1 minute read

Y LA VAMPIRA.

Nofh de Filnin: Ella es leyenda. Una pionera absoluta que destaca por ser una de las prineras escritoras eN nateTia de terror en España. Es uN hoNor poder leer su veneración a “ATrebato”, la obra maldita de Iván Zulueta.

La figura legendaria del vampiro ha dejado en el cine una rica estela de obras fantásticas y de terror que renace de sus cenizas una y otra vez, obedeciendo a cánones establecidos en la literatura y retomados por las artes audiovisuales en distintas claves, del terror a la comedia. Pero hay algunas películas de vampiros que, más allá del género codificado, tienen que ver con el simbolismo, la libertad creadora de sus autores o una opción vanguardista.

Advertisement

Es el caso de "Arrebato" de Iván Zulueta (1979), uno de los films españoles cardinales del llamado cine de arte y ensayo en sus facetas pop y underground. Corresponde a una época de la cultura posfranquista de plena efervescencia de la modernidad reconquistada: los albores de la llamada “movida madrileña” de los años 80. Su reestreno en 2002 y su inclusión en el sistema de plataformas han conseguido consolidarlo como una de las grandes obras del cine “de culto”.

La relación metafórica entre vampirismo y adicción a las drogas es abundante y rica en las últimas décadas del siglo XX. En el caso de "Arrebato" la cámara cinematográfica vampiriza al personaje humano y, chupando su esencia vital, deja en el celuloide misteriosos y crecientes fotogramas en rojo. El “arrebato” no es meramente simbólico sino también físico y, por lo tanto, pavoroso.

El protagonista, Pedro (Will More), fascinante y enfermizo personaje que parece salido de un cómic de línea chunga, está desgarrado por la esquizofrenia y por la succión de una cámara en Super 8. Su amigo José Sirgado (Eusebio Poncela) se halla perdido, a su vez, en la drogadicción y en el laberinto de una historia amorosa vampírica con su adhesiva amante (Cecilia Roth). Por razones de producción "Arrebato" tuvo que cambiar su banda sonora en postproducción. El texto en off, recitado por la voz cascada y rasposa de Will More, que flota en un magma sonoro rico en texturas y musiquillas infantiles inquietantes, conduce el terror con maestría.

La última parte, hipnótica, arrebata al personaje, a su amigo drogadicto y al espectador entregado al goce.