Adorno Theodor y otros - La disputa del positivismo en la sociologia alemana (COMPLETO)

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Theodor W. Adorno

lar ecuación personal como por la preformación social objetiva del instrumental crítico cosificado. El nominalista Popper no encuentra mejor correctivo para ello que la intersubjetividad dentro de la ciencia organizada: «Lo que cabría denominar objetividad científica se encuentra tínica y exclusivamente en la tradición crítica; en esa tradición que a despecho de toda clase de resistencias posibilita con tanta frecuencia la crítica de algún dogma vigente. Dicho de otra manera: la objetividad de la ciencia no es un asunto individual de los diversos científicos, sino un problema social de crítica recíproca, de la amistosa y enemistosa división de trabajo de los científicos, de su trabajo en equipo y también de su trabajo enfrentado» ^^ Poner la confianza en que gracias a la aceptación de unas reglas de juego destinadas a hacer posible la cooperación lleguen a «sellar un acuerdo», como se diría en términos familiares al Círculo de Viena, posturas muy divergentes, consiguiéndose así el mayor grado posible de objetividad en el conocimiento, equivale a seguir las huellas del anticuado modelo liberal de quienes se sientan en torno a la mesa de las negociaciones para llegar a una solución de compromiso. Las formas de cooperación científica contienen un grado infinito de mediación social. Popper no deja de calificarlas, desde luego, de «asunto social», pero se desentiende de sus implicaciones. Las cuales se extienden desde los mecanismos de selección que deciden plenamente quién debe ser eliminado y quién puede ingresar en la vida académica activa —mecanismos en los que tiene, evidentemente, un peso decisivo la conformidad con la opinión de los grupos dominantes— hasta la figura de la comr munis opinio y sus irracionalidades. No cabe duda alguna de que la sociología, que temáticamente ha de habérselas con intereses explosivos, no es, en virtud de su propia configuración, algo meramente privado, sino, precisamente en sus instituciones, un microcosmos de dichos intereses. De ello cuida ya el principio mismo de la clasificación. El alcance de conceptos, que no pretenden ser sino abreviaturas de los hechos con los que van encontrándose, no desborda en modo alguno el ámbito de éstos. Cuanto más profundamente se adentra el método aprobado en el material social, tanto más evidente resulta su partidismo. Vemos así cómo la sociología de los «medios de comunicación de masas», por ejemplo —cuyo rótulo mismo, tan difundido, incita a pensar erróneamente que lo que se planifica y fomenta en la esfera de la producción debe ser investigado en los propios sujetos, es decir, en las aspiraciones de las masas de consumidores— al no pretender sino investigar acti35. Op. cit.


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