Cancionero

Page 96

aunque no comprendió la ceremonia fúnebre de las flores, quedó cautivada por las palabras del vecino. Éste, más solícito aún, viendo a la niña tan perdida por el camino del bosque, la invitó a reposar, le mostró riachuelos de agua azulada, cristalina, y mariposas de tres alas y libélulas de plata que nadie nunca había visto. Y le contó además tantas historias de amor, que dejó a la niña embaucada, con los ojos encantados durante varios días. Hasta que el vecino, una noche, valiéndose del embrujo que había introducido en el sueño de la niña, se acostó a su lado..., la desnudó..., abusó de su pureza..., le abrió el pecho con una navaja..., y después le arrancó el corazón de cuajo. Ésta, al despertase del embrujo, se retorció de dolor, gritando, palpó los alfileres que tenía clavados en el lugar del corazón, y sólo más tarde comprendió que ya no tenía corazón, que se lo habían arrancado mientras dormía hechizada. Sola, abandonada en medio del bosque, se levantó como pudo, apoyándose en una rama seca, se vistió con la ropa rasgada y ensangrentada, y días y días anduvo a tientas entre los árboles de tronco oscuro, pisando charcos y flores. Ahora, por donde ella pasaba, los riachuelos ya no eran de agua azulada, transparente, y las mariposas de dos alas caían muertas a su paso, disecadas, dejando como un rastro de luto en el bosque. De pronto, una noche, cuando ella intentaba descansar sobre el costado vacío, negro, del corazón, apareció un niño entre los árboles, susurrando una canción. Se le había acercado tan sigilosamente, que la niña se sobresaltó al escuchar la canción junto a su oído. Se levantó enseguida, asustada, y descubrió la presencia de aquel niño, iluminado bajo la luz de la luna, casi translúcido por su delgadez, pero que le sonreía con una delicadeza que de inmediato le hizo perder el temor. Se saludaron 98


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.