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Es importante señalar que las condiciones nacionales y del entorno internacional son muy diferentes a las de las décadas en que México logró crecer y desarrollarse. El fenómeno de la globalización es real y se debe tomar en cuenta. Hay países como Brasil, India y China que han sacado buen provecho de las tendencias globales; otros, como México, no han sabido adaptarse y se han quedado atrás. Es importante señalar, sin embargo, que países como China, Brasil, la India o los países europeos, nunca han renunciado a que el papel del Estado sea central en el desarrollo. Sus métodos e instrumentos son distintos, pero en términos generales, han entendido que el Estado no puede suplantar al empresario, pero sí lo puede ayudar y orientar, poniendo reglas y dando señales claras sobre qué actividades son importantes para el desarrollo nacional. En esas naciones nunca asumieron, para su fortuna, las palabras de aquel célebre secretario de economía mexicano que repitió el dogma neoliberal de que “la mejor política industrial es que no haya política industrial”. En la formulación de nuestra propuesta tomamos en cuenta el contexto nacional e internacional, así como políticas que han sido exitosas tanto en México en el pasado, como en otros países actualmente. Política Financiera El primer punto a abordar es la ausencia de financiamiento a la actividad productiva, en condiciones competitivas. Esto es cierto, particularmente en los segmentos de la pequeña y mediana empresa, que generan la mayor parte del empleo en el país. Es evidente que, a partir de la implantación del actual modelo económico, la actividad productiva dejó de ser prioridad para el sistema financiero. Los grandes bancos privados mexicanos, el día de hoy, son muy rentables, con base en condiciones esencialmente oligopólicas. Aunque tienen la estructura para canalizar crédito a la actividad productiva, no tienen los incentivos. Otorgan crédito al consumo con márgenes muy altos y cobran comisiones altísimas; no tienen necesidad de tomar riesgos financiando a la actividad productiva para ser los más rentables del mundo. Si recordamos que la principal razón que se esgrimió para justificar el rescate de la banca mediante el Fobaproa fue que un país sin crédito no podía crecer, esta situación no es aceptable. Por otra parte, la Banca de Desarrollo desmanteló totalmente su capacidad para colocar crédito en forma directa (primer piso) y pedirle que otorgue crédito inmediatamente, en forma masiva, seguramente traería problemas graves en calidad de crédito que terminarían generando un problema fiscal. La solución propuesta tiene tres vertientes. La primera sería que la Banca de Desarrollo fuera desarrollando una capacidad de prestar en forma directa. El enfoque principal debería ser a proyectos nuevos, en industrias nuevas en el país o de larga maduración; o sea, proyectos para los que la banca privada claramente carece de vocación. La segunda vertiente sería estimular la creación de más bancos locales y regionales, más comprometidos con el desarrollo de sus comunidades, así como el fortalecimiento de los ya existentes. La participación de la Comisión Federal de Competencia en este tema sería fundamental para lograr una desconcentración del sector. Estas dos vertientes tendrían resultados a largo plazo, pero serían por sí mismas incapaces de canalizar grandes cantidades de crédito en el corto plazo. Para lograr canalizar el volumen de créditos que se necesitan en el corto plazo, se requiere de la participación de la banca privada, que es la que tiene la capacidad

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