Nro 71 especial SUBMARINOS ARGENTINOS DEYSEG

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Armada con el advenimiento de los submarinos de la clase 209, de origen alemán. Estas unidades eran verdaderos submarinos en cuanto a su concepción y por lo tanto condicionaban su uso al correcto y eficiente comportamiento de la unidad en condiciones de “inmersión” (a plano de periscopio e inmersión profunda) durante prácticamente toda su navegación. La condición de “superficie” estaba limitada a las entradas y salidas de puerto, hasta alcanzar zonas de profundidad adecuada para proceder a ir a inmersión. Desde ya esta situación se consolidó definitivamente con la incorporación de los submarinos clase TR 1700, también de origen alemán.

El Comando, Control y Comunicaciones (C3) con unidades sumergibles Durante el largo período de operación de las tres primeras clases de submarinos con que contó nuestra Armada, las tripulaciones se formaron y adiestraron según la concepción que sus unidades les imponían. Como fuera expresado, estas unidades eran realmente sumergibles. Cuando se destacaban para hacer sus ejercitaciones en el mar, de similar forma que las unidades de superficie, efectuaban las comunicaciones de seguridad y control de sus movimientos a su Autoridad en tierra. Una vez incorporados a los ejercicios planificados por la Flota de Mar o por su comando superior en ese entonces, el Comando de Operaciones Navales, toda directiva, orden o modificación en su navegación y operación, era dispuesta y transmitida desde la unidad naval donde el OCT/OCE a cargo, estuviese embarcado. El ejercicio del comando desde tierra de la Fuerza de Submarinos y el control de las unidades, se limitaba a contar con la información de su zarpada y arribo a la zona de operaciones, donde asumía por transferencia del comando - la Autoridad en el mar. A partir de allí, las comunicaciones radioeléctricas eran básicamente del servicio “buque a buque” y la Autoridad de los submarinos en tierra sólo emitía directivas administrativas a sus unidades en el mar, mediante el servicio “tierra a 66 - DeySeg -

buque”. Retomaba el control de sus unidades una vez finalizadas las operaciones en el mar hasta el regreso a la Base Naval Mar del Plata. No había restricciones en cuanto a las comunicaciones diferentes que las de las unidades de superficie por cuanto los submarinos navegaban la mayoría de su operación, en superficie. Sólo iban a inmersión por un corto y limitado período, durante los eventos específicamente programados para esa ejercitación. Quedaba a cargo de la Fuerza de Submarinos el control de seguridad del submarino durante esa fase de inmersión, donde la unidad debía comunicar a su Comando Superior en Tierra (Comando de la Fuerza de Submarinos) las previsiones de su navegación en inmersión especificándole lugar, hora y tiempo de inmersión, condiciones cinemáticas (rumbo y velocidad estimados) y

finalmente hora límite para salir a superficie. Estos mensajes de seguridad de submarinos representaban el único control positivo que la autoridad en tierra – durante la navegación – ejercía sobre sus unidades. A la hora establecida, los servicios de comunicaciones y operaciones en tierra, conformaban su condición de alerta hasta tanto el submarino emitiera su mensaje de “superficie”. Esto se repetía a lo largo de la jornada de trabajo, para cada ejercicio programado, hasta que se recibiera el mensaje de “superficie fin de actividades” oportunidad en que cesaba el alerta de los sistemas de seguridad de submarinos que pasaban a su condición normal. En muchas oportunidades debió requerirse a las unidades de superficie información sobre los submarinos y su con-

dición de inmersión-superficie para evitar declarar una emergencia que alistara innecesariamente a todos los medios de búsqueda y salvamento marítimos (SAR) de la Armada. Esto se tornaba más dificultoso y a veces más crítico si se trataba de alguna operación específicamente programada por la Fuerza de Submarinos en que las unidades se desplazaban en forma independiente. Aún así, cada vez que optaban por navegar en inmersión, debían cumplir con los aspectos reglamentarios de seguridad y emitir sus mensajes de inmersión y superficie correspondientes.

Las primeras experiencias de C3, con verdaderos submarinos La llegada al país de los submarinos de la clase 209 presentó un gran desafío a la Armada. Era la primera vez que se contaba con verdaderos submarinos y con sistemas de última generación para la época. Como una de las condiciones contractuales que debía cumplir la Armada, las dos unidades incorporadas (ARA “Salta” y ARA “San Luis”) debían prepararse, alistarse y cumplir con una patrulla de 50 días en inmersión continuada. Así, un año después de su ingreso a la Fuerza de Submarinos, durante 1975 ambas unidades demostraron la capacidad prevista. Las experiencias recogidas en esa patrulla prolongada fueron innumerables desde todo punto de vista: la navegación, la estiba de víveres y demás avituallamiento, la convivencia abordo, la alimentación, las necesidades personales, la organización, las comunicaciones del submarino a tierra, etc. Estas consideraciones tan importantes marcaron un antes y un después en la formación y preparación de las tripulaciones de submarinos y en la adecuación y modificación de la doctrina de las operaciones de submarinos que regía hasta ese momento. Pero la respuesta no fue inmediata. Algunas acciones se adoptaron como consecuencia de la Campaña de 50 días de los dos submarinos, algunos años después. Muchas se consolidaron con posterioridad a las acciones de guerra ocurridas en Malvinas.

El nuevo sistema de Comando, Control y Comunicaciones (C3) Uno de los problemas que rápidamente se identificó que necesitaba rápida resolución fue el control y comunicaciones de las unidades desde tierra, a través del Comando de la Fuerza. Así fue que complementariamente al plan de equipamiento de comunicaciones que se ejecutaba en la Armada en el año 1978, a quién escribe este artículo le fue encomendado modificar la doctrina existente e implementar un servicio específico de comunicaciones de submarinos en la Armada. Dicho año estuvo signado primordialmente por una parte técnica, que se materializó en la instalación de cuatro modernos transmisores RF-130 en la punta del diente de submarinos, cuyas antenas se instalaron en la zona de las terrazas del recientemente inaugurado Taller Integral de Submarinos (TISU). En la zona de Chapadmalal se estableció el campo de antenas receptoras que se operaría desde la propia Base Naval. En el segundo semestre y debido a necesidades operativas de combate surgidas del conflicto con la República de Chile, se elaboró, con la urgencia del caso, un Plan de Control y Comunicaciones de Submarinos que modificaba en pleno la doctrina vigente hasta esa fecha. Una vez aprobado dicho Plan por la Autoridad de Submarinos, comenzó a implementarse en todos los niveles operativos. Se procedió a alistar adecuadamente a las unidades, a adiestrar al personal específico de cada unidad y al de las centrales en tierra que controlarían el nuevo sistema. Se establecieron claves especiales para submarinos, se embarcaron nuevos sistemas criptográficos en cada unidad y se creó la Central de Comunicaciones de Submarinos (Cencomsub) que se destacaría con el Comandante de la Fuerza y su Estado Mayor al lugar donde éste estableciese la sede de su Comando en tierra. En estas nuevas condiciones de comando, control y comunicaciones (C3) zarparon las cuatro unidades submarinas al cumplimiento de su misión en diciembre de 1978. La incertidumbre sobre el correcto funcionamiento del sistema

implementado sólo pudo salvarse transcurridos muchos días – casi dos semanas desde la zarpada – cuando se recibió en la Cencomsub la primera comunicación operativa de una de las unidades destacadas. A partir de allí y en la seguridad que el nuevo método de control de las unidades en el mar respondía exactamente a los conceptos operativos modernos de conducción de fuerzas desplegadas, se vio facilitada la tarea. El Comando de la Fuerza de Submarinos y su Estado Mayor con sede en la Base Naval de Puerto Belgrano aseguró las operaciones de sus unidades, y todas las comunicaciones requeridas, para tal fin fueron llevadas a cabo en las máximas condiciones de seguridad y reserva. Al finalizar el conflicto y con el regreso de los submarinos a la Base Naval Mar del Plata se evaluó específicamente el comportamiento del sistema implementado calificándoselo de excelente y disponiendo las actualizaciones doctrinarias y de procedimientos a fin de su aplicación reglamentaria en la Armada Argentina, a partir de la experiencia recogida. En los años subsiguientes se llevaron a cabo operaciones de adiestramiento de submarinos siguiendo las nuevas normas de comando, control y comunicaciones, ahora doctrinarias, a los efectos de seguir perfeccionando el sistema. Se actualizaron los planes de formación de los alumnos de la Escuela de Submarinos y la instrucción y adiestramiento de las tripulaciones - en cuanto a operaciones y comunicaciones se refiere - de forma tal de generar una conciencia clara en el personal de submarinos, sobre las nuevas formas de control operativo de las unidades.

Conclusiones finales Los avances tecnológicos y la evolución de las unidades submarinas condicionaron a lo largo de su historia las diversas y variadas formas de implementación del comando, control y comunicaciones de los submarinos en el mar, por parte de la autoridad en tierra. Así, las formas básicas de conducción de los primeros sumergibles, que se asemejaban en mucho a las operaciones de las unidades de superficie, poco a poco

fueron evolucionando hacia novedosas formas de control, muchas de las cuales, con las variantes propias de cada marina, se iban aplicando en las distintas fuerzas de submarinos en el mundo. La llegada a nuestro país de los submarinos modernos, a comienzos de los 70’, condicionó el cambio, y el conflicto con Chile del año 1978 forzó la necesidad de la aplicación de los modernos sistemas de C3 que se venían gestando desde la Campaña de 50 días de los submarinos ARA “Salta” y ARA “San Luis”. Con las capacidades emergentes de la aplicación de modernas tecnologías digitales y la adquisición de nuevos sistemas de comunicaciones, tanto para las estaciones de tierra como para las unidades submarinas, el sistema ha continuado evolucionando a partir de aquellos procedimientos implementados en los años 70, incorporando las importantes experiencias y lecciones de la Guerra de Malvinas. DEL AUTOR: El Contraalmirante Reinaldo Daniel Corvalán realizó su formación como submarinista en 1974 a bordo del Submarino ARA “Santiago del Estero” (Clase Guppy) Entre 1975 y 1978 formó parte de las tripulaciones del Submarino ARA “San Luis” (Clase 209) como Jefe de Navegación y Comunicaciones, realizando numerosas campañas prolongadas en inmersión entre las cuales cabe mencionar la Campaña de 50 días del año 1975. Fue destinado a la Base Naval de Mar del Plata en 1978 con el objeto de aprovechar su vasta experiencia, para implementar el nuevo sistema de comunicaciones de submarinos y proceder a las modificaciones doctrinarias respectivas en cuanto a la conducción y operación de las unidades en el mar. El sistema puesto en vigor se probó con éxito en el conflicto con Chile a fines de ese mismo año. Más adelante ocupó tareas relacionadas con la Fuerza de Submarinos, y fue destinado a la República Federal de Alemania para participar de la construcción de las nuevas unidades submarinas de la clase TR 1700. A su regreso al país ocupó el cargo de Segundo Comandante del Submarino ARA “Santa Cruz” (TR 1700) en 1986, unidad de la que años más tarde fue su Comandante (1993). Siendo Capitán de Navío se desempeñó como Comandante de la Fuerza de Submarinos en 1999. Alcanzó la jerarquía de Contraalmirante en el 2001 y pasó a retiro efectivo en agosto de 2004.

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