Escuela militar de cadetes

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ESCUELA MILITAR DE CADETES “GENERAL JOSE MARIA CORDOVA”

ESMIC


GENERAL JOSE MARIA CORDOVA (José María Córdova o Córdoba Muñoz; La Concepción, 1799 - El Santuario, 1829) Militar colombiano. Conocido como El héroe de Ayacucho por su importante papel en esa decisiva batalla, fue uno de los militares más destacados de las Guerras de Emancipación de la América latina (1810-1826), durante las cuales sirvió en las tropas de José Antonio Páez, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Por su activa participación en los sucesivos combates de la Guerra de Independencia de Colombia (1810-1819) se le considera uno de los próceres de la independencia del país.


HISTORIA La

Escuela

Militar

de

Cadetes

tiene

como

antecedentes los Colegios Militares que se fundaron después de la Independencia de Colombia a partir de 1810. La fundación de la actual escuela se realizó el 1 de junio de 1907, por el decreto 434 firmado por el presidente Rafael Reyes. Su primera sede fue el antiguo Convento de San Agustín, en el lugar donde actualmente se encuentra el edificio del Ministerio de Hacienda y Crédito Público. En este lugar funcionó la institución hasta 1915, cuando se trasladó al barrio San Diego, en el terreno donde funcionaba el Claustro de San Diego y en donde ahora está el Hotel Tequendama, en el Centro Internacional de Bogotá. El 7 de agosto de 1940 se colocó la primera piedra de la sede actual de la Escuela Militar y en 1942 se trasladó a este lugar, en un lote de 70 hectáreas ubicado en la Calle 80 con Avenida Suba de Bogotá.


El Decreto 2537 de 1979 le otorgó el nombre del general

José

independencia Ayacucho.

María

Córdova,

conocido

como

prócer el

de

la

héroe

de

Campo de Paradas de la Escuela Militar de Cadetes. Por medio del artículo 137 de la ley 30 del 28 de diciembre de 1992 el Ministerio de Educación Nacional inscribió a la Escuela Militar dentro del Sistema de Educación Superior, y en 1994 fue reconocida por el ICFES como una institución de educación superior.


En el Escudo de Armas para la Escuela Militar de Cadetes “General José María Córdova”, están simbolizados los ideales de nuestra primera Comunidad Militar y explicación ajustada a la heráldica, habrá de afirmar y realzar ante todo lo que el carácter militar persigue; la concreción exacta de los anhelos, de las aspiraciones y de la gloria inminente de nuestra Institución Armada. La forma española del escudo, es perenne recuerdo de nuestro origen, de la loca aventura de las tres carabelas blancas sobre las ondas procelosas de lo


desconocido, portando sobre la gallardía de sus mástiles, el tesoro infinito de la Raza, la Religión y el Idioma Sobre el cuartel de la diestra en campo de azur, representación de Majestad, Realeza y Serenidad, se encuentra un sable en banda y una daga en barra, armas simbólicas de la Jerarquía y de la Autoridad y primicias con que la República unge el abnegado gesto de sus hijos que consagran la vida a su servicio.


FORMACION ACADEMICA

La formación de los futuros oficiales del ejército se realiza durante cuatro años. A su incorporación en la escuela, los estudiantes reciben el grado de cadetes. Al ingresar al primer año reciben una instrucción básica militar inicial al final de la cual se realiza la entrega simbólica de una daga. Posteriormente realizan su preparación como oficiales en la que deben realizar estudios de idiomas y estudios profesionales dentro de la institución en Ciencias militares y deben seleccionar una segunda carrera profesional entre las siguientes: Administración logística, Ingeniería Civil, Derecho, Relaciones Internacionales o Educación Física Militar. Los cadetes de último año en la escuela reciben el grado de alférez y su ascenso se representa con una ceremonia de entrega de sables. Al finalizar su formación, el director de la escuela entrega al Comandante General del Ejército a los nuevos oficiales, quienes reciben el título de subtenientes en una ceremonia oficial y los diplomas de las carreras universitarias realizadas durante su formación.


INCORPORACIONES El proceso de incorporación a la escuela se realiza cada seis meses, en los cuales los candidatos deben cumplir como requisitos poseer la nacionalidad colombiana de nacimiento, tener entre 16 y 21 años de edad, no presentar antecedentes penales o disciplinarios y ser bachilleres con todos los logros aprobados. Para el proceso de selección se deben diligenciar los formularios correspondientes, cartas de recomendación y adjuntar los resultados del examen del ICFES dentro de las fechas establecidas. El proceso incluye la presentación de un examen médico, una prueba psicométrica, una entrevista, una visita domiciliaria y la evaluación del comité de selección. Para la modalidad de curso extraordinario el proceso de selección está abierto para los suboficiales de grados Cabo Segundo y Cabo Tercero, egresados de un curso regular de la Escuela Militar de Suboficiales Sargento Inocencio Chincá, menores de 24 años de edad, que no posean sanciones en su folio de vida ni investigaciones vigentes y que deseen iniciar su formación como oficiales. Adicionalmente los cursos de formación de oficiales del cuerpo administrativo se ofrecen para profesionales colombianos menores de 30 años si poseen título de pregrado y menores de 35 años si poseen título de postgrado, en algunos casos se exigen experiencia profesional. Los admitidos a esta formación están obligados a realizar un curso de instrucción militar de 12 semanas.


CON CONOCIMIENTO DE CAUSA TESTIMONIO Mi vida cambió aquel 3 de abril. Ese día todo en mi dio un giro de 180 grados. Dejaba la comodidad de mi casa, las fiestas, los desayunos en la cama, la ropa y los tenis de marca. Todo lo cambie por el régimen militar. Estaba comenzando a cumplir un sueño. Sueño que deseaba cumplir hacia mucho y sólo hasta ese día pude comenzar a materializarlo. Las dianas a las 4:30 am, las formaciones, las instrucciones de orden cerrado, el volteo y todo lo demás que implica ingresar al Ejército Nacional comenzaba a hacer parte de mi rutina diaria. Cuando salimos hacia el Fuerte Militar de Tolemaida, una extraña sensación de ansiedad mezclada con felicidad, me invadió esa noche, cuando alistaba mi equipo, con los camuflados, los implementos de aseo, el carpajil, los proveedores con munición y mi fusil, venían a mi mente cientos de recuerdos que tenía en mi mente cuando trabaje como periodista. Tuve la oportunidad de realizar un curso de Corresponsal Militar de Guerra en El Salvador y otro en la Octava Brigada del Ejército, razón por la cual siempre era uno de los elegidos, en los diferentes medios en los cuales trabajé para cubrir información de orden público. Tomas guerrilleras, incautación de laboratorios, cultivos ilícitos, secuestros, en fin. A muchas de esas noticias tuve que salir. Y


siempre veía la presencia de militares. Acompañando, repeliendo y en muchas otras realizando labores sociales. Que el soldado huela maluco, no tenga mucha plata para comprarse una gaseosa, que su celular sea el más feo, son cuestiones de forma que muchos critican, pero muy pocos ven el fondo de todo. Los diferentes ejercicios realizados en campaña, me llevaron a comprender por qué los fuertes olores, como no tenerlo si muchos por patrullar, buscar a los enemigos de la ley y velar por nuestra seguridad, completan días y semanas enteros sin poder encontrar una ducha o al menos un río en donde bañarse o lavar su ropa. La plata, cómo pedirles que tengan dinero y colaboren con algo si en el monte no hay cajeros automáticos y cómo exigirles que tengan un IPhone si en muchas patrullas en ocasiones la señal de celular es nula y dejan de comunicarse con sus familias por meses enteros. Mi mentalidad ha cambiado para bien.


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