Encomieda Mayor de Castilla nº 184

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EMC

Septiembre 2011

DESDE MI VENTANA EL CAMPO

Esta palabra posee una extensa serie de acepciones. Podemos recoger aquí alguna de ellas, las más usuales, por ejemplo: terreno fuera de poblado; tierra laborable, campiña, sierra o monte; sembrados, árboles y demás cultivos; sitio que se elige para salir a algún desafío; terreno descubierto y llano: EspecialValentín Martínez mente el que se dedica a determinados usos: campo de fútbol; monte inculto impropio para la agricultura, dominio de la ganadería; campo raso, el que no tiene árboles ni casas; campo regadío, tierra de cultivo con agua de riego permanente; campo santo, cementerio. Además, existe una porción importante de denominaciones según los diferentes destinos que se le puedan dar, como campo del honor, a campo traviesa, a campo descubierto, a la inclemencia; dejar el campo libre; levantar el campo, reconocer o explorarlo. Campo de aterrizaje o de aviación. Se puede hablar de campo abonado, campo de depuración, de experimentación o investigación, de carreras, campo eléctrico, magnético, de explotación. Se habla de campo de batalla, de petróleo, visual. Se aplica también en relación al ámbito de la medicina, de radiotécnica. No quiero aburrir más, sería interminable. Si en Villarejo, que ha sido, y en parte sigue siendo, una zona donde las explotaciones agrícolas eran la base económica de una inmensa mayoría de la población, hablar de campo o del campo es referirse, elementalmente, a las tareas propias de una agricultura muy concreta: secano dedicado a cereales, olivares y viñas, con alguna pequeña zona de huerta. Aquí, salvo en la finca de Los Pinos o Encomienda, no han existido los bosques ni prados. Limitamos con el río Tajo, pero nunca nos hemos servido de sus aguas. La tradición ha sido mantener los cultivos antes citados. Lo que sí ha cambiado, afortunadamente, son los procedimientos de explotación. Hoy no hay mulas en las cuadras, ni carros con llantas metálicas, ni los arados tradicionales. Ahora se emplea una maquinaria moderna que evita los tiempos pasados en que el campesino era esclavo en su oficio, con gélidos inviernos y veranos asfixiantes. Se ha incrementado la superficie dedicada a olivar, también a las viñas, si bien en este cultivo últimamente se ha llegado a subvencionar el arranque de cepas; supongo que por exceso de producción, por falta de consumo, o por ambas causas. Ese cambio en la forma de explotación de la agricultura ha propiciado que una parte importante de la población haya dejado de dedicarse al trabajo en el campo y buscado otros medios de ganarse la vida, con todas las ventajas, y también los inconvenientes, que ello conlleva. La utilización de la moderna maquinaria agrícola, además, ha servido para que el tiempo invertido, tanto en la siembra como también en la recogida de las cosechas, se haya reducido significativamente, lo que representa una reducción importante de mano de obra. Por ello muchas familias tradicionalmente dedicadas

“al campo”, como aquí se dice, no han tenido más remedio que cambiar de trabajo y hasta de forma de vida; lo que no sabemos si para bien o para mal; supongo que el resultado está siendo positivo, aunque algunos mayores aún siguen añorando los tiempos pasados. En mi opinión, que puede no ser acertada puesto que en los temas agrícolas he sido un simple espectador, creo que el cambio, en general y por diversas causas, es beneficioso. Veamos: — Los niños han dejado de colaborar en el campo. En épocas pasadas, desde una edad muy temprana se les exigían una serie de responsabilidades impropias de su edad, de sus fuerzas y de sus experiencias. Dejaban de asistir al colegio con regularidad, lo que significaba un gran deterioro en su educación. Y no sólo eso, también repercutía en su salud y en su formación como persona.

— Las mujeres. Además de atender a las tareas de la casa, al marido y, a veces, a los padres ancianos, a parir y a criar a los hijos, debían colaborar también ayudando en cualquiera de las operaciones donde pudiera hacer falta: en la era, espigando, en la vendimia o en la recogida de la aceituna. Envejecían prematuramente con una carga tan pesada. Hoy todo ese repertorio adicional han podido evitarlo, con lo que están mejor preparadas culturalmente, menos envejecidas y más guapas. — Los hombres que hoy se dedican al campo, exclusivamente, son muy escasos. La mayoría tienen o han tenido otros medios de vida, aunque mantengan sus fincas bien cuidadas. Con los medios mecánicos con que cuentan hoy, pueden hacer sus labores en las ratos libres, sin contar con que muchos de ellos son jubilados, pero que aún así, a pesar de los años, se encuentran con fuerzas y medios suficientes para afrontar esa lucha. Aún les sobra tiempo para irse de vacaciones a la playa y, desde luego, a vivir bastante mejor que lo hacían en su juventud. En general y especialmente para la “gente del campo” el cambio ha sido totalmente positivo. Espero que estarán de acuerdo conmigo. Adivinanza de este mes, poema y autor: “Volverán las oscuras golondrinas...”


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