Biologia%20humana%20estrada

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mecanismos, deje de funcionar o se colapse mucho antes de ciertos extremos, como por ejemplo +3.000 grados o -270 grados centígrados. Existe sin embargo para este segundo límite una posibilidad especulativa de que las temperaturas en disminución favorezcan una complexificación lenta de la materia (66). ¿Cuál será el futuro de la ecosfera actual? La vida, estructurada tal cual la conocemos, depende fundamentalmente del Sol. Parafraseando al Jefe Seatle, de la tribu Suwamish, lo que le ocurra al Sol le ocurrirá a la Tierra. La estrella amarilla Sol mantendrá sus actuales condiciones durante 5.000 o 6.000 millones de años más (¿enfriamiento lento?). Durante esta fase la vida terrestre podría ir complicándose gradualmente, tanto en calidad (mayor biodiversidad) como en cantidad (biomasa) si la temperatura sufriera un paulatino y poco significativo descenso. Para que esto suceda no deberían registrarse grandes disturbios externos (factores alogénicos, choque con trozos de cometa por ejemplo), ni tampoco graves crisis internas como la extinción en masa por causas humanas (factores autogénicos). Ocurrirá entonces lo que Sagan denominó “el último día perfecto”. Cuando todo el hidrógeno central del Sol haya reaccionado formando helio, la zona de fusión del hidrógeno irá migrando lentamente hacia el exterior. Se formará así una cáscara en expansión de reacciones termonucleares, que llegará hasta el lugar donde las temperaturas son inferiores a diez millones de grados centígrados. Entonces la fusión del hidrógeno se apagará. Mientras tanto la propia grave dad del Sol contraerá su núcleo rico en helio

haciendo aumentar las temperaturas y presiones internas. Los núcleos de helio quedarán apretados más densamente, y la “ceniza” se convertirá en nuevo combustible, disparando una segunda ronda de reacciones de fusión. Este proceso, que generará carbono y nitrógeno, le permitirá brillar durante un tiempo limitado (67). Nuestro “nuevo” Sol, bajo la influencia combinada de la fusión del hidrógeno en una delgada cáscara lejos del interior solar, y de la fusión del helio a muy alta temperatura en su centro, comenzará a expandirse y enfriarse. El Sol quedará convertido entonces en una gigante roja, que según Sagan “envolverá y devorará” a los planetas Mercurio y Venus y muy probablemente también a la Tierra. Los casquetes polares se derretirán y los océanos terrestres -si todavía existen- inundarán la mayor parte de las tierras que estén emergidas. El exceso de vapor aumentará la nubosidad, y posiblemente se acreciente el efecto invernadero local. Llegará un momento en que los océanos entrarán en ebullición, la atmósfera se evaporará y se perderá en el espacio, y una catástrofe de proporciones inmensas e inimaginables asolará nuestro planeta (67). El Sol, en su agonía, pulsará lentamente, expandiéndose y contra yéndose, hasta disparar su atmósfera al espacio en forma de una o más cáscaras concéntricas de gas. Los restos del Sol, proyectados en su nebulosa de planetas -la Tierra incluida- serán una pequeña estrella caliente. Miles de millones de años más tarde esa estrella se convertirá en una enana blanca, degenerada,

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