Capitalismo Solidario - Richard Devos

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pulmones de Willie. Como resultado de respirar los vapores venenosos, su capacidad pulmonar se había reducido en un cincuenta por ciento. Lo que a Willie le faltaba en aspecto y en capacidad pulmonar, lo suplía en carácter. Estaba dedicado en alma y corazón a su esposa Naomi y a sus hijos. Willie sabía que su familia dependía de él, y cuando los médicos le dijeron que estaba demasiado enfermo para continuar trabajando como soldador, se negó a seguir sus consejos. Iba arrastrando los pies, paso a paso, hasta la parada del autobús, jadeando para respirar. Cada penoso día, Willie se ponía su máscara, tomaba su soplete, y respiraba muerte para que aquellos a quienes amaba pudieran vivir. No podía fallarles. Prefería morir luchando. La modesta casa de Willie tenía una hipoteca igualmente modesta que le costaba 112 dólares al mes, pero si Willie dejaba de trabajar, su cheque de desempleo sería solamente de 186 dólares mensuales. Su familia no podría subsistir con tan pequeña suma. Así que se encontró atrapado, sin un rayo de esperanza, tras los muros de la incapacidad y la necesidad. Todas las mañanas se arrastraba de nuevo a su trabajo, y todas las tardes al regresar, se tambaleaba subiendo la escalera de su casa, casi muerto de fatiga y retorcido por el dolor. ¿Qué debería hacerse por Willie Bass? Podríamos hacer como que no vemos a Willie. Podríamos pasar junto a él y seguir nuestro camino, esperando que algún buen samaritano lo vea a tiempo, cure sus heridas antes de que se desangre hasta morir, lo cargue en su burro, lo lleve a una posada, y pague al posadero sus servicios por adelantado. Podríamos hacer a Willie objeto de nuestra caridad. Si lo vemos sentado en el extremo de la banqueta sosteniendo un letrerito pintado a mano que dice: «Soldador sin empleo quiere trabajar para poder comer», podríamos bajar la ventanilla, darle un dólar o cinco dólares y confiar en que algún programa de beneficencia pública lo rescate, le dé vales de alimentos y alojamiento provisional para su familia O podríamos ayudar a Willie a ayudarse a sí mismo. Ron Hale hizo precisamente eso hace más de quince años. Por eso conocemos la historia; Willie Bass y Ron Hale eran vecinos. De vez en cuando Ron veía a Willie desplazándose lentamente yendo o regresando de la parada del autobús. Había algo en la sonrisa de Willie, así como en su porte, que hacía recordar a Ron. Cuando los Hale se habían encontrado atrapados económicamente, iniciaron su propio negocio Amway. Cuanto más sabían de Willie, más se convencían de lo mucho que necesitaba una forma de escapar de su ciclo de desesperación. Al fin, los Hale decidieron que harían lo que pudieran para ayudar a Willie a que se ayudara a sí mismo. Si él les dejaba, los Hale serían sus mentores. Jim Floor era un promotor de éxito de la Compañía de gas del Sur de California. Era el oficial de enlace entre su empresa y el Consejo de Supervisores del Condado de Los Angeles. A diferencia de Willie, Jim y Margee Floor llevaban una buena vida. Tenían una gran casa en un hermoso barrio del condado Orange, y Jim tenía un salario impresionante, gastos de viaje y una generosa cuenta de gastos. A simple vista nadie habría comparado a Jim Floor con Willie Bass. Pero apenas un poco más abajo de la superficie, Jim, a su vez, estaba insatisfecho. Tenía sueños para él y para su familia que sencillamente no se estaban cristalizando. Fred Bogdanov, uno de los amigos y compañeros de trabajo de Jim, empezó a tomar un interés especial por él. Fred acababa de empezar a ver los frutos de tener su propio negocio, y puso a Jim el primero en su lista de personas a las que le gustaría enseñar. Ahora, una década y media después, cosas sorprendentes han ocurrido en las vidas tan distintas de Willie Bass y Jim Floor. Y espero que lo que les pasó a ellos, influirá en su decisión de convertirse en mentor y le inspire a unirse al apasionante rango de personas que ayudan a la gente a ayudarse a sí mismas. 178


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