Tampoco les conozco el nombre

Page 1

Un día como hoy hace muchos días atrás estaba sentada bajo el palo’e mango tomándome el tintico de la tarde. No estaba sola. Estaba con Toñita mi hija, y con Laica, la perra chandita que nos regaló la vecina dizque pa’que nos cuide las gallinas que teníamos en el patio. Nuestra casa estaba a medio terminar, había alcanzado a construir solo una parte con lo poco que pude comprar pa’que mis primos y yo la construyéramos. La hicimos con palos, tejas, ladrillos y cemento; nos llevó meses construirla. Ninguno de nosotros lo había hecho antes, así que hicimos lo que se pudo. Mi casa tenía un patio grande que daba hacia el río, por eso mantenía a las gallinas casi todo el día encerradas en un corral que hice con Toñita pa’que, por si las moscas, no se me ahogaran. Allí, en mi casa con mis gallinas, mi chandita y mi Toña, era feliz. No tenía mucho, lo sé, pero tenía lo que más me importaba en la vida, ¡A mi hija! Le pedí a Toñita que se entrara a la cocina pa’que me trajera unas chelitas, esas galletitas de guayaba que tanto me encantaban y que me comía con una lentitud y fascinación que me convertían en objeto de burla de mi Toña. Recuerdo que una vez, cuando me comía una, me quedé completamente lela. Estuve un rato con la galleta en la mano puesta en la boca, embelesada viendo el río, como si estuviera concentrada pensando en alguna vaina importante. Toñita se me acercó lentamente e hizo un fuerte aplauso, lo que me trajo bruscamente de vuelta a la realidad haciéndome caer el delicioso manjar de guayaba al suelo de tierra que desde hacía varios días no barría. Lo recuerdo claramente… ella reía a carcajadas.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.