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YO SUFRO

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RABEIKA MESSINA

YO sufro ILUSTRACIÓN: RAMÓN SANDOVAL

15 DE NOVIEMBRE DE 2008 • YO SUFRO

Yo sufro con la Navidad temprana Creo que, por inercia, mi mamá hace dos cosas el 15 de noviembre de cada año: la primera es lamentarse un mes por adelantado de la “vejez” que se le viene encima con su cumpleaños decembrino, y la otra es sacar el arbolito de su caja. Desde el 15 de noviembre hasta el 7 de enero, en casa de mis padres hay que tirarse los villancicos pregrabados, las lucecitas intermitentes y los santaclocitos bailarines quiera uno o no. Ella, al igual que muchas madres en la ciudad, convierte la sala en el lugar en donde la Navidad vomitó y nadie lo limpió. No estoy en contra del arbolitismo, pero hay que recordar que todo en exceso hace daño (hasta las esposas de Marcos Díaz y Stephen Colbert se hartan de tanta sexura de vez en cuando). Apuesto que de niñas, mis hermanas y yo adorábamos tener una Navidad casera de dos meses. Pero entonces crecí, me volví cínica y me di cuenta de que ese arbolito estaba ahí desde tan temprano por culpa de las tiendas. Entiendo que la mecánica decembrina moviliza los motores económicos, pero, ¿de verdad hay que presentar la nueva colección de renitos, manzanitas o santaclocitos con trineos a control remoto a finales de octubre? (A menos que los santaclocitos tengan caritas de Barack Obama y los renitos lleven letreros que digan “¡Nos libramos de la Palin!”, la respuesta es no) ¿De verdad hay que poner el bumper de “Cima Sabor Navideño” desde tan temprano? (Ay sí,

ombe, pónganlo, que me encanta.) ¿De verdad hay que anunciar en todos los diarios del país la venta de uvas, galletitas danesas, turrones, bombones rellenos baratos de los que se dejan en el segundo angelito, gomitas Brachs y puerquitos desde la primera semana de noviembre, a pesar de que la gente los va a comprar tres días antes de Nochebuena? (Excepto por los bombones carabelitas, claro.) Ya para el 25 de diciembre me han dado tanta Navidad por radio, prensa y televisión, que mi oración a Jesús ese día comienza con “Por favor, Señor, que ya se acabe la tortura navideña; necesito mi paz mental” y termina con “Y perdona los pecados fashionistas de La Condesa. Amén”. Repito: sé que hay que vender. Sin embargo, creo que ustedes, tiendas queridas, no están siendo inteligentes. En vez de saturar a sus potenciales consumidores con el espíritu navideño ese, ¿por qué mejor no se inventan una festividad para noviembre, que tanta falta le hace a un país que le encanta celebrar por cualquier motivo? Permítanme hacerles varias sugerencias: San Pelotín. Invéntense al Santo de la Pelota Invernal –total, los católicos de este país tienen tantos santos que no se van a dar cuenta de que hay uno más–. Durante todo el mes hagan especiales de piezas de vestir rojas, azules y amarillas, y vendan los respectivos velones en cada color, para que las plegarias de victoria le lleguen más rápido a San Pelotín. Los restaurantes gourmet pueden guisar –valga el uso de la

palabra–, vendiendo licor de huesos de tigre, león ahumado o águila a la parrilla a RD$25,000 el vaso o el plato. Recuerden que lo único que un nuevo rico dominicano disfruta más que decir “Me di una jartura de tigre ayer. Prepárate, liceísta!” es decir que pagó cien mil veces el sueldo mínimo por un plato de comida que vino de África. La última semana de noviembre, los niños pueden intercambiar batecitos de chocolate en el colegio, y a las mujeres se les regalan peluches en forma de tigrecitos, aguilitas y leoncitos. San Guibi. Ya que a la gente le gusta tanto lo gringo, esto sería Thanksgiving, pero a la dominicana. Como sus antecesores no dejaron indígenas vivos, los españoles residentes hoy en el país pueden llevarle a sus amigos dominicanos un plato de paella y una botella de vino el último jueves de noviembre, en señal de arrepentimiento y buena voluntad. Después todos dan gracias porque las dos cosas que amenazaban nuevamente con extinguir a los moradores de la media isla ya no son una preocupación: la temporada ciclónica e Hipólito Mejía. ¿No suena eso mejor que dos meses de “El burro lloraba y el pavo reía” en la radio? NOTA: Si una megadiva sacó un libro, ¿por qué yo no puedo sacar un club de fans? Si tiene acceso a Facebook, únase a Yo Sufro –El Fan Club de Rabeika Messina. Lo sé; no pude contra el malvado Facebook y sus maravillosas herramientas para llevarle la vida al otro, así que me uní a él. ❙ rmessina@estilos-dl.com


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