EL NARRATORIO ANTOLOGÍA LITERARIA DIGITAL NRO 15 MAYO 2017

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n una mesa de Marechiare nos juntamos y estábamos en plena charla, cuando recordé el caso de Doña Luisa. —¿Ustedes saben lo que le pasó a la dueña de la pinturería con Darío?

— Darío? ¿Quién es ese? —dijo el Negro sorprendido. —El empleado de la pinturería —dije— aunque ya no está más. —Sí, ya se —dijo Carlitos, al que no se le escapaba nada— vos también lo conocés

Negro, un tipo gordito y pelirrojo, lo que no sabía era que se había ido…además… ¿saben que es un robot? —Ya sé de quién hablás, ¡no me digas que es un robot! —dijo el Negro riéndose y mirándonos a los dos. —Yo tampoco lo sabía, me enteré después del lio; porque es de los nuevos y no se nota, pero ¿Les cuento o no? —Les dije haciéndome rogar— Pero ojo que esto no es una broma, pasó en serio y lo sé de buena fuente. —Seguro que te venís con un drama, aunque pensándolo bien ¿los robots tienen dramas? —me dijo Carlitos preparándose para el relato —Y… ya los hacen tan iguales a nosotros, que en una de esas los aparatos esos sufren —siguió el Negro ya filosofando— dale contá lo que sabés. Autorizado por la mesa, me dispuse a contar lo que le había pasado a Doña Luisa y su robot: —Todo comenzó hace un tiempo, Darío, parecía un buen muchacho y sobre todo con buena presencia. Lo habían pagado muy caro, porque era uno de esos aparatos preparados para trabajar sin descanso. Muy formal con los clientes y servicial, digamos un tipo correcto, de esos que te olvidás que son una máquina. Luego de un tiempo, el robot, fue sometido por la dueña de la pinturería a un acoso sexual permanente. Aparentemente la mujer, vio la posibilidad de recuperar viejos tiempos y como se lo imaginó, estas máquinas estaban preparadas para no negarse nunca ante sus dueños. Era quizá la última oportunidad que le quedaba en la vida. —¿Estás hablando de la dueña?… ¡Es una vieja!—argumentó Carlitos. —Es que cuando a uno le agarra fuerte la pasión es bravo —acotó el Fede, que recién llegaba a la mesa. —Seguí con el cuento —me dijo el Negro interesado, y así lo hice: —Darío al principio no le daba bola, posiblemente porque no tenía idea de cómo actuar. Pero parece que una noche, luego del cierre del negocio, la mujer lo llevó a una habitación de arriba. Esto comenzó a pasar seguido y llamó la atención de Tito, el viejo 107


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