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MAESTRA CLARITA
Ellos sabían que no debían mirar, sus párpados cosidos, su pelo peinado por la brisa, sus dedos siempre buscando la tiza como una tarántula en una hoja de plátano y ellos sabían cómo se movía, bastón hecho a mano tanteando pórticos y postes, gallinas desperdigadas sobre callejones sin nombre, las sandalias raspando las piedras o arrastrándose en el barro del invierno tropical, las charlas con el estudiante que ese día estaba destinado a ser sus ojos en su camino pausado hacia la primaria del pueblo.
Pero más que nada, ellos sabían llamarla Maestra Clarita un sobrenombre que vino antes de la rubéola, que le dieron por respeto a su situación, por amor a “La mujer ciega”, a los juegos que hacían con los ojos cerrados, deambulando en la oscuridad, con la emoción del olfato y el tacto, sus bocados de inglés que eran la única manera de expresarlo.
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Amontonados de a dos en el escritorio, el presente vivía en el sabor del arroz con frijoles, su pasado como Balboa, barbudo y armado, cortando el camino a través del istmo, y su favorito, “Si Yo Pudiera Ver”, un viaje hacia el condicional, la ondulación de las frondas de palmeras, la visión de los sapos saltarines y los bueyes madereros, la forma en la que los techos de arcilla se inclinaban del pueblo a la ciudad, donde también podían convertirse en maestros o ingenieros del Canal, para ellos era abrir los ojos, para ella, el descubrimiento de otro mundo nuevo, así se reunió con su vista.
Traducción: Jorge Javier Romero
MUD OVEN (1969)
You could see the scar on his throat when he lay out back in the shade, hammock strung between two tamarinds, before his nightly ritual of cracking four dozen eggs into a tub of flour, the hiss of a kerosene lamp, moon rising with the dough, some of it rolled an inch thick then tied like soft pretzels, the rest in little loaves slid into the glow of the oven, where he stood and waited, patting the brown, rounded sides as he hummed típica tunes, batches bagged still warm by dawn.
El Buho, the Owl, they called him, at the pueblo’s scattered tiendas where they’d rock and gossip about his hooted arrivals on horseback and his long-ago flight from Panama City after that deadly knife fight, his years feeding the people, the cut so deep he never spoke again.
Richard Krohn
HORNO DE BARRO (1969)
Se podía ver la cicatriz en su garganta cuando volvía de nuevo a la sombra, en una hamaca atada entre dos tamarindos, antes de su ritual nocturno de romper cuatro docenas de huevos en una bañera de harina el silbido de una lámpara de kerosén, la luna creciendo con la masa, una parte de ella enrollada con dos centímetros de grosor luego atada como un pretzel suave, y el resto en pequeñas rebanadas deslizado dentro del brillo del horno, frente al cual él se paró y esperó, dando palmaditas a los bordes marrones y redondeados, mientras tarareaba melodías típicas, los panes ya empaquetados aún tibios para el atardecer.
Lo llamaban El Búho, the Owl, en las tiendas desperdigadas del pueblo, donde la gente se distraía y contaban chismes sobre sus llegadas a caballo entre silbidos y su vuelo de hace mucho tiempo desde la ciudad de Panamá después de aquella pelea a muerte con cuchillos, los años alimentando a la gente el tajo tan profundo del que nunca volvió a hablar.
Traducción: Jorge Javier Romero
I. I followed the river bloated with mud breathing in small rushes having traveled for centuries without stopping squeezed by rock walls - searching for what? A place to rest perhaps?
II. Old rocks tumbled, turned by early hands, the first ones in Teotihuacan -- ours too – in glass cases trace what belonged to others left carved in green stone – bowing men, women offering plates clay figures in glass cases.
III.
Forgotten in the frenzy the bloom quickly falls under speeding rubber –The face in the sand – a puzzle in rock – a walk among the magueys ignoring the thorns – embroidered petals in the above branches –the gusts hold me, torn between spring and snow. Here no frozen ground, I walk under this heaven – ancient blood moving through my heart.
Miriam de Uriarte