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Escuelas en pie: cuando la solidaridad reconstruye esperanza
from Revista EC 116
Javier Poveda González (director de los Dptos. de Administración y Cooperación de EC) y Dolors Garcia (directora del Departamento de Pastoral de EC)
El 29 de octubre de 2024, la dana golpeó con una fuerza devastadora distintas localidades de la Comunidad Valenciana dejando a su paso inundaciones, destrucción y un sentimiento de desamparo entre miles de familias. Entre los más afectados, 14 centros educativos de Escuelas Católicas se vieron gravemente dañados en Paiporta, Algemesí, Massanassa, Alfafar, Benetússer, Catarroja, L’Alcúdia, Guadassuar, Vilamarxant y Xirivella. Pero lo que parecía un desastre insalvable se transformó en una lección de comunidad, resiliencia y esperanza y en el nacimiento de la iniciativa “EC. Escuelas en pie”.
Estábamos en plena preparación para nuestro XVI Congreso de Escuelas Católicas, “la mesa” estaba a punto, pero justo unos días antes nos llegaron llamadas y correos diciendo que no todos los comensales podrían asistir, que no todos podrían juntarse y hacer fiesta. Ese vacío, ese presentarles en la oración, hizo recordarnos nuestra más firme convicción: seguimos a un Jesús de Nazaret que nos llama a conmovernos, pero también a movernos por aquellos que más lo necesitan y que necesitaban en esos momentos, más que nunca, seguir en pie. De aquí surge la campaña: “EC. Escuelas en pie”.
El día después: entre el lodo y la incertidumbre
Los días posteriores al desastre fueron un torbellino de emociones. Se necesitaba narrar lo ocurrido, contar que “la furia del agua arrasaba con todo, no sabías hasta cuánto duraría, tampoco las horas de silencio, incomunicación…” contaba sor Victoria en Paiporta. Aulas anegadas, patios cubiertos de barro, material escolar destruido… Más allá de los daños físicos, la incertidumbre pesaba sobre los docentes, alumnos y familias. “Volvimos al colegio y no sabíamos por dónde empezar. La imagen era desoladora, pero entonces comenzaron a llegar manos amigas”, recuerda el director de un centro afectado en Algemesí.
Profesores, padres, antiguos alumnos y vecinos se sumaron a una movilización espontánea que, en medio del caos, ofreció un primer rayo de esperanza. Las parroquias se convirtieron en improvisados centros logísticos donde se repartían botas de agua, palas, mascarillas y alimentos. Allí, entre montañas de colchones y paquetes de leche, nació el verdadero espíritu de la reconstrucción: nadie estaba solo.
Más allá de la asistencia material, “EC. Escuelas en pie” ha significado un apoyo humano y emocional, una red y altavoz de sostenimiento
Más que ayuda, esperanza
Desde el 4 de noviembre, Escuelas Católicas puso en marcha la campaña “EC. Escuelas en pie”, con el objetivo de prestar apoyo a los centros afectados y, adelantándonos a las autoridades o las administraciones, pensamos en qué podíamos hacer. La prioridad era doble: garantizar la seguridad estructural y devolver la normalidad a los alumnos lo antes posible, tener un motivo por el que levantarse, encontrarse, ayudarse a superar lo vivido nuevamente. A lo largo de los meses, la ayuda se materializó en diversas acciones: certificaciones de salubridad, reparación de instalaciones eléctricas, fontanería, reposición de mobiliario y equipos informáticos… Hasta la fecha, los costes de reparación total superan los tres millones de euros. Desde la campaña hemos activado contactos con diversas fundaciones, empresas, editoriales, posibles donantes… y creemos que en breve podremos decir “todo está hecho, ha merecido la pena”.
Pero más allá de la asistencia material, “EC. Escuelas en pie” ha significado un apoyo humano y emocional, una red y altavoz de sostenimiento. Profesores que, pese a la adversidad personal y familiar que estaban viviendo, no dejaron de atender a sus alumnos. Voluntarios anónimos de toda España que acudieron sin preguntar, con nombres y apellidos, solo con la firme voluntad de ayudar. Niños que, entre risas y esfuerzo, participaron en la limpieza de sus aulas, celebrando cada pequeño avance como una gran victoria: “ya se ve el suelo, ya se ve”.

Organización de la Campaña
La campaña “EC. Escuelas en pie” se ha estructurado en cinco grandes capítulos de actuación:
• Garantía de seguridad y salubridad: priorizando la certificación de habitabilidad y la desinfección de espacios educativos para garantizar un entorno seguro para los alumnos y el personal educativo.
• Reparaciones estructurales: atendiendo daños en edificios, infraestructuras eléctricas, fontanería, sistemas de calefacción y accesibilidad.
• Reposición de material educativo: gestionando las donaciones de libros, material escolar, equipos informáticos y mobiliario.
• Apoyo emocional y psicológico: ofreciendo acompañamiento a docentes, alumnos y familias afectados por la catástrofe mediante la implementación de programas de apoyo y asesoramiento.
• Coordinación de voluntariado y ayudas: movilizando redes de voluntariado, gestionando aportaciones económicas y materiales y estableciendo alianzas con otras organizaciones para fortalecer la respuesta.

Allí, entre montañas de colchones y paquetes de leche, nació el verdadero espíritu de la reconstrucción: nadie estaba solo
Impacto económico y donaciones recibidas
Hasta la fecha, la campaña ha recaudado más de 220.000 euros en donativos directos de particulares, colegios y congregaciones, a lo que se suman los 140.000 euros donados por el Banco Santander, repartidos equitativamente entre los 14 centros afectados. Además, se han recibido donaciones en especie, como 19 ordenadores portátiles, libros para bibliotecas escolares y mobiliario donado por diversas empresas.
Pero además, este caudal generado se ha unido a las donaciones que directamente han ido recibiendo los centros, algunos de los cuales cuentan hoy con los recursos necesarios para afrontar el trabajo de reconstrucción y reparación.
Las pequeñas grandes victorias
En cada colegio la historia de la reconstrucción está marcada por momentos inolvidables. En Paiporta, la comunidad educativa salvó a las religiosas atrapadas en la residencia del colegio La Inmaculada. En Massanassa, la imagen de La Milagrosa quedó intacta, como si hubiera contenido el agua. En Algemesí, los maristas, las hermanas de Santa Ana y los escolapios demostraron que su vocación educativa va más allá de las aulas, embarrándose junto a sus alumnos para devolver la vida a los colegios. Todos, en cada centro, en cada localidad iban haciendo vida ser escuelas católicas pronunciando un “¿cómo estás?”, “¿qué necesitas?”, “aquí tienes, gracias, ánimo, no estáis solos…”.
Son historias que confirman que la educación no se detiene con una inundación. Al contrario, es en los momentos de crisis cuando se hace más evidente su papel transformador. Como decía un profesor tras ver el regreso de los niños a su patio: “Esto no es solo reconstruir un colegio; es devolverles su infancia, su espacio, su seguridad”.

Construyendo futuro juntos
Hoy, los colegios afectados, ya han abierto sus puertas, aunque el camino hacia la recuperación sigue siendo largo. La respuesta de la comunidad educativa ha sido ejemplar. Donde algunos esperaban exigiendo, otros no desesperaban movilizándose y haciendo posible pequeños milagros. Escuelas Católicas continúa movilizando recursos, denunciando la falta de apoyo administrativo y ofreciendo acompañamiento emocional a quienes más lo necesitan. ¿Cuántos Lorca, cuántas Palma, cuántas dana tendrán que pasar para que haya una respuesta rápida no solo de palabra, sino también de obra?
"EC. Escuelas en pie" nos ha recordado que una escuela no son solo paredes, sino las “piedras vivas”, las personas que la habitan y la construyen día a día. Nos ha enseñado que la solidaridad es más fuerte que cualquier tormenta y que, cuando todo parece perdido, siempre hay una razón para seguir adelante.
Escuelas Católicas continúa movilizando recursos, denunciando la falta de apoyo administrativo y ofreciendo acompañamiento emocional a quienes más lo necesitan
Las riadas arrasaron muchas cosas, pero no pudieron llevarse la esencia de nuestras escuelas: su capacidad de educar en la adversidad, de unir en la diferencia y de sembrar esperanza. Esa es la gran lección de esta experiencia. Ahora, con esa misma mirada atenta, buscamos sostener a quienes más lo necesitan: niños y adultos que enfrentan momentos de fragilidad. Queremos acompañarles, atender su bienestar emocional y generar iniciativas de apoyo, algunas en sinergia con entidades como la Fundació Pere Tarrés, para seguir cuidando y reconstruyendo juntos.
Para las personas que más directamente hemos asumido la tarea de coordinación de la campaña, tanto en la sede nacional como en la autonómica, la mayor satisfacción en los diversos encuentros que hemos mantenido con los directivos de los colegios afectados, tanto en on-line, como presencial en Valencia, es un mensaje común: gracias, no nos hemos sentido solos, gracias por cuidarnos, nos sentimos acompañados, somos una red.
La vida a veces nos asusta y nos golpea, y como si fuéramos una piñata es cuando de nuestro interior brota la sorpresa, lo mejor, lo inesperado. Gracias.