25 Ecología Política

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REDES DE RESISTENCIA AMBIENTAL

El segundo aspecto es la diversidad, tanto en sus aspectos positivos como en las debilidades que implica para el Foro. Todas las ideas encontraron su lugar; todas las voces se pudieron expresar bajo un admirable marco de tolerancia y alegría. Las multitudes que transitaban los diferentes locales del Foro, los convertían en escenarios para el canto o el teatro, las conferencias alternaban con las discusiones en talleres, y la diversidad comenzaba con las vestimentas y los colores de los delegados. Pero esa misma heterogeneidad demuestra que todavía no se ha llegado a consensuar un grupo de ideas y propuestas que permitan grandes alianzas transversales entre los movimientos sociales. Este hecho es sin dudas un problema, ya que el foro no logró articular propuestas concretas de acción que sean compartidas por amplios sectores. Varios comentaristas se han quejado en los últimos días que el FSM no logró proyectar propuestas concretas y por lo tanto consideran que su capacidad de acción ha llegado a un límite. Finalmente, como tercer aspecto es evidente que más allá de esa heterogeneidad, igualmente se reafirmaron ideas que aglutinan a los participantes, como los compromisos con la justicia social y ambiental o la equidad. En ese sentido cobró mucha fuerza el reclamo por la paz desde prácticamente todos los rincones del Foro.

LOS SENTIDOS DEL FORO A pesar de esta diversidad no ha faltado quienes consideran que el Foro avanza en un sentido, y por lo tanto distinguen entre reclamos que potencian esa marcha y otros que deben dejarse en un segundo plano. Un buen ejemplo han sido las referencias al «sentido socialista» (por ejemplo Laerte Braga lo define así, agregando que «el grito de orden fue el socialismo», que «tuvo un nítido carácter socialista», y concluye que «el otro mundo posible y deseado es el del socialismo»; en La Insignia del 31 de enero). Afirmaciones de ese tenor son arriesgadas en varios sentidos. Por un lado, casi están en contradicción con el propio espíritu de Porto Alegre que es justamente no expresarse como un colectivo presuponiendo unanimidades. Si bien es apropiado referirse al «espíritu» del Foro, también debe entenderse que no hay una declaración política final, ni siquiera un mecanismo de toma de decisión que involucre a los cien mil participantes, y que sea adecuadamente bueno como para desterrar el fantasma del «pequeño comité que ante sí descubren las soluciones». Por otro lado, en Porto Alegre varias de las organizaciones que potencian el debate político ponen todas las ideas bajo cuestión, no sólo el capitalismo actual, sino que también muchas de las posturas del socialismo tradicional. Son muy claros las críticas a las bases conceptuales y las consecuencias concretas del capitalismo que se padece en la actualidad, y esas reacciones tienden a ser predominantes en la actualidad en América Latina ya que en prácticamente todos los países se vive bajo esas condiciones. Pero nadie olvida los problemas con el socialismo real, muchos tienen presente los fiascos de los socialismos en Europa occidental, y otros miramos azorados las políticas del «socialismo» del actual gobierno de la concertación en Chile. Tampoco debe olvidarse que en la construcción conceptual hay materias pendientes, en temas tales como género o ambiente. En cambio si se toma la idea del «socialismo» en un sentido muy amplio, pero a la vez reconceptualizándola en una vuelta a la política asentada en los sujetos sociales, podría aceptarse que algunos consideraran que Porto Alegre es un ejemplo en ese camino. La insistencia con un «sentido privilegiado» del Foro también puede alimentar las separaciones. Algunas de ellas son claras, como por ejemplo las actividades del Movimiento de los Sin Tierra y otras organizaciones campesinas; otras se insinúan, como el hecho que la central de trabajadores de Brasil (CUT) organizara sus actividades en su propia carpa, con su propia exposición, y un programa paralelo. La mayor o menor simpatía que se tenga por esas organizaciones no debe evitar reconocer claras tendencias. En estos casos, los desafíos mayores quedan planteados sobre los modos de relación de esos grandes movimientos, como por ejemplo el sindical, con otros menos estructurados pero orientados temáticamente, como el feminista, ambientalista, etc.

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