La literatura de Santa Fe. Un análisis histórico (Eduardo D´Anna)

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Tabaré, el cual hizo sus estudios secundarios en el Colegio jesuítico, y volvió a su Montevideo natal, donde escribió sus trabajos de más importancia. El fenómeno, como en Rosario, se debía a que, llegados a cierta edad, los autores abandonaban el cultivo de las letras, requeridos por sus obligaciones políticas e institucionales. Como veremos, esto no se aplicaba a las mujeres de la clase dirigente, que tenían tiempo para dedicarse a actividades consideradas menores, como la literatura. La figura que domina el panorama en esta etapa tampoco fue un literato en forma predominante. José Francisco Seguí (h) (Santa Fe, 1822-Buenos Aires 1863) hijo del santafesino del mismo nombre que hemos estudiado en el capítulo anterior, se graduó en Córdoba, debiendo emigrar más tarde por su oposición a Rosas. En 1851 era secretario de Urquiza y se le atribuye el texto del famoso Pronunciamiento del 1º de Mayo de 1851. En 1852 fue constituyente en su ciudad natal, continuando desde allí una carrera política en la que se desempeñó repetidas veces como funcionario de la provincia, y también de la nación. Como típico protagonista de la Organización Nacional, practicó a menudo el periodismo, y, ocasionalmente, la poesía. Se conocen un buen número de composiciones suyas aparecidas en los periódicos de la época, de Santa Fe, y del resto del país, pero nunca las reunió en un volumen, lo que indica el papel secundario que les daba en el conjunto de sus actividades. Como los poemas poseen una clara orientación romántica, no puede dejar de pensarse que Seguí pudo haber sido el único con derecho a usar el tema del exilio, tan propio de la corriente, por haberlo experimentado. Pero no hay mención de ello en sus versos. No cabe duda que la política restaba cuadros al cultivo de las letras. Y no debe sorprendernos, tampoco, que esta última actividad fuera vista con cierto desdén, como algo menor: la tarea de organizar una institucionalidad, redactando códigos, implementando escalafones, creando dependencias y articulando medidas que aproximaran la realidad de la provincia al progreso ya experimentado por Buenos Aires, eran imperiosamente candentes. Al principio, pudo recurrirse a los forasteros que habían trasladado su residencia, con motivo del conflicto con una Buenos Aires rebelde. Pero superado este, tanto en una ciudad como en otra ya no fue fácil retener a estas personalidades, que regresaron a un ámbito donde podían desempeñarse con más éxito. Sin embargo, fue una residente transitoria la destinada a dar una imagen de la Santa Fe de aquella época, y no lo haría en español, sino en francés. En efecto, Lina Beck-Bernard (1824-1888), nació en un pueblecito de Alsacia, Bitschwiller, cerca de la ciudad de Than, en el Alto Rhin. Pertenecía a una antigua familia protestante afincada en la región. Su educación incluía el conocimiento del latín, el griego, las ciencias y el dibujo. El movimiento liberal y democrático que germinaba en Europa influyó poderosamente en el espíritu de la joven, quien

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