Hoy en día esto se hace llevando el documento a un “notario público”, para que le ponga un sello en tinta. El notario usa un sello especial que pone una impresión más profunda en el papel. Esta impresión declara que la firma y el sello del notario son legales y auténticos. En la antigüedad, los Reyes sellaban sus leyes y contratos con un anillosello que tenia grabado el emblema del Rey. El “sello real” se untaba con cera roja fundida para luego imprimirlo en el documento, lo que le daba la validez y autoridad del Rey. Esto significaba que no se podía cambiar ni quebrantar. A menudo se sellaba con cera liquida sobre el documento ya doblado, para que –una vez solidificada la cera-- no se pudiera abrir la carta sin romper el sello. De ahí viene la terminología “sellado”. Estaba sellado y cerrado. Se consideraba algo oficial que no se podía cambiar. Pues bien, el Señor usa esta terminología refiriéndose a que ahora le pertenecemos a Él. Una vez le recibimos como nuestro Salvador, somos “sellados” con el Espíritu Santo de promesa: La promesa de vida eterna. Dios imprime Su “sello” sobre el “contrato espiritual” que ha sido creado cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, poniendo Su propio Espíritu dentro de nuestro corazón como “Su Sello” para que Satanás y todos los demás puedan ver que no se puede romper o alterar. ¡Ahora le pertenecemos y eso nunca se podrá cambiar! Más escrituras que lo prueban: Efesios 1:13-14 (hablando de cómo los discípulos fueron los primeros en “confiar” o poner su fe en Cristo) “En el cual esperasteis también vosotros oyendo la Palabra de Verdad, el Evangelio de vuestra salud; en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,
190