EL NARRATORIO-ANTOLOGÍA LITERARIA DIGITAL NRO 10 DICIEMBRE 2016

Page 96

L

a familia García sabía mucho sobre las personas a las que ellos llamaban «chiflados paranormales», esos que enloquecían con tableros ouijas, guías espirituales, bolas de cristal y, sobre todo, casas presuntamente embrujadas en busca de los fenómenos

habituales; golpecitos ectoplasmáticos en la mesa, zonas frías, mesas y camas flotantes y por supuesto, fantasmas. Pese a que la casa de la familia no podría considerarse «encantada» la casa del tío Arnaldo sí lo era, y en consecuencia atraía a toda clase de chiflados paranormales. El tío Arnaldo fue un granjero que ayudaba al prójimo de día y de noche lo devoraba. Fue encontrado frente a una mesa formalmente servida, comiéndose el cadáver de su más reciente víctima, sobre un suelo lleno de los huesos de por lo menos treinta y cinco personas más. Fue tanta la repugnancia de la policía al encontrarlo en esta labor, que le dispararon sin pensar en derechos humanos ni nada parecido. Pasado un tiempo, llegó uno de los chiflados paranormales con intenciones de pasar la noche en la casa para hacer contacto espiritual con Arnaldo a través de un tablero ouija y liberarlo así de la condenación eterna. Al día siguiente los García encontraron al hombre ahorcado y una hoja junto al tablero que decía: «Lo oigo comer, no puedo salir de la casa, todas las puertas y ventanas cerradas, taparme los oídos no sirve». Pese a este

terrible

acontecimiento,

los

chiflados

paranormales,

lejos

de

espantarse, se entusiasmaron hasta el éxtasis. Ahora eran grupos completos con videntes, técnicos con cámaras infrarrojas, personas que podían hablar con los espíritus y toda la fauna paranormal de costumbre. Y pese a haber convertido a la casa en un circo, los suicidios y desapariciones (un nuevo añadido) no cesaban. Esteban era uno de esos abogados despiadados que podían convencer a la victima de uno de sus defendidos, que el ataque lo había provocado él mismo y quien debía pagar era el inocente, no el victimario, pero pese a su

96


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.