F e d e r i c o C a s t e l l 贸 n U N L E N G U A J E P R O P I O
F e d e r i c o C a s t e l l 贸 n U N L E N G U A J E P R O P I O
FUNDACIÓN CAJAMAR AYUNTAMIENTO DE ALMERÍA CENTRO DE ARTE MUSEO DE ALMERÍA FUNDACIÓN MUSEO CASA IBÁÑEZ
CATÁLOGO DIRECCIÓN José Manuel Marín Durbán TEXTO Ana Martínez Marín EDITA Fundación Museo Casa Ibáñez
DISEÑO Y MAQUETACIÓN José Manuel Marín Eduardo Santillana FOTOGRAFÍA Eduardo Santillana COLABORA Galería Acanto Lola Campoy Maldonado
IMPRESIÓN Artes Gráficas M-3, Almería © de los textos: su autora (Ana Martínez Marín) D.L. : AL 1033-2012 ISBN-10: 84-616-1625-1 ISBN-13: 978-84-616-1625-1
El valor de las obras de Federico Castellón que se exponen en esta muestra, técnicamente inconclusas y artísticamente magníficas, constituye un elemento didáctico de inapreciable valor, ya que nos muestra, como indica Jose Manuel Marín, comisario del proyecto, su lenguaje personal, y nos permite “estudiar su recorrido por diversos estilos y técnicas, formas de expresión, temáticas variadas, testimonios de sus viajes a China y Europa. La exposición recoge desde la inmediatez y libertad de los primeros apuntes hasta la obra acabada; teniendo un gran componente didáctico como valor añadido”. Con toques de influencia de sus contemporáneos Dalí, Picasso o Miró, así como una enorme similitud con Goya en cuanto al interés por la forma humana que muestra su obra, su producción abarca la pintura, la escultura, la producción litográfica, los grabados, hasta las ilustraciones... Recibió en vida numerosos premios y su obra forma parte de infinidad de museos, institutos y centros de arte en Estados Unidos, y de colecciones privadas en muchos rincones del planeta. El contenido de los cuatro cuadernos personales, de Federico Castellón, que se exhiben en este catálogo, fueron adquiridos en una galería de París, por el actual propietario, y procedentes de la viuda del pintor. Prácticamente desconocido en su tierra natal, Almería, hasta hace unos años, la belleza e importancia de su obra ha motivado el reencuentro y recuperación de uno de los almerienses más internacionales y valorados en su campo a nivel mundial, un orgullo para esta tierra que también quiere sumarse a la magia del arte que emite su obra, a su universo particular, en donde el ser humano parece el principal protagonista. Evidentemente, la Fundación Cajamar no podía quedar al margen de este proyecto. Francisco Cortés García Director de Programas de la Fundación Cajamar
No es Federico Castellón un pintor condescendiente. Soy de la opinión de que se hace necesaria una retina acostumbrada a los paseos por los sinuosos senderos de la historia del arte para llegar a apreciar su labor de una manera suficiente. Adentrarse en su compleja y múltiple trayectoria (pintor, muralista, escultor, grabador, ilustrador) nos procurará una de las aventuras artísticas más apasionantes -diría incluso inquietantes- del siglo XX. En los dibujos que aparecen en este catálogo, realizados por el artista en sus viajes por Europa y Asia a partir del año 1943, la presencia de la figura humana es casi una constante. A pesar de haber conocido los entornos y paisajes más dispares, a Federico Castellón lo atrae sobre todo la actividad del ser humano enmarcado en ellos. Así pues, junto a las más cotidianas y costumbristas escenas familiares, de intimidad hogareña o de plácida relación filial, se nos muestran otras que reflejan la furtividad del amor, la rutina de la vida en los transportes públicos, la comprometida libertad del ser humano, la desposesión e incluso la miseria o el conflicto. Más allá o más acá de un estilo en el que sobrevuela una especie de onirismo simbólico, entre surreal y expresionista, las sucesivas series de estos dibujos tratan de explicarnos la diversidad de la peripecia humana, algunas veces desde un punto de vista más amable y otras veces matizada por una atmósfera torturada y asfixiante. No sólo sus desnudos más académicos o las escenas más perfiladas, sino también los simples bocetos (verdaderos impromptus de grafito), despliegan un dinamismo y un abigarramiento en el trazo y en la composición que no hacen sino subrayar ese interés marcadamente humanista que siempre acompañó a Federico Castellón. Doscientos de estos dibujos se expusieron de manera individual en el Centro de Arte Museo de Almería entre febrero y abril de 2011. Muchos de ellos sirvieron de estudio para la realización posterior de pinturas, ilustraciones o grabados. Y el hecho de haberlos acercado al conocimiento del público almeriense supuso un honor y una satisfacción que a día de hoy sigue siendo perdurable. José Luis López Bretones Director del Centro de Arte Museo de Almería
Hace unos meses nos decidimos a producir una exposición dedicada a Federico Castellón desde la Fundación Museo Casa Ibáñez, en la línea de completar la visión de aquellos autores que ya están representados en nuestra colección permanente, con una especial atención a los almerienses históricos de vanguardia. El motivo era que habíamos incorporado medio centenar de obras del artista de Alhabia a nuestros fondos; una nutrida representación de lo mejor de su obra gráfica, y entre ella, de forma inédita en todo el mundo, la presentación por vez primera de sus deslumbrantes series eróticas. Se publicó un extenso catálogo con la primera biografía científica elaborada en nuestro país y otros estudios sobre Castellón, todo ello escrito -después de una larga y exhaustiva labor investigadora- por el director-conservador de nuestro museo, Juan Manuel Martín Robles. El esfuerzo mereció la pena, pues la publicación se ha convertido en un trabajo de referencia en el escaso corpus bibliográfico de este importante autor almeriense, y hemos recibido por él toda clase de parabienes desde los museos estadounidenses que atesoran obra de Castellón. En nuestras previsiones más inmediatas, tras la exhibición de esta muestra en Almería el próximo mes de febrero, está la de dedicar una sala en permanencia a Castellón en nuestro museo de Olula, convirtiéndonos así en la primera institución española que exhibe su obra en permanencia. Y en esta misma línea, participar en esta publicación que recoge los esbozos para su obra gráfica más significativa, atesorados por el inquieto coleccionista José Manuel Marín, nos prepara para la celebración de otras exposiciones que den cabida a este importante corpus de dibujos, con la mente ya puesta en la celebración del centenario del nacimiento del artista. Andrés García Ibáñez Presidente de la Fundación Museo Casa Ibáñez
4B
F e d e r i c o C a s t e l l 贸 n U N L E N G U A J E P R O P I O
(detalle de 59 B - Autorretrato)
Al hilo de los dibujos Imposible mirar la obra de Castellón sin que su misterio le alcance a uno. Imposible detenerse ante sus grabados o sus pinturas, sin un estremecimiento. Basta un instante, para que ese misterio, quizás apenas entrevisto, traspase impunemente la retina y se fije como un calco preciso en algún recoveco de la memoria. Sucede sin más. La iconografía, a primera vista extraña, la representación pictórica tan propia del autor, pertenece, a la vez, al espectador que la contempla. Y es al insistir en la mirada, o al reencontrar la obra, al cabo del tiempo, cuando la paradoja estalla y se tiene la certeza de que el carácter de esas imágenes, late ya, dentro de uno, y seguirá latiendo cuando aparte la vista: porque lo que el autor alumbra, al penetrar en la oscuridad, es una manera de percibir el mundo, dentro y fuera del tiempo concreto. En la penumbra clara de las cosas. Mirando los dibujos y apuntes de los cuatro cuadernos que viajaron con él entre 1943 y los primeros sesenta, pasando de uno a otro al azar, como si hojeáramos con la ávida apetencia de la primera vez, las páginas recién aparecidas, la sensación ante la obra es ahora de otra índole. Más directa y versátil, menos misteriosa. Estamos, sobre todo, ante la excelencia del dibujo -el trazo ágil, la composición equilibrada, los detalles minuciosos, el delicado uso del color, oscuro aún en sus tonos pastel- y nos atrae tanto reconocer escenas y personajes plasmados en sus grabados o ilustraciones, como acercarnos a los desconocidos. Mujeres que nos miran con sus ojos de agua, otras de nalgas gruesas, de pechos como naranjas, bañistas, diosas o prostitutas en la sala de un burdel. Retratos temblorosos, coloreados, capaces de inspirar una historia, como los realizados en villa Bloundel. El cuerpo. El contraste del cuerpo, desnudo y vestido, joven y viejo. Geometrías muy cuidadas. Figuras dignas. Figuras grotescas. Escenas callejeras. Desnudos clásicos, o dibujos inspirados en el refinado silencio de las estampas chinas. Mitología. Ángeles. Sueños. Soledad. Deseo. Un Castellón libre de adscripciones que dibuja como respira, necesariamente, lo que ve, con tanto como ha visto; pura vida, puro placer.
Son 220 dibujos. A veces solo un punteo, un boceto, unos trazos certeros, otras un dibujo meticulosamente acabado, pero siempre el sabio movimiento de la mano que alcanza la emoción, la idea, la escena que inspira al pintor allá donde esté; China, India, Italia, París… Mirar los dibujos de sus cuadernos, deslizarse de uno a otro, lentamente, como si pasáramos las páginas con nuestras propias manos, es apreciar el don del artista que piensa dibujando, acercarse a los momentos en los que el hombre que sabe lo que busca, plasma una escena sobre la luz blanca que refleja el fondo del papel. Y llegado a este punto, de repente el espectador detenido ante un solo dibujo, puede dejar que su vista se adentre en la densidad de una sombra, o perderse en una mancha de color aplicada con la yema del dedo… Ahí estuvo el autor, donde permanece viva la huella de su trabajo. Y así, en la pura contemplación del detalle, sin prisa, uno, se mimetiza al cabo de los años, con el viaje creativo, y comprende que un niño, nacido en Alhabia, supiera que el dibujo iba a encauzar su vida desde que, a la edad de siete años, llegara, con su familia emigrada, a Brooklyn. Él mismo nos lo contó así. “Como un niño extranjero rechazado que quería conseguir cierto grado de aprobación, encontré que este talento insignificante me daba una cierta aprobación, un grado de aceptabilidad y notoriedad, y de repente, me volví muy ambicioso en esto… Quería probar mi valor a todo el mundo. No sé si lo que me movía era el arte en sí mismo. Probablemente lo hizo, porque de otra manera no lo habría desarrollado tanto como lo he hecho. Me indicó la forma de hacerme valer como ser humano”. Si la manera de hablar se parece a la manera de ser, mas allá de la elocuente literalidad de sus palabras, apreciamos sensibilidad y carácter, la sabia determinación de su voluntad. Una determinación de la que Elisa Castellón, sobrina conocedora de la obra del pintor, afirma, que era propia de la cultura familiar, y que esa misma fuerza llevó a sus abuelos a América en 1921, para alejar a sus hijos mayores de la inminente guerra de África, y de la crisis económica
que vivía el valle del Andarax. La misma vitalidad con la que la madre, una mujer amante de la música y los libros, se dirigió a Diego Rivera, al que acompañaba Frida, con los dibujos de Federico en las manos y estas palabras “Dicen que mi hijo tiene talento. Dígamelo usted”. Sí. El joven y autodidacta Castellón empezaba a ser valorado, y el resultado del encuentro providencial con Rivera, su regreso a España, a Europa, en 1934, becado por el gobierno de la República Española, le brindaban la posibilidad infinita de canalizar ese talento, de dedicarse por entero a sus proyectos. De vuelta a América en 1936, ya se encontraba en plena creación de su vida, como pintor, grabador, ilustrador y docente de verdadera cultura, como el gran viajero del mundo que llegó a ser. En 1943, el pintor llega a la ciudad china de Kunming, por encargo del Servicio de Actividades Estratégicas de los Estados Unidos, para el que trabajó durante varios años, al igual que su mujer, Hilda Greenfield, destinada en Ceilán, y como tantos otros reconocidos artistas y escritores del siglo XX, situados en lugares estratégicos, antes, durante y tras el fin de la segunda guerra mundial. De la convulsa China de la época, del horror de la guerra mundial, Castellón no deja constancia explícita en los dibujos de sus cuadernos, a primera vista centrados en captar situaciones de la vida cotidiana, ya sea la de una abuela apacible sentada frente a un nieto que se balancea, o el primer plano de unas vendedoras de pescado a las que se les cuadra la boca al vocear su mercancía. A veces, como en la escena de los comensales sentados a la mesa del té con comodidad de siglos, realiza varios dibujos preparatorios, añadiendo, eliminando o apuntando un detalle exacto, como el de la decoración de la puerta, que ha de de proliferar en el grabado; otras, en la escena del arriero por ejemplo, lo que va modificando, además, es el ángulo de visión, y con él desplaza el objeto de su interés, del hombre solo en la geometría de su postura,
al hombre situado en la misma línea, y la misma suerte que el animal de tiro, y de ahí a una panorámica en donde adquiere peso la atmósfera de silencio que envuelve el paisaje, la desolación de la mujer del fondo, y los trazos del camino gritando con su lengua inmensa un aullido que hace pensar en la conocida obra de Munch. Siguiendo el trayecto que va desde el dibujo inicial al grabado y hasta la carpeta China, a la que ambos pertenecen, podemos observar, no solo el oficio del autor, sino el ágil movimiento de conciencia que opera en él, desde el primaveral ambiente de Kunming hasta la grisura y el constreñimiento del grabado concreto, que se multiplica y se estrecha en esa carpeta editada en 1949… año en que finaliza la guerra civil de China con la victoria de Mao Zedong y la guerra mundial con la de los países aliados. Y de pronto, ante la carpeta, esos seres, definitivamente opacos, impenetrables y sobrepasados por la vida misma, por el duro trabajo de cada día, aparecen encerrados en su propio mutismo, en espacios angostos, en su cuerpo prieto. Y el espectador quizás lo asocie con la extrañeza que producen las esculturas de chinos de Juan Muñoz, o con ese ejercito de soldados de terracota enterrados durante siglos. Por la insistencia en la grisura, por el enigma en esos rostros tan reales. Por similitud y por contraste a la vez. “Pretendo mostrar el sufrimiento en sentido abstracto, así que tengo que conseguirlo a través del simbolismo. Si yo muestro a una mujer con su hijo muerto en brazos eso representa un tipo muy especifico de sufrimiento, y no es en absoluto lo que quiero decir”, confiesa en esa entrevista concedida a Paul Cummings en 1971. Con estas palabras por equipaje, retomamos el hilo que tienden los dibujos, para detenernos en Oggi, la figura de sayas negras, que forma un volumen, casi un solo cuerpo con su hijo envuelto. Primero un apunte tomado en una calle de Nápoles. Luego un boceto y otro con más detalles precediendo al estudio final que dará paso al grabado. Todo un recorrido para acabar tras un despojamiento de detalles, plasmando a las figuras, solas, en su consistencia negra.
Y fascinados por la soltura de los dibujos, el pensamiento que generan, la filosofía que subyace debajo de cada uno, seguimos abriendo páginas y páginas. Y ante nosotros la respiración contenida de la mujer a punto de enhebrar el hilo en la aguja, la del hombre que duerme, apoyado en su brazo en el vagón de segunda clase a Pompeya… el movimiento de las calles de Italia, el ritmo de los arcos y los marcos de las puertas, la conversación, los adoquines, el tendido eléctrico, la ropa tendida; extendida. El poderoso retrato de las hermanas bengalíes, el de la mujer que recuerda la delicadeza de Leonardo, el rostro velado, el consejo peligroso… Y vuelta a la representación del cuerpo, satisfecho y orondo; o famélico, de brazos caídos y piernas como alambres con los pies descalzos. El Picasso azul, el Bosco atrevido hasta el sustrato donde solo en sueños, la humanidad se asoma, el Goya infinito, en las múltiples capas de las pinturas negras. El cuerpo y sus huesos; a veces el cuerpo muerto mientras los huesos vivos… De pronto la vecindad entre lo espiritual y lo real, de pronto el Greco, y Baudelaire. Y a veces el sexo, amantes que se superponen, se funden, se confunden. El beso consentido y el beso robado. El beso que redondea la boca, como la mujer redonda, la luna llena y la cabeza pelona de la muerte. Son 220 dibujos, y en uno de ellos el autor, se representa a sí mismo, perplejo, con su frente despejada, limitado entre dos figuras de palmas abiertas desde las muñecas, en la angostura de una reducidísima ventana italiana, sin espacio vital, como sus figuras chinas. Ana Martínez Marín Historiadora del Arte
5B
79 B
(reverso) 35 C
103 B
111 B
35 C
126 B
(detalles de 73 B)
73 B
105 B
78 B
95 B
106 B
87 B
113 B
3D
4D
98 B
88 B
89 B
97 B
90 B
75 B
76 B
77 B
(detalle)
12 A
22 B
21 B
12 D
11 D
7D
6D
11 C
7C
9C
4C
10 C
6C
5C
3C
23 A
24 A
68 B
67 B
71 B
17 C
53 C
18 B
19 B
18 C
25 B
32 B
31 B
30 B
14 B
15 B
24 B
23 B
27 B
29 B
26 B
28 B
70 B
81 B
66 B
24 C
2D
30 A
29 A
15 A
132 B
133 B
107 B
65 B
63 B
(detalle de 8 B)
The Cart, 1950
8B
13 B
45 B
37 B
The Cart, 1950 9B
China Portfolio, 1950 10 B
11 B
Teahouse Lunch, 1950
4A 6A
7A
5A
27 C
61 B
58 B
Nota del autor
Siege on Via Veneto, 1967 59 B
52 B
50 B
42 B
49 B
43 B
54 B
53 B
The Lottery, c.1951 74 B
The Italian Bus, c.1950
44 B
109 B
55 B
Oggi Yesterday, 1967
46 B
47 B
5D
9A
99 B
102 B
82 B
84 B
93 B
37 C
83 B
Dupont LatĂn 41 B
40 B
35 B
34 B
36 B
33 B
60 B
57 B
39 B
48 B
38 B
20 B
Bengalese Sisters
92 B
The Artist Alone, 1963
The Braul, 1950 20 C
56 B
Italian Pastorale, c.1950
72 B
Woman on horse, c. 1950
94 B
64 B
Les Deux Magots, 1967 85 B
28 A
62 B
Nynphs and Satyr, c.1965
Woman Threading Needle, c.1950 16 B
17 B
29 C
30 C
31 C
(reverso) 31 C
Ilustraciones del libro “Marco Polo�
(reverso) 32 C
32 C
Ilustraciones del libro “Marco Polo� 33 C
34 C
BIOGRAFÍA
Federico Castellón (Alhabia 1914 - New York 1971) 1914 Nace en Alhabia (Almería) el 14 de septiembre. 1918 -1919 Viven en Barcelona. 1921 La familia Castellón llega a Nueva York. Se instalan en Flasbush en las afueras de Brooklyn. 1928 Termina la educación primaria, destacando en dibujo. 1933 Se gradúa en la Escuela Superior (Erasmus Hall High School). 1934 Autor de un gran mural de la Escuela Superior llamado “Fuentes e influencias del arte moderno”. Hace su primera exposición. 1934 -1936 Por la intervención de Zigrosser y Diego Rivera, se le concede la beca de la República Española, que le permitía viajar y estudiar por España, Inglaterra y Francia. 1934 El 24 de diciembre expone en la Sociedad de Amigos del Arte en Madrid. 1935 El 24 de mayo expone en París junto a Dalí, Gargallo, María Blanchard, Miró, Picasso, Juan Gris y De la Serna. 1937 Hace la primera exposición de litografías en Nueva York. 1939 Premian su litografía “Cita en el paisaje” por el Instituto de Arte en Logan, Chicago. 1940 Contrae matrimonio con Hilda Greenfield el 21 de octubre. 1940 Recibe la medalla “Alice McFadden Eyre” por la Academia de Bellas Artes de Pensilvania. 1940 Concesión de la beca Guggenheim que le permite viajar por todo el suroeste de Estados Unidos. 1941 Como ilustrador, crea diversas historias con gran repercusión en la prensa. 1943 Se hace ciudadano americano. Es trasladado por los servicios de publicaciones del ejército a Kunning (China). 1943 Le conceden el premio por el Lambert Found en su 138ª exposición anual. 1946 Comienza su carrera docente en los cursos de verano organizados por la Universidad de Columbia en Nueva York. 1946 Primer premio a la exposición competitiva Nacional Anual de Grabados por la Asociación de Artistas Americanos por la obra “La familia”. 1947 Continúa con la docencia en los cursos de verano. Nace su hijo Pablo Andrés. 1947 Recibe el premio Parchase en la segunda competición anual de grabados, organizada por la Asociación de Artistas Americanos por la obra “El mozo”. 1948 Una obra suya es expuesta en el Salón de los Once en Madrid, pero no pertenece al grupo indaliano. 1949 Recibió una subvención del Instituto de Arte y Letras, y es elegido miembro de la Academia Nacional. En esta época hizo una serie de carpetas de grabados con temas mitológicos.
1949 Premio de compra “Pennel” concedido por la Biblioteca del Congreso. 1950 Obtiene por segunda vez la beca Guggenheim, con un viaje a Italia y a París. 1954 Fue enviado a América del Sur para dar conferencias sobre el Arte Americano. 1958 Comienza a hacer esculturas. 1960 Con los talleres itinerantes va enseñando y dando conferencias. 1961 - 1963 Permanece en París. En esta época conoce a Marcel Salinas. Su manera de hacer cambia a un estilo simbólico expresionista. 1964 Sigue en la docencia con los talleres. Recibe el premio Mary S. Collins concedido por el Club de Pintura de Filadelfia por la obra “La viajera”. 1964 Obtiene el primer premio de la Sociedad Americana de Artistas Gráficos. 1965 Conferencia en la Universidad de Siracusa. 1966 Obtiene el primer premio concedido por el Centro de Arte de Madison por la obra “Onus”. 1968 Es nombrado miembro de honor del Instituto Nacional de Artes y Letras en Nueva York. 1969 Nombrado miembro del “Club siglo XX” de Nueva York. 1971 Premio de compra de la VII Competición Nacional de Grabados y Dibujos, en el estado de Tennessee. 1971 El 29 de julio muere Federico Castellón en el hospital Monte Sinaí. Obra de Federico Castellón en Museos y Colecciones Públicas Museo de Arte de Brooklyn, Nueva York. Centro de Arte Madison, Wisconsin. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York. Museo del Condado de Los Angeles, California. Instituto de Arte de Chicago, Illinois. Museo de Arte Moderno, Nueva York. Colección Nelson A. Rockefeller. Museo Slater Memorial, Norwich, Connecticut. Instituto Butler de Arte Americano, Youngstown, Ohio. Museo de Arte Americano Whitney, Nueva York. Instituto de Arte de Kalamazoo, Michigan. Instituto Nacional de Artes y Letras, Nueva York. Academia de Bellas Artes de Pensilvania, Filadelfia. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía MNCARS, Madrid.
INVENTARIO
(detalle de 18 B)
101 B
26 A
127 B
136 B
15 D
16 A
80 B
91 B
117 B
131 B
10 A
19 A
112 B
11 A
14 A
17 D
27 A
24 D
36 C
25 A
18 D
13 A
69 B
125 B
108 B
128 B
118 B
134 B
16 D
114 B
43 C
42 C
40 C
38 C
13 D
32 A
82 B
14 D
15 C
8D
10 D
8A
26 C
9A
84 B
83 B
16 C
104 B
7B
6B
25 D
14 C
12 C
23 C
8C
19 C
39 C
18 A
35 A
17 A
21 C
22 C
130 B
20 A
129 B
21 A
27 D
22 A
23 D
124 B
13 C
119 B
22 D
121 B
120 B 122 B
21 D
100 B
El número y letra, a pié de cada una de las imágenes de este catálogo, indica el orden de folio al que correspondían, dentro de los cuatro cuadernos personales de dibujos y apuntes de Federico Castellón. Así mismo, cada uno de estos dibujos, y según acta de requerimiento notarial, tienen impreso, (normalmente en su parte posterior), sello y firma del notario de Almería D. Jerónimo Parra Arcas, en el que se refleja su pertenencia a dichos cuadernos, que han sido parte integrante de la exposición “Vanguardias de la Pintura Almeriense y su presencia Internacional” exhibida en el Museo de Almería en 2010.
(detalle de cuaderno de la letra B)
www.estudio-53.com