Capitalismo Solidario - Richard Devos

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Y así empezó todo para Don y Nancy, para Paul y Debbie Miller, y para millones como ellos cuando se decidieron a tomar en serio la libre empresa. Aprendieron lo básico y lo siguieron fielmente. El resto es, como dicen, historia. Usted también puede triunfar. ¡Aproveche el día! Encuentre un mentor. Aprenda las claves del éxito y póngalas a trabajar para su futuro. Haga el intento. ¿Por qué quiere perderse la oportunidad de ver sus sueños realizados y de ayudar a que otros también vean realizados los suyos? Durante aquellos años estudiantiles, cuando Paul Miller disfrutaba de su temporada de campeonato con los Tar Heels de Carolina del Norte, el área de los vestuarios del equipo estaba a cargo de Morris Mason, un viejo negro sabio y amoroso que sirvió a los jugadores durante cuarenta largos años. «Se pasó la vida ayudando a los atletas y a los entrenadores», recuerda Paul. «Yo era muy pequeño cuando fui a Chapel Hill sintiéndome inferior, temeroso de no poder ingresar en el equipo, pero cada vez que Morris Mason me miraba a los ojos y me llamaba señor Miller, me erguía y renacían mis esperanzas. Hacía mucho más que pasar las toallas y dar masajes a cuerpos cansados. Sus palabras amables y sus gentiles sonrisas en medio de tanto estrés y tensión, ayudaban también a nuestras almas». En 1982, cuando Paul y Debbie Miller supieron que Morris Mason estaba a punto de retirarse, decidieron honrarle patrocinando una beca con su nombre. Los directivos de la universidad planearon un banquete en honor de Mason por sus años de servicio. Atletas y entrenadores de todo el sur estuvieron presentes en Chapel Hill. «Nunca olvidaré esa noche», dice Debbie. «Paul y yo nos sentamos a la cabecera de la mesa con el señor Mason y su esposa. Cuando se anunció la institución de la Beca Morris Mason, todo el mundo se puso de pie y le ovacionó. El señor Mason, aturdido, veía sentado y en silencio lo que pasaba. Estaba Sonriente, pero por sus mejillas rodaban lágrimas que humedecían su sencillo traje gris. ‘Gracias’, dijo finalmente. ‘¡Muchas gracias!’» «Hemos ganado mucho dinero en este negocio —dice Paul—. Gracias al capitalismo, hemos comprado nuestra parte de coches de fantasía y preciosas casas. Pero esa noche, en un pequeño salón de banquetes cerca del campus universitario, vi lo que el Capitalismo Solidario puede hacer. Olvidaré los coches fantásticos y las casas preciosas, pero siempre habré de recordar aquella mirada en los ojos llorosos del señor Mason. ‘¡Vaya, vaya, vaya! —exclamó—— Todos esos niños estudiando en este gran lugar, recordando mi nombre. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser?’»

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