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Acerca del amor en Aura

Acerca del amor en Aura.

Esa tristeza vencida te insinúa, en voz baja, en el recuerdo inasible de la premonición, que buscas tu otra mitad, que la concepción estéril de la noche pasada engendró tu propio doble.

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- Carlos Fuentes, Aura

La frase anterior forma parte de una novela que leí hace tiempo, se trata de Aura, escrita por Carlos Fuentes en 1963. La obra se desarrolla en una atmósfera un tanto gótica y misteriosa, el contexto narrativo toma como referencia el tiempo, el amor y el deseo, hace confluir a sus personajes entre el presente y el pasado al unísono; no hay tiempo lógico. La metáfora amorosa se ejemplifica cuando los personajes se posicionan como erastés y erómenos y se interrogan entre sí al respecto del deseo y la hiancia que los habita. Esta es una novela que viola las barreras de lo consciente, por lo que aparta el telón y deja que tanto personajes como lectores se pongan cara a cara con aquello lejano e íntimo a la vez, con algo ominoso.

El presente escrito no pretende hacer un análisis psicoanalítico de la literatura o transpolar las categorías psicoanalíticas en el texto; sino que toma como base a Aura para tratar de ilustrar algunos conceptos venidos del psicoanálisis y que considero que se encuentran presentes, tales como: tiempo e inconciente, Eros y deseo.

Inconciente y Tiempo.

En Aura, el tiempo es un elemento importante que se encuentra de principio a fin, y que está inmerso tanto en la descripción de los lugares como en los hechos y personajes. El tiempo carece de cierta continuidad y, por ello, el pasado y el presente interactúan al unísono; dicha analogía nos lleva a pensar en cómo Freud plantea el inconciente, pues en éste no hay tiempo cronológico, el tiempo de ninguna manera puede alterar lo que está inscrito en este. La tesis freudiana sugiere lo siguiente:

Los procesos del sistema Inc. se hallan fuera del tiempo; esto es, no aparecen ordenados cronológicamente, no sufren modificación alguna por el transcurso del tiempo y carecen de toda relación con él. […] carecen también de toda relación con la realidad. (Freud, 1915, p. 2073)

Cuando Felipe se dirige al centro de la ciudad en busca del domicilio, se encuentra con un espacio relativamente renovado, donde parece que ya no existen casas; una vez que encuentra la dirección, la vivienda, con todo su esplendor, contrasta con la modernidad de su alrededor. Arcana es la puerta con manija de cabeza de perro que lo invita a pasar; entra y recorre el sombrío lugar con dificultad, todo lo que encuentra a su paso es viejo, como si al momento de cruzar la puerta la realidad hubiese cambiado. Labor similar la de Freud cuando descubrió el inconciente, como un arqueólogo que poco a poco va encontrando rastros de una ciudad de tiempos distantes, sepultada y reprimida, pero no olvidada.

La casa, debe entenderse como metáfora del inconciente de Felipe mientras que la vieja Consuelo, simulando la labor del analista-, llevará a este por un recorrido de las memorias del General Llorente, que resultaran ser, recuerdos reprimidos de Felipe. Los muros de reflejos desiguales y el parpadeo de las luces solo son manifestaciones fantasmagóricas que velan lo real.

De modo que el fantasma se constituye como la defensa, como la cortina o pantalla ante lo imposible de representar, ante lo imposible de la relación entre los sexos, y a la vez como la única vía de acceso a este mismo real que queda inevitablemente opaco, fuera de sentido en el fantasma. (Bossols, 2014, p.3)

Juventud y vejez conviviendo en un mismo ser entre el pasado y el presente, el tiempo no es cronológico, es lógico. El binomio Aura-Consuelo acompaña a Felipe a sumergirse en ese mundo fantasmagórico e inconciente de horror y, una vez ahí, él podrá hacer algo con aquello que lo habita: El advenimiento de Llorente en Felipe como una creación ex-nihilo: Es war soll Ich werden (donde ello era, yo debo advenir). El repudio y el deseo por la vieja, la entrega con Aura, el cristo negro en la pared y el rito de purificación son parte del juego de Eros, que llevan a Felipe a una transformación; metamorfosis que lo lleva al encuentro con la verdad.

Eros

En El Banquete, Aristófanes narra el “Mito del Andrógino”, ser de constitución masculina y femenina unidos por el vientre. Castigados por Zeus al atentar contra los dioses, este los corta por la mitad y desde

tiempos inmemoriales este ser lucha por encontrar su otra mitad y unirse en uno mismo. El sujeto en tanto escindido, tiene la pretensión de buscar y reencontrarse con lo perdido. En Aura, dicho mito remite a lo jugado en torno al Eros y a la búsqueda que el binomio Aura-Consuelo emprende en cada época para encontrar, reencontrar y unirse a la figura masculina que encarna al General Llorente en Felipe.

Coexiste un vínculo erótico y amoroso que encarnan Felipe y Aura, y que remiten al texto freudiano de Contribuciones

a la psicología del amor de 1910. Para Freud, la elección de objeto en el hombre se caracteriza por una serie de condiciones de amor poco descifrables. Por ejemplo, en la obra se puede observar que Felipe automáticamente queda prendando de Aura al mirar sus ojos verdes. “Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, […] son unos hermosos ojos verdes […] esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que solo tú puedes adivinar y desear” (Fuentes, 1962, p.20).

“Esto muestra lo que es la “condición” para Freud: una disposición que desencadena automáticamente el deseo sexual y hace elegir ese objeto como objeto de amor. Ése es el uso del término “amor” en Freud” (Miller, 2009, p.240). La condición de amor es una suerte de destino, pues lleva implícita la compulsión por el objeto de amor, por ello, Felipe no es libre, y en cada época no cesa de presentarse la condición que lo vincula con Aura y Consuelo.

En efecto, el psicoanálisis nos enseña, también por medio de otros ejemplos, que lo insustituible eficaz dentro de lo inconciente a menudo se anuncia mediante el relevo sucesivo en una serie interminable, y tal, justamente, porque en cada subrogado se echa de menos la satisfacción ansiada. (Freud, 1910, p. 163)

Hasta ahora, Consuelo como un ser escindido de Aura, no había más que causado repulsión en Felipe. Sin embargo, se puede observar una particularidad entre Felipe, Consuelo y Llorente, la cual consiste en que Consuelo se convierte en causa de deseo para Felipe una vez que este siente celos por la estima que ella le merece a

Llorente. “El francés del general Llorente no goza de las excelencias que su mujer le habrá atribuido. Te dices que tú puedes mejorar

considerablemente el estilo” (Fuentes, 1962, p.30).

Freud nos habla de otra condición de amor, el tercero perjudicado, dicha condición alude a que el hombre no elige como objeto de amor a una mujer libre, sino a una sobre quien otro pueda ejercer o pretender algún derecho de posesión. En esta condición, el valor de la mujer reside en que esta sea el agalma del Otro (objeto de deseo del Otro).

Deseo

Sólo el amor permite al goce condescender al deseo. -Jacques Lacan

El amor es el lazo que le permite al sujeto pasar de lo unario al campo del Otro, del goce al deseo. “En la relación amorosa, el otro no es un sujeto sino un objeto. La noción de agalma representa algo del orden de lo precioso, algo que hay en el interior de ese sujeto amado” (Abed, 2020, p.96). Debido al carácter doble de los personajes en Aura, el amor esta jugado de una manera un tanto difusa, pero aun así se percibe la relación entre amante y amado, el erastés (sujeto de deseo) y erómenos (quien oculta algo). El amante siempre buscará en el

amado aquello que le permita obturar su falta.

Felipe, en busca de la ansiada plenitud mítica, se convierte en el erastés de Aura, toda vez que ella le evoca un enigma y se convierte en su agalma. Para Lacan, la metáfora del amor se ubica en un cambio de posición respecto a erómenos, este tendría que pasar a ser un erastés que reconociera su falta. En este sentido, Aura tendría que hacer un cambio de posición y pasar a reconocer en ella misma su propia falta, que a su vez es la falta de Consuelo.

Escuchas su voz tibia en tu oreja: ¿Me querrás siempre? Siempre, Aura, te amaré para siempre. ¿Siempre? ¿Me lo juras? Te lo juro […] ¿Aunque pierda mi belleza? ¿Aunque muera, Felipe? ¿Me amarás siempre, aunque muera? Siempre, siempre. Te lo juro. Nada puede separarme de ti. (Fuentes, 1962, p. 49)

Lo anterior puede entenderse como una demanda de amor. Tomando como referencia a Lacan, Abed (2020), dice que amor es dar lo que no se tiene, y solo es posible amar si se hace como si no se tuviese, aunque se tenga. Siguiendo esta misma línea, también se habla acerca de la posición del santo respecto a su deseo, pues él, aunque aparenta lo contrario renunciando a las cosas materiales, en realidad se mantiene en una posición narcisista ya que lo quiere todo; de tal manera que termina carente en las cuestiones del deseo, pues al desistir a todo lo que se puede ver, al final es un deseo de poseerlo todo.

En la demanda de amor de Aura podemos observar que el cambio de posición de amada a amante es falso pues simula estar en falta y sin embargo lo quiere todo; lo cual, al igual que al santo, la coloca en una posición narcisista y carente de todo deseo. En este sentido, el territorio de lo imaginario a través del ideal se convierte en un camino conveniente para evitar toparse con el horror de lo real y tratar de alcanzar la completitud añorada.

Por Anahí Cabrera.

Referencias

Bossols, M. (2014). Fantasma y real en la Clínica Lacaniana. Recuperado el 10 de diciembre de 2020 http://www.jornadaseol.com/026/lecturas/tex tos-de-orientacion/pdf/fantasma-y-real-en-laclinica-lacaniana.pdf

Freud, S. (1910). Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I). En: J.L. Etcheverry (trad.), Obras completas de Sigmund Freud (Vol. 11, p. 163) Bueno Aires: Amorrortu Editores.

Freud, S. (1915). Lo inconsciente (Trad. L. López Ballesteros y de Torres). Obras completas (Vol. 2, p. 2073) Madrid: Biblioteca Nueva.

Fuentes, C. (1968). Aura. México: Biblioteca Era.

Abed, G. (2020). La ética del deseo: Entrecruces y articulaciones psicoanalíticas (Freud, Bataille, Lacan). México: El diván negro.

Miller, J.A. (2009). Conferencias Porteñas (1ª ed., Vol. 1, p. 240). Buenos Aire: Paidós.

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