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DOBLE PARA WEEN POR

Es Roma pero no hay nadie en la calle, la noche está filmada como si fuera de día y al revés, alguien está matando a todo el mundo con un libro y por si fuera poco a la mitad ocurre algo extrañísimo: un plano de grúa se convierte en subjetivo, la música de la peli se convierte en música dentro de la peli, la cámara le habla a una víctima antes de acuchillarla y ahora resulta que la asesina es la película. No hace falta justificar nada y es maravilloso. O matamos al arte, dice más o menos Argento, o el arte nos mata a nosotros (no es ninguna exageración, mirad el asesinato final). La música es una locura. Funciona muy bien también en una sesión con "¡Corten!" de Marc Ferrer.

"TGnebre"

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Dario Ar4enfo, 1982

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