EDICION 70

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El Universal / 05 - 11 de Junio 2011 09

Especial no. Lo siguiente es preguntarnos en qué zonas y por qué motivos. Al parecer, según comentarios de los propios ministros, la reducción se ha dado principalmente en regiones como la costa rural (tal cual lo ha dicho el ministro, Ismael Benavides). Esto puede deberse, de hecho, no solamente a la inversión privada, sino también al buen momento que tiene el maíz y otros productos destinados a la producción de combustibles”, recalca el especialista. Lo que llama poderosamente la atención, es que en las regiones donde la minería está asentada por años, la pobreza no se ha reducido significativamente. Ahí tenemos, por ejemplo, los casos de Huancavelica, Puno y Pasco. Más de un investigador se ha preguntado, por qué si estos sectores están bien en términos de generación de riquezas, por qué no ha disminuido la pobreza en los departamentos donde la minería es predominante. De acuerdo con el economista Carlos Rodríguez la razón puede ir por la redistribución del gasto. “En todo caso, teniendo en cuenta que el modelo prácticamente no ha cambiado en los últimos años, es claro que la desigualdad entre los que ganan mucho y los que esperan el chorreo se ha acrecentado”, señala el profesional. La pobreza rural sigue igual El informe del MCLCP muestra que en las zonas rurales del país la cifra de hogares con algún tipo de pobreza crece hasta el 76,8%, es decir, de cada 10 peruanos en esas regiones, casi siete aún viven bajo esa condición. Otro punto relevante de este estudio, es que la sierra y selva rural

concentra la pobreza más dura y estructural del país. El economista Armando Mendoza afirma que las cifras de la MCLCP demuestran claramente la diferencia entre lo que podría denominarse la pobreza nominal (es decir, la pobreza monetaria) y la pobreza real acerca de las carencias que existen en la población. “El Perú está en un proceso de crecimiento económico y social que no es homogéneo. Hay sectores y regiones que no se están beneficiando con el crecimiento económico. Estas zonas están quedando rezagadas porque no hay políticas nacionales integrales”, sostine. Entre tanto para el presidente de la MCLCP, Federico Arnillas, las estrategias integrales y claramente enfocadas podría ser la solución a la pobreza, puesto que más de un tipo de pobreza interactúa entre sí. “En la política macroeconómica es clave acercar el gasto público per cápita, por lo menos al promedio nacional para los departamentos más pobres. Allí hay una responsabilidad clara en el gobierno nacional”, recalca. Asimismo considera urgente que la niñez y la población adulta estén en la agenda de las autoridades. Mendoza y Arnillas coinciden en que se requiere además de los programas sociales, entre los que sobresale con claridad el programa “Juntos”, de políticas convergentes como por ejemplo en las zonas rurales de una capitalización de la pequeña producción rural. “Los programas sociales como Juntos y otros tienen un rol importante, pero es un rol subsidiario que no es suficiente para salir de la pobreza”, manifiesta Mendoza.

Los niños deben estar en la agenda de las autoridades Entre tanto para los investigadores del PNUD, para combatir el problema de la desigualdad en la región se necesita mayor inversión social y que el Estado se enfoque en diseñar programas sociales de transferencias condicionadas. Isidro Soloaga asesor del PNUD pone el ejemplo de programas como Chile Solidario y Juntos de Colombia, que han tratado de analizar cuáles son las necesidades de las familias para elaborar metas específicas. “Estos han tomado en cuenta factores como el alcance y la amplitud hacia los beneficiarios. Así las intervenciones de estos programas llegan efectivamente a los individuos, hogares y comunidades para los cuales fueron diseñados”, dice el funcionario. La redistribución En el informe de la MCLCP tam-

bién se recomienda trabajar en la mejora de la redistribución de los ingresos, así como tener políticas de regulación más fuertes en el campo de los servicios y la inversión que se realiza a partir de los impuestos recaudados por el Estado. Al respecto, Federico Arnillas menciona que la desigualdad en el Perú se refleja en el hecho de que mientras que en las zonas rurales del país la décima parte más rica de la población recibe un ingreso per cápita de S/.107 al mes, ese mismo segmento poblacional en Lima tiene un ingreso per cápita de S/. 2.500 al mes. “Allí hay un gran desafío para que el Estado logre plantear soluciones que permitan llegar a las poblaciones más alejadas y construir una sociedad con mejores niveles de equidad”, puntualiza.

No cabe duda, que todavía nos falta un largo camino para romper con las grandes desigualdades que aún persisten entre los peruanos. El próximo gobierno tiene una tarea muy ardua para realmente incluir en el modelo a los 10 millones que aún viven en pobreza.

NOTAS 1.- Según el INE viven en situación de indigencia en la ciudad de Lima 1,6%, es decir, unos 56,250 habitantes. 2.- De acuerdo con el último censo, unos 266 distritos mostraron tasas de desnutrición infantil superiores al 60% 3.- San Juan de Lurigancho, es el distrito que al 2007 albergaba a 299,533 personas por debajo de la pobreza.

La mujer rural aún tiene menos probabilidades de progresar

Las mujeres campesinas tienen mayores probabilidades de no estudiar

Un Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010 que presentó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señaló que en el Perú todavía hay grandes inequidades en términos de sexo, origen étnico, educación, lugar de residencia y acceso a servicios básicos e infraestructura Según la representante de este organismo en el país, Rebeca

Arias, una niña que nace en la sierra rural tiene cuatro veces más posibilidades de ser pobre y tres veces más de no terminar la secundaria en comparación con una menor que nace en Lima. El informe también muestra que el Perú es el país de América Latina con mayores niveles de desigualdad en cuanto al acceso al agua potable, pues la diferencia entre la quinta parte de la pobla-

ción más rica que tiene acceso a este servicio y la quinta parte de la población más pobre alcanza el 57%. Eso nos aleja largamente de países como Chile y Argentina donde esta brecha apenas llega al 5% y 4%, respectivamente. Y en cuanto el acceso al servicio de electricidad, esa diferencia entre la población más rica y la más pobre es de 55% en el Perú, mientras que en Chile es de 1%.


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