Las voces de la biodiversidad en México

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renciadas, según la evaluación de un amplio espectro de variables: culturales, sociales, económicas, políticas y ecológicas. Y estoy absolutamente convencido de que la interacción entre las ciencias sociales y las biológicas es imprescindible para estudiar estos sistemas complejos y ofrecer soluciones. “No cabe duda de que los aportes realizados por los pueblos indígenas a la biodiversidad, a los ecosistemas y sus recursos ambientales han sido históricamente de gran trascendencia; por tanto, es necesario incorporarlos a las estrategias de resiliencia. De otra forma, las pérdidas en biodiversidad para México seguirán a pesar de algunos esfuerzos para frenar estos procesos destructivos. En lo científico, se debe realizar un recorte metodológico a partir del problema del deterioro ambiental y formar grupos de trabajo transdisciplinarios.”

Regiones bioculturales prioritarias — ¿Qué son las regiones bioculturales? — Hemos estado hablando de las regiones bioculturales sin definirlas. He generado el concepto de las regiones bioculturales prioritarias, parafraseando un poco la idea de las regiones terrestres prioritarias o de las regiones hidrológicas prioritarias que maneja la CONABIO desde el punto de vista biológico, porque las regiones en las que viven concentradamente los pueblos indígenas se caracterizan por presentar una vegetación natural en distintos gradientes de intervención. “Las especies naturales ahí están, pero ensambles ecosistémicos y especies específicas presionadas, seleccionadas, conservadas, conforman paisajes a veces en forma de mosaicos específicos. De manera que una región biocultural es un centro de origen y diversificación natural y cultural en donde habitan comunidades indígenas que en parte han sido capaces de cultivar y proteger una alta diversidad natural, y de desarrollar una cultura relacionada con esta diversidad. “El ejercicio que hizo la CONABIO para determinar sus regiones prioritarias en materia de diversidad biológica me fue útil para identificar las regiones bioculturales prioritarias, y le puse especial énfasis a la consideración de la riqueza de los ecosistemas y de sus particularidades, a los centros de origen natural de las especies y sus correspondientes endemismos, asociados con los centros de origen y diversificación de la agro-biodiversidad o plantas domesticadas. “Con la ayuda de los sistemas de información geográfica disponibles, sobrepuse entonces estas capas de regiones prioritarias de la CONABIO con las de los territorios indígenas. Como primera aproximación a estas regiones bioculturales como centros de origen y diversificación biocultural podría enumerarse más de una veintena de regiones en el país. “Se localizan en la Sierra de Juárez-Delta Río Colorado; Isla Tiburón-Río Bacoachi; parte baja del Río Ya-

qui-Río Mayo; Alta Tarahumara, Guadalupe y Calvo; Huicot en Nayarit; Sierra Coalcomán; la zona Purépecha de la Sierra de Tancítaro; Sierra Chincua, una de las cabeceras del Río Lerma. Le sigue la Sierra de Taxco, las Lagunas de Zempoala, La Malinche; la Sierra Mixteca-Triqui; la cuenca Papagayo-Ometepec; la Sierra Sur de Oaxaca; Kikapoa; las Huastecas; la Sierra Norte de Puebla; y la Sierra Gorda-Barranca de Meztitlán. Así como el Valle de Tehuacán y la Mixteca Alta; la Sierra de Zongolica, Veracruz; la Sierra Norte de Oaxaca; Los Tuxtlas; la Sierra de Santa Marta; la Selva Zoque-Sepultura; Malpaso; Chontalpa; El Triunfo; la Encrucijada; Motocintla; los Altos de Chiapas, la Lacandona y la Península de Yucatán. “Por supuesto que se trata de una primera aproximación; ver todos los datos juntos me causó una sensación de asombro por la riqueza que tenemos en México. “Considero que el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México revela aspectos vitales; entre ellos, que los 28 millones de hectáreas que delimitan los territorios indígenas representan 14% de la superficie de México.” — ¿Qué es lo que observamos con esta fusión de lo natural y lo cultural? —Acabo de estar en la Sierra Norte de Puebla, cerca de Cuetzalan. Me di cuenta de que estaban practicando la roza-tumba en las laderas. Primero me sorprendí, pero ya echándole un ojo más de cerca, observé que en este caso los totonacos respetaban los troncos del acahual o bosque secundario joven, lo que permite que salgan de inmediato los rebrotes. Así se regenera el acahual de manera rápida. Estos tronquitos servían primero para sostener los bejucos de los frijoles y al mismo tiempo, el procedimiento permitía detener la erosión del suelo. De ahí mismo salía la leña para el uso de los hogares. El crecimiento del bosque secundario les permite crear un colchón muy importante de protección para el suelo. Ahí siembran maíz con una productividad aceptable para ellos. “Mi sentimiento fue que debería valorar esto más a fondo para ver qué tan protector del suelo y la vegetación es este sistema productivo. Concluí que debía desmantelar mis prejuicios, y que esas laderas estaban manejadas probablemente de manera sostenible. Observé también que se respetaban los bosques primarios que están en la cresta de la serranía. Me explicaban que era para atraer las lluvias. Esta es una de las múltiples maneras de hacer la milpa.”

La milpa “¿Y qué es entonces la milpa?”, se pregunta el doctor Boege. “Es un agro-ecosistema que se refiere a un policultivo ensamblado de múltiples maneras, de acuerdo con los ecosistemas en que se inserta y las especies útiles sembradas, toleradas o discriminadas, y que, en su conjunto, por la producción de biomasa accesible al humano, es de alta productividad.

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