DIN A M A • EL OBSERVA DOR
V I E R N E S 5 D E J U N I O D E 2 0 15
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Se incorporan diez nuevas áreas protegidas
Una política qué apuesta al desarrollo sostenible y al turismo responsable A cinco años del ingreso de la primera área al SNAP, se concretaron grandes avances como la elaboración de planes de manejo, la conformación y fortalecimiento de ámbitos de gobernanza, como la Comisión Nacional Asesora de Áreas Protegidas
D
esde 2008, diez zonas del país han ingresado al Sistema Nacional Áreas Protegidas (SNAP) bajo diferentes categorías. Uno de los principales objetivos del SNAP en su gestión se basa en la integración del desarrollo productivo con la conservación de los recursos naturales. Las áreas protegidas constituyen experiencias dinamizadoras de su entorno hacia modalidades productivas más sustentables en términos sociales y ecológicos. A cinco años del ingreso de la primera área al SNAP, han
boración de unas directrices sobre turismo y uso público en las áreas protegidas. De esta forma se promueve un sistema de gestión sostenible, acorde con los objetivos de conservación la biodiversidad del país que promueva servicios de calidad, protección del ambiente y valor agregado al turismo nacional. En este sentido, el SNAP debe abarcar aspectos ambientales, socio-culturales y económicos y contemplar su equilibrio y desarrollo armónico, promoviendo el desarrollo local, así como el res-
Generación de
SNAP, herramienta
información
fundamental para
científica para la
el desarrollo
toma de decisiones
sostenible
habido grandes avances como la elaboración de planes de manejo, la conformación y fortalecimiento de ámbitos de gobernanza, como la Comisión Nacional Asesora de Áreas Protegidas y las comisiones asesoras específicas de cada área protegida y la designación de personal en las áreas, como directores, técnicos y guardaparques. Asimismo, se realizaron inversiones en infraestructura y equipamiento (centros de visitantes, cartelería, senderos, pasarelas, etc.), para la generación de información científica para la toma de decisiones, como la lista de especies prioritarias para la conservación y la sistematización de
El SNAP protege el 0,4% del territorio nacional
datos, materiales y documentos a través de la generación de un sistema de información del SNAP. A su vez, se buscó capitalizar los saberes de las poblaciones locales. Además de avanzar en la elaboración de los planes de manejo en todas las áreas ingresadas al SNAP, en cada una se implementa la gestión de ellas en base a conocimientos actualizados y se ordenan las actividades humanas bajo las directivas del decreto de ingreso del área al SNAP. Uno de los principales desafíos de esta primera etapa de implementación del SNAP se relaciona con que en nuestro país las áreas
protegidas se ubican mayormente en tierras privadas: aproximadamente el 90% de la superficie del territorio nacional es propiedad privada y está incorporada desde hace largo tiempo a sistemas productivos, un escenario que le agrega complejidad a la gestión pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para gestionar colectivamente. Si bien puede haber sectores con restricciones de uso, las áreas protegidas son territorios ocupados por personas que viven, producen y usan esos espacios de forma especialmente cuidadosa para contribuir en el largo plazo
a la conservación de sus valores naturales y culturales. Son habitantes que están aprendiendo y enseñando a usar el territorio bajo modalidades más amigables con el ambiente. Otro aspecto clave en el marco de los avances en la implementación del SNAP en nuestro país está vinculado al desarrollo turístico que traen aparejadas las áreas protegidas. En este contexto se elaboró una norma UNIT para la gestión sostenible de los servicios turísticos en áreas protegidas y se está trabajando conjuntamente con el Ministerio de Turismo en la ela-
peto a las culturas, las tradiciones y las poblaciones locales. De esta forma el SNAP se consolida como una herramienta que armoniza el desarrollo con la conservación. Podemos definir al SNAP como una herramienta fundamental para el desarrollo sostenible. Y la actividad turística es parte de este desarrollo. Además, el turismo en áreas protegidas es un espacio que permitiría que la actividad turística en nuestro país diversificara los destinos y estaciones del año. El desafío es terminar de dotar a las áreas protegidas de la infraestructura para el uso público y de personal de campo necesario que acompase este potencial crecimiento.
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