Escribir para la red. Reflexiones sobre la nueva (y vieja) escritura informativa 'online'

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caletas a partir de lo que leen en los periódicos de la mañana, las teles hacen lo propio… y así ponemos en marcha una cadena de retroalimentación donde pocos hacen lo que hay que hacer que es, como diría un aficionado taurino, “parar, templar y mandar”. ¿Cuántas noticias de sucesos no habremos escuchado donde han tenido que rectificar varias veces el número de muertos después de la primera y precipitada información? ¿Por qué sucede eso? Porque, sometidos al estrés de dar la noticia cuanto antes, se tiran a la piscina aunque no haya agua. Le regalan el altavoz al rumor, que es justo lo contrario de lo que hay que hacer si quieres respetar a quien te lee o escucha y te importa algo tu prestigio. Desde que se impuso la moda de los directos en televisión, los enviados especiales ya no pueden hacer su trabajo como deberían. Son meros bustos parlantes atados a una unidad móvil y a un pinganillo que sí, permiten a los informativos “vender presencia” de un periodista suyo allí, con el logo de la empresa en el cubilete, pero esos profesionales tienen muy difícil añadir algún dato que no esté ya en los teletipos de agencia con los que trabaja la redacción. Lo que cuenta un periodista en un directo es lo que alguien que está por allí le dice que está pasando. No puede verificarlo por sí mismo, no puede ser testigo de lo que ocurre, pero es él quien da la cara. Está en el sitio, sí, pero de espaldas, para que quien vea lo que está ocurriendo sea el camarógrafo y el espectador. No puede reportajear por falta de tiempo e imposibilidad de espacio. Ha de fiarse de lo que le digan, ha de dar pábulo al rumor. O no fiarse y dejar de darlo a riesgo de que lo haga la competencia y que, nada más terminar el directo le caiga un chorreo desde la redacción central porque en la otra cadena sí lo han dado. ¿Qué ocurre al final muchas veces? Que antes de entrar en directo, te leen desde la redacción de informativos lo que tienes que decir, lo que envían los compañeros de las agencias que están contigo, pero en el sitio donde hay que estar. Y tú, a ciegas completamente, de espaldas y lejos de lo que está ocurriendo, cuentas lo que cualquiera puede consultar ya en internet. Eso sí, con un plano estupendo que demuestra que estás en el sitio. Faltaría más.

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