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Caso del Hogar Seguro: la negación sistemática de justicia
OJALÁ QUE MUY PRONTO SE PUEDA HACER JUSTICIA PARA ESTAS NIÑAS Y ADOLESCENTES.
El 8 de marzo de 2017, un grupo de 41 de niñas y adolescentes murieron y 16 sufrieron heridas gravísimas, muchas de las cuales perduran hasta la fecha, producto de las quemaduras de un incendio que se produjo dentro del “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”, en donde era “resguardadas” por el Estado. El centro u hogar, como son conocidos estos albergues de protección, son conocidos generalmente por violentar los derechos de los niños, niñas y adolescentes que se encuentran internados. Años atrás de esta tragedia, ya se habían reportado denuncias por diversos tipos de violaciones de derechos humanos, que van desde malos tratos, hasta serios señalamientos de violencia sexual. Sin embargo, todos los funcionarios obligados a actuar a favor de la niñez llegaron tarde en su auxilio. Básicamente, era una tragedia anunciada. La oficina del Procurador de Derechos Humanos había solicitado medidas cautelares para estas niñas y adolescentes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero hasta esta llegó tarde, pues otorgó las medidas días después de la tragedia. ¡Todo el tiempo estuvieron solas!
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Después la tragedia ha sido un suplicio llevar al banquillo de la justicia a los responsables de la misma. Es de recordar que estos hechos ocurrieron durante el nefasto gobierno de Jimmy Morales, un personaje que pasará a la historia por destruir la paupérrima institucionalidad democrática del país; por retroceder en los pocos avances de justicia y derechos humanos; y, sobre todo, por general los mecanismos para generar impunidad, para sí y para sus aliados.
Y es que con el transcurrir de los años, el camino de la justicia ha sido cuesta arriba. En las medidas cautelares tardías de la CIDH se le ordenó al Estado de Guatemala que investigue sin demora alguna los hechos del “Caso Hogar Seguro”, pero esto se ha vuelto una utopía. En medio de todo lo que ha sucedido, aún duele ver las imágenes de las adolescentes tiradas en el suelo boca abajo, con grilletes, rodeadas de decenas de agentes de policía, como si fueran las peores delincuentes, cuando lo único que querían era ser escuchadas, para que se les garantizarán sus derechos mínimos.