Revista Espejo Humeante Número 6, Junio 2020

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 RELATO

La melancolía de los mundos nuevos Krsna Sánchez Nevárez

A

unque los sensores de la astronave no detectaron amenazas en el exterior, el Primer Oficial observó cómo el Capitán se proveía de una pistola de plasma del arsenal. La enfundó disimuladamente entre los aparejos de su biotraje espacial. ¿Acaso estaba al tanto de la presencia de peligros que no deseaba comunicar? Existía una gran posibilidad de que fuera así. Últimamente, él se había vuelto más taciturno y reservado; quizá víctima de lo que se solía llamar la melancolía de los mundos nuevos. Acababan de efectuar su arribo a un exoplaneta inexplorado en los confines del cúmulo estelar Híades. Llegaron allí luego de una prolongada travesía cósmica, llena de peligros y de sacrificios, demasiados sacrificios en verdad. Un tercio de la tripulación desertó, los demás miembros estaban muertos; excepto ellos dos, el Capitán y el Primer Oficial. Descendieron juntos en una esclusa que funcionaba como puente levadizo. Una vez afuera de la astronave, el par de humanos se vio confrontado por una magna jungla que dominaba los alrededores con prolijidad de formas fungosas. En breve, los sistemas de soporte vital de sus biotrajes determinaron que se hallaban inmersos en una atmósfera respirable. —Podemos quitarnos los cascos —sugirió enfático el Capitán. Con parsimoniosa coreografía, ambos retiraron las semiesferas segmentadas que cubrían sus cabezas. Respiraron la oportuna ráfaga de viento que sopló

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entonces; infinidad de aromas dulzones, alicorados, casi enervantes. En seguida, emprendieron una larga caminata exploratoria por los alrededores, con la finalidad de comprobar las prometedoras condiciones de habitabilidad que parecía guardar aquel mundo. Ellos representaban a la vanguardia de una misión colonizadora. Cumplieron cabalmente el recorrido protocolario a lo largo de varios kilómetros, pero el Capitán insistió en proseguir la marcha más allá de la meta preestablecida. El Primer Oficial acató manso el absurdo mandato. A esas alturas, internamente, se esforzaba mucho por respetar la cadena de mando de dos eslabones. Deambularon por parajes que ofrecían tierras fértiles y múltiples recursos naturales, casi igual que un reino virginal salido de un cuento de hadas. Cruzaron unas colinas habitadas por rebaños de plácidas bestias alienígenas, vagamente bovinas, que no se opusieron a su tránsito. Finalmente, terminaron por toparse con un vasto lago de aguas puras. El espejo acuático poseía la paradójica capacidad de transmitir una inquietante tranquilidad. —Ya nos encontramos bastante lejos de la astronave, señor —se animó a señalar el Primer Oficial—. Creo que es momento de regresar. De manera sorpresiva, el Capitán se quitó las botas de kevlar y corrió hacia las márgenes del lago, tambaleante, —¡Ven a mojarte los pies conmigo! —le gritó al Primer Oficial mientras chapoteaba. Éste se descalzó sin saber qué pensar respecto a la

REVISTA ESPEJO HUMEANTE #6 / COLONIZACIÓN


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