Edición del jueves 14 de marzo 2013

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Huancayo, jueves 14 de marzo de 2013

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LISIS

uano:

de piel ral que nos dejaron los años de conquista y de presencia española en nuestro territorio. Es pues, fácil entender nuestras primeras corrientes políticas e ideológicas como una metáfora de las dinámicas patriarcales legadas por los largos años de conquista. Así, la nación atrapada en el costumbrismo y la naciente clase “criolla” no es más que un claro reflejo del continuismo ideológico y cultural español donde lo blanco se superpone a todo lo periférico, lo exótico, lo chocanamente autóctono y salvaje del territorio nacional. Así, a más de un siglo de conseguida nuestra independencia, la situación en nuestras calles y plazas, comunidades e imaginarios, no parece distar mucho de nuestros primeros intentos o proyectos de nación. La primigenia “tradición” independentista parece no haber funcionado del todo y las modernas corrientes de pensamiento, que centraban su atención en una revaloración de lo indígena, nunca lograron cuajar del todo; dejándonos una vez más ante un nuevo proyecto, uno que pareciera identificarse otro tanto más con los propio, con lo mestizo, con lo peruano; claro, sin saber muy bien qué se entiende por ello. Entonces observamos que cuando se pregunta en el Perú de hoy, a qué raza correspondemos, se obtienen los siguientes porcentajes.

Un muerto que regresa Esta mayoría tan significativa, auto reconocida como mestiza, pertenece según los especialistas, a una categoría no clasificada según gustos ni tendencias y, del mismo modo, tampoco delimitada. Este vacío, según los científicos sociales, es el responsable de la constante resurrección de un muerto (racismo),

“No obstante, de racismo poco sabemos pues “aquí no hay mucho”, más allasito sí, en el vecino, el ignorante, el acomplejado, pero en nosotros, pueblo pujante, creativo y emprendedor, no mucho que digamos”.

el mismo que cada cierto tiempo parece resurgir del olvido para atormentar las raíces más profundas de nuestra sociedad. Esto lo podemos observar en que a pesar de los muchos discursos de igualdad y mixtura, multilingüismo e interculturalidad siempre termina brotando desde lo más profundo del magma simbólico de nuestra sociedad, acciones y discursos racistas. Así observamos con cierta vergüenza o complicidad, cómo cierta muchachada limeña se burla de una mujer en polleras que transita la ciudad o cómo las autoridades atropellan los derechos de un grupo de ciclistas de San Juan de Lurigancho que buscaban tan solo tomar algo de aire por los miraflorinos ambientes del remodelado Larcomar. En suma y en palabras de Jacques Lacan cuando se le plantea la pregunta de ¿por qué regresan los muertos? podríamos responder con la misma simpleza y asertividad que “los muertos regresan porque no están muy bien enterrados”. Entonces, si bien podemos decir que hemos avanzado considerablemente en estos temas, aun no lo hemos hecho suficiente y nos cuesta reconocernos y va-

el orígen andino pasa “factura” muchos peruanos y peruanas en pleno siglo XXI. lorarnos en nuestras diferencias y semejanzas: No obstante, callar no ayuda, dejar de tocar el tema como asunto resuelto es mucho peor, es invisibilizar aquello que tarde o temprano regresará, volverá a impregnar nuestro tejido social en cada marcha, cada elección, cada partido de futbol o debate revocatorio. De todos los días ¿Y las bromas? ¿Los

apodos? ¿Las chapas del salón o entre los patas? No pues, eso no es racismo, es solo una manera amigable como los peruanos establecemos relaciones y nos vinculamos, nos hacemos más “amigos”, más “patas”: ¡Si me sigues molestando llamo a un zambo! ¡Báñate pues cholo, hueles a puro queso! ¡Sal de aquí chullo, y chapa tu moto taxi nomás! Estas expresiones

afiche de campaña contra la discriminación emprendida por la Municipalidad de Magdalena del Mar.

a todas luces racistas son validadas frecuentemente asumiendo que no contribuyen en nada a incrementar el racismo en nuestra sociedad. No obstante, estás expresiones materializan la idea, la sostienen y crean el espacio simbólico en el que la apariencia física de un individuo es razón suficiente para entenderlo, conocerlo y asignarle características impuestas por la cultura a un grupo étnico determinado. En suma, esto es tanto o más racista que prohibir el ingreso de determinadas personas a clubes privados o espacios públicos solo por el color de su piel. Se valida así, una vez más, la anquilosada idea que todo lo blanco es bueno y todo lo negro, o relativamente oscurito, es malo. Jugamos, como se dice coloquialmente, en nuestra contra y si bien el discurso racista se ha modificado, debemos estar atentos pues el racismo se niega a sí mismo para impregnarse, para adherirse a nuestra piel y con ella a la forma como nos sabemos relacionar o conocemos a los demás.


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