elRespirador Nº2 Junio 2015

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Cuarto y 1/2 de arte por Guillermo Ramírez Torres

Es llamativo que un artista cargue contra el propio valor de sus piezas. Este acto de sublevación ante la diosa Pecunia ha molestado a muchos de aquellos que se postran ante ella y la belleza del verde dólar. Gerhard Richter ha sido el valiente hidalgo que se ha levantado frente a tamaño gigante. Irónicamente, el artista vivo más cotizado capitanea esta marcha. Este hecho me ha llevado a preguntarme: ¿Hemos dejado esto del mercado del arte en manos de especuladores? Si abrimos las páginas de cualquier diario de tirada local, nacional o internacional podremos observar en la sección de arte –si es que la tienen-, el grotesco espectáculo que supone ver cifras de más de ocho dígitos o estadísticas de visitas a tal o cual institución cultural. Datos y más datos, vacíos claro está. Sólo dinero que va, dinero que viene; visitantes que van, visitantes que vienen, y competiciones de algunos gestores culturales de ciertas instituciones peleándose por ver quién tiene más larga la cola (de visitantes, evidentemente). Los medios se hacen eco de la noticia estrella, bizarra que con suerte (mala), aparecerá entre los destacados de la portada. Si indagas un poco más no encontrarás nada de formación ni de información, sólo una numerología al servicio de lo exorbitado. Éstas ‘técnicas’ lejos de acercar al público al arte contemporáneo lo alejan, dejándolos solo en el estadio de lo anecdótico, sin llegar a conocer ni al menos un ápice de lo que significa la contemporaneidad y su ligazón con el arte. Tampoco ayudan las programaciones de algunas instituciones, diseñadas por y para el gusto del cliente. Nada de divulgación, todo de espectáculo. El ‘despotismo del espectáculo’ ha llegado. Guy Debord ya planteaba lo que sería esta sociedad, y bastante acertado estuvo. Elena Vozmediano escribió esto a colación de las exposiciones espectáculo : << “Rogelio López Cuenca nos ha enseñado a oler a distancia la picassización de Málaga y este es un caso flagrante de utilización turística de esa “personalidad magnética” que tan bien funciona para atraer al visitante.En particular,al crucerista.>> Así pues, estamos hablando del mercado del arte, esa zona pantanosa donde si te atreves a entrar debes tener presente que puede haber monstruos modernos, culebras cool u orcos hipsters alardeando del último postureo. El mayor riesgo

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