANAMÁ CITY, DÍA 30. Atrás quedó Costa Rica y la primera mitad del viaje. La esclusa de Miraflores divide las Américas pero une los océanos. La visité por recomendación de mi gran amigo Pety Bedoya. El video que hice allí fue uno de los más visitados en Facebook.



MITAD DEL VASO LLENO

Entrar a Panamá significó completar la primera parte de la travesía y dejar atrás una buena porción del viaje. Principalmente México y Centroamérica, dos tramos que me preocupaban un poco. El primero, debido a la inseguridad y el narcotráfico. El segundo, por la cantidad de fronteras y burocracia. Decidí atravesar México por la Baja California. Resultó una gran elección por la tranquilidad de sus rutas y sus espectaculares paisajes. En una de las paradas comí en Mamá Espinosas, famosísimo restaurant donde recalan los pilotos que corren “La Baja 1000”. Crucé al continente en ferry desde La Paz a Mazatlán y bajé pegado a la costa en dirección a Acapulco, mi destino final. Unos veinte kilómetros antes, la terrible tormenta que había azotado la región semanas atrás (dejó cien muertos y miles de evacuados) casi frustra mis planes. Un enorme puente fue arrancado de cuajo y la ciudad estaba aislada. La GS le hizo honor a su denominación y vadeamos el río con el agua sobre el asiento. Llegar a Guatemala fue una pesadilla. Dos intentos de robo en la frontera hicieron que a partir de allí anduviera siempre con la guardia alta y la paciencia corta. Sobre todo con las decenas de “secretarios” que por hacerse de unos dólares convencen a los viajeros de que sólo ellos pueden hacer los trámites de aduana. El truco más usado consiste en obligar a las motos a ponerse en la fila de los camiones, generalmente interminable. Ahí se ofrecen para adelantar el papeleo. Con el pasaporte en la mano del desprevenido rider, ya son amos y señores de la situación. Por suerte, conmigo no lo lograron. Sólo hace falta tener los papeles en orden para saltar cualquier frontera. Y las motos no hacen fila. En Panamá había que sortear otro obstáculo: el Tapón de Darién, barrera natural con Colombia y único tramo sin camino en toda la ruta Panamericana. Las opciones eran cinco días en velero desde Colón a Cartagena o una hora de avión desde El Tocúmen a Bogotá. Con un costo muy parecido, y gracias a la suerte de encontrar un vuelo disponible el día de mi llegada, opté por volar. Al día siguiente, estaba en Colombia con la moto liberada y ya rumbo a Ecuador.



DE VUELTA A LA RUTA. Superado el Tapón de Darién por vía aérea, en Colombia tuve que esquivar otro obstáculo: entre Cajamarca y Pasto la ruta estaba tomada en varios lados por un grupo muy violento. La solución fue internarme por una huella entre los cerros y así rodear los piquetes.





PASTO, COLOMBIA-QUITO, ECUADOR, DÍA 35. Atravesé Colombia pasando pueblitos perdidos entre los cerros y llegué a la frontera con Ecuador. El camino fue magnífico, igual a todo lo que vendría después. El Troncal de la Sierra resultó de lo mejor en la travesía.





DE QUITO A CUENCA, 483 KILÓMETROS INCREÍBLES. Haber volado de Panamá a Bogota, hizo que conociese Cuenca. El plan original era cruzar en barco a Cartagena y de esa forma hubira ido por otra ruta. ¡Qué suerte tuve en ese cambio de planes! Cuenca es algo indescriptible. No se la pierdan.




PANAMÁ EN CUENCA De Cuenca son originarios los sombreros “Panamá”. La ciudad es también famosa por su arquitectura. Para mí será inolvidable como el lugar más limpio que conocí en mi vida. No hay un solo papel en sus calles.


MACARÁ, ECUADORTRUJILLO, PERÚ, DÍA 38 Desde Cuenca seguí por el Troncal de la Sierra hasta Macará, pueblo pegado a la frontera con Perú. Eran las 18 horas, pero la policía me aconsejó no cruzar. El camino a Sullana es muy inseguro, dijeron. Al otro día, seguí a Trujillo. ¡Rider precavido hace más kilómetros!





TRUJILLO-LIMA, PERU, DÍA 39. Después de encontrarme en la ruta con otros viajeros, un cortejo fúnebre, un viejo naufragio y un exquisito cebiche, finalmente llegué a Lima, donde me esperaban mi primo “Don Pati” y su familia. ¡Qué buen momento pasé con ellos!



NASCA, PERÚ-ARICA, CHILE, DÍA 41. Casi mil kilómetros y 12 horas arriba de la moto por una ruta desértica. Fue uno de los días más largos de la travesía. Pasé muy cerca de la bellísima ciudad peruana de Arequipa, pero como había estado antes allí, decidí avanzar. Quería llegar a Chile.



VIEJOS LOBOS DE MAR ¡Sácale una foto, que estos bichos están en extinción!, me dijo su compañero de cartas en el puerto de Arica. Al barbudo lo llamaban “Fumón Castro” y ciertamente era de esos personajes que no abundan. Entrar a Chile fue como entrar en casa. Dejé Perú, estresado por los peligrosos conductores en la ruta (unas quince veces tuve que tirarme a la banquina para esquivar un vehículo de frente) y necesitaba un poco de tranquilidad. Pasé Tacna de largo mientras el sol desaparecía y llegué a la frontera de noche, cansado pero feliz. Había estado en Arica unos años atrás en viaje desde Cusco y sabía que me esperaban un buen hotel, un buen barman y un buen chef. Descansé y a la mañana siguiente fui al puerto. El contraste de la riqueza de sus muelles con la nada misma del desierto que rodea la ciudad es sorprendente. Pescados, mariscos y moluscos todavía chorreando mar son clasificados por un grupo de bucaneros de piel curtida y sonrisa fácil. Mientras “Fumón Castro” se jugaba la suerte por enésima vez, con Jimmy –mi moto– pusimos proa a Chuquicamata y San Pedro de Atacama.




ROCAS Y PESCADOS. El norte de Chile es algo Ăşnico. A medida que dejamos el oasis de sus puertos y nos adentramos al desierto, el paisaje se asemeja a la Luna o Marte. Nada que a una F800GS pueda preocuparle, salvo que pisemos un clavo.





CALAMA-SAN PEDRO DE ATACAMA, CHILE, DÍA 43 San Pedro de Atacama demuestra que los oasis chilenos no sólo están en sus puertos. A pesar de la sal y de la arena, el pueblo es una bendición para los viajeros y un desafío para los amantes de la aventura. Con hoteles para todos los presupuestos (desde u$18 a u$900 por noche) y excelentes lugares para comer, es una escala imprescindible. En un radio de 50 kilómetros hay de todo para hacer. Incluso ir a la playa en medio del desierto.


LAGUNA VERDE, BOLIVIA. Aprovechando que pasaba muy cerca, quise conocer Laguna Verde. No me fue muy bien. En la frontera me dejaban pasar a mí, pero no a Jimmy, la moto, ya que no hay aduana. Me exigían hacer 180 kilómetros para cumplir con ese trámite. Logré convencer al oficial de ir rápido hasta la


laguna y volver (son menos de 5.000 metros). Al llegar tampoco pude ingresar. Por ser parque nacional hay que pagar la entrada, pero s贸lo en pesos bolivianos. Ni mis d贸lares ni mis pesos argentinos fueron bien recibidos. Hice una foto de lejos y volv铆 decepcionado.



SAN PEDRO DE ATACAMA, CHILE-LA POMA, ARGENTINA, DÍA 44. Un mes y medio más tarde, volví a mi país. El ¡BIENVENIDO! que me dijo la chica de la aduana con mis papeles en mano, es algo que no me olvidaré jamás. Volver a cruzar El Abra del Acay, tampoco. Si bien ya conocía el camino, las circunstancias ahora eran muy especiales.




ENTRE CORNISAS. El Abra del Acay es uno de los pasos mĂĄs altos de la Argentina. Son 5.000 metros de altura que realmente se sienten, aunque tambiĂŠn se disfrutan. Luego del descenso hay unos cuantos vados que revisar. No son muy profundos, pero las piedras bajo el agua son enormes.




RECORRIENDO EL NORTE, PLANEANDO EL SUR. La Poma, Cachi, Cafayate y Molinos... Creo que comí una docena de empanadas en cada pueblo. Desde Tafí del Valle puse proa a Los Altos, Catamarca. Mientras tanto, fui mirando el mapa para planear lo que faltaba del viaje.




PARADA 5 ESTRELLAS EN CATAMARCA, DÍA 48. En la estancia “La Tirolesa”, me esperaban mis amigos Ezequiel Despontín y Mateo Scaraffía. La promesa del cabrito resultó cierta, a pesar de encontrar a mi llegada un gato en la parrilla. Los dos días de descanso me hicieron muy bien para encarar lo que vendría.



©BMW/RODRIGO VERGARA

BMW MOTORRAD DAYS EN CÓRDOBA Dos momentos imposibles de olvidar: en Córdoba me esperaba mi mujer y en Villa General Belgrano, los Motorrad Days. Demasiadas emociones para resumirle al “Gato” Barbery, gran amigo y presentador oficial del evento de BMW.




TIGRE-PUNTA ALTA, ARGENTINA, DÍA 52. De Córdoba pasé por mi casa, cerca de Buenos Aires y le di una buena sorpresa a mis hijas, a quienes no veía desde hacía dos meses. Con una disciplina prusiana, al día siguiente continué mi camino. Ya tendríamos nuestro reencuentro familiar en pocos días.




DOS OCÉANOS

El Pacífico quedó definitivamente atrás. Sus costas me acompañaron la mayor parte de la travesía. Ahora estaba sobre un viejo conocido: el Atlántico. Me crié nadando en sus aguas y recorriendo sus playas por toda la Argentina. Bajar a la orilla con Jimmy fue algo natural y necesario. Tan importante como visitar a un amigo al que no veíamos hace un tiempo y contarle que estábamos de vuelta en el barrio. Los días pasaban demasiado rápido. Del cariñoso recibimiento en el BMW Motorrad de Villa General Belgrano y la emoción de un encuentro fugaz con mi familia, pasé otra vez a la ruta con un ritmo vertiginoso. Recorrí 1.138 kilómetros en un solo día entre Punta Alta y Comodoro Rivadavia. Crucé Santa Cruz por Las Heras para tomar la ruta 40 en dirección a Bajo Caracoles y llegué a Gobernador Gregores acompañado por tres australianos, también en moto. Nos veníamos cuidando ya que no conseguíamos nafta. Hicimos una fila india y nos comprometimos a ir juntos todo el tramo. Llegamos sin problemas y luego de hacer una cola larga para llenar los tanques casi secos, buscamos un hotel. Entré al restaurant y le apunté a una mesa al fondo. Cuando estaba por sentarme, escuché “¡Henry!”. Me di vuelta y había alguien parado, con una mano extendida. “Soy Norberto”, me dijo. Resultó uno de mis amigos virtuales de la página que armé en Facebook para el viaje, y a quien tuve el honor de conocer personalmente. Los riders éramos mayoría: tres mesas llenas de historias para compartir. El día siguiente amaneció muy frío, clima que me iba a escoltar hasta el final del viaje. Aguanieve, granizo y viento, sumados a una buena nevada más adelante, pusieron otra vez a prueba mis equipos. Volví a la ruta 3 y atravesé Río Gallegos haciendo malabares para conseguir combustible. Y llegué al Estrecho de Magallanes, otro de mis lugares favoritos. Tantas veces lo crucé y tantas otras lo cruzaría. La verdad es que es un páramo, pero son tan imponentes sus costas que es imposible no maravillarse. Ushuaia estaba demasiado cerca. Por un momento, soñé con detener el tiempo...




PATAGONIA SORPRENDENTE Y SALVAJE Quizás por haber recorrido estos caminos mil veces, o por la adrenalina del final, los días estaban pasando más rápido de lo que me hubiese gustado. Para alargar el tramo crucé Santa Cruz hacia el oeste. Pasé por Las Heras, entre pozos de petróleo y paisajes sublimes, sólo arruinados por el tremendo basural del pueblo. Intenté poner nafta en Bajo Caracoles, pero recién la conseguí en Gobernador Gregores, donde encontré también a un seguidor de Facebook, el amigo Norberto.



JURASSIC PATAGONIAN PARK. Recorrer estos caminos santacruceños es un viaje en el tiempo. Es fácil imaginar que en cualquier curva un Tiranosaurio Rex nos va a pegar un mordisco. Más real, el ripio exige ir atentos para no romper una llanta y quedar varados.


SIEMPRE ACOMPAÑADO. Mi travesía en solitario está llegando a su fin y haciendo un repaso me doy cuenta de que nunca estuve solo. Siempre hubo un hermano del otro lado de la ruta.






GOBERNADOR GREGORES-TOLHUIN, DÍA 55 Después de recorrer Río Gallegos con un bidoncito mendigando nafta, llegué al Estrecho de Magallanes. Justo salía una balsa y lo crucé de inmediato. Mi ambicioso plan de hacer GregoresUshuaia en el día se vio frustrado por diversos motivos. Con 875 kilómetros ya recorridos, tuve que parar a escasos 100 de mi meta final. La mañana siguiente fue una de las más frías del viaje. El hielo en el parabrisas no me deja mentir.




ANCHORAGE-USHUAIA: 25.117 KILÓMETROS NOS UNEN. ¡LLEGUÉ! ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! Momento soñado durante los 55 días y una mañana que duró nuestra travesía. Digo “nuestra”, porque de ninguna manera es un mérito personal haber llegado. Sin mi familia detrás, sin el apoyo de BMW Motorrad ni el aliento de los miles de amigos que me sostuvieron durante el viaje, nunca hubiera visto el final del camino. Y con Jimmy tengo una deuda de por vida. Es un fiel representante de BMW, que le hace honores sobrados a sus letras G y S: Gelände & Strasse.





EL FINAL DEL CAMINO

No batí record alguno ni realicé una proeza que merezca un segundo de atención, pero ¡qué emocionante fue la llegada a Ushuaia! Salí de Tolhuin con el tiempo suficiente para cumplir con la cita familiar, ya que habían viajado desde Buenos Aires para recibirme. “Los veo diez y cuarto, diez y media en el cartel que dice USHUAIA-LA QUIACA”. A pesar del clima, que se puso un poco arisco, y de haber parado un par de veces a fotografiar, llegué puntual. La verdad es que hacía mucho frío cuando encaré Garibaldi y para darme calor me puse a cantar La Marcha de San Lorenzo. Unas veinte veces arranqué con Febo asoma y otras tantas me quebré con Cabral, soldado heroico. Es que venía medio sensible y con mucha adrenalina, luchando por explotar y decir ¡LLEGAMOS! Pero no se llega hasta que se llega y faltaba que pegase una patinada en algunas de las últimas curvas adobadas con nieve, algo de hielo y agua sucia. Por lo tanto, me lo tomé con calma. A las diez y veinticinco frené en el arco de entrada a la ciudad y me abracé a Jimmy. Hice unas selfies y agradecí el haber terminado entero. Seguí al centro de la ciudad. Los vi de lejos, y ellos también a mí: Loli, Mia y Amélie (mi mujer y mis hijas), junto a Raúl y Dolores, mis suegros, estaban saltando de alegría y también de frío. Es imposible transmitir la sensación del logro personal, de la tarea cumplida y, principalmente, de no haberles fallado a quienes confiaron en mí. Más de una vez a lo largo de la ruta me persiguió la incógnita sobre si iba a llegar. Incluso me había ideado un Plan B, que en caso de algún accidente, iba a esperar donde fuera mi recuperación para seguir camino una vez que estuviera en condiciones. ¡Qué gran pavada! Solo sirvió para sacarme la idea del fracaso de la cabeza. Quienes me conocen saben que no soy una persona insegura, más bien todo lo contrario, y por suerte esos nubarrones duraron menos que un billete de 100 pesos en el supermercado (nota para los lectores foráneos, 100 pesos argentinos equivalen a u$10 y es al momento de


este libro, nuestro billete de máxima denominación). Como sea, llegué. Y la alegría era infinita. Luego de abrazarme con mi familia se me acercó, mano extendida, otro amigo virtual: Carlos. Venía siguiéndome por Facebook, y enterado de mi arribo inminente me estaba haciendo guardia en su ciudad. Fue él quien sacó la foto familiar. Le agradezco profundamente a BMW Argentina. Me dieron el envión inicial y el sostén durante todo el viaje, pero más que nada me dieron su confianza. Espero haber estado a la altura de semejante responsabilidad. Lo que siguió fue genial. Pasé dos días haciendo turismo con mis chicas. Nos atiborramos de centolla en “Tía Elvira” en doble turno, con algunas caminatas entre medio para merecernos el banquete. Tomé la buena decisión de volverme en avión a casa, y dejé a Jimmy por unos días en Ushuaia. Unas semanas más tarde, volví a buscarlo. El clima no sólo no había mejorado, ¡había empeorado! De todas maneras fue una despedida inmejorable. Con mi amigo Claudio Scalise, volamos de vuelta al fin del mundo. Él, por razones personales relacionadas con una estancia, y yo para sumarle un último tramo al viaje. La estancia es Moat, un lugar histórico, emblemático y mágico. Ni la lluvia ni el frío empañaron nuestra visita. De pasada, hicimos escala en otra estancia, Harberton. Nos recibió Tommy Bridges, descendiente de sus fundadores. Después de un poco de charla, continuamos viaje. Ellos, en una camioneta, y yo pisando charcos con la moto. La tarde pasó volando. Recorrimos la costa del Canal de Beagle, sumé unas cuantas fotos a mi abultado álbum y a las 17 horas me despedí de mis amigos. Había que iniciar el regreso a Buenos Aires. Como ya era tarde y seguía lloviendo, decidí dormir en Tolhuin. La mañana siguiente me regaló un nuevo dicho: siempre que llovió... comenzó a nevar. Cuando salí de la hostería todo el paisaje era blanco y la temperatura estaba en -4º centígrados. Calor no hacía. Nada grave, no hizo falta empezar con Febo asoma. Unos días más tarde y 3.500 kilómetros después, llegamos finalmente a casa.




HARBERTON Y MOAT, LA FRUTILLA DEL POSTRE. Unas semanas después de volar con mis chicas a casa, volví a Tierra del Fuego junto con dos amigos. Tenía que buscar la moto y de paso, los acompañé hasta a Moat, donde realmente termina el camino. También lo visitamos a Tommy Bridges.



LA ERA DEL HIELO II Una de las razones por las que dejé la moto, fue buscarla cuando el clima mejorara. ¡JAJAJA! Qué iluso... Un frío extremo me envolvió hasta Magallanes, pero ya nada podía importarme. Mis chicas me esperaban en casa.



BITÁCORA

Van algunos datos y números sobre los 55 días + 1 mañana de travesía.

ATRAVESÉ 14 PAÍSES: ESTADOS UNIDOS, CANADÁ, MÉXICO, GUATEMALA, HONDURAS, EL SALVADOR, NICARAGUA, COSTA RICA, PANAMÁ, COLOMBIA, ECUADOR, PERÚ, CHILE Y ARGENTINA. VISITÉ LAGUNA VERDE EN BOLIVIA POR SU CERCANÍA CON SAN PEDRO DE ATACAMA, EL PAÍS #15 DEL VIAJE.

RECORRÍ 25.117 KILÓMETROS DESDE ANCHORAGE HASTA USHUAIA. SUMÉ OTROS

3.480 PARA VOLVER A BUENOS AIRES Y SI AGREGO LOS QUE HICE PREVIO AL VIAJE PARA ABLANDAR LA F800GS, EL PROYECTO COMPLETO INSUMIÓ 30.116 KILÓMETROS EN DOS MESES. LOS TRES TRAMOS MÁS LARGOS: NASCA-ARICA, 924 KMS; PUNTA ALTA-

COMODORO RIVADAVIA, 1.138 KMS; COMANDANTE PIEDRA BUENA-SAN ANTONIO

OESTE, 1.250 KMS (A LA VUELTA, DESDE USHUAIA).

EL TRAMO MÁS CORTO DEL VIAJE: VANCOUVER-SEATTLE, 228 KMS DE AUTOPISTA. GASTÉ 1.406 LITROS DE NAFTA: 88 TANQUES. SIN EMBARGO, PARÉ UNAS 120 VECES A CARGAR COMBUSTIBLE. CAMBIÉ

5 CUBIERTAS: 2 DELANTERAS Y 3 TRASERAS.

PINCHÉ SÓLO 2 VECES. AMBAS EN EL DÍA #42 DE VIAJE, DE ARICA A CALAMA, EN CHILE.


LA MAYOR ALTURA SOBRE EL NIVEL DEL MAR FUE EN EL ABRA DEL ACAY, SALTA,

ARGENTINA A 4.895 METROS.

LA MENOR FUE EN SANTA CRUZ A 60 METROS BAJO EL NIVEL DEL MAR. ANDUVE EN LA MOTO ENTRE 10 Y 12 HORAS DIARIAS. ME TOMÉ

5 DÍAS DE

DESCANSO REPARTIDOS EN TODA LA TRAVESÍA. PARÉ 3 VECES PARA HACER EL SERVICE A LA MOTO, YA QUE ERA 0 KM CUANDO EMPECÉ:

BMW MOTORRAD SAN DIEGO, USA (8.300 KMS), BMW AUTOGERMANA, BOGOTÁ,

COLOMBIA (15.151 KMS) Y EL ÚLTIMO DE PASADA POR LOS MOTORRADS DAYS EN CÓRDOBA, ARGENTINA (21.006 KMS).

DORMÍ EN 50 LUGARES DIFERENTES, CASI TODOS HOTELES O POSADAS. ME HOSPEDÉ CON PARIENTES O AMIGOS EN SEATTLE, LIMA, CATAMARCA Y CÓRDOBA. DE CAMINO A USHUAIA, DORMÍ EN TIGRE, ¡EN MI CASA! DESAYUNÉ UNOS 100 HUEVOS FRITOS, A RAZÓN DE 2 CASI TODAS LAS MAÑANAS. LA MEJOR COMIDA FUE EN EL SALVADOR: DOS LANGOSTAS MEDIANAS, ENSALADA, PAPAS

FRITAS Y DOS “CORONA” HELADAS POR U$S 20, PROPINA INCLUÍDA.

LA RACIÓN MÁS BARATA: UNA BOLSA CON 100 RAMBUTÁN POR 1 DÓLAR EN GUATEMALA, QUE ME DURÓ TRES DÍAS. LA TEMPERATURA MÁS ALTA: 38ºC EN BAJA CALIFORNIA, MÉXICO. LA MÁS BAJA:

-7ºC EN TOLHUIN, CERCA DE USHUAIA.


TUVE 25 DÍAS DE LLUVIA, 10 CONSECUTIVOS AL PRINCIPIO DEL VIAJE. HICE TODA LA TRAVESÍA CON UN EQUIPO DE CUERO ATLANTIS

4 DE BMW,

UN CASCO BELL 500 Y DOS PARES DE GUANTES. USÉ 1 SÓLO PAR DE ZAPATILLAS PARA VIAJAR EN LA MOTO: ALL STAR, DE CUERO VERDE. TRAVEL LIGHT, TRAVEL HAPPY: EL RESTO DEL EQUIPAJE FUE 1 PAR EXTRA DE ZAPATILLAS DE ESCALADA (LIVIANAS Y CÓMODAS) PARA DESPUÉS DEL BAÑO.

1 JEAN HERENCIA ARGENTINA (QUE NO LAVÉ NUNCA), 2 REMERAS (QUE LAVABA TODOS LOS DÍAS),1 CAMPERA NORTH FACE DE PLUMAS Y 2 PARES DE MEDIAS QUE USÉ EN LOS DÍAS MÁS FRÍOS. TAMBIÉN TENÍA 1 REMERA TÉRMICA BMW Y UN “CUELLO” DE LANA MERINO QUE COMPRÉ EN WHITE HORSE, CANADÁ, Y ME HIZO EL VIAJE MÁS PLACENTERO AÚN. EL EQUIPAJE VIAJABA EN UN BOLSO BMW

GEPÄCKROLLE 2. ADEMÁS, ADAPTÉ UNA VALIJA PELICAN PARA CARGAR 1 MACBOOK PRO, 1 CANON 5D, 1 FUJI X10 Y 2 GO PRO, MÁS SUS ACCESORIOS. POR OBVIAS RAZONES, CASI NO HICE SHOPPING, EXCEPTO 2 CORTAPLUMAS EN

ALASKA (PERDÍ UNO) Y 4 SOMBREROS PANAMÁ COMPRADOS EN CUENCA, ECUADOR, POR ENCARGUE Y RECOMENDACIÓN DE MI AMIGO PATRICIO BUTELER (PARA ÉL, MI MUJER, MI SUEGRA Y PARA MÍ). VIAJARON ENROLLADOS EN EL BOLSO Y LLEGARON EN PERFECTO ESTADO.


DATOS DE FACEBOOK

Previo al viaje, armé con ayuda de Mia, mi hija mayor, una página en Facebook: TRAVESIA ALASKA-USHUAIA-BMW. Comencé de cero, ya que no tenía una cuenta personal. Aquí, los números de su evolución y desarrollo:

EL PRIMER DÍA TUVE UNA SOLA SEGUIDORA: AMÉLIE, MI HIJA MENOR. A MEDIADOS DE LA TRAVESÍA, TUVE PICOS DE

10.000 VISITANTES DIARIOS, CON UN MÁXIMO DE 63.471 EN UN SÓLO DÍA.

EL MAYOR PORCENTAJE FUERON VISITAS DESDE ARGENTINA, PERO TUVE ENTRADAS DESDE

45

PAÍSES, COMO, INDONESIA, EMIRATOS ÁRABES, ISRAEL, Y SUDÁFRICA ENTRE OTROS. DE LOS FANS, EL

54% SON HOMBRES Y EL 46% MUJERES.

DE LAS VISITAS EN GENERAL, EL

68% FUERON HOMBRES, EL 30% MUJERES Y UN

2% NO TENÍA INFORMACIÓN DE GÉNERO.

EL PORCENTAJE DE EDAD MÁS ALTO DE LAS VISITAS ESTÁ EN EL RANGO DE

35 A 44 AÑOS.

SUBÍ 48 VIDEOS DURANTE EL VIAJE. CADA VIDEO LO MIRARON EN PROMEDIO UNAS

4.000 PERSONAS. EL QUE TUVO MÁS

AUDIENCIA FUE “BYE SEATTLE”: 8.716 PERSONAS HICIERON PLAY PARA VERLO.

SUBÍ

390 FOTOS.

3.000 CLICKS (PERSONAS QUE ABRIERON LA FOTO). LA QUE TUVO MÁS AUDIENCIA FUE “VOLVIENDO AL PAGO” CON 7.796 CLICKS.

CADA FOTO TUVO EN PROMEDIO

CASI

2.000 FANS AGREGARON “ME GUSTA” LA TRAVESÍA EN SUS PÁGINAS, Y SIGUE EN AUMENTO.


–¿VA LEJOS? –VOY A BUENOS AIRES, PERO VENGO DE USHUAIA Y ANTES, DE ALASKA. –¿DE ALASKA? ¿EN MOTO? –¡SÍ! –¿Y NO SE ABURRE? Este diálogo ocurrió en la ruta 3, en la rotonda de la salida de Trelew. Paré a echar nafta y enfrente de la estación vi un puesto con cerezas. Adentro, estaba una señora sentada sobre un taburete, rodeada de una sola variedad de frutas, mirando solamente hacia el frente por una pequeña ventana. No había segundas opciones ni posibilidad de distraerse con algo más. Sin embargo, para ella, el que se aburría era yo, que venía de recorrer quince países. Me fui pensando un rato en la vendedora y en su mundo cercado por cajitas. El hombre es un animal de costumbre y supongo que para esa mujer debe ser lo más normal encerrarse durante horas en una casilla diminuta. Seguí viaje, agradecido de la posibilidad que tengo de moverme en un radio un poco más amplio que tres paredes y una ventana. Sé que es una utopía, pero viajar debería ser una obligación. Una suerte de milicia, que en lugar de darte un fusil (o una escoba para barrer el cuartel), te entregara un boleto abierto, un mapa y un pasaporte. En treinta años de viajero me crucé con los personajes más variados, que hacían de su camino algo único e increíble. Tenía quince o dieciséis cuando en plena Cordillera de los Andes, en el camino que va de Termas de Cacheuta a Uspallata, vimos por la ruta a un tipo en silla de ruedas que venía bajando desde Colombia. Me había invitado Diego Baudrix, tío mío, y espejo en el que vi reflejadas mis ansias de futuro aventurero. Era un viaje de kayakistas y rápidamente entre los amigos de Diego, todos mayores que yo, se armó una discusión acerca del “minusválido”. Lo pongo entre comillas, porque el personaje en cuestión gozaba de buena salud. Tenía los pies encadenados a la silla y sólo abría el candado para sus necesidades elementales. El resto del día, rodaba montañas para arriba o para bajo, empujado por sus brazos. Llevaba una toldilla llena de banderitas, un panel solar y una radio VHF. Y también me acuerdo que pese a lo que opinaba la mayoría de nuestro grupo de deportistas, para mí, el tipo tenía unos huevos de acero. El propósito de su viaje era probar que los discapacitados podían encarar grandes


EPÍLOGO

hazañas pese a sus dificultades motrices. A mí me demostró algo más: uno es dueño de su propio camino. No hay límites ni excusas para recorrerlo. Ese día me propuse firmemente comenzar una huella. Nunca tuve el coraje suficiente para encadenarme a una silla de ruedas, pero tengo mis kilómetros recorridos en seis continentes, incluída la Antártida. Me di el lujo de hacer cumbre en el Aconcagua, el McKinley, el Lanín y el Monte Tarn (este último de poca altura, pero está en el fin del mundo y lo escalé en la soledad más absoluta). Crucé valles, desiertos y salares. Fui testigo privilegiado de tantas cosas, que me da vergüenza citarlas. Así como Diego inspiró mis viajes, ojalá este libro haga lo mismo con ustedes, sus lectores. No hace falta hacer Alaska-Tierra del Fuego. Cualquier escapada que nos ponga en contacto con la naturaleza, por modesta que sea la aventura, es fundamental para nuestra educación y nuestro espíritu. Cualquier pueblo que visitemos, aunque quede a diez minutos de casa, nos pondrá en contacto con otra gente y otras realidades. Universos distintos, que por simples que sean, no dejan de ser asombrosos. Si bien este viaje en moto fue rapidísimo, siempre me tomé el tiempo suficiente para charlar con cuanto personaje llamó mi atención. Incluso un par de veces pegué la vuelta, desandando el camino, para sentarme a escuchar otras historias. Por Catamarca, vi en el medio de la nada un mochilero sentado al costado de la ruta con una guitarra y un cuadernito entre las piernas. Seguí de largo, pero al rato volví con la excusa de estar perdido. Así me enteré que este chileno de Santiago, hacía un año que estaba caminando entre ambos países, tocando la guitarra y haciendo malabarismos con un monociclo, y con la billetera. De Ushuaia a Buenos Aires, pasé de largo a otro caminante. Volver a conocerlo fue el último regalo del viaje. El canadiense Pierre Paul Cayer había salido de Alaska dos años antes. Empujaba un carrito con una bolsa de dormir y un par de cacerolas para cocinar sus hazañas y así, empezar otras nuevas. Una travesía de 24 meses a pie, a lo largo de 30 mil kilómetros, implica un maremágnum de anécdotas. Cientos de obstáculos superados día a día. Treinta millones de pasos y un solo propósito: llegar. Llegar para volver a embarcarse en otra aventura, aunque más no sea sentarse en un sillón a narrar la experiencia a los demás. En este libro, intenté contarles la mía.



AGRADECIMIENTOS

Por más solitaria que sea la aventura, siempre hay mucha gente detrás que ayuda a realizarla. Le agradezco a BMW Argentina, especialmente a Dan Christian Menges, quien me dio el empujón inicial para este proyecto y ayudó a que se concrete. A Julián Mallea, por confiarme a Jimmy sin dudarlo y a su presidente, Alejandro Echeagaray por aprobar nuestros locos planes. De esta manera, nos sumamos a los festejos globales de los 90 años de la marca. A Lan Cargo y Lan Argentina, quienes gracias a la gestión de Facundo Rocha, resolvieron nuestra logística para llegar a Anchorage. Asdrúbal Bobbiesi y Darío Mores se ocuparon de Jimmy como si fuera un rock star. Al Automóvil Club Argentino, especialmente al amigo Abel Buzarquis, cuya ayuda fue fundamental para lograr en tiempo y forma la Libreta de Pasos por Aduana. Julio Speroni, de Motoboxes Pilar, embaló la moto de manera que viaje segura y a la vez en el mínimo espacio posible. Francisco Bartolomé, de JAB Comercio Exterior, hizo la exportación temporaria de la moto y Ron Edelen, de Perman Stoler en Anchorage, completó los trámites en tiempo récord y logró liberarla faltando poco para que el viernes (13, además) ya se convierta en fin de semana para la aduana norteamericana. The Motorcycles Shop, representante de BMW en Alaska, ensambló la moto fuera de horario y esa misma tarde de viernes ya estuvo en condiciones de salir. A partir de aquí, y ya en viaje, la cantidad de gente que conocí y que de alguna manera me hizo las cosas más fáciles es innumerable. A través de Facebook, cientos de amigos –virtuales o de la vida real– me acompañaron día y noche. Es imposible hacer una lista completa. A todos ellos, MUCHAS GRACIAS. También agradezco de corazón a mis hermanos del Club de Motonetas Picantes. Me perdí unos cuantos martes en La Anita, pero muchos de ellos hicieron que no se notara. Y finalmente, a mi familia: Loli, Mia, Amélie. ¡Qué garra le pusieron! Sin su apoyo no hubiese llegado a hacer el bolso. Raúl y Dolores, mis suegros, estuvieron siempre atentos a resolver cualquier problema en casa. Cada uno de los kilómetros del viaje los hice gracias a todos ustedes.


STAFF

ALASKA-TIERRA DEL FUEGO, DE GIRA AL SUR EDITADO POR TRIPLEVE EDITORES Fotografía, edición y textos HENRY VON WARTENBERG iphonehvw@gmail.com Diseño y retoque digital JUAN JOSÉ GÓMEZ estudiogmz@gmail.com Traducción ANDREA SCHENONE andyschenone68@gmail.com Facebook TRAVESIA ALASKA-USHUAIA BMW

La travesía Moto / JIMMY (BMW F800GS 2013) Rider / HENRY VON WARTENBERG Hoja de ruta / HENRY VON WARTENBERG Producción / BMW GROUP ARGENTINA, BMW GROUP LATIN AMERICA AND THE CARIBBEAN Logística / LAN CARGO, LAN AIRLINES

©HENRY VON WARTENBERG Impreso por Platt Grupo Impresor en Febrero de 2014 Prohibida la reproducción total y parcial de este libro, por ningún medio mecánico o digital conocido o por conocerse sin la expresa autorización escrita de su autor. Derechos reservados.

BMW symbol

von Wartenberg, Henry Alaska - Tierra del Fuego : de gira al sur / Henry von Wartenberg ; edición literaria a cargo de Henry von Wartenberg. - 1a ed. Tigre : Tripleve Editores, 2014. 172 p. + Mapa ; 30x25 cm. ISBN 978-987-21765-7-0

Mas información: www.henryvonwartenberg.com

1. Relatos de Viajes. I. von Wartenberg, Henry, ed. lit. II. Título CDD 910.4






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