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La piñata electoral
“COMPAÑÍAS INSCRITAS COMO DE RESPONSABILIDAD LIMITADA”
Es patético el espectáculo de los políticos con “hambre” que no tiemblan ni muestran pudor con tal de hacerse conocidos para que la gente vote por ellos, no por lo que saben o pueden hacer por el país, sino por las ridiculeces a las que se exponen para llamar la atención. Esto trae a la memoria las palabras de mi santa abuelita materna, gran consentidora que reaccionaba piadosa frente a la pantalla de la televisión en blanco y negro cuando los presentadores se pasaban de chistosos o vestían atuendos extravagantes: “Pobrecitos, así se ganan la vida”. Lo que no concuerda con la actualidad es lo de “pobrecitos”, porque en política invierten mucho a cambio de poder y satisfacción de apetitos, escudados en la brevedad de la vida, el descreimiento religioso y la ausencia de vergüenza, porque ya no es motivo de desdoro exponerse en vitrina como las chicas famosas de Ámsterdam.
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La miel atrae a las abejas o la basura a las moscas. En Guate somos noveleros, y si anuncian una marca de zapatos deportivos de moda, se forma una inmensa fila desde la noche anterior, o si alguien regala desayunos, la cola en la calle es interminable. Porque lo desean o hay necesidad, lo que rara vez sucede con el llamado a servir a los demás. Lo sorprendente es la pasión por llegar a la presidencia de un país con tantas necesidades y recursos limitados para pelear en contra de la corriente, porque la clase política parece más dedicada a impedir que se hagan cosas que a impulsar realizaciones. Es decir, llegar a un cargo de tanta responsabilidad, de donde han salido más de uno directo a la cárcel, y se sufre burlas y sátiras, no debería de ser en absoluto tan atractivo. La abundancia de candidatos manda un mal mensaje a la sociedad, proponiendo el cargo como lotería.
Si dos o tres partidos vivieran dedicados a formular criterios, plantearan proyectos de nación para que la gente decidiera por una ruta u otra, y se evidenciara el sacrificio a cambio de prestigio y respeto social, todo sería diferente; se podría dejar el mando en manos diligentes.
Pero la realidad es otra, un molote de candidatos representando a compañías inscritas como de responsabilidad limitada, se ofrecen para ver qué agarran del chinche. Las elecciones son como una gran piñata donde unos recogen dulces mientras otros se van turnando el palo pegándole a la piñata, porque a tal condición queda reducida la patria.