El chico que se escabulle en la ventana korsty moseley

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Tan pronto la puerta se cerró, él tocó. —¿Qué, Liam? —pregunté amargamente a través de la puerta cerrada. —Ángel, abre la puerta por favor —pidió, agarrando el pomo. —Liam, ¿podrías simplemente irte? En serio, ¡no estoy vestida! —Fruncí el ceño y pisé mi pie, y de inmediato me sonrojé y le di gracias a Dios de que él estuviera del otro lado de la puerta y no pudiera verme. —Ángel, ¿por favor? —rogó. Me encogí de hombros. Odiaba cuando usaba ese tonito de voz. Era su voz de hora-de-dormir a la que tenía problemas para decirle que no. Arrastré la puerta abriéndola y él me sonrió mientras me pasaba dentro de mi cuarto. —Bien, ¿qué demonios quieres? —pregunté, caminando hacia mi armario para sacar mi camiseta favorita de las de Liam que encontré en la lavadora. Me la puse, teniendo cuidado de mantener la toalla firmemente enrollada contra mí. —Hey, me preguntaba dónde estaba esa camiseta —dijo, asintiendo frente a mi camisa. Jadeé pensando que me pediría que se la regresara. Era mi camiseta favorita. Me la ponía cada vez que comenzaba a sentirme vaga y descansada alrededor de la casa. —No te la regresaré, adoro esta camisa —dije, sacudiendo mi mano en un gesto desdeñoso. —Es justo. De todas maneras luce mejor en ti —replicó, con una sonrisa, mirando mis piernas. Suspiré exasperada. ¿Por qué tenía que ser tan coqueto? —En serio, ¿qué quieres? —repetí, caminando hacia la puerta y colocando mi mano en la manilla, lista para patear su trasero si hacía algún otro comentario coqueto.


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