2002, el año que hubo asambleas.

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2002, el año que hubo asambleas recuperadas como Zanon, Coop. El Aguante, Chilavert, Ghelco, Grissinopoli, Lavalán, el ex - Supermercado Tigre y otras, los organismos de derechos humanos y otras organizaciones sociales fuimos organizando, participando y haciendo crecer los Encuentros de Fábricas Ocupadas y escribimos el periódico Nuestra Lucha para llegar a todos los sectores y trabajadores, junto con Zanon, el Tigre y la Asociación Madres de Plaza de Mayo…”. Cuando en Marzo de 2002 hubo un intento de desalojo mediante grupos de la Gendarmería fuertemente armados. Un cacerolazo y la presencia de vecinos, organizaciones sociales entre las que estaban las asambleas barriales más cercanas impidieron el desalojo; más precisamente recuperaron el lugar ya que los hombres armados entraron a la fábrica en la que había unas pocas mujeres. Fue el inicio de un romance político imprescindible. Raúl Godoy, secretario general del sindicato de ceramistas de Neuquén, cuenta en una entrevista para Página 12 que “…Se ha tratado de restablecer, aunque en forma artesanal, la cadena de comercialización de lo que fabricamos. Para esto incluso hemos tenido el apoyo de las asambleas barriales y populares de Buenos Aires y de 25 distintas organizaciones que han sido solidarias…” . El relato habla de la mantención en pié de la fábrica Zanón, luego llamada Fa.Sin.Pat. (Fábrica sin patrón). Las asambleas barriales apoyaron sin restricciones las luchas de las fábricas ocupadas. Sus trabajadoras y trabajadores no dudaron en recorrer los espacios de las asambleas, distribuyeron en ellos sus productos si era posible hacerlo, relataban sus luchas, en sus periódicos figuraban sus problemas. La solidaridad hacia los conflictos del mundo del trabajo se volvió apropiación del problema. De allí derivó un quehacer formativo que en muchos casos aportó el germen anticapitalista que pudo diseminarse con el correr del tiempo en buena parte de las asambleas. Quizás este sea el punto culminante de un primer momento constitutivo, desde aquellos primeros intentos por encontrar una identidad, pasando por la constatación de la necesidad de una crítica a la representación política. Si había intereses en juego en la política, las cuestiones ligadas al mundo del trabajo colaboraron al esclarecimiento de las relaciones subyacentes en el aparecer democrático. No tenemos legitimidad para extender estas conclusiones al conjunto del movimiento asambleario, pero si elementos para poder decir que buena parte de quienes nunca abandonaron el movimiento lo han hecho en esa senda, la del anticapitalismo. Hay líneas de contacto entre persistencia y antagonismo, y esas líneas son las del tiempo de experimentación y autoformación. Aquellas personas que con demasiada ansiedad buscaban urgentemente la generación de un proyecto político para las asambleas, o quienes se lo quisieron impregnar según sus intereses particulares, 25. Página 12, Jueves, 10 de octubre de 2002. Un año de resistencia obrera, por Elio Brat.

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