miami_special_2010

Page 27

27

Miami, Octubre 28 de 2010

“Teníamos que salir de Cuba” Rosa Uztáriz y Luis Prieto Fotos Rosa Uztáriz

¿Cuál era la situación en Cuba en los primeros meses de 1980, que condujo a que tantas personas decidieran jugarse la vida o la libertad al presentarse como voluntarias para emigrar? -Después de 20 años de proceso revolucionario que nos había mantenido aislados, con la propaganda de que los exiliados estaban pasando trabajo fuera del país, en el año 78 se reinicia el ingreso de los cubanos exiliados a Cuba, por disposición del presidente Carter. Nosotros comenzamos a ver a personas exitosas, bien conservadas físicamente y con todos los rasgos externos de bienestar, contrariando el estereotipo oficial que se trataba de vender. Esto tuvo un efecto terrible sobre los miembros de la generación que había hecho sacrificios en aras de lograr un “futuro mejor”, ya que los que regresaban, además, tenían derechos que se les negaban a ellos. Esta situación creó un caldo de cultivo en el cual muchas personas llegaron al convencimiento de que la única solución era irse de Cuba.

¿Cómo entraron ustedes a la Embajada de Perú, que fue el desencadenante de todo el proceso? - En la embajada peruana, un grupo de personas, en un autobús, se lanza contra la reja, los guardias dispararon contra el autobús uno de ellos murió. El gobierno cubano exigió la entrega de los invasores, los peruanos se niegan a hacerlo y, en represalia, Fidel les retira la custodia, la noticia se riega y comienza a llegar gente. Ese sábado habíamos ido a un matrimonio y nos enteramos de esa situación y allí mismo decidimos irnos a la Embajada, con lo puesto. Nos encontramos con una multitud, que luego supimos que era de 10 mil personas, estuvimos allí, casi sin comer y con muy poca agua por unos once días, al fin de los cuales nos dijeron que íbamos a salir, nos dieron un salvoconducto y nos fuimos a la casa, a esperar. Comenzamos a buscar en los consulados un país que nos aceptara, estábamos en una especie de limbo, sin saber lo que iba a pasar. Todo eran rumores y nadie sabía a ciencia cierta lo que ocurría. Nos decían que algunos habían ido a España y otros

Costa Rica. Al fin nos dijeron que íbamos a Mariel para salir hacia Estados Unidos... ¿Qué pasó en el puerto de Mariel? -Habíamos salido de la Embajada el 13 o 14 de abril, cuando nos dijeron que salíamos, sin poder sacar nada de la casa, nos ordenaron ir a un antiguo club social, donde nos dieron otro salvoconducto y esperamos, hasta que, entrada la noche nos llevaron a un bus, en el que nos fuimos. Llegamos de madrugada y todo era muy confuso, algunas personas estaban esperando desde hacía dos semanas. Sin embargo, aparentemente los que venían de la embajada tenían prioridad, porque nosotros apenas si estuvimos un día, casi la misma noche del día en el que llegamos, nos montaron en un barco. Era un bote de unos 18 pies, llamado Tiger II, en el que viajábamos unas 12 personas. ¿Cómo fue la travesía? -Salimos como a media noche, estábamos agotados, pues no habíamos dormido en dos días. Me quedé mirando el litoral que se alejaba, y pensé que esa era mi última visión de Cuba. Me quedé dormida y cuando amaneció el mar estaba como un plato. Al lado nuestro había otro barco, estábamos fuera de rumbo, adentrándonos en el Golfo de México, una avioneta nos reorientó, pero nos quedamos sin gasolina en medio de una total oscuridad. La radio no funcionaba, lanzamos una bengala, y, como a la hora oímos el ladrido de un perro, no era una fantasía sino un pescador que nos alumbró con una

lámpara mientras nos apuntaba con una escopeta. En esa época había mucha piratería por parte de los traficantes de drogas. El señor del perro avisó y al rato llegó un escampavías de la Guardia Costera, en el cual nos montamos todos para ir, por fin a Cayo Hueso, la travesía duró más de dos días, pero, al fin habíamos llegado. ¿Qué pasó cuando llegaron ustedes a Cayo Hueso? -Mi primera impresión fue ver a un costado del muelle a unos 200 o 300 hombres todos rapados y sentados en el suelo. Un uniformado, no sé si policía o militar, nos dijo “estos son los delincuentes que nos está mandando Fidel, los hemos detectado y los detuvimos”, al otro lado había una cerca de malla ciclón y un “gari-gari” de cámaras de televisión, luces, gritos, saludos y alegría de quienes reconocían a sus parientes entre los recién llegados. Después nos llevaron al Anexo Truman de la base de Guardacostas, la mañana siguiente fuimos

en autobús a la Base Aérea de Homestead, de allí a Tamiami Park para ser procesados por diversos organismos del gobierno. En aquel momento éramos unos héroes y nos decían que nuestra llegada era la antesala del fin de Castro. La acogida era calurosa y simpática. ¿Cómo fue el proceso de adaptación? ¿Había diferencias entre los cubanos recién llegados y los antiguos residentes? -Por supuesto que había diferencias, los miembros del exilio histórico habían llegado hasta 20 años antes, mientras nosotros habíamos vivido toda nuestra vida en la revolución. Ellos tenían el recuerdo de una Cuba idealizada que nosotros nunca conocimos. Mucho de lo se llama cubanía lo aprendí aquí, porque la realidad nuestra era tan dolorosa que al salir no teníamos ninguna intención de regresar. El Mariel, debemos reconocerlo, viró al revés a esta sociedad, no sólo por la cantidad de gente, sino por el enorme choque cultural y político. Si en un principio fuimos héroes, luego fuimos estigmatizados por la influencia de los delincuentes que infiltró Fidel. “Marielito” era una mala palabra. Nosotros no teníamos ideas políticas y rechazábamos a la dictadura por razones más personales, mientras que los exiliados tradicionales tenían a la política como centro de su vida. ¿Cómo ha sido el proceso de asimilación de las diversas nacionalidades en Miami? -En 1980. Cuando llegué, éramos casi todos cubanos, luego, como periodista, me tocó ser testigo de la llegada masiva de los nicaragüenses y hondureños, que venían huyendo de las guerras civiles y de la violencia en Centro y Suramérica. Cada nacionalidad que llegaba y sigue llegando, está precedida por acontecimientos políticos o económicos. Hemos creado una sociedad compuesta por muchas nacionalidades y de ella ha surgido un tipo humano totalmente distinto, que incorpora elementos de cada una de esas culturas, me gusta ser ciudadana de Miami, porque comparto los valores de todos estos grupos que convergen aquí. Finalmente, ¿Cómo ves el futuro de nuestra sociedad multicultural? -Creo que seguirá siendo lo que es y profundizará su acento multiétnico, multicultural, que es lo que le da su prestancia actual. Es imposible pensar que Miami regresará a su pasado de adormecido balneario para ancianos. Estamos orgullosos de lo que hemos logrado, con el concurso de todas las nacionalidades y el futuro nos hará crecer, debido a nuestra base demográfica, a nuestra riqueza cultural, al clima privilegiado y a la situación geográfica que nos otorga grandes ventajas.

María Montoya

Cada noche nos trae las noticias y su imagen es como un ancla que nos une a la realidad cotidiana, María Montoya, más que ancla del noticiero de Telemundo, es un ancla que nos fija en el espacio y el tiempo en el que nos movemos. Sabemos que ella estuvo entre los 125 mil cubanos que huyeron de su patria durante el éxodo del Mariel, por eso queremos recibir, de primera mano, sus recuerdos y vivencias. En una conversación, calculada para el descanso entre dos emisiones de noticias, la encontramos en el canal donde trabaja y la abordamos.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.