Secretos de Montaña; postales de transformación y reflejos de vida en la cordillera del Biobío

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Secretos de Montaña

Postales de transformación y reflejos de vida en la cordillera del Biobío

Alejandro Zoñez Venegas

Él no vivió allá. No tiene un pasado entre el bosque nativo, ni tampoco sus juegos de niño transcurrieron en medio de montañas.

Sin embargo, siempre tuvo presente que una cámara y un poco de sentido común sobre aspectos que deberían ser de otra forma, son armas precisas cuando se usan con intención.

Hay muchas formas de contar historias. Se puede hacer con un lápiz y un papel, con luz y también con sombras y oscuridad; la tecnología es sólo un elemento más a utilizar, ya que lo más relevante es lo que enseña y lo que se quiere comunicar.

Alejandro Zoñez Venegas, es periodista y fotógrafo. Si bien sus inicios fueron en el ámbito de la comunicación institucional, no fue sino hasta la llegada como periodista a la prensa escrita donde comenzó a explorar las potencialidades de las imágenes para contar historias.

Trabajó por alrededor de 15 años como fotógrafo de prensa en distintos diarios. Realizó coberturas sobre desastres naturales, incendios forestales, sucesos policiales, pauta política, fútbol y básquetbol, entre otros deportes y temas como corresponsal de agencias de noticias. Así mismo, también colaboró con agencias internacionales en algunos hechos de amplia connotación periodística.

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Postales de transformación y reflejos de vida en la cordillera del Biobío

Cordillera de Nahuelbuta, Chile

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Sumario

AGRADECIMIENTOS

A quienes cooperaron directa o indirectamente a la realización de este libro, a quienes me tuvieron paciencia, a los que siempre contestaron mis preguntas, a quienes su disposición ahorró un montón de trámites y tiempo. A todos ellos y ellas, muchas gracias.

A mi familia, por el amor incondicional.

A mis padres, por dejarme siempre hacer lo que yo quería hacer.

A mi esposa, por su ayuda y por la paciencia. No fueron pocos los fines de semana y feriados de ausencia y sin cobertura de teléfono.

Al Fondart, por la oportunidad y el apoyo. Realmente fue algo fundamental.

DEDICADO A

A quienes alcanzaron a vivir en esa otra cordillera y fueron despojados de lo suyo. Hay quienes se opusieron y resistieron a pesar de todo; por ello mis respetos y admiración, estas fotos son para ustedes.

A mi hija, si no es un libro, que sea con otra cosa, pero dale. Haz siempre lo que ames hacer.

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PROLOGO 1 EL DESPOBLADO 2 ZONA DE SACRIFICIO 3 MONTE CHILENO 4 CUMBRES p4 p9 p34 p58 p86

PRÓLOGO

¿Conoces Nahuelbuta? No sé si esta es la pregunta o la excusa para comenzar a hablar de esto. Como tal, este es un libro de fotografía, es un ensayo, que no pretende aportar como referente académico, sino que desde la experiencia subjetiva, a una visión actual de la Cordillera de Nahuelbuta.

Lo hago para contar una historia subyacente a la oficial, con imágenes que evocan otra cordillera que existió, muy diferente a la actual. La de hoy, es una profundamente alterada debido a la expansión de la industria forestal en las últimas décadas.

Yo no tengo cifras, ni este libro es fuente de números oficiales sobre cuántas hectáreas de plantaciones forestales existen; o cuántas hectáreas de bosque nativo quedan en la Región del Biobío. Esa información está en otras publicaciones.

Este libro no es en contra de la industria forestal. Sin embargo, es innegable e incuestionable que esta actividad es hace décadas un actor preponderante en el paisaje de la Cordillera de Nahuelbuta y desde ahí surgen otras preguntas. ¿Es aceptable destruir la naturaleza y la vida de las personas por más dinero? ¿O es tolerable eso hasta cierto punto? Las respuestas están desde el Biobío a La Araucanía.

Si bien desde antes existieron plantaciones de monocultivos, no fue sino con la complicidad del golpe militar de 1973 y posterior dictadura, que las firmas forestales se hicieron de grandes fundos al interior de La Cordillera. La contrarreforma agraria y el Decreto Ley 701 impulsado por los militares y sectores políticos afines, fueron, entre otras, las herramientas con que se construyó el sistema jurídico y económico que expandió el monocultivo forestal en desmedro del bosque nativo.

Cuando esta tarea se vio dificultada por distintas razones, no se escatimó en aplicar otros métodos; se engañó, se usurpó territorios, se desalojó a los pobladores, se quemaron casas y bosques. Hubo familias y trabajadores que tuvieron que salir con lo puesto desde los antiguos fundos, amenazados por gente con armas. Luego de eso, en algunos lugares se prendió fuego para despejar terrenos para plantar pinos y eucaliptus; grandes incendios avanzaron de norte a sur, destruyendo el antiguo bosque nativo y los campos que existían.

En el fondo, se traspasaron los más mínimos niveles. Hablo de estado de derecho, para los gustan de conceptos actuales. Los pocos que se mantuvieron sobreviviendo en las montañas, vivieron diezmados, permanentemente hostigados, castigados, nadie sabe de qué y porqué. Es algo que pasó, fue real.

La rentabilidad y lógicas productivas neoliberales, ajenas a los territorios, se impusieron a la fuerza. Desecaron así los tradicionales sistemas productivos rurales, caracterizados por la solidaridad, el trueque, el comercio entre mineros y campesinos, la agricultura, ganadería, la recolección de frutos del bosque, la apicultura y, en fin, un sinnúmero de actividades que permitían vivir a la gente en sectores rurales cordilleranos y también de la ciudad.

Ese complejo entramado político siguió sin alteraciones e incluso se profundizó bajo los posteriores gobiernos democráticos, ya en los 90.

Fue mucho lo que pasó para que una industria que percibió cuantiosas utilidades, tuviera cada vez más, otras cuantiosas utilidades, en una vorágine que ha fagocitado extensos territorios y que no ha parado desde esos años. Actualmente, eso es algo ilógico y cercano a un desequilibrio mental en un planeta finito como la Tierra. Utilidades y ganancias, que por lo demás, nunca se han percibido en Arauco, Curanilahue, Cañete o Santa Juana, nombrando algunas comunas con superficies cordilleranas.

Esa muestra de aspectos negativos, son los que hacen a este actor, uno primordial en el paisaje actual de la Cordillera de Nahuelbuta.

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¿Los positivos? Mejores caminos, puestos de trabajo, pero todo sin holguras, ni lujos, por muy lejos de una buena evaluación, en una Provincia de Arauco que sigue año tras año acumulando estrategias, informes y documentos con el título “Zona de Rezago”.

Referido a lo anterior, en el pasado existió un paisaje denominado como monte chileno, un concepto utilizado para referirse a las montañas donde abundaba el bosque nativo. “El sistema productivo de los fundos era de carácter agropecuario, centrado en el cultivo extensivo de trigo, papas y la crianza de ganado bovino, equino, ovino, porcino, caprino y avícola.

Otros eran de tipo agrícola-forestal, donde confluían economías agropecuarias con la actividad forestal nativa y/o el monocultivo de especies exóticas. Cualquiera fuese el caso, el paisaje predominante era el monte chileno’, combinado con el suelo de uso agropecuario y, en algunos casos, con plantaciones forestales”.

(Paredes, S, 2019, Expansión forestal y desterritorialización rural en Curanilahue, Seminario de Grado Licenciatura en Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile)

En algunos territorios, ya cercanos a las cumbres, sobrevive ese paisaje. Son zonas amenazadas siempre, por ser los custodios de los últimos lugares no corrompidos, estampados en una acuarela

de cómo todo eso fue, antes, hacia atrás, antiguamente, en la noche de los tiempos.

La Cordillera no sucumbió a la última glaciación. Sus montañas se transformaron en refugio para especies de flora y fauna, que siguieron creciendo aquí y en ningún otro lugar del planeta.

Tanto las cumbres de Caramávida con 1.380 metros sobre el nivel del mar, como la del Alto Nahuelbuta, con 1.560, aproximadamente, son límites silenciosos, una zona de frontera. Sin embargo, son aún y a pesar de todo, baluartes que irradian vida; sus ríos hacen florecer la tierra, descolgándose en quebradas aún frescas y con aromas a hierbas, para uno y otro lado de La Cordillera.

Imaginar cómo fue todo esto antes, es un ejercicio fácil de hacer, para el que quiera hacerlo. Pienso en caravanas de recolectores, cruzando las alturas por huellas inmemoriales en busca del apetecido piñón. Imagino épocas de árboles imperecederos, de frutos silvestres, vertientes y agua viva. Se me vienen a la mente, imágenes de carretas y campos conectados por caminos sinuosos labrados en la montaña.

Hace algunos años, con la esperanza de colocar un hecho en una agencia de noticias, comencé a ver eso que digo. Un

conflicto por tierras, tenía a una persona enfrentando a una gran empresa forestal; David contra Goliat, tal cual, sólo que aquí el final resultó diferente.

La utilización de un amplio abanico de herramientas legales y posibilidades, terminaron por despojar a ese hombre de las tierras donde vivía. La era de una montaña todavía con vida, de frutos silvestres y árboles nativos llegaba a su fin.

Antes de la debacle final don Sergio, el legítimo dueño, me permitió ingresar. Fotografié e hice todo lo que pude.

No obstante, por esas cosas de la prensa, mis esfuerzos no tuvieron el rédito esperado. Finalmente, don Sergio, nombre inventado para seguridad del verdadero protagonista, terminó viviendo como refugiado, en un rincón de lo que antes fue su hogar en las montañas.

Las fotos quedaron duras, tétricas, quizá oscuras, así como ese día y en esa situación. Y si bien, a pesar de no ser fotos buenas que de repente se tienen el agrado de hacer, había un hilo que colgaba de ellas. Empecé a seguir ese hilo, no transitando por algún camino, sino que metiéndome al interior de una herida y esa intención fue el inicio de todo este trabajo.

Deambulé largo tiempo, sin un propósito fijo, ingresando por los contrafuertes costeros de La Cordillera y saliendo por las inmediaciones del gran Biobío. Seguí el rumor del invierno y las nubes que chocaban contra las cumbres. Descubrí no sólo quebradas y asomos de vida al lado de esteros y ríos, sino que también, la historia de una tierra arrasada y vulnerada, una historia secreta escondida detrás de portones y caminos prohibidos.

Quiero que quede clara una cosa; este libro es algo que yo quise hacer, es un deseo íntimo por revelar algo que he visto y he sentido, un afán por mostrar un rastro elusivo y perdido en las alturas, la captura de unos instantes que enamoran y se viven con nostalgia, de tiempos mejores que fueron sacados del mapa y de la historia, para la mayoría.

Creo que los hitos patrios son estos, están en lugares como estos. Son el sustento de la bandera, el himno o cualquier otro símbolo. Sin ellos, el blanco, azul y rojo, serían un collage pálido y sin sentido.

La Piedra del Águila por muchos conocida, no es lo más importante de Nahuelbuta, pero representa lo que queda, allí donde no alcanzaron a llegar, por estar más allá.

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PRECISIONES DEL LIBRO

-Este es un libro de fotografía acerca de la Cordillera de Nahuelbuta, que desde ahora y para estos efectos llamaremos La Cordillera.

-Esta es una mirada de autor, un ensayo fotográfico. Contiene conceptos, secciones y elementos en común, un relato acerca del paisaje actual La Cordillera, de norte a sur.

-Las imágenes, son fotografías digitales, sólo procesadas y editadas desde el formato nativo raw original a un jpg, sin montajes, ni mayores alteraciones digitales.

-Este no es un reportaje.

-El territorio comprendido en este libro, abarca desde la comuna de San Pedro de la Paz por el norte, hasta las inmediaciones del Parque Nacional Nahuelbuta por el sur.

-Todas las imágenes que componen este libro, fueron efectivamente realizadas por el autor entre los años 2016 y 2023, en la Cordillera de Nahuelbuta, Chile.

Secretos de Montaña

Fotografía y edición

Alejandro Zoñez Venegas

Redacción y textos

Alejandro Zoñez Venegas

Diseño

Jaime Veloso Muñoz

Impresión

Trama Impresores

ISBN:

978-956-416-197-6

Registro de Propiedad Intelectual 2023-A-9198

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EL DESPOBLADO

El despoblado no es una zona. Al contrario, es algo que vaga por entre límites difusos e inciertos, que envuelve kilómetros y kilómetros de postales resultantes de décadas de intervención industrial.

Allí no hay nadie, ni vive nadie. La soledad, se eterniza en caminos mustios, que no llegan a ninguna parte y no conectan a nada. Lo único estable es la indiferencia, que tiene olor y se puede sentir engullendo espacios helados, donde ya no llega luz.

Es la herida abierta de Nahuelbuta la que está ahí, en paisajes repetidos y oscuros.

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Laguna Grande de San Pedro de la Paz, en la Provincia de Concepción. Desde aquí, las cumbres de Nahuelbuta se descuelgan una tras otra hacia el sur.
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Río Lía.
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Panorámicas del sector Cabrera hacia el norte, con alturas que superan los 900 metros. Diversas vertientes y esteros en sus faldeos, dan origen al Río Cabrera, que desemboca en el Golfo de Arauco, después de juntar sus aguas con el Río Carampangue.

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“Yo estuve viviendo 8 meses sola yo ahí. […] Con mi guagüita que tenía 8 meses. […] me mataron los perros, me mandaban al guardabosque que estaba en ese tiempo, lo mandaban a perriarme los chanchos y me iba a retar a la misma casa, a amenazarme que se iba a meter adentro de la cocina con el caballo. A mí me hicieron muchas cosas, me retaban, me trataban mal […]. Pura maldad no más po’. Y después como no nos salíamos, nos quemaron dos casas, alcanzamos a sacar [las cosas de] una no más.”

ZONA DE SACRIFICIO

Ex habitante del fundo Mundo Nuevo, donde señalan que en 1975 Forestal Arauco ingresa al fundo junto a personal policial y militar, agrupa a los campesinos en la escuela y les dice: “La tierra no es de ustedes. […] Balas hay hartas y el río es ancho”. Pese a ello, varios campesinos se negaron a abandonar sus tierras, por lo que la forestal recurrió a diversos mecanismos para expulsarlos.

(Paredes, S, 2019, Expansión forestal y desterritorialización rural en Curanilahue, Seminario de Grado Licenciatura en Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile)

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forestales 2023.
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“Si pudiéramos volar ilimitadamente, podríamos seguir, atravesando ese silencio para llegar a una zona extraña donde revolotea el eco del monte chileno.

MONTE CHILENO

Este es un antiguo concepto que se refiere a las montañas donde abundaba el bosque nativo. Allí había un sistema virtuoso, con varias vías para beneficio del ser humano, como el agua y alimentos, así como también los aspectos sociales y culturales asociados al uso de ese bosque y manejo por parte de las comunidades locales.

Es una zona de intercambio de colores y de tiempos; hay mezclas, pero siempre bajo el eterno envoltorio de las plantaciones forestales.

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Cuesta Bajo los Ríos.
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Vista hacia el interior desde sector Pichilo, Carampangue, Provincia de Arauco.
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El Río Nicodahue, recibe las aguas que bajan desde las cumbres, para desembocar en el Biobío cerca de la ciudad de Nacimiento.

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Río Trongol, curso superior.
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Los bordes o zonas de frontera, en los territorios altos de Nahuelbuta.
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CUMBRES

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Caramávida y Nahuelbuta. Las cumbres son poco visibles desde abajo, pero existen y son sobrevivientes en una cordillera sometida al peso del tiempo, moldeada por los vientos y devastada por el ser humano desde hace algunas décadas.

La primera, es una cadena de montañas que superan los 1.300 metros de altura, al interior de Curanilahue, hacia el antiguo territorio conocido como Trongol Alto.

Más al sur está la única área protegida por el estado, que incluye el cerro Alto Nahuelbuta, de 1560 metros.

Ambas cumbres, conectadas aún por ecosistemas nativos, fueron zonas de tránsito desde los tiempos más antiguos; esas huellas aún conectan los lugares más apartados y a mayor altura, donde es posible apreciar los colores que evocan al paisaje original, los olores que existieron, los sonidos que quedaron grabados en el agua.

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Macizo de Caramávida, vista oriental.
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Piedra del Águila.
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Turberas, también llamados glaciares verdes, son especiales y fundamentales ecosistemas a más de mil metros de altura, que acumulan agua y permiten el escurrimiento de ríos y esteros durante todo el año.

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Cerro Anay, Parque Nacional Nahuelbuta.
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Las venas, arterias del ser humano, sus neuronas y otros, te parecerán idénticos a las formas de estos cursos de agua, o la raíz de un árbol.

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ISBN: 978-956-416-197-6

Registro de Propiedad Intelectual 2023-A-9198

Secretos de montaña; postales de transformación y reflejos de vida en la cordillera del Biobío, es un ensayo fotográfico desarrollado por Alejandro Zoñez Venegas.

En esta obra, el autor explora en conceptos, introduciéndose en un territorio vasto como es la Cordillera de Nahuelbuta, a la que le fue arrebatada no sólo su cabellera nativa, sino que sus paisajes relacionados con el campo chileno, inmersos en un contexto de montañas y bosques centenarios.

Hay cadenas de cerros y valles donde aún existe agricultura y ganadería. Y también hay plantaciones con especies exóticas, que dominan extensas zonas donde no hay nadie, ni vive nadie.

Así como la soledad, la luz se cuela por entre las quebradas. El silencio y la indiferencia, casi se huelen en ese aire helado, que trae secretos de heridas abiertas, por donde brotan inmensos paños color verde oscuro, puestos en paisajes repetidos y monocromos.

Hay también imágenes quizá suficientes o que evoquen algún rasguño de una memoria en común. Algún conocimiento o noticia lejana de cómo fue todo eso antes.

Existen colores que aún no han sido corrompidos. Esos matices sitúan al espectador en ese otro tiempo, que aún corre paralelo en las mayores alturas, en territorios no capturados, ni tampoco sometidos.

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