Patrimonio industrial en pasaia: defensa y difusión (Sorgiñarri 2)

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La conocida empresa Cementos Rezola S.A. de Añorga en el año 1964 proyectó la construcción de unos silos de cemento en la península de Capuchinos. El objeto de estas instalaciones era facilitar el acceso a los mercados nacionales vinculados marítimamente con Pasaia, sobre todo Galicia. La empresa estaba dotada de dos barcos de carga pero proyectaba ampliar su flota con otros dos más. Se concibió así la idea de construir dos silos con una capacidad de 1.000 m3 cúbicos cada, y aunque en el proyecto se apuntaba la posibilidad de levantar un tercer silo más, no se llegó a materializar. Estaban situados entre las concesiones de Proas, Magnesitas y Potasas. Estos silos son dos cilindros de hormigón armado, y frente a ellos se levanta una casa de máquinas con planta baja y otras dos para maquinaria. Desde la planta baja de la casa de máquinas salía la conducción del cemento

que iba hasta el punto de carga. El proyecto de estas obras lo firmó el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos José María Gabarain Oiarzabal. En el año 1982 se realizó una adaptación del sistema de funcionamiento de los silos que contaban ya con una capacidad de 1.500t cada uno, para llenado de camiones-cisterna para carga de barcos a granel. La adaptación se realizó según proyecto del Ingeniero Industrial José Luis Maiz Blanco30. Estas instalaciones se mantienen aún hoy en pie. En el año 1960, la Dirección General de Puertos y Señales Marítimas autorizó a CAMPSA la ocupación en Capuchinos de una parcela de 6.100 m2 donde se instalaron cinco tanques metálicos. No obstante distribuidos en el entorno del puerto, en 1961 la firma contaba con 26 depósitos con una capacidad total de 18.000 m331. En la actualidad no queda ninguno de estos depósitos habiéndose ganado espacio para el puerto. A partir de los años 80 y 90 el puerto ha buscado reorganizar sus recursos para mantener o incluso incrementar su cuota de mercado. La especialización parece una de las claves a las que está abocada la entidad en el plano comercial e industrial. En la actualidad destaca en Capuchinos la orientación hacia la exportación de coches y la carga y descarga de chatarra.

En la foto de arriba podemos ver las antiguas oficinas de Quincasa y en la de abajo los silos de Cementos Rezola S.A. Últimos restos de una zona que fue de gran densidad industrial. Josune Zaldua.

1.4 Patrimonio industrial en Pasai Antxo El espacio conocido en la actualidad con el nombre de Antxo, hasta bien entrado el siglo XIX fue un pequeño brazo de la bahía que se adentraba en una marisma formando una ensenada a la que se conoció como Molinao. Este paraje, en bajamar era una marisma pantanosa que se cubría al subir la marea y que quedó aislado cuando en 1846 se construyó la carretera general y el ferrocarril del Norte. Tenía la forma aproximada de un triángulo: se asienta en su parte sur en la carretera general y por el norte su vértice era el Barrio Molinao. Al este se construyó el camino militar al Fuerte de Txoritokieta y al oeste el camino que se dirigía desde la carretera general a la Fábrica de petróleos. Su desarrollo urbano así como la tipología de los vestigios patrimoniales han estado condicionados por las dos líneas de ferrocarril que atraviesan su espacio. El edificio original de la estación de Pasaia fue derribado en la década de los cincuenta y ha sido sustituido por un edificio de ladrillo visto que tan solo ha conservado de su época originaria una bella marquesina metálica sobre esbeltas columnas de hierro fundido. La otra línea de transporte, el ferrocarril de Donostia-Hendaia tradicionalmente conocido con el nombre de El Topo, atraviesa la marisma de Molinao de Oeste a Este. El ferrocarril salía de un túnel que se iniciaba en las cercanías del caserío Mirabarkera (Miamarka) donde había un pequeño apeadero con salida hacia la carretera general bajo el ferrocarril del Norte y cruzaba Antxo. La existencia de cuatro calles perpendiculares al trazado del ferrocarril obligaba a habilitar pasos a nivel; por lo cual la empresa ferroviaria consideró que debido a la velocidad a la que tenía que atravesar la zona debía construir un viaducto para solucionar el problema. Nació así el viaducto de Antxo con un recorrido de 337m y una altura media de 8m.

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Este viaducto muy presente en el entramado urbano de Antxo es de hormigón armado y para asentar sus cimientos en el firme hubo que enterrar en el fango más de 3.600 pilotes; cuenta con tres arcos de 15m, lo que permite dejar paso a las calles y uno de 13m que corres-


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