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Obstruccion de la democracia EL ESTADO: MONSTRUO

Los tiempos del odio, desvergüenza y explícita complicidad entre politicastros, sectas, carteles, y elites de traje blanco, llegaron. Estamos en el culmen. Titiriteros y títeres en su mejor momento. Están al centro de la escena. La comparsa: pomposa “clase política”, brinda a borbotones. Nunca la democracia había estado tan de nuestro lado…cavilan. Por fin dormimos a ese pueblo baboso, saborean. La sociedad general, sentada en la galería, cargando sus pecados en cuaresma o escuchando las profecías de medio siglo en estadios o en benditas mega salas. Afuera la vida sigue. Guatemala no se detiene. Es una verdadera máquina de hacer dinero; es el rumor allá por la Cañada. Un país para ser feliz. Ríen.

Demócratas perseguidos. Encarcelados algunos. En el exilio buena parte y a salto de mata o esquivando el vendaval la mayoría. Acá adentro. La cuestión es tan azarosa que viejos aliados, anticomunistas a ultranza, están en la mira. Mulet resulta ser oposición al régimen. Un locuaz, de derecha por herencia, sin mayores luces ni poder. Es sancionado por violar leyes electorales. Cualquier pretexto es bueno. Los abogados del torcido -previo hueso asignado- le dan tramite al asunto. Es el reino de la incultura y el contra intelecto. Se consolida el idiotismo, como forma de gobierno. De Estado de derecho, ya no se habla en ningún lado oficial, menos en la Cañada. No conviene, puede afectar sus cordiales relaciones con el minotauro. No le quieren, pero salió útil. Supero increíblemente a Jimmy. Es hasta más listo. Tiene casaca. Algo mano larga, pero se le perdona pues ha sido eficiente en eso de reprimir campesinos y pobladores rebeldes. Hasta “medió” en el conflicto limítrofe en Santa Catarina Ixthuacán. Con resultado de una verdadera vergüenza: fracaso presidencial y militar. Pero quien se acuerda. Su relación con la mafia rusa no altera los nervios del capital. Coinciden en intereses dinerarios. Viva el capitalismo de compadres. Mientras tanto, la democracia sufre de asfixia por sumersión. Hundida en aguas de bazofia. Ya ni el Chapulín Colorado, podrá salvarla, el armisticio fue hace veintisiete años. La trampa, el timo, viene ahora del propio Ejecutivo, con el auxilio de los estrados judiciales.

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El estado padece de autosarcofagia, se devora así mismo, el monstruo está en su mejor momento: perversidad extrema. Obstruye a la sociedad. Detiene el progreso. De vuelta al oscurantismo. Otra vez: libertad o ergástula. Ese parece ser nuestro sino. Caminemos del silencio a la expresión. Exijámonos un “pequeño” esfuerzo por recuperar este país. Obstruido por el minotauro. ¡Llegará la aurora!

Manfredo Marroqu N

de otros, el resultado será objeto de rechazo ciudadano y pérdida total de confianza en el sistema.

LA CRECIENTE CORRUPCIÓN

PROTEGIDA Y HASTA EXALTADA POR LOS PODERES PÚBLICOS AMENAZA CON DESTRUIR LOS PILARES DEL RAQUÍTICO RÉGIMEN DEMOCRÁTICO.

En estos momentos que el mundo teme entrar en una nueva crisis financiera ante la quiebra de varios bancos locales en Estados Unidos, en Guatemala la preocupación se centra en la pérdida de confianza en el poder electoral, que al igual que en el caso de los bancos, depende del valor confianza para seguir adelante en sus funciones.

Cuando hay una corrida de cuenta habientes en un banco la quiebra es inminente; lo mismo pasa con el poder electoral de un país. Cuando el poder electoral altera y juega demasiado con las reglas de una contienda electoral, los electores perciben que el árbitro no es neutral y que su parcialidad terminará por favorecer a algunos jugadores en contra

El desplome en la confianza de la institución electoral rectora de los procesos eleccionarios equivale a la quiebra de la democracia. El pilar que durante tres décadas se mantuvo con alta credibilidad desde 1985, hoy apenas alcanza una confianza del 32 por ciento de la población, muy por debajo incluso al promedio latinoamericano que ronda el 50 por ciento, según datos del latino barómetro.

La creciente corrupción protegida y hasta exaltada por los poderes públicos amenaza con destruir los pilares del raquítico régimen democrático. Una transmisión de mando cuestionada y rechazada por la mayoría de la población es la puerta de entrada al laberinto del desorden y la ingobernabilidad.

Aunque ese sea el proyecto de las redes política mafiosas gobernantes y de un sector de la élite económica, para la mayoría es un escenario indeseable que solo aceleraría las condiciones que propician la pobreza, violencia y migración forzada, mientras las bandas de saqueadores mantienen su impunidad y negocios.

Llevar a la quiebra al TSE que acá equiparo al banco de la democracia, sería el último clavo que sellaría el ataúd de lo que fue la incipiente democracia, soterrada por la corrupción que se entronizó en todas las esferas del Estado.

Fernando Gonz Lez Davison

Alametaug, país bizarro al revés

MI SOLIDARIDAD CON EDMOND MULET.

Por supuesto que el mundo bizarro pertenece a la otra dimensión de otro mundo paralelo en el que han vivido Supermán y otros superhéroes, uno el de la tierra y el el otro su duplicado, el mundo bizarro, donde el planeta no es redondo sino un cubo, mientras los súper héroes allá son antihéroes y malos, en un mundo alrevesado.

Acá dejó Trump un mundo chiflado y, por sus malabarismos, Guatemala se trocó en un mundo bizarro, donde muchos honestos se volvieron deshonestos, y el país cambió a Alametaug, debido a que los del Pacto de Bizarros dijeron que: “Aquí es una dictadura y hacemos nuestra regalada gana”, aunque sea contrario a lo que señala la Constitución, escrita hace décadas por unos que se dijeron los representantes de la patria en un pasado remoto. Los del pacto odian la belleza y las artes, pero les encanta la fealdad, la vulgaridad y la ilegalidad, a pesar de estar en los más altos cargos de los organismos del Estado. Forman una chusma horrible que ha copado todas las instituciones y han deshecho a su imagen y semejanza el Estado fallido en ruinas que nos han dejado con el agregado del basural que hay por doquier dejada en las playas, en los ríos, en los lagos, en las calles, las carreteras todas deterioradas, depredados los bosques y selvas, y el agua limpia escasa.

“¡Nos encanta la fealdad!” gritan los súcubos en las cantinas con música regetonera o de narco corridos, mientras los jefes comen nachos con queso derretido con vasos llenos de whisky, eso sí, etiqueta negra o azul, con horribles alitas de pollo chamuscadas, nada que ver con los frijolitos que comían de niños en sus pueblos, aunque se desdicen de ello en público, aunque otros reconocen que se limpiaban el trasero con hojitas. Ahora todo tiene que ser de primera y las carnitas de marrano en restaurantes de lujo que los ponen más gordos y enfermizos, pues la salud propia les importa un bledo así como la salud del pueblo que hace mucho dejó de ser soberano, y no restringen sino aplauden que la gente beba mucha Coca o Pepsi para seguir engrosando las cinturas de las dos terceras partes de la población obesa, propensa a la diabetes, enfermedades renales y biliares, pues no hay leyes para reglamentar la cantidad de azúcar y grasas de consumo humano, ni el humo del campo, amén de la la comida chatarra y otras por el estilo. Para ellos es un gran crimen hacer algo perfecto o que se atienda al bien común porque abominan hacerlo y, por el contrario, les gusta embadurnarse de inmorales sin ética y sus modales carecen de reglas, sobre todo el irrespeto a la ley, que para ellos en su mundo bizarro es papel para limpiarse, pues hacen su “soberana gana” sin miramientos, mientras engordan sus caletas de oro y dejan a sus familiares llenando de miles de parásitos la burocracia, con presupuestos inflados para llenarse sus bolsillos.

Renzo Lautaro Rosal

Periodo de confusiones y retrocesos

nados candidatos que promueven; muchos de los cuales lograron pasar con facilidad la talanquera invisible del órgano electoral. Más partidos y candidatos no son igual a más opciones. En realidad, la operación funciona al revés. Más es sinónimo de la fragilidad del sistema de partidos, el cual quizás no por diseño pero sí por utilización se ha convertido en una cancha abierta donde los peores desfilan para mantener, consolidar y reproducir las esferas de los poderes para seguir expoliando una sociedad aniquilada, silente, temerosa y en ocasiones, dispuesta, lamentablemente, a caer en las tentaciones de sus malolientes.

En unas horas dará inicio el periodo de campaña electoral. Por supuesto que esa denominación solo es formal. Todos los llamados partidos se comieron la salida desde hace meses e incluso años. Así que la etapa que tenemos por delante anticipa el recrudecimiento de la confusión, del menosprecio hacia los votantes, el auge de las diversas expresiones del clientelismo, los personalismos, la utilización sin límites del financiamiento electoral proveniente de las variadas fuentes, la mayoría de ellas que operan bajo el radar, el cual seguirá apagado para dejar que todo pase y al final no pase nada.

La confusión a la que hago referencia es sin lugar a dudas, un rasgo lamentable. En lugar de ser un periodo donde partidos y candidatos den a conocer sus programas, propuestas y prioridades, será una etapa caracterizada porque los diferenciadores serán inexistentes. La mayoría de las 30 “organizaciones” se parecen mucho por lo vacío de sus contenidos, por los cuestio-

El camino está habilitado para que la lógica reproductora del poder anti ciudadano siga haciendo de las suyas e incluso aumente sus ansias y capacidades de reproducción para otros cuatro años perdidos. Así sumaremos década y media de significativos retrocesos, que nos alejan, aún más, de las lejanas posibilidades del desarrollo.

El periodo abril-junio será un periodo de pérdidas para un país (o remedo de), necesitado de otro tipo de realidades. En lugar de escuchar propuestas viables que provengan de visiones de estado con mentalidad estratégica, tendremos por delante mensajes mediocres, listados de temas sin hilo conductor, diagnósticos erróneos, ausencia de propuestas con sentido de realidad, enfrentamientos entre candidatos como si se tratara de peleas entre perros y gatos, usos descomunales de recursos tanto públicos como “privados”, toda una danza diabólica.

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