El proyecto facebook y la Posuniversidad

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El Proyecto Facebook productos carísimos en su inicio, solo accesibles a empresas y gobiernos. Eppur… la novedad existe, la sorpresa también anida en el mundo tradicionalmente calmo de la innovación empresarial. De pronto un cisne negro cambia las reglas de juego.9 Lo de cisne negro es literal; puede ser que el nuevo producto que nadie esperaba —ni solicitaba— sea de inferior calidad y prestación que sus hermanos mayores, y por eso mismo esté fuera de su alcance e interés. Lo que estas disrupciones originan es un mercado previamente inexistente, la aparición de consumidores donde antes no los había, la generación de prácticas sociales novedosas orientadas por el lucro seguramente, pero en una escala y con una posibilidad de intervención —y de atención a las necesidades cambiantes del usuario— inexistente en los mercados maduros, saturados y hegemonizado por un grupo de empresas líderes (mientras les dura).10

¿Pero qué tiene que ver todo lo anterior con la escuela, el movimiento edupunk y el Proyecto Facebook? Para poder entender el futuro —fracasado o no, eso está por verse— de una escuela usuariocéntrica —tal como pregonamos en las iniciativas aún balbuceantes de la educación 2.0 ejemplificadas en el Proyecto Facebook—, el rol que una saturación de máquinas puede jugar en su seno, la capacidad que la escuela tiene de fagocitarse las innovaciones, y cuál sería la mejor ecuación costo/ beneficio en términos de la tecnologización de las

aulas, deberíamos poder responder a algunas de las siguientes preguntas: 1. ¿Hay innovación en el sistema escolar? ¿O se trata de una burocracia conservadora por definición? 2. Si se pueden detectar innovaciones, ¿de qué tipo son éstas, continuistas —como en las industrias maduras— o disruptivas —como en las aportantes de nuevos productos y servicios—? 3. La escuela es un monopolio estatal, ¿qué sentido tiene hablar de innovaciones discontinuistas cuando no son posibles la competencia, la emergencia de otros formatos de socialización cognitiva, la aparición de sistemas sociotécnicos alternativos? 4. Si la escuela como monopolio tiene la habilidad de descollar en innovaciones de mantenimiento, y eso impide la aparición de nuevas industrias (las escuelas chárter serían un modelo de ese tipo, pero también un sistema de autoaprendizaje, o una escuela usuariocéntrica basada fundamentalmente en el empleo de máquinas de enseñar a medida, o una escuela democrática), ¿cómo podemos imaginar plantar semillas de disrupción en un sistema especializado en esterilizarlas? En distintos artículos de esta compilación, tanto en la primera como en la segunda parte, se brindan ejemplos y constataciones de que esta innovación no solo es posible sino que ya está ocurriendo. Aun-

9.  Según Nassim Taleb (2008) en El cisne negro, nuestra capacidad para predecir los grandes acontecimientos cuyos impactos cambiarán el futuro es bajísima. Modelizamos la realidad partiendo de modelos «científico-matemáticos» sin darnos cuenta de que las premisas que aceptamos como válidas no siempre lo son. Los grandes acontecimientos son siempre reconocidos a posteriori en vez de ser anticipados a priori. Estados Unidos gasta decenas de miles de millones en inteligencia y no previó (o no quiso prever) el atentado a las Torres Gemelas. Lo disruptivo siempre acecha. Nuestra hipótesis —como resultado de la experiencia transformadora que ha sido el Proyecto Facebook— es que la innovación disruptiva en educación es posible. Solo que si es imposible planificarla, no es posible pedagogizarla. Lo único que podemos hacer es crear el ámbito para un diseño de la experiencia usando retórica, persuasión y estrategias de viralización, que bajo ciertas condiciones permiten la emergencia de un aprendizaje colaborativo e innovador. 10.  Un ejemplo canónico de esta adopción tangencial ocurrió en el caso de la decana de las computadoras personales, la Apple II, vendida en sus inicios como un juguete para chicos. En ese mismo plano de sorpresa, curiosidad y punto ciego en el radar empresarial de las líderes están asimismo la cámara Kodak, el teléfono de Bell, la radio a transistores de Sony, el modelo T de Ford (o de Toyota), la fotocopiadora Xerox, las aerolíneas de bajo costo, el router de Cisco, la publicidad de Google y tantas otras innovaciones más.

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